Como ya comentaba al finalizar el anterior capítulo, el
desayuno de este hostel sería uno de los mejores que había tomado en este tipo
de alojamientos. Tenían de todo lo habido y por haber: huevos revueltos,
yogures, cereales, fiambre, fruta, varios tipos de panes, mermeladas, nocilla,
etc. Incluso tienes a tú disposición unas pequeñas bolsas de plástico para que
puedas llevarte lo que desees para comértelo a lo largo del día. Algo que no había
visto hasta ahora y que me había llevado en más de una ocasión a tener que
hacer esto mismo a escondidas. Está vez sería una gozada pues me haría dos
bocadillos para la comida y cogería una pieza de fruta, así que no podía pedir
más.
Veinte minutos caminando me separaban del centro histórico
de Lindau. Como también decía ayer, el coche lo dejaría sin gasto alguno en el
parking del alojamiento hasta que terminé la visita. Hacía una temperatura
agradable, que me permitiría ir en manga corta, y estaba algo nublado, aunque
afortunadamente en poco más de una hora las nubes darían paso a un cielo limpio
y despejado.
Todo lo que merece la pena ver en Lindau se sitúa en una pequeña isla, o más bien península, a
orillas del lago Constanza, conocido en alemán como Bodensee, que se puede
recorrer en su totalidad caminando, de hecho es lo que aconsejo para disfrutar
al máximo.
Llegaría hasta esta histórica ciudad imperial libre (1275 –
1802) atravesando el puente Seebrücke
, que une su parte antigua con el resto de la urbe. El primer edificio que se
observa a la izquierda y que llama la atención por lo moderno de su
arquitectura es el Bavarian Casino,
una rotonda de cuatro pisos que reemplazó, después de cuarenta años, al antiguo
edificio de madera.
Lago Constanza desde Puente Seebrücke. Lindau |
Acto seguido atravesaría un pequeño parque y tomaría la
avenida Auf der Mauer en la que podría fijarme en un pequeño trozo de muralla y
torre de vigilancia conocidos como Heidenmauer,
que algunos expertos dicen es la construcción más antigua de la isla, aunque no
todos están de acuerdo.
Tras estos primeros momentos iniciales de toma de contacto,
entraría de lleno en faena, encontrándome con una agradable plaza conocida como
Paradiesplatz, de forma irregular,
fachadas de colores, una bonita fuente y repleta de terrazas que empezaban a
desperezarse tras el letargo nocturno.
Paradiesplatz. Lindau |
Paradiesplatz. Lindau |
Muy cerca de la anterior se encuentra la plaza del Granero (Schrannenplatz) que
esconde dos joyas: En primer lugar, la iglesia
de San Pedro, con más de mil años de antigüedad, lo que la convierte en uno
de los edificios más antiguos del área del lago Constanza. Su torre se
caracteriza por no tener ventanas, sirviendo incluso alguna vez como torre de
defensa, pero su verdadero tesoro está en su interior, ya que contiene la
Pasión Lindauer, los únicos frescos originales de una pared atribuidos a Hans
Holbein el Viejo. Además contiene una escultura de mármol de un soldado
desconocido y placas conmemorativas de los muertos y desaparecidos de Lindau de
la guerra franco – alemana, así como de las dos guerras mundiales. Por otro
lado y adyacente al monumento religioso se puede ver la torre de los Ladrones (Diebsturm), que originariamente perteneció a
la fortificación de la ciudad y también fue utilizada como prisión.
Probablemente no sería la cárcel más cómoda, pero al menos tenía una buena
vista al estar en lo alto del pueblo.
