LUXEMBURGO - DIA 01. Algunas curiosidades del Gran Ducado e inicio de la ruta

3 de Septiembre de 2018.

Si existe una nación que pueda ser considerada como “el alma de Europa”, esa es Luxemburgo, sede de numerosas instituciones europeas, su importancia internacional es indudable.

Su situación geográfica, entre Francia, Alemania y Bélgica, no sólo ha significado una suerte para el país, sino también una amenaza, desempeñando un papel fundamental en los grandes acontecimientos históricos del Viejo Continente.

Pese a la accesibilidad de que goza, incluso los países más próximos saben poco acerca de la pluralidad de un estado en el que conviven diversas culturas en un espacio limitado, convirtiéndose en una de las naciones menos visitadas no sólo del continente europeo sino del mundo, algo sorprendente debido a su gran multitud de atractivos que merecen una visita.

Conocedor desde hacía tiempo de lo mencionado líneas atrás, tenía ganas de hacer una incursión en este pequeño país que me llevara no sólo a descubrir su capital, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, sino también algunos de sus pueblos cautivadores y castillos medievales más bellos, así como su entorno natural y paisajístico.

Este año, al ser mucho más relajado que otros, me parecía el momento ideal para ello, después de haber pasado el resto de las vacaciones entre la montaña y la playa, siendo el destino cultural perfecto para una semana que era lo que me restaba de días libres. A ello contribuiría también el económico precio del billete de avión de la compañía Ryanair, el cual conseguiría por 72 euros, ida y vuelta, además de encontrar hostels y algún hotel asequible entre sus fronteras, por lo que como se puede ver con un poco de planificación no es imposible poder visitar uno de los países considerado como de los más caros del planeta.

Vuelo a Luxemburgo

Antes de continuar con mis andanzas luxemburguesas creo que no está de más conocer algunas curiosidades de un estado que pocas veces sale a relucir y que cualquier pregunta referente al mismo nos dejaría con cara de circunstancia y sin saber que decir:

IDIOMA: Aunque el idioma oficial es el luxemburgués, también cuenta como idiomas administrativos con el alemán y el francés.

GEOGRAFÍA: Es el séptimo país más pequeño de Europa, con una distancia aproximada entre el norte y el sur de 80 km y de este a oeste de 60 km. Limita al oeste con Bélgica, al sur con Francia y al este con Alemania; esta última frontera corre a lo largo del río Mosela y de su afluente el Sûre.

POBLACIÓN: Casi el 40% de esta es de origen extranjero, de los que casi el 15% son portugueses, siguiéndole en mucho menor porcentaje los franceses, italianos, belgas y alemanes entre otros. Los centros urbanos son generalmente pequeños, y en las zonas rurales la población se reduce a la mitad. La mayor parte de sus habitantes profesa la religión católica, y el país, constituye una sola diócesis, dependiendo directamente de la Santa Sede. Hay también unos 4000 protestantes y algunos centenares de judíos.

CLIMA: Luxemburgo tiene un clima continental. Los meses invernales son más bien fríos y nevados, registrándose temperaturas mínimas de -12 y -15 grados, y los calores estivales resultan templados gracias a las precipitaciones, con temperaturas máximas de entre 29 y 32 grados.

MONEDA: Es el euro desde el 1 de Enero de 2002.

GASTRONOMÍA: La base de la cocina luxemburguesa es la caza y unos excelentes pescados de agua dulce. Destacan las especialidades culinarias de Lorena y Lieja, con cierto regusto alemán. Entre los platos más celebrados están el jamón, el lomo de cerdo y el lechón con habas. Los vinos del Mosela gozan de fama merecida, recordando a los de la vecina Alsacia y a los del valle del Rin.

FOLKLORE: La festividad más importante de Luxemburgo es la espectacular Procesión Danzante, cuya tradición se remonta al siglo XIV; se celebra en Echternach el martes de Pentecostés. Otros acontecimientos importantes son el Festival Internacional de Teatro y Música al aire libre y la Fiesta del Vino, en las poblaciones a lo largo del Mosela.

Aunque bien podía haber comenzado este viaje ayer domingo, pues el precio del vuelo era casi idéntico al de hoy lunes (72 euros), sin embargo decidiría aprovecharlo para asentarme un poco, después de mi regreso el sábado por la noche de Palma de Mallorca, en la que había pasado una semana de relax y diversión. Haría bien porque ello me serviría para poder deshacer y volver a hacer la maleta con tranquilidad y hoy, aunque soportando un pequeño madrugón, dirigirme, a una hora razonable, al aeropuerto de Barajas donde mi vuelo de Ryanair despegaría a las 10:10.

