DIA 03. ALEMANIA. Por el lago Constanza: Lindau - Meersburg - Konstanz

11 de Septiembre de 2019.

Como ya comentaba al finalizar el anterior capítulo, el desayuno de este hostel sería uno de los mejores que había tomado en este tipo de alojamientos. Tenían de todo lo habido y por haber: huevos revueltos, yogures, cereales, fiambre, fruta, varios tipos de panes, mermeladas, nocilla, etc. Incluso tienes a tú disposición unas pequeñas bolsas de plástico para que puedas llevarte lo que desees para comértelo a lo largo del día. Algo que no había visto hasta ahora y que me había llevado en más de una ocasión a tener que hacer esto mismo a escondidas. Está vez sería una gozada pues me haría dos bocadillos para la comida y cogería una pieza de fruta, así que no podía pedir más.

Veinte minutos caminando me separaban del centro histórico de Lindau. Como también decía ayer, el coche lo dejaría sin gasto alguno en el parking del alojamiento hasta que terminé la visita. Hacía una temperatura agradable, que me permitiría ir en manga corta, y estaba algo nublado, aunque afortunadamente en poco más de una hora las nubes darían paso a un cielo limpio y despejado.

Todo lo que merece la pena ver en Lindau se sitúa en una pequeña isla, o más bien península, a orillas del lago Constanza, conocido en alemán como Bodensee, que se puede recorrer en su totalidad caminando, de hecho es lo que aconsejo para disfrutar al máximo.

Llegaría hasta esta histórica ciudad imperial libre (1275 – 1802) atravesando el puente Seebrücke , que une su parte antigua con el resto de la urbe. El primer edificio que se observa a la izquierda y que llama la atención por lo moderno de su arquitectura es el Bavarian Casino, una rotonda de cuatro pisos que reemplazó, después de cuarenta años, al antiguo edificio de madera.

Lago Constanza desde Puente Seebrücke. Lindau


Acto seguido atravesaría un pequeño parque y tomaría la avenida Auf der Mauer en la que podría fijarme en un pequeño trozo de muralla y torre de vigilancia conocidos como Heidenmauer, que algunos expertos dicen es la construcción más antigua de la isla, aunque no todos están de acuerdo.

Tras estos primeros momentos iniciales de toma de contacto, entraría de lleno en faena, encontrándome con una agradable plaza conocida como Paradiesplatz, de forma irregular, fachadas de colores, una bonita fuente y repleta de terrazas que empezaban a desperezarse tras el letargo nocturno.

Paradiesplatz. Lindau

Paradiesplatz. Lindau

Muy cerca de la anterior se encuentra la plaza del Granero (Schrannenplatz) que esconde dos joyas: En primer lugar, la iglesia de San Pedro, con más de mil años de antigüedad, lo que la convierte en uno de los edificios más antiguos del área del lago Constanza. Su torre se caracteriza por no tener ventanas, sirviendo incluso alguna vez como torre de defensa, pero su verdadero tesoro está en su interior, ya que contiene la Pasión Lindauer, los únicos frescos originales de una pared atribuidos a Hans Holbein el Viejo. Además contiene una escultura de mármol de un soldado desconocido y placas conmemorativas de los muertos y desaparecidos de Lindau de la guerra franco – alemana, así como de las dos guerras mundiales. Por otro lado y adyacente al monumento religioso se puede ver la torre de los Ladrones (Diebsturm), que originariamente perteneció a la fortificación de la ciudad y también fue utilizada como prisión. Probablemente no sería la cárcel más cómoda, pero al menos tenía una buena vista al estar en lo alto del pueblo.

Iglesia de San Pedro. Schrannnenplatz. Lindau

Torre de los Ladrones. Schrannnenplatz. Lindau

No podía esperar más por lo que, tras pasar por la puerta del bonito edificio del Kunstmuseum o Museo del Arte, me dirigí a la bahía y el puerto de Lindau, su lugar más emblemático y que más me apetecía conocer, donde el agua de un azul intenso reflejaba los rayos del sol, y las montañas en la lejanía hacían de complemento perfecto al entorno, todo ello con permiso de los verdaderos protagonistas de este marco de belleza incomparable, que no son otros que sus más famosos vigías: la escultura del león bávaro a un lado y el faro al otro de la estrecha entrada al interior del puerto. Las vistas desde ambos lados bien merecen la pena, pero más aún lo merece el esfuerzo para subir hasta la plataforma superior del faro, desde donde las panorámicas que se consiguen de la ciudad, el lago Constanza y las montañas son únicas. La entrada me costaría 2,20 euros.