Iglesia de San Pedro. Schrannnenplatz. Lindau |
Torre de los Ladrones. Schrannnenplatz. Lindau |
No podía esperar más por lo que, tras pasar por la puerta
del bonito edificio del Kunstmuseum o
Museo del Arte, me dirigí a la bahía
y el puerto de Lindau, su lugar más emblemático y que más me apetecía
conocer, donde el agua de un azul intenso reflejaba los rayos del sol, y las
montañas en la lejanía hacían de complemento perfecto al entorno, todo ello con
permiso de los verdaderos protagonistas de este marco de belleza incomparable,
que no son otros que sus más famosos vigías: la escultura del león bávaro a un lado y el faro al otro de la estrecha entrada
al interior del puerto. Las vistas desde ambos lados bien merecen la pena, pero
más aún lo merece el esfuerzo para subir hasta la plataforma superior del faro,
desde donde las panorámicas que se consiguen de la ciudad, el lago Constanza y
las montañas son únicas. La entrada me costaría 2,20 euros.
León Bávaro y Faro.Bahía de Lindau |
Lindau desde Torre de su Faro |
Lindau desde Torre de su Faro |
En el puerto hay un importante tercer protagonista además de
los dos anteriores. Me refiero a la torre
Mangturm, el antiguo faro que fue construido en el siglo XIII y formaba
parte de la fortificación al igual que la torre de los ladrones. Se encuentra
mucho más ornamentado que el faro actual, con un colorido techo de tejas.
Torre Mangturm y Puerto.Lindau |
Torre Mangturm y Puerto.Lindau |
Aunque todo el puerto es tan bonito que hubiera podido
entretenerme allí durante horas, Lindau seguía teniendo mucho más que
ofrecerme, por lo que continué mi recorrido dirigiéndome hacia uno de los laterales
de la bahía en el que se sitúa la Römerschanze,
lo que queda de la fortificación del siglo XIII que en aquel entonces estaba
separada de la isla principal, para en las décadas siguientes llenar la brecha
existente y hacerla parte de esta. Una nueva perspectiva de la zona haría que
fuese también merecedora de parte de mi tiempo.
Otro bello lugar es el que corresponde a la Reichsplatz, una hermosa plaza donde se
halla el antiguo Ayuntamiento (Altes
Rathaus) del siglo XIV en el que se pueden admirar en la fachada sus
coloridos frescos. En él todavía hoy se llevan a cabo reuniones y recepciones
de importancia. El otro elemento a destacar en la plaza es la hermosa fuente de bronce y mármol rojo de la
patrona de la ciudad, Lindavia, con
figuras alegóricas en los cuatro lados de la misma.
Altes Rathaus o Viejo Ayuntamiento. Lindau |
Tras acercarme a ver el Teatro
Municipal en la plaza Bartüberplatz,
pues me llamaba la atención el hecho de que fuese el primer teatro nuevo en
Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, aprovechando lo que quedaba de
una pequeña abadía de hace 700 años, me dirigía a la arteria principal del
centro histórico conocida como Maximilianstrasse,
una calle amplia y completamente peatonal bordeada de un buen número de
edificios con arcadas y características góticas y renacentistas decorados con
pinturas en sus fachadas que hacen que no puedas bajar la mirada si no quieres
perderte ningún detalle. Es aquí donde se concentran la mayor parte de boutiques
de ropa, heladerías, cafeterías y tiendas de recuerdos.
Maximilianstrabe. Lindau |
Maximilianstrabe. Lindau |
Esa misma calle principal me llevaría hasta otra interesante
plaza de nombre Marktplatz, donde,
nuevamente, no quedas decepcionado ante lo que ves. Flanqueando uno de los
lados está un edificio barroco llamado Haus
zum Cavazzen que alberga el Museo
Municipal de la ciudad y quienes decidan entrar en su interior hallaran
pinturas, juguetes antiguos, muebles y armas históricas. En el otro lado de la
plaza, a falta de una, se pueden ver dos iglesias: la iglesia de Santa María, de estilo rococó y católica, y la iglesia de San Esteban, de estilo
barroco.