Luxemburgo desde el Avión

En sólo dos horas tomábamos tierra en el aeropuerto de Luxemburgo, por lo que sobre las 12:30 ya me había hecho con el equipaje y me encontraba delante del mostrador de la empresa Interrent donde realizaría todo el papeleo para retirar el coche de alquiler que había contratado meses atrás. Me había correspondido un Seat Ibiza que estaba nuevo y no tenía el más mínimo rasguño. El precio total por cinco días, ya que los dos últimos, al estar en la capital, no iba a contar con él, sería de 207 euros, incluido el seguro de cobertura total, pues prefiero no arriesgarme a que suceda algo imprevisto y luego tener que abonar una morterada de dinero. En esta ocasión tenía kilometraje limitado a 150 kilómetros por día que aunque pueda parecer poco, era más que de sobra siendo Luxemburgo un país tan pequeño.

Y, ahora sí, con todo preparado, ponía en funcionamiento la aplicación de Google maps de mi móvil, la primera vez en un viaje, dejando el Tomtom en casa, y me dirigía hacia Larochette, mi primer destino, situado tan sólo a 26 kilómetros y a no más de media hora en coche.

Se trata de una preciosa localidad de no más de 2000 habitantes que se halla encaramada a una roca y rodeada de bosques. Por su situación estratégica, fue plaza codiciada en la antigüedad por lo que se construyeron dos castillos en el siglo XII. Es por ello que los restos restaurados de uno de ellos es el principal atractivo turístico de Larochette y hacia donde encaminaría mis pasos después de dejar el coche al comienzo de la localidad, aunque se puede llegar con este hasta su misma entrada.

Larochette y su Castillo

Mi opción sería subir por una pequeña escalerilla que se hallaba escondida en una pequeña bocacalle y que me costaría un poco encontrar, pero merecería la pena la búsqueda pues las primeras perspectivas obtenidas serían para cortar la respiración, ya que las paredes inexpugnables caían a plomo desde las alturas. Una senda me permitiría rodear gran parte de la zona trasera del castillo hasta que aparecería en su acceso principal. La entrada cuesta cuatro euros. (Abierto de 10:00 a 18:00, entre Semana Santa y finales de octubre).

Castillo de Larochette

Castillo de Larochette

Castillo de Larochette

Un gran patio rodeado por un montículo hace de recibidor, para poco después darte cuenta que una zanja profunda, en parte de origen natural, divide la fortaleza en dos mitades. En el extremo del promontorio se pueden ver los restos de varias mansiones señoriales que dan testimonio de la suntuosa calidad arquitectónica de la construcción, y es que a finales del siglo XIV, cinco grandes familias vivían separadas dentro del castillo.

Castillo de Larochette

Castillo de Larochette

Castillo de Larochette

Castillo de Larochette

Pero tal vez el elemento más destacable sea su torre del homenaje que se levanta solemne en uno de los extremos del recinto y cuyo interior se puede visitar, consiguiendo desde lo más alto unas vistas vertiginosas de los alrededores y de la población, así como de los restos del castillo de Homburgo, la otra construcción defensiva de la localidad, que comentaba más atrás, situadas en lo alto de otro risco.

Castillo de Larochette

Larochette desde su Castillo

Castillo de Larochette

Todo lo que se puede observar es el resultado de varios e importantes trabajos de restauración y limpieza que tuvieron lugar  en los años ochenta y es que en 1556 fue víctima de un fatídico incendio que lo arrasó. También se encuentran restauradas la capilla y la sala de armas.

Concluida la visita volvería por donde había venido hasta el centro de Larochette donde pasearía por sus callejuelas y visitaría su iglesia parroquial que luce estética neo románica.

Larochette

Larochette

Justo al lado de la misma hay varios establecimientos de hostelería donde no dudaría en sentarme en una de sus terrazas para comer un bocadillo y una coca cola (5,50 euros).

A sólo un cuarto de hora y doce kilómetros se encontraba el castillo de Bourglinster, por lo que me desplazaría hasta esta pequeña localidad para contemplarlo. Es cierto que sus edificios se encuentran casi totalmente restaurados, pero no le restan encanto a una fortaleza residencial que se menciona por primera vez en el año 1098. El castillo cuenta con un foso y dos torres defensivas. Su interior no podría visitarlo al encontrarse cerrado pero, a menudo, se organizan exposiciones y eventos. Además las alas laterales cuentan con dos restaurantes que no pueden presumir de baratos.