León Bávaro y Faro.Bahía de Lindau

Lindau desde Torre de su Faro

Lindau desde Torre de su Faro

En el puerto hay un importante tercer protagonista además de los dos anteriores. Me refiero a la torre Mangturm, el antiguo faro que fue construido en el siglo XIII y formaba parte de la fortificación al igual que la torre de los ladrones. Se encuentra mucho más ornamentado que el faro actual, con un colorido techo de tejas.

Torre Mangturm y Puerto.Lindau

Torre Mangturm y Puerto.Lindau

Aunque todo el puerto es tan bonito que hubiera podido entretenerme allí durante horas, Lindau seguía teniendo mucho más que ofrecerme, por lo que continué mi recorrido dirigiéndome hacia uno de los laterales de la bahía en el que se sitúa la Römerschanze, lo que queda de la fortificación del siglo XIII que en aquel entonces estaba separada de la isla principal, para en las décadas siguientes llenar la brecha existente y hacerla parte de esta. Una nueva perspectiva de la zona haría que fuese también merecedora de parte de mi tiempo.

Otro bello lugar es el que corresponde a la Reichsplatz, una hermosa plaza donde se halla el antiguo Ayuntamiento (Altes Rathaus) del siglo XIV en el que se pueden admirar en la fachada sus coloridos frescos. En él todavía hoy se llevan a cabo reuniones y recepciones de importancia. El otro elemento a destacar en la plaza es la hermosa fuente de bronce y mármol rojo de la patrona de la ciudad, Lindavia, con figuras alegóricas en los cuatro lados de la misma.

Altes Rathaus o Viejo Ayuntamiento. Lindau

Tras acercarme a ver el Teatro Municipal en la plaza Bartüberplatz, pues me llamaba la atención el hecho de que fuese el primer teatro nuevo en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, aprovechando lo que quedaba de una pequeña abadía de hace 700 años, me dirigía a la arteria principal del centro histórico conocida como Maximilianstrasse, una calle amplia y completamente peatonal bordeada de un buen número de edificios con arcadas y características góticas y renacentistas decorados con pinturas en sus fachadas que hacen que no puedas bajar la mirada si no quieres perderte ningún detalle. Es aquí donde se concentran la mayor parte de boutiques de ropa, heladerías, cafeterías y tiendas de recuerdos.

Maximilianstrabe. Lindau

Maximilianstrabe. Lindau

Esa misma calle principal me llevaría hasta otra interesante plaza de nombre Marktplatz, donde, nuevamente, no quedas decepcionado ante lo que ves. Flanqueando uno de los lados está un edificio barroco llamado Haus zum Cavazzen que alberga el Museo Municipal de la ciudad y quienes decidan entrar en su interior hallaran pinturas, juguetes antiguos, muebles y armas históricas. En el otro lado de la plaza, a falta de una, se pueden ver dos iglesias: la iglesia de Santa María, de estilo rococó y católica, y la iglesia de San Esteban, de estilo barroco.

Marktplatz y Casa Cavazzen

St. Stephan o San Esteban.Lindau

The Minster o St.Marien o Santa María.Lindau

Lindau me había encantado, había disfrutado muchísimo paseando por sus calles, descubriendo sus monumentos y admirando las vistas del lago Constanza y, sinceramente, creía que hoy sería complicado igualar o superar esta visita, pues esta ciudad había dejado el listón muy alto, pero me equivocaría, vaya si lo haría.

El caso es que volvería al hostel a por el coche y pondría rumbo hacia la ciudad de Meersburg, situada a cuarenta kilómetros, tardando como cincuenta minutos a consecuencia de las retenciones que había por estar la carretera principal cortada y desviarte por una vía accesoria.

Quien me iba a decir a mí que este pintoresco pueblo con una ubicación privilegiada, en una meseta rodeada de viñedos y árboles que ofrece bonitas vistas del lago Constanza, se iba a convertir en uno de mis preferidos hasta la fecha en Europa y es que quedaría completamente prendado de cada rincón, de cada plaza, de cada edificio histórico, no pudiendo dejar de emitir exclamaciones de asombro y de poner cara de sorpresa a cada paso que daba.

Sin duda que sería la sorpresa del viaje, sobre todo por no esperar que ofreciese tanto y desbordar cualquier expectativa que llevaba en mi cabeza.

Aunque ya he comentado que en el centro histórico de esta pequeña villa medieval merece la pena absolutamente todo al estar impregnado de un aurea medieval especial, siendo algo más precisos habría que destacar lo siguiente:

Barrio de los pescadores: se sitúa en la ribera del lago Constanza y destaca por la preciosa torre medieval que hace de puerta de entrada al mismo. Todo él se encuentra flanqueado por bellos edificios históricos, además de contar con un número ilimitado de restaurantes y cafeterías con terrazas donde disfrutar de las vistas del lago.