Marktplatz y Casa Cavazzen |
St. Stephan o San Esteban.Lindau |
The Minster o St.Marien o Santa María.Lindau |
Lindau me había encantado, había disfrutado muchísimo
paseando por sus calles, descubriendo sus monumentos y admirando las vistas del
lago Constanza y, sinceramente, creía que hoy sería complicado igualar o
superar esta visita, pues esta ciudad había dejado el listón muy alto, pero me
equivocaría, vaya si lo haría.
El caso es que volvería al hostel a por el coche y pondría
rumbo hacia la ciudad de Meersburg,
situada a cuarenta kilómetros, tardando como cincuenta minutos a consecuencia
de las retenciones que había por estar la carretera principal cortada y
desviarte por una vía accesoria.
Quien me iba a decir a mí que este pintoresco pueblo con una
ubicación privilegiada, en una meseta rodeada de viñedos y árboles que ofrece
bonitas vistas del lago Constanza, se iba a convertir en uno de mis preferidos
hasta la fecha en Europa y es que quedaría completamente prendado de cada
rincón, de cada plaza, de cada edificio histórico, no pudiendo dejar de emitir
exclamaciones de asombro y de poner cara de sorpresa a cada paso que daba.
Sin duda que sería la sorpresa del viaje, sobre todo por no
esperar que ofreciese tanto y desbordar cualquier expectativa que llevaba en mi
cabeza.
Aunque ya he comentado que en el centro histórico de esta
pequeña villa medieval merece la pena absolutamente todo al estar impregnado de
un aurea medieval especial, siendo algo más precisos habría que destacar lo
siguiente:
Barrio de los
pescadores: se sitúa en la ribera del lago Constanza y destaca por la
preciosa torre medieval que hace de puerta de entrada al mismo. Todo él se
encuentra flanqueado por bellos edificios históricos, además de contar con un
número ilimitado de restaurantes y cafeterías con terrazas donde disfrutar de
las vistas del lago.
Lago Constanza desde Barrio de Pescadores. Meersburg |
Castillo Medieval:
un imponente edificio medieval con caminos de ronda, torres y gruesos muros de
hasta tres metros. Se encuentra construido sobre una gigantesca mole de piedra
de muy complicado acceso, lo que tenía un importante carácter disuasorio en lo
que se refiere a los ataques enemigos. Como curiosidad hay que decir que la
fortaleza de Meersburg nunca fue tomada ni destruida, ni siquiera con armas de
fuego. Uno de sus elementos más característicos es el molino que se encuentra a sus pies, el cual cuenta con una poderosa
rueda de casi ocho metros de diámetro, lo que la permite presumir de ser de las
más grandes de Europa.
Meersburg |
Castillo Medieval. Meersburg |
Oberstadt (Ciudad
Alta): la empinada calle Steigstrasse
te mete de lleno en el mismo, encontrando preciosos lugares como la plaza del mercado (Markplatz), rodeada
de casas de entramado de madera a cada cual más bella; la iglesia católica (Stadtpfarrkirche), construida en una esquina de las
antiguas murallas de la ciudad; una pequeña plaza con la fuente Schnabelgierebrunnen, un regalo
del gremio carnavalesco a la población; la puerta
de entrada a la Ciudad Alta (Obertor) con importantes funciones defensivas
y de aduana, con un hermoso reloj en lo más alto.
Meersburg |
Meersburg |
Meersburg |
Obertor. Meersburg |
Palacio Nuevo
(Neues Schloss) y Ayuntamiento (Rathaus): el primero es un
impresionante palacio barroco característico por su color rosado y que siempre
cuenta con alguna interesante exposición en su interior. Sirvió como residencia
de los Príncipes obispos de Konstanz. Pero lo mejor son sus jardines con espectaculares
vistas sobre el lago Constanza, los Alpes y el puerto. El Ayuntamiento, por su
parte, se caracteriza por el pasadizo que conecta una parte de la ciudad con
otra, cumpliendo en el pasado funciones tan curiosas como bodega o teatro.