Castillo de Bourglinster

Castillo de Bourglinster

Sería en este lugar donde me ocurriría la primera anécdota curiosa del viaje y es que cuando me encontraba realizando alguna que otra foto de la construcción, de repente un hombre saldría de la nada haciendo aspavientos con las manos y gritando en francés. Como es evidente no entendí nada hasta que empezaría a gesticular y a señalarme su vehículo. Pronto comprendí lo que me quería decirme, que no era otra cosa que me esperase un momento para que el pudiera retirar su vehículo del patio interior y así mis fotos salieran mucho mejor. Aunque traté de evitarlo, porque me parecía exagerado, no habría manera, así que lo único que pude hacer fue darle mil gracias por el detalle. Pronto comenzaban los gestos que demuestran que en ciertos países europeos parecen de otro planeta en comparación con el nuestro y es que esto en España hubiera sido impensable.

Castillo de Bourglinster

Bourglinster desde su Castillo

Mi siguiente destino era Echternach, a poco más de veinte minutos y 23 kilómetros. Tendría suerte para aparcar y es que la mayoría de plazas de aparcamiento son de pago, a excepción de algunas zonas situadas en las afueras de la población, pero a no más de quince minutos caminando. Este es también el truco para muchas otras localidades, pues con un breve paseo te ahorras tanto tener que pagar como tener que estar pendiente de volver a la hora prevista, pues en muchos casos no permiten estacionar un tiempo ilimitado.

Echternach

Echternach es, probablemente, el más famoso centro turístico del Gran Ducado, situado entre colinas boscosas en la orilla derecha del río Sûre y en la frontera con Alemania. Sus principales atractivos residen en el centro histórico de la población, su entorno natural al que se conoce como la “Suiza luxemburguesa”, así como la famosa “procesión danzante”.

En mi caso tendría oportunidad de comprobar dos de los tres anteriores dado que el último de ellos, “la procesión danzante”, tiene lugar el martes de Pentecostés. Esta consiste en una procesión que se produce bajo los sones de una marcha – polca en la que los peregrinos, que van emparejados y sujetando las puntas de un pañuelo, van bailando dando pasos adelante y atrás, tardando entre trece y catorce horas en llegar hasta la iglesia del patrono.

Pero continuando con el encantador Echternach, lo más destacable es su place du Marché o plaza del Mercado, cuyo primer impacto es probable que arranque de tú garganta alguna expresión de admiración. No es para menos y es que se encuentra adoquinada, con soportales y flanqueada por bonitas casas de colores, lo que la hacen no tener desperdicio. Pero por si ello fuera poco, también hay que sumarle el edificio del Ayuntamiento u Hotel de Ville, presidido por una escalinata y con una fachada adornada con diferentes figuras alegóricas tales como la Virgen María, Salomón y las personificaciones de la Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza.

Place du Marché o del Mercado. Echternach

Place du Marché o del Mercado. Echternach

Place du Marché o del Mercado. Echternach

Ayuntamiento u Hotel de Ville. Echternach

Estaría tentado en sentarme en alguna de sus terrazas a degustar una cerveza bien fresquita, pero me podría más la curiosidad por seguir descubriendo los lugares más significativos de la localidad, por lo que continuaría, tras atravesar otro rincón con una agradable fuente, por una calle que me conduciría a la basílica de Saint Willibrord, el edificio religioso más antiguo e importante del Gran Ducado. San Willibrord construyó aquí una iglesia a finales del siglo VII; junto a ella surgió una abadía que se encuentra entre las más célebres de la historia del copismo y del miniaturismo, y que fue un gran centro de cultura en la religión mosana. En el año 1028, tras un incendio, la iglesia fue reconstruida en formas románicas, conservando la cripta preexistente. En 1797 la abadía quedó asolada y los bombardeos de 1944 destruyeron la iglesia, excepto el coro.

Basílica de St. Willibrord. Echternach

La construcción actual es una fiel reproducción del original románico y de los añadidos góticos. En el interior quedan bellos capiteles corintios y algunos elementos barrocos originales. No hay que olvidarse bajar a la cripta, de estilo carolingio, donde se conserva el sarcófago del santo, del año 739, dentro de un arca de mármol de carrara.

No muy lejos de allí, a menos de cinco minutos, también visitaría la iglesia de Saint Pierre, situada sobre un pequeño alto dentro de la población, pero no tan llamativa como su antecesora.

Iglesia de St. Pierre. Echternach

No me quedaba mucho tiempo antes de que se hiciera de noche, por lo que era el momento idóneo para hacer un paréntesis en lo cultural y arquitectónico y marcharme a conocer algún tesoro natural del país, aunque sólo fuera para hacerme una idea de la naturaleza con la que cuenta. Y la verdad que no tiene desperdicio, aún viendo una mínima parte de todo lo que debe ofrecer.