Lago Constanza desde Barrio de Pescadores. Meersburg

Castillo Medieval: un imponente edificio medieval con caminos de ronda, torres y gruesos muros de hasta tres metros. Se encuentra construido sobre una gigantesca mole de piedra de muy complicado acceso, lo que tenía un importante carácter disuasorio en lo que se refiere a los ataques enemigos. Como curiosidad hay que decir que la fortaleza de Meersburg nunca fue tomada ni destruida, ni siquiera con armas de fuego. Uno de sus elementos más característicos es el molino que se encuentra a sus pies, el cual cuenta con una poderosa rueda de casi ocho metros de diámetro, lo que la permite presumir de ser de las más grandes de Europa.

Meersburg

Castillo Medieval. Meersburg

Oberstadt (Ciudad Alta): la empinada calle Steigstrasse te mete de lleno en el mismo, encontrando preciosos lugares como la plaza del mercado (Markplatz), rodeada de casas de entramado de madera a cada cual más bella; la iglesia católica (Stadtpfarrkirche), construida en una esquina de las antiguas murallas de la ciudad; una pequeña plaza con la fuente Schnabelgierebrunnen, un regalo del gremio carnavalesco a la población; la puerta de entrada a la Ciudad Alta (Obertor) con importantes funciones defensivas y de aduana, con un hermoso reloj en lo más alto.

Meersburg

Meersburg

Meersburg

Obertor. Meersburg

Palacio Nuevo (Neues Schloss) y Ayuntamiento (Rathaus): el primero es un impresionante palacio barroco característico por su color rosado y que siempre cuenta con alguna interesante exposición en su interior. Sirvió como residencia de los Príncipes obispos de Konstanz. Pero lo mejor son sus jardines con espectaculares vistas sobre el lago Constanza, los Alpes y el puerto. El Ayuntamiento, por su parte, se caracteriza por el pasadizo que conecta una parte de la ciudad con otra, cumpliendo en el pasado funciones tan curiosas como bodega o teatro.

Meersburg

Rathaus o Ayuntamiento. Meersburg

Neues Schloss o Palacio Nuevo. Meersburg

Jardines Neues Schloss y Lago Constanza. Meersburg

Estos son los lugares más destacables de Meersburg, pero mi consejo es que te pierdas sin rumbo fijo por sus recovecos y sus calles empedradas, descubriendo así sorpresa tras sorpresa que harán, como me ha pasado a mí, que esta villa de cuento, pase a ocupar uno de tus lugares favoritos y ya no puedas borrarla de tú retina.

Por cierto, lo mejor para aparcar es llegar hasta la ribera del lago, donde encontrarás un parking gigantesco con parquímetros. Puedes dejar el coche todo el tiempo que te apetezca.

Con la tontería me habían dado las 16:00 de la tarde y es que son lugares para recrearse e incluso con tiempo pasar medio día entero o más en cada uno.

Era el momento de dirigirme a la población de Constanza o Konstanz, dicho en alemán, al otro lado del lago, y no lo haría por carretera, sino cruzando en ferry el lago Constanza, algo que me hacía bastante ilusión. En todo momentos está indicado con grandes carteles cuál es la dirección para tomar el barco, señalándote muy bien también la fila para turismos y para otro tipo de vehículos. Así que me situé donde me correspondía y el encargado empezó a dar paso, una vez llegó el barco. Los trayectos son continuos y no hay que esperar demasiado. Una vez embarcado tienes que permanecer en el vehículo hasta que el trabajador oportuno pasa a cobrarte el trayecto que deseas hacer. En mi caso sería sólo de ida por lo que me costaría 12 euros. Hay que tener en cuenta que si embarcas sin vehículo el precio será bastante inferior.

Hecho el pago, dispones de unos veinte minutos para subir a cubierta y disfrutar de las vistas, destacando especialmente las panorámicas que se consiguen de Meersburg, que son únicas y me atrevería a decir que sólo por ellas merece la pena hacer la travesía de ida y vuelta. Aunque es cierto que las perspectivas obtenidas del resto de la gran masa de agua tampoco le van a la zaga a la anterior, mereciendo mucho la pena.

