Una vez leí, no recuerdo ya dónde, que cuando tienes un
sueño y crees en él con absoluta
convicción, consigues realizarlo. Es cierto que en este blog he hablado de
sueños, muchos de ellos cumplidos con el paso de los años, pero sin embargo, el
mayor de ellos, el que más había perseguido siempre, se me resistía una vez
tras otra, hasta tal punto que pensaba que no lo alcanzaría ya, con buena
suerte, hasta mi jubilación y con mala, nunca.
No recuerdo las veces que el extremo austral del continente
americano denominado Patagonia, me ha hecho pasar horas sin dormir, imaginando
el día que pudiera verme allí; no sé el tiempo que habré pasado mirando esa
zona del mapa, proyectando en mi cabeza lo que sentiría al estar delante de sus
fantásticos paisajes, sus gigantescos glaciares y su naturaleza intacta.
Soñaba con verme con la mirada perdida en la lejanía de las
llanuras desérticas hasta fundirse con la cordillera andina. Soñaba con
permanecer inmóvil ante la majestuosa belleza de sus montañas y sus lagos.
Soñaba en ser testigo de la violencia de sus escarpadas costas y sentirme un
expedicionario como Magallanes. Soñaba con llegar al fin del mundo, la última
parada antes de la Antártida y su mundo blanco y de hielo.
Lago Pehoé. Torres del Paine |
Los años pasaban y muchos otros destinos también anhelados,
iban consiguiendo llenar esa cierta tristeza de no poder conseguir lo que más
quería, incluso llegaría muy cerca de las zonas idealizadas, pues tanto en
Argentina como en Chile, tendría la suerte de conocer la parte norte del área
patagónica, llegando a parajes tan bellos como los alrededores de Bariloche en
el primero y a la isla de Chiloé y la región de los lagos en el segundo,
logrando momentos únicos imposibles ya de olvidar.
Y lo que es la vida, justo en el momento que menos pensaba
ya en aquella zona casi prohibida, justo cuando ya tenía asimilado que no
llegaría en muchos años hasta allí, en mi empresa, de repente, se darían las
condiciones idóneas para poder solicitar, cumpliendo los requisitos, tres
semanas de vacaciones entre los meses de diciembre y enero. El milagro había
ocurrido y desde el mismo momento que tuve firmada la autorización
correspondiente, sabía que cumplir el sueño de vida estaba más cerca que nunca,
aunque todavía me quedaban muchos escollos importantes por salvar y aceptar
sacrificios importantes en un futuro a medio plazo, pero ¿quién dijo que
cumplir el número uno de tus sueños era fácil?
Macizo Fitz Roy. El Chaltén |
Jamás había tenido tan al alcance de la mano lugares tan
deseados como el macizo del Fitz Roy con sus picos afilados como colmillos; el
Perito Moreno, el más espectacular de los glaciares andinos; Ushuaia, la ciudad
más austral del mundo, rodeada de lagos y montañas, el Parque Nacional de
Tierra del Fuego o, la joya de la corona, el Parque Nacional Torres del Paine
con sus montañas emblemáticas (los “cuernos” o “torres”), el principal motivo
por el que tenía que ser en estas fechas cuando llegara hasta aquí, pues si
quería cumplir con mis objetivos no tenía otra posibilidad que esta.
Es cierto que a todos los destinos mencionados en el párrafo
anterior se puede llegar en cualquier época del año, pero en muchos hay importantes
limitaciones y clausuran más de la mitad de recorridos de senderismo, debido al
severo clima que se da en el invierno patagónico, por lo que no tenía más
remedio, si quería llevar a buen puerto lo que siempre había soñado, que venir
en el verano austral hasta aquí. Quienes ahora no lo entiendan, lo acabarán
haciendo cuando hayan visto cual era mi planificación.
Glaciar Perito Moreno. P.N.Los Glaciares |
Sí, efectivamente, ya lo habéis adivinado, volvía a viajar
en solitario, pero esta vez completamente adrede, pues no pregunté a nadie si
quería apuntarse a esta gran aventura, pues era un destino que, más que ningún
otro, quería vivirlo a mi manera, interiorizándolo y sintiéndolo como siempre
quise, con mis pausas, mis momentos, mis parones, mis pensamientos, en
definitiva quería que fuese algo muy personal y no quería que mi manera de
viajar pudiera afectar a otros ni la de los demás a mí, por lo que era algo que
tenía muy claro, desde el primer segundo, que sería así.
También sería este un viaje basado casi en su totalidad en la
naturaleza, dejando las ciudades y monumentos en un segundo plano, pues aunque
habría algún momento para pasear por ellas, al final sería mínimo y es que bien
merecía la pena dedicarle la mayor parte del tiempo a algunas de las zonas
consideradas como de las más bellas del mundo.