Tomando la carretera con dirección hacia Beaufort, población situada a 22 kilómetros, me encontraría rodeado en pocos minutos por tupidos bosques y una vegetación desbordante que haría que pareciese que la noche había llegado antes de tiempo. No podía esperar que Luxemburgo contara con este tipo de sorpresas. Todo estaba envuelto por un halo de misterio y es que no había nadie en el camino, la carretera estaba desierta y parecía que tenía esta zona del país para mí solo. Cercana a la localidad de Müllerthal, y después de poner los cinco sentidos para encontrarlas, por fin divisaría una indicación que me iba a permitir llegar a unas cascadas conocidas con el complicado nombre de Schiessentümpe, muy pequeñas y recatadas, pero consideradas como de las más hermosas de la región. Su peculiaridad es que de su pequeña caída brotan tres chorros diferentes. Que nadie espere encontrar algo majestuoso, simplemente es un lugar escondido, en donde se respira mucha paz y sosiego.

Bosques de Müllerthal

Cascadas Schiessentümpe

El vehículo hay que dejarlo a 500 metros de las mismas, para luego ir caminando por una senda pegada a la carretera, dado que la situada al otro lado del río se encuentra clausurada por desprendimientos.

Y casi con la noche como acompañante conseguía llegar hasta Beaufort, donde se levantan las imponentes ruinas de un castillo (horario de 09:00 a 17:30, de abril a octubre), que en parte son de 1150, aunque cuentan con un ala renacentista de principios del siglo XVI. A la izquierda hay un segundo castillo del siglo XVII pero muy reformado a lo largo de los siglos, contando con un hermoso patio de armas y un torreón cuadrado. Una lástima que todo estuviera ya cerrado, pero aún así, de verdad que merece la pena acercarse hasta aquí sólo por ver sus exteriores, pues recuerdan a la mejor de las películas medievales o épicas. Por cierto, para aquellos que lleguen con tiempo la entrada a uno de sus castillos supone cinco euros y diez euros a los dos.

Castillo de Beaufort

Castillo de Beaufort

Cuando volvía a meterme en el coche era ya noche cerrada, así que la poco más de media hora y los 18 kilómetros que me quedaban para llegar hasta Vianden, me los tomaría con mucha tranquilidad.

Efectivamente había elegido esta histórica localidad para pasar tanto esta como la noche siguiente, pues me parecía un lugar idóneo como punto de operaciones. El alojamiento elegido sería el Hotel Café de Ville de Bruxelles (90 euros las dos noches con desayuno incluido). Las instalaciones se ven un poco antiguas aunque las habitaciones están bien presentadas y en condiciones aceptables. Aunque a mí me darían una con baño privado, es importante tener en cuenta que te puede tocar alguna con el baño en el exterior, por lo que si no quieres que esto sea así sería conveniente avisarlo en el momento de la reserva. No hay ascensor, por lo que es necesario subir unas escaleras de caracol, algo a tener en cuenta para personas mayores o con equipaje muy pesado. Lo mejor es su situación, en pleno centro de la localidad. El desayuno era normal, con cereales, fiambre y fruta. El hotel no cuenta con aparcamiento privado pero en los alrededores tienes muchos sitios para dejarlo, tanto de pago con limitación de horario, como gratis sin límite de tiempo, cuanto más te alejes más posibilidades de que sea gratuito.

Había llegado a las 21:00, pero entre que me acomodé, deshice el equipaje y descansé un poco, no volvía a poner los pies en la calle hasta las 22:00, por lo que me encontraría un pueblo fantasma, sin gente y con todos los establecimientos cerrados y es que no olvidemos que estaba en un lugar perdido al norte del Ducado de Luxemburgo. Afortunadamente sí que estaba abierto un Döner Kebab, suficiente para sacarme del apuro de llenar el estómago.

Pasaban las 23:00 cuando regresaba al hotel y no me haría falta mucho tiempo para caer rendido en mi cómoda cama, pero me sentía realmente agotado, por lo que tenía muy claro que mañana me lo iba a tomar mucho más calmado.

2 comentarios :

  1. Querido Daniel...
    Después de estar recordándote durante varios días, estoy de nuevo viajando contigo!
    Hace mil años estuve en Luxemburgo y leyendo tus relatos, viajo de nuevo y visito aquellos lugares a los que no pude ir en aquella oportunidad.
    Como siempre, disfruto tu forma de escribir. Me encanta la forma en que lo haces.
    Como me gustaría volver a compartir contigo!
    Un abrazo gigante...
    Leonor

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  2. Hola Leonor! Qué alegría saber de ti! También que me sigas leyendo y que sepas de mí aunque sea por este medio. Gracias por todo lo que me dices, me sacas los colores!
    Sería un placer poder volver a quedar de nuevo y ponernos al día en persona! Ójala podamos hacerlo....
    Un abrazo muy fuerte..

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