Meersburg desde Lago Constanza

Meersburg desde Lago Constanza

Lago Constanza desde el Ferry Meersburg - Konstanz

Una vez llegamos a Konstanz, se abrieron las compuertas y tras salir en primer lugar los peatones, empezó la procesión de vehículos. El barco te deja como a cuatro kilómetros de lo que es el centro histórico de la ciudad, por lo que fui directo hacia allí y esta vez no me complicaría la existencia, metiendo el coche en un parking público nada más localizar este. Por algo más de tres horas me cobrarían 4,80 euros.

En un breve paseo daría con la oficina de turismo (Bahnhofplatz,43) donde me facilitaron un plano de la urbe y me quitaron de la cabeza la idea absurda que traía de intentar visitar una de las dos cercanas y preciosas islas denominadas Reichenau y Mainau, para las cuales, la amable chica que me atendió, me aconsejó que lo ideal era un día entero para ambas, así que la haría caso, dejándolas para mejor ocasión, y me quedaría el resto de la tarde visitando la bonita ciudad de Constanza, la cual no sufrió daños significativos ni en la Guerra de los Treinta Años ni en la Segunda Guerra Mundial. En los ataques aéreos, la ciudad fingió que era parte de la vecina Suiza y no apagó la luz durante los bombardeos, por lo que muchos de los edificios de la Edad Media aún se conservan en buen estado.

Sería en esta ciudad alemana donde ocurriría un importante capítulo histórico. Y es que aquí se reunió, entre 1414 y 1418 un concilio que intentó restablecer la unidad de la iglesia, en peligro por las pretensiones de tres dignatarios eclesiásticos elegidos en sede pontificia. Tras largas negociaciones, dos de los Papas, aceptaron dimitir, pero Benedicto XIII, refugiado en España, se mantuvo firme. En 1417, la elección de Martín V puso fin temporalmente al cisma.

Pero más allá de hechos históricos veamos cuales son los monumentos más destacados de la ciudad.

En mi caso empezaría recorriendo las orillas del lago, donde se encuentra el antiguo depósito del Konzilgebäude, construido a finales del siglo XV. En él se celebró el famoso cónclave donde se eligió a Martín V, al que acabo de hacer referencia líneas atrás. Hoy es una sala de conciertos. En el extremo del espigón se alza la estatua de 18 metros Imperia, la cual simboliza a una cortesana italiana del siglo XVI a la que Balzac situó en Constanza en sus Cuentos Libertinos. En sus manos levantadas lleva a dos pequeños hombres desnudos. No está claro si las figuras representan retratos de los gobernantes en el momento del concilio de Constanza, o si generalmente, deberían representar el poder mundano y espiritual como personificaciones.

Konzilgebäude. Constanza

Imperia. Constanza

Lago Constanza desde Constanza

Muy cercana se encuentra la isla de Insel, donde se alza el lujoso hotel Steigenberger Inselhotel, que ocupa un antiguo monasterio dominico. A continuación llegaría al puente del Rin (Rheinbrücke), donde volvería a disfrutar de las vistas del famoso río, antes de detenerme por el impacto visual que me produciría encontrar una torre de defensa (Rheintorturm), la antigua puerta norte de la ciudad que protegía el puente medieval, y a continuación, una segunda torre (Pulverturm).

Rheinbrücke. Constanza

Rheintorturm. Constanza

Frente a la torre de defensa, tomaría la calle Rheingasse. A la izquierda, un elegante palacio de fachada roja es el priorato de la Catedral, aunque lo realmente interesante es dejarse perder por las calles que serpentean por los alrededores, hecho lo cual me animé a visitar el inmenso y descomunal edificio de la catedral de Nuestra Señora, de estilo románico y terminada en 1089. Uno no puede marcharse sin contemplar su bóveda renacentista, sus capillas góticas y el altar dorado, los cuales son una auténtica obra de arte. Además la cripta conserva cuatro discos de cobre dorado de distintas épocas y conocidos como los discos de oro de Constanza.

Catedral de Ntra Señora. Constanza

Catedral de Ntra Señora. Constanza

Barrio Antiguo. Constanza

Muy cerca se sitúa la iglesia de St. Stephan, la cual fue sede el tribunal papal.

Toda esta zona comprendida entre las calles Wessenbergstrasse y Münzgasse está plagada de interesantes edificios históricos, por lo que conviene ir despacio y con la cabeza levantada para no perderse la gran cantidad de detalles que ofrecen como un edificio que hace esquina donde puede verse la figura de un moro; o el hotel Zeppelin con sus vivos colores; o la casa Zum Esel en cuya fachada se puede observar la pintura “La huida a Egipto” y así sucesivamente.