Meersburg |
Rathaus o Ayuntamiento. Meersburg |
Neues Schloss o Palacio Nuevo. Meersburg |
Jardines Neues Schloss y Lago Constanza. Meersburg |
Estos son los lugares más destacables de Meersburg, pero mi
consejo es que te pierdas sin rumbo fijo por sus recovecos y sus calles
empedradas, descubriendo así sorpresa tras sorpresa que harán, como me ha
pasado a mí, que esta villa de cuento, pase a ocupar uno de tus lugares
favoritos y ya no puedas borrarla de tú retina.
Por cierto, lo mejor para aparcar es llegar hasta la ribera
del lago, donde encontrarás un parking gigantesco con parquímetros. Puedes
dejar el coche todo el tiempo que te apetezca.
Con la tontería me habían dado las 16:00 de la tarde y es
que son lugares para recrearse e incluso con tiempo pasar medio día entero o
más en cada uno.
Era el momento de dirigirme a la población de Constanza o
Konstanz, dicho en alemán, al otro lado del lago, y no lo haría por carretera,
sino cruzando en ferry el lago Constanza, algo que me hacía bastante ilusión.
En todo momentos está indicado con grandes carteles cuál es la dirección para
tomar el barco, señalándote muy bien también la fila para turismos y para otro
tipo de vehículos. Así que me situé donde me correspondía y el encargado empezó
a dar paso, una vez llegó el barco. Los trayectos son continuos y no hay que
esperar demasiado. Una vez embarcado tienes que permanecer en el vehículo hasta
que el trabajador oportuno pasa a cobrarte el trayecto que deseas hacer. En mi
caso sería sólo de ida por lo que me costaría 12 euros. Hay que tener en cuenta
que si embarcas sin vehículo el precio será bastante inferior.
Hecho el pago, dispones de unos veinte minutos para subir a
cubierta y disfrutar de las vistas, destacando especialmente las panorámicas
que se consiguen de Meersburg, que son únicas y me atrevería a decir que sólo
por ellas merece la pena hacer la travesía de ida y vuelta. Aunque es cierto
que las perspectivas obtenidas del resto de la gran masa de agua tampoco le van
a la zaga a la anterior, mereciendo mucho la pena.
Meersburg desde Lago Constanza |
Meersburg desde Lago Constanza |
Lago Constanza desde el Ferry Meersburg - Konstanz |
Una vez llegamos a Konstanz,
se abrieron las compuertas y tras salir en primer lugar los peatones, empezó la
procesión de vehículos. El barco te deja como a cuatro kilómetros de lo que es
el centro histórico de la ciudad, por lo que fui directo hacia allí y esta vez
no me complicaría la existencia, metiendo el coche en un parking público nada
más localizar este. Por algo más de tres horas me cobrarían 4,80 euros.
En un breve paseo daría con la oficina de turismo
(Bahnhofplatz,43) donde me facilitaron un plano de la urbe y me quitaron de la
cabeza la idea absurda que traía de intentar visitar una de las dos cercanas y preciosas
islas denominadas Reichenau y Mainau, para las cuales, la amable chica que me
atendió, me aconsejó que lo ideal era un día entero para ambas, así que la
haría caso, dejándolas para mejor ocasión, y me quedaría el resto de la tarde
visitando la bonita ciudad de Constanza,
la cual no sufrió daños significativos ni en la Guerra de los Treinta Años ni
en la Segunda Guerra Mundial. En los ataques aéreos, la ciudad fingió que era
parte de la vecina Suiza y no apagó la luz durante los bombardeos, por lo que muchos
de los edificios de la Edad Media aún se conservan en buen estado.