Isla H y Canal de Beagle |
Por último y antes de entrar ya de lleno en lo que supuso la
preparación del viaje, también quería hacer referencia a las fechas en que
realizaría este, pues mucha gente me ha preguntado por ello. Efectivamente es una
época del año muy señalada y con fechas realmente significativas, incluyendo
Navidad, Nochebuena, Nochevieja, Año Nuevo, Reyes, incluso mi cumpleaños. Pero
es que no había otra posibilidad para
que pudiera irme tres semanas consecutivas, por lo que había que hacer este
sacrificio de no estar un año con la familia, a cambio de cumplir un gran
sueño. Yo creo que merecía la pena, ¿verdad?
Y ahora sí empecemos a ver como preparé algunos de los
aspectos más importantes del viaje:
VUELOS: Ya
tenía lo más importante que era la autorización para marcharme en las fechas
previstas, pero, sin duda, algo fundamental era conseguir los billetes de avión
que me llevaran hasta el destino ansiado. Esta vez era consciente de que no iba
a ser nada fácil conseguir algo económico que se pareciese a las ofertas de
años anteriores y es que eran las fechas navideñas y plena temporada alta en
toda Sudamérica, así que si tenemos en cuenta que yo me iba del 22 de Diciembre
al 14 de Enero, pues no podía pedir peras al olmo. Después de mirar todas las
compañías posibles y valorar incluso las escalas, me decantaría por sacar todos
los vuelos con Aerolíneas Argentinas, que tras probarla en varias ocasiones en
el viaje de 2016, quedé bastante satisfecho. Es verdad que mucha gente no tiene
buenas experiencias con esta compañía, pero yo no me podía quejar y el
combinado de ida y vuelta a Buenos Aires desde Madrid y los vuelos internos de
la Capital a El Calafate y de Ushuaia a Buenos Aires me saldría por 1615 euros,
por lo que aunque me dolió bastante creo que no estaba mal para los precios que
pude observar pasados sólo unos meses desde que yo los compré, viendo que sin
los internos se ponían muchos ya en casi los dos mil euros.
ALOJAMIENTOS: Si
decides ir a la Patagonia en temporada alta, te recomiendo encarecidamente que
mires los alojamientos con meses de antelación, yo lo hice con más de cinco
meses y no tendría problemas, pero si te duermes la cosa se te puede complicar
bastante salvo que te puedas permitir los alojamientos más caros. Como siempre
elegiría www.booking.com y www.hostelworld.com, para mi dos de las
páginas de mayores garantías. Otro tema distinto es el que se refiere a los
refugios del Parque Nacional Torres del Paine y que me supuso más de un momento
de nerviosismo y angustia, pero que contaré como es debido en los capítulos
correspondientes al mismo para no extenderme demasiado aquí. Ni que decir tiene
que hay que anticiparse todavía más y estar muy pendiente si no te quieres
quedar sin plazas.
TRANSPORTE: Para
moverme por las zonas elegidas optaría principalmente por el autobús, pues los
recorridos que tenía afrontar no excedían de más de cinco horas salvo el
correspondiente a Ushuaia que serían doce, pero que a cambio de este último
esfuerzo, me ahorraría bastante dinero del billete de avión. Las compañías
seleccionadas serían Bus- Sur y Buses Gómez y en ambos casos podría sacar los
billetes por internet muchos meses antes y de forma bastante sencilla ante el
temor de que pudieran agotarse siendo temporada alta.
EXCURSIONES: La
mayor parte de ellas las contrataría o por teléfono o por las páginas webs
respectivas, igualmente con muchos meses de antelación, pues son fechas
bastante complicadas. Todas, sin excepción son caras y suponen un esfuerzo
económico importante y es que en la Patagonia los precios cada vez están
subiendo más, convirtiéndose así en un destino que requiere mucho ahorro y
sacrificio. En los respectivos capítulos seré más específico y hablaré de cada
empresa, las excursiones y los precios de forma exhaustiva.
OTROS DATOS DE
INTERÉS:
DOCUMENTACIÓN: Por
la experiencia de los viajes anteriores, tanto en Argentina como en Chile los
ciudadanos españoles sólo necesitarán el pasaporte con una validez mínima de
seis meses.
CLIMA: Conviene
recordar que en el hemisferio sur las
estaciones son opuestas a las del norte. En general, el verano, con
temperaturas suaves y días largos, es la estación más favorable para viajar por
la Patagonia. En verano (enero, febrero y marzo) los días son templados y las
noches frías, en el otoño y la primavera, el tiempo es moderadamente frío
durante el día y las noches muy frías y en invierno (julio, agosto y septiembre) se caracteriza
por ser muy frío (la temperatura media es inferior a cero grados). Aunque esta
es la teoría, el adjetivo que mejor le va al tiempo en esta zona es
“imprevisible” y generalmente ventoso.
QUÉ LLEVAR:
A la hora de hacer las maletas, no hay que olvidar que cada compañía establece
sus propias normas respecto al peso y las medidas. Conviene informarse antes
para no llevarse sorpresas a la hora de embarcar. Cuidado con los vuelos de
Aerolíneas Argentinas que no permiten más de 15 kg. Aunque sea equipaje
facturado.