Ayuntamiento. Constanza

Figura de Moro. Constanza

El Ayuntamiento (Rathaus) también está muy cerca, pudiéndose ver un edificio renacentista decorado con pinturas que cuentan la historia de la ciudad. Y un poco más adelante llegaría hasta otro lugar fundamental en la visita a Constanza. Hablo de la Marktstätte, probablemente el lugar más animado de la ciudad, con grandes almacenes, cafeterías, restaurantes y repleto de turistas y lugareños. En ella destaca la fuente del Emperador (Kaiserbrunnen) que hace referencia a varios aspectos del Concilio de Constanza que ya conté párrafos atrás, además de mostrarse cuatro dinastías del Emperador alemán. Otro lugar icónico es el hotel “Águila de Oro” donde se alojarían personajes ilustres de la talla de Goethe o Luis Napoleón Bonaparte.

Plaza Marktstätte. Constanza

Justo en estos momentos sería consciente de que había olvidado visitar un curioso conjunto escultórico que no quería perderme, por lo que como tampoco estaba lejos, me dirigí hacia allí. Se le conoce con el nombre de Triumphbogen y fue realizado por el artista Peter Lenk, llevando a cabo una crítica satírica de varios aspectos históricos y sociales. Realmente merece la pena por salirse de lo normal, aunque no esperes algo bonito. Se encuentra en la avenida Untere Laube.

Triumphbogen. Avda Untere Laube. Constanza

Era el momento de concluir la visita a Konstanz, pero antes de irme no quería dejar de contemplar la espectacular puerta defensiva Schnetztor, que daba acceso desde el sur de la ciudad. Sería esta una buena manera de dejar atrás el centro histórico de Constanza y dirigirme al aparcamiento donde había dejado el coche.

Puerta Schnetztor. Constanza

Hoy se me había hecho bastante tarde, pues eran casi las 20:30 cuando me ponía en camino hacia mi nuevo alojamiento en Schaffhausen, ya en territorio suizo. Lo que no podía esperar es que en cuestión de minutos se me fueran a complicar las cosas y es que sin comerlo ni beberlo mi GPS dejaría de funcionar, no pillando suficiente satélites para ello y el móvil no podía utilizarlo porque en pocos kilómetros entraba en Suiza que no es miembro de la Unión Europea y por tanto te cobran por consumir datos, por lo que tendría que recurrir a viejos usos como preguntar para conseguir salir de Constanza y luego ya ir siguiendo las indicaciones oportunas.

Pero mi mala suerte no se quedaría en el GPS sino que al ir más pendiente de la señalización que de la velocidad, en el tramo de una población no aminoraría lo suficiente, consiguiendo dos espectaculares fogonazos de luz que casi me dejan ciego, consecuencia de haber sobrepasado en unos diez kilómetros por hora el límite establecido. Así que no me iba a librar ni la Santísima Trinidad de una buena multa. Esto acabaría por desanimarme, pues se me estaba haciendo el camino eterno, teniendo la sensación de llevar horas conduciendo, y es que los tramos de 40 a 80 km/hora eran constantes, lo que me iba a suponer más de una hora en hacer 57 irrisorios kilómetros. Desquiciante.

Cuando, por fin, llegué a Schaffhausen, el GPS seguía sin funcionar, por lo que me tocaría preguntar hasta en tres ocasiones por mi hostel, apareciendo por la puerta casi a las 22:00 entre unas cosas y otras. Llegaba intranquilo y es que, en esta ocasión, no me había preocupado en mirar cual era la hora de cierre de recepción y si iba a necesitar clave como en otras ocasiones. Afortunadamente me estaba esperando el señor de mantenimiento de las instalaciones con un sobre, pues el no hablaba nada de inglés, por lo que pude seguir las instrucciones contenidas en su interior y no tener el mayor problema para acomodarme.

El hostel se llamaba Youthhostel Schaffhausen y se encontraba en la parte alta de la ciudad. Era una enorme mansión situada en una parcela inmensa que ocupaba toda una manzana. El interior se le ve antiguo pero en buen estado y limpio. Me tocaría una habitación de ocho personas pero tendría suerte y la tendría para mí sólo, lo que agradecería enormemente, después de estas últimas horas donde se me habían torcido un poco las cosas.

Las habitaciones son amplias y los baños están limpios. El desayuno se encuentra incluido y está bastante bien con zumos, fruta, yogures, pan y fiambre. El precio por noche es de 40 euros.

Para cenar, me pondría cómodo, comería unos sándwiches que había comprado de camino en una gasolinera y tardaría lo justo en apagar la luz, pues quería estar descansado para afrontar otro día que se preveía espectacular tanto de tiempo como de los lugares que iba a visitar.

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