Sería en esta ciudad alemana donde ocurriría un importante
capítulo histórico. Y es que aquí se reunió, entre 1414 y 1418 un concilio que
intentó restablecer la unidad de la iglesia, en peligro por las pretensiones de
tres dignatarios eclesiásticos elegidos en sede pontificia. Tras largas
negociaciones, dos de los Papas, aceptaron dimitir, pero Benedicto XIII,
refugiado en España, se mantuvo firme. En 1417, la elección de Martín V puso
fin temporalmente al cisma.
Pero más allá de hechos históricos veamos cuales son los
monumentos más destacados de la ciudad.
En mi caso empezaría recorriendo las orillas del lago, donde
se encuentra el antiguo depósito del Konzilgebäude,
construido a finales del siglo XV. En él se celebró el famoso cónclave donde se
eligió a Martín V, al que acabo de hacer referencia líneas atrás. Hoy es una
sala de conciertos. En el extremo del espigón se alza la estatua de 18 metros Imperia, la cual simboliza a una cortesana
italiana del siglo XVI a la que Balzac situó en Constanza en sus Cuentos
Libertinos. En sus manos levantadas lleva a dos pequeños hombres desnudos. No
está claro si las figuras representan retratos de los gobernantes en el momento
del concilio de Constanza, o si generalmente, deberían representar el poder
mundano y espiritual como personificaciones.
Konzilgebäude. Constanza |
Imperia. Constanza |
Lago Constanza desde Constanza |
Muy cercana se encuentra la isla de Insel, donde se alza el lujoso hotel Steigenberger Inselhotel, que ocupa un antiguo monasterio
dominico. A continuación llegaría al puente
del Rin (Rheinbrücke), donde volvería a disfrutar de las vistas del famoso
río, antes de detenerme por el impacto visual que me produciría encontrar una torre de defensa (Rheintorturm), la
antigua puerta norte de la ciudad que protegía el puente medieval, y a
continuación, una segunda torre
(Pulverturm).
Rheinbrücke. Constanza |
Rheintorturm. Constanza |
Frente a la torre de defensa, tomaría la calle Rheingasse. A la izquierda, un elegante
palacio de fachada roja es el priorato
de la Catedral, aunque lo realmente interesante es dejarse perder por las
calles que serpentean por los alrededores, hecho lo cual me animé a visitar el
inmenso y descomunal edificio de la catedral
de Nuestra Señora, de estilo románico y terminada en 1089. Uno no puede
marcharse sin contemplar su bóveda renacentista, sus capillas góticas y el
altar dorado, los cuales son una auténtica obra de arte. Además la cripta
conserva cuatro discos de cobre dorado de distintas épocas y conocidos como los
discos de oro de Constanza.
Catedral de Ntra Señora. Constanza |
Catedral de Ntra Señora. Constanza |
Barrio Antiguo. Constanza |
Muy cerca se sitúa la iglesia
de St. Stephan, la cual fue sede el tribunal papal.
Toda esta zona comprendida entre las calles Wessenbergstrasse y Münzgasse
está plagada de interesantes edificios históricos, por lo que conviene ir
despacio y con la cabeza levantada para no perderse la gran cantidad de
detalles que ofrecen como un edificio que hace esquina donde puede verse la
figura de un moro; o el hotel Zeppelin
con sus vivos colores; o la casa Zum
Esel en cuya fachada se puede observar la pintura “La huida a Egipto” y así
sucesivamente.
Ayuntamiento. Constanza |
Figura de Moro. Constanza |
El Ayuntamiento
(Rathaus) también está muy cerca, pudiéndose ver un edificio renacentista
decorado con pinturas que cuentan la historia de la ciudad. Y un poco más
adelante llegaría hasta otro lugar fundamental en la visita a Constanza. Hablo
de la Marktstätte, probablemente el
lugar más animado de la ciudad, con grandes almacenes, cafeterías, restaurantes
y repleto de turistas y lugareños. En ella destaca la fuente del Emperador (Kaiserbrunnen) que hace referencia a varios
aspectos del Concilio de Constanza que ya conté párrafos atrás, además de
mostrarse cuatro dinastías del Emperador alemán. Otro lugar icónico es el hotel “Águila de Oro” donde se
alojarían personajes ilustres de la talla de Goethe o Luis Napoleón Bonaparte.
