SUECIA - DIA 10. Gotemburgo: últimos lugares y camino a Uppdevalla

1 de Septiembre de 2019.

Aunque pueda parecer mentira no sería hasta este día, el décimo desde mi llegada a Suecia, donde me encontraría con una jornada desapacible, es decir con fresco, pequeñas lloviznas y algo de aire, que me harían hacerme una idea de lo que puede llegar a ser el clima sueco en estas fechas y que seguramente no tiene nada que ver cuando el otoño está más avanzado, por no hablar del invierno. Aunque a decir verdad tampoco es que estuviese muy interesado en ello y sólo esperaba que fuese un día de transición y mañana volviera el buen tiempo.

Lo primero que haría hoy sería llevar la maleta al coche, para poco después buscar el tranvía, incluido en la Gotemburgo pass, al igual que el resto del transporte, que me llevase al centro, pues hoy no era el día más propicio para andar demasiado.

Sin querer me daría de bruces, para empezar, con el mercado de productos suecos Stora Saluhallen, con más de cuarenta puestos en su interior pero que en estos momentos se encontraba cerrado a cal y canto. Es un buen lugar para degustar lo más destacable de la gastronomía del país.

Stora Saluhallen

Ayer me quedaría con ganas de entrar en el parque Trädgardsföreningen al haber leído que es uno de los más bonitos de la ciudad, por lo que decidiría encaminarme hacia él. Fundado a mediados del siglos XIX fue diseñado como un lugar de encuentro en el corazón de la ciudad y como un lugar donde los horticultores podrían perfeccionar sus habilidades para el cultivo de plantas. Hoy en día, su legado vive a través de una serie de jardines y bosques meticulosamente cuidados con preciosos estanques, fuentes, esculturas y rocas, con miles de especies de plantas inusuales.

Trädgardsföreningen

Trädgardsföreningen

Trädgardsföreningen

Pero su lugar más destacado se encuentra en el centro del recinto y es conocido como Palmhuset (invernadero de palmeras), en el que se encuentra representada la flora de los cinco continentes con algunas de las especies más exóticas del parque bajo sus techos arqueados. Está repleta de camelias en flor, bambúes gigantes, orquídeas, nenúfares gigantes, además de, cómo no, grandes palmeras.

Trädgardsföreningen

Trädgardsföreningen

Trädgardsföreningen

Saldría por la entrada contraria de por dónde había accedido al parque y justo enfrente podría ver el Estadio Nuevo de Gotemburgo, adornado con balones en las inmediaciones de las puertas de acceso que le dan cierta originalidad al entorno frío y aburrido del gigante de hormigón. Casi enfrentado a este, se puede ver también el Estadio Antiguo o Ullevi, el mayor estadio de Suecia, que fue inaugurado en 1958 con motivo del Mundial de Fútbol y desde entonces ha albergado multitud de eventos. Se caracteriza por la elegante elipse en forma de ola que lo rodea.

Estadio Gamla Ullevi

Seguiría caminando por la calle Skanegatan hasta el cruce con Berzeliigatan, vía que me llevaría directo a la plaza principal de la ciudad: Götaplatsen. Esta fue inaugurada en 1923 para conmemorar el 300 aniversario de Gotemburgo. Se encuentra flanqueada por importantes edificios como el Museo de Arte, el Teatro de la Ciudad, la Biblioteca Municipal y la Sala de Conciertos, por lo que claramente, como se puede comprobar, es el centro cultural de la urbe. Pero si hay algo que destaca por encima de cualquier edificio es, sin lugar a dudas, la emblemática estatua de Poseidón, presidiendo el centro de la plaza, con una altura de siete metros, en la que el Dios griego levanta con orgullo una concha marina y un gran pez hacia los cielos.

Götaplatsen

Estatua de Poseidón. Götaplatsen

Parece que Poseidón sería benevolente conmigo al permitirme fotografiar la plaza y su escultura, antes de mandar descargar una fuerte tromba de agua sobre la ciudad que duraría como media hora y me haría mantenerme resguardado en una parada de autobuses cercana que estaba cerrada por lo cuatros costados. Mientras pasaba la tormenta aprovecharía para decidir qué hacer cuando esta escampase.

Dado que la distancia era larga, pues tenía que atravesar toda la avenida Kungsportsavenyen, optaría por tomar un autobús que me llevara hasta Kungsportsplatsen, en la que se encuentra la oficina de turismo, donde me volvería a animar a realizar una ruta en las famosas barcas paddan y es que ayer disfrutaría mucho con dicha actividad.

La ruta que elegiría para hoy sería la de dos horas, incluida en la Gotemburgo pass. Sin ella supone280 SEK. Y si sólo puedes hacer una creo que es la más interesante, pues te permite llegar hasta lo que aquí se conoce como el Amazonas de Gotemburgo: Sävean, es decir la navegación hasta el río Gota, después de atravesar el Gran Canal Portuario, donde te encuentras un área de frondosa y exuberante vegetación conocida por su rica avifauna, en la que se pueden ver especies como el martín pescador, además de patos, gansos y cisnes, junto con curiosas especies vegetales de raíces aéreas que crecen por encima del nivel del suelo por la peculiar área pantanosa en la que se encuentran. A todo ello hay que sumarle las pequeñas casitas que se sitúan en las orillas de los canales, muchas de ellas abandonadas, y otras utilizadas como pequeños retiros para pescar. También hay viejos barcos oxidados y carcomidos por el paso del tiempo, haciendo todo ello en su conjunto, que esta sea una zona de los más peculiar y diferente, un mundo desconocido con un encanto especial.