Hay que tener presente que en esta región de América se
puede pasar del verano al invierno en pocas horas, dándose todas las
temperaturas. Estas condiciones climáticas, obligan a llevar un surtido entero
de ropa, desde camiseta corta a forro polar, guantes y gorro. Lo más importante
son zapatos cómodos, un cortavientos y un chubasquero.
También debe tenerse en cuenta, que - por falta de capa de ozono – se recomienda
no exponer la piel demasiado al sol, sobre todo en verano. Hay que procurar
llevar manga larga, aunque haga calor, y siempre un bloqueador solar de alta
graduación.
MONEDA: La
moneda oficial en Argentina es el peso argentino y desde hace sólo dos años se
equiparó al mercado negro por lo que no sale muy a cuenta acudir a ese mercado
para cambiar, siendo mejor acudir a lugares oficiales. En las fechas de mi
viaje estaba a 21 pesos por euro. En Chile es el peso chileno y se encontraba a
730 pesos por euro.
Respecto a las tarjetas no suele haber problemas para
utilizarlas en ninguno de los dos países, aunque en los cajeros automáticos
suele haber mayores complicaciones en Argentina que en Chile.
PROPINAS:
No es obligatorio dejar propinas en los restaurantes y bares de Argentina y
Chile pero es aconsejable dejar un diez por ciento del total de la factura como
propina. En cuanto a los taxis, el personal de servicio de los hoteles y otros
trabajadores se les puede dar una propina de forma voluntaria de acuerdo con el
servicio prestado.
ELECTRICIDAD:
La corriente eléctrica es de 220 voltios. En Argentina los enchufes son planos
dobles o triples (americanos) y necesitan adaptadores. Muchos hoteles los
tienen pero conviene llevarlos por si acaso. En Chile sirven los enchufes
normales europeos.
VACUNAS:
No son necesarias para ninguno de los dos países en esta área.
SEGURO DE VIAJE:
Como siempre hago lo contrataría con MAPFRE con una cobertura de hasta 50.000
euros y en esta ocasión cubriéndome también todos los gastos que me pudiera
ocasionar cualquier desastre natural, dado que es una zona propensa a
terremotos y otros fenómenos naturales adversos. Me saldría por 75 euros.
SEGURIDAD:
Por lo general las ciudades y los Parques Nacionales de la Patagonia de ambos
países son muy seguros y no hay ningún tipo de peligro.
CARNET DE
CONDUCIR: Para ambos países es suficiente con mostrar el carné de
conducir español, aunque en muchas guías ponga que se requiere el carné de
conducir internacional. Sí es fundamental tener una tarjeta de crédito y ser mayor de 25 años.
HORA OFICIAL:
La diferencia horaria con respecto a la península ibérica es de cuatro horas
menos durante el invierno español y cinco horas menos en el verano. Es
importante una vez en el país comprobar la hora de cada localidad ya que no es
la misma en todas partes y se podría perder algún vuelo o autobús.
Mi viaje comenzaba en esta ocasión con dos preocupaciones,
una referente a un ligero dolor de garganta que me venía acompañando desde
hacía ya unos días y que parecía que estaba remitiendo pero no se llegaba a ir
del todo, esperando que no desembocase en una gripe, y otra, mucho más
importante, que tenía que ver con la posible huelga de vigilantes de controles
de seguridad de los aeropuertos, que podía hacerme perder muchísimo tiempo
antes de conseguir llegar a la puerta de embarque. Es por ello que para ir con
ciertas garantías me plantaba en la terminal uno del aeropuerto de Barajas con tres
horas de antelación a la salida de mi vuelo, llegando, al ser viernes, de forma
directa desde el trabajo, una vez que me hube despedido y felicitado las
navidades a mis compañeros.
Afortunadamente mis temores no se materializarían y todo
sería rápido y sencillo. Cuando llegué los mostradores de Aerolíneas Argentinas
estaban abiertos y apenas había unas personas delante de mí, por lo que en diez
minutos ya había facturado la maleta y me encaminaba a los controles de
seguridad, hallando que no había ningún problema, dado que los trabajadores
habían suspendido la huelga prevista para hoy para intentar llegar a un acuerdo
con la empresa. Así que no tardaría mucho en pasarlos y dirigirme a la puerta
de embarque.
Primer destino: Buenos Aires |
Este empezaría a las 18:20 y a la hora prevista estábamos
todos los pasajeros ya en la nave, esperando a que esta despegase, realizándolo
después de quince minutos, lo que haría que sólo saliéramos cuarto de hora más
tarde de las 19:10, la hora de partida.
Por delante tenía 12,30 horas de vuelo hasta Buenos Aires,
que se me pasarían entre la cena, alguna película como “Al final del túnel”,
durmiendo y charlando con Romina, mi compañera de al lado, una profesora de
inglés de lo más simpática que venía a pasar las navidades con la familia.
También aerolíneas ha incorporado ya las pantallas
individuales en sus vuelos transoceánicos, lo que hace que el trayecto sea
mucho más ameno y llevadero.
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