Plaza Marktstätte. Constanza |
Justo en estos momentos sería consciente de que había
olvidado visitar un curioso conjunto escultórico que no quería perderme, por lo
que como tampoco estaba lejos, me dirigí hacia allí. Se le conoce con el nombre
de Triumphbogen y fue realizado por
el artista Peter Lenk, llevando a cabo una crítica satírica de varios aspectos
históricos y sociales. Realmente merece la pena por salirse de lo normal,
aunque no esperes algo bonito. Se encuentra en la avenida Untere Laube.
Triumphbogen. Avda Untere Laube. Constanza |
Era el momento de concluir la visita a Konstanz, pero antes
de irme no quería dejar de contemplar la espectacular puerta defensiva Schnetztor, que daba acceso desde el sur de la
ciudad. Sería esta una buena manera de dejar atrás el centro histórico de
Constanza y dirigirme al aparcamiento donde había dejado el coche.
Puerta Schnetztor. Constanza |
Hoy se me había hecho bastante tarde, pues eran casi las
20:30 cuando me ponía en camino hacia mi nuevo alojamiento en Schaffhausen, ya
en territorio suizo. Lo que no podía esperar es que en cuestión de minutos se
me fueran a complicar las cosas y es que sin comerlo ni beberlo mi GPS dejaría
de funcionar, no pillando suficiente satélites para ello y el móvil no podía
utilizarlo porque en pocos kilómetros entraba en Suiza que no es miembro de la
Unión Europea y por tanto te cobran por consumir datos, por lo que tendría que
recurrir a viejos usos como preguntar para conseguir salir de Constanza y luego
ya ir siguiendo las indicaciones oportunas.
Pero mi mala suerte no se quedaría en el GPS sino que al ir
más pendiente de la señalización que de la velocidad, en el tramo de una
población no aminoraría lo suficiente, consiguiendo dos espectaculares fogonazos
de luz que casi me dejan ciego, consecuencia de haber sobrepasado en unos diez
kilómetros por hora el límite establecido. Así que no me iba a librar ni la
Santísima Trinidad de una buena multa. Esto acabaría por desanimarme, pues se
me estaba haciendo el camino eterno, teniendo la sensación de llevar horas
conduciendo, y es que los tramos de 40 a 80 km/hora eran constantes, lo que me
iba a suponer más de una hora en hacer 57 irrisorios kilómetros. Desquiciante.
Cuando, por fin, llegué a Schaffhausen, el GPS seguía sin
funcionar, por lo que me tocaría preguntar hasta en tres ocasiones por mi
hostel, apareciendo por la puerta casi a las 22:00 entre unas cosas y otras.
Llegaba intranquilo y es que, en esta ocasión, no me había preocupado en mirar
cual era la hora de cierre de recepción y si iba a necesitar clave como en
otras ocasiones. Afortunadamente me estaba esperando el señor de mantenimiento
de las instalaciones con un sobre, pues el no hablaba nada de inglés, por lo
que pude seguir las instrucciones contenidas en su interior y no tener el mayor
problema para acomodarme.
El hostel se llamaba Youthhostel
Schaffhausen y se encontraba en la parte alta de la ciudad. Era una enorme
mansión situada en una parcela inmensa que ocupaba toda una manzana. El
interior se le ve antiguo pero en buen estado y limpio. Me tocaría una
habitación de ocho personas pero tendría suerte y la tendría para mí sólo, lo
que agradecería enormemente, después de estas últimas horas donde se me habían
torcido un poco las cosas.
Las habitaciones son amplias y los baños están limpios. El
desayuno se encuentra incluido y está bastante bien con zumos, fruta, yogures,
pan y fiambre. El precio por noche es de 40 euros.
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