En Paddan por Sävean

En Paddan por Sävean

En Paddan por Sävean

En Paddan por Sävean

Tendría suerte y es que aunque hacía fresco y cielo volvía a estar a punto de caer sobre las cabezas de los que allí nos encontrábamos, aguantaría todo el trayecto.

No pasarían más de diez minutos desde el desembarco, cuando una nueva tormenta empezaría a descargar agua, por lo que no me lo pensé dos veces y cogería el tranvía número siete para atravesar todo la avenida Linnégatan y llegar hasta mi hostel, donde me refugiaría, al seguir teniendo las claves de la puerta de acceso, hasta que dejó de llover.

No quería irme de Gotemburgo sin visitar el parque que se encontraba justo delante del que había sido mi alojamiento, denominado Slottsskogen. Uno de los espacios verdes más elegantes de la ciudad, cuyos caminos discurren entre estanques, prados, flores, lagos y hasta un zoológico. En este último los animales están en régimen de semilibertad y no hay que abonar nada, pues se encuentran en recintos específicos dentro del propio parque.

Slottsskogen

Slottsskogen

Slottsskogen

Entre los jardines también se pueden contemplar varias casitas antiguas traídas del oeste de Suecia, que en verano realizan algunas actividades, además de servir comidas y bebidas, aunque el horario es limitado.

Sólo me quedaba ya abandonar el gran parque por la salida cercana a la calle donde había aparcado el coche ayer por la mañana, pues había llegado el momento de abandonar Gotemburgo y dirigirme a mi nuevo alojamiento que me iba a acoger durante casi una semana y que iba a utilizar como centro de operaciones para conocer la costa oeste de Suecia o, más popularmente, conocida como Bohuslän.

Había elegido la localidad de Uddevalla, que se encuentra a mitad de camino entre la zona más al norte que iba a visitar y la más al sur, con la intención de hacer todos los días un número similar de kilómetros y no pegarme, ningún día, una excesiva paliza conduciendo. Además estaba justo al lado de la autovía, lo que me permitía salir a esta sin tener que aguantar ningún atasco en el centro de la ciudad, por lo que me pareció que la situación era ideal.

Desde Gotemburgo recorrería algo más de ochenta kilómetro en aproximadamente una hora, llegando a las 19:00 al alojamiento. Este se llamaba Uddevalla Vandrarhem y había optado por una habitación individual con baño compartido, pues no me pareció caro pagar 280 euros por seis días. Además tenía una cocina a mi disposición con una balda de la nevera y un cesto para uso personal, donde podía meter todos los productos que yo quisiera.

De esta manera cogería otra vez el coche y me desplazaría hasta un inmenso centro comercial, situado a sólo cinco minutos, donde pude comprar todo lo que quise y así abastecerme para las tres comidas de cada una de las jornadas sucesivas. Además muy cerca se encontraba también una zona de restaurantes en la que en cualquier momento podría darme un capricho si al llegar por la noche era lo que más me apetecía.

El alojamiento en cuestión estaba muy limpio, la habitación era de lo más agradable, con un escritorio y suficientes cajones y perchas para colocar la ropa. Las zonas comunes también estaban muy bien. Los baños tenían pinta de nuevos y la cocina estaba equipada con todo tipo de utensilios sin faltar de nada.

Tendría suerte y es que por la época no coincidiría con nadie, teniendo todo el edificio para mi uso personal la mayoría de días y los pocos que coincidí con gente nunca llegué a encontrármela pues los horarios estaban siempre encontrados y cuando yo llegaba los otros huéspedes ya estaban durmiendo y cuando me levantaba ya se había marchado, por lo que al final si el precio ya de por sí era económico, al disfrutar yo sólo toda la semana de las instalaciones, lo compensaría con creces.

Tras deshacer la maleta y reorganizar todo, me pondría a cenar, preparándome unos espaguetis, que me supieron a gloria, para inaugurar la cocina. También probaría unas patatas con una salsa similar al ali oli que me encantarían.

Antes de acostarme haría cuentas sobre si me había salido rentable la Gotemburgo pass. Recordemos que la había comprado por 557 SEK. Sin ella las atracciones que había elegido, es decir, los dos paseos en las barcas paddan, el museo de la ciudad y el museo marítimo, más el transporte, me hubieran supuesto aproximadamente unos 700 SEK, por lo que merece la pena sin lugar a dudas comprarla, ya que se amortiza sobradamente. Además yo opté por visitar parques y lugares al aire libre, pero si encima hubiese optado por ir al museo Volvo y otras atracciones, sin duda que hubiese duplicado el coste de la tarjeta.

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