PRAGA - DIA 01. Empezando con mal pie en mi regreso a la capital checa

28 de Junio de 2017.

Me despertaría la aminoración de velocidad del autobús, tras una primera hora y media de recorrido y es que estábamos llegando a la primera parada del viaje, correspondiente a la ciudad checa de Brno, donde sólo subirían un par de personas, prosiguiendo la marcha inmediatamente.

Pero antes de continuar con el diario, es cierto, que si acabas de empezar a leer estas líneas, lo mismo estás un poco descolocado, por lo que mereces una pequeña aclaración. Y es que en estos momentos estaba llegando a su fin el quinto día completo del viaje que estaba realizando por tres hermosas capitales de Europa central. Había comenzado por Viena a la que dedicaría tres días y me acababa de despedir de Bratislava de la que había disfrutado durante casi dos jornadas completas y había dejado hacía apenas hora y media, en este autobús en el que ahora me encontraba camino hacia Praga, mi último destino y momento con el que has comenzado a leer. Por lo que si te apetece saber algo más de mi estancia en esas otras dos ciudades te animo a leer los respetivos diarios de las mismas. Para aquellos que ya me venían siguiendo o que sólo les interese esta ciudad, no me enrollo más y continúo con mis andanzas.

Por cierto que el billete para este trayecto lo compraría en www.eurolines.com/es y me saldría por diez euros, aunque no hubiera habido problema en comprarlo en la estación de autobuses de Bratislava, pues no iba ni a la mitad de su capacidad.

Tras cuatro horas y diez en total, entrábamos en la estación de autobuses de Praga, llegando a las 22:10 y por tanto con cinco minutos de adelanto con respecto a la hora prevista de llegada.

Bandera de la República Checa

Desde aquí sólo tendría que tomar la línea amarilla (B) en dirección hacia Zlicín, bajándome cuatro paradas después en Karlovo námesti. En el vestíbulo tomaría la tercera salida a la izquierda, saliendo en la esquina de un parque. Tengo que reconocer que viajaría sin billete y es que las máquinas sólo admitían monedas y no vi ninguna taquilla donde hubiera algún empleado del metro que me pudiera vender un billete sencillo, pues era lo único que necesitaba, ya que mañana comenzaba a utilizar la Praga Card y en ella está incluido el transporte. Así que tendría suerte de que no hubiese ninguna inspección.

No hay que olvidar que la moneda de la República Checa no es el euro, sino la corona checa, por lo que conviene venir con dinero cambiado o tener esto en cuenta y cambiar cuanto antes. Yo ya lo había hecho en España gracias a mi amigo Nacho que trabaja en banca y que siempre me hace este favor.

El único fallo, como decía, era no llevar monedas, lo cual iba a pagar muy caro pocos minutos después.

Como ya contaba, había salido en la esquina de un parque, donde tenía que tomar el tranvía número 22 a Malostranské namesti, la parada cercana a mi alojamiento. En la parada sólo había una señora a la que le dije si me podía cambiar un billete, obteniendo como respuesta una mirada de odio tremenda y, acto seguido, que me diera la espalda. Así que nada, como en ese momento llegaba el  susodicho tranvía me subí a él sin el título de transporte respectivo. Y esta vez no hubo suerte, ya que me encontré con una revisión en toda regla. Había como cinco inspectores de paisano pidiendo el billete a todo el mundo y cuando llegaron a mí y les conté que acababa de llegar con un inglés macarrónico y les enseñé el recibo de la Praga Card de mañana, evidentemente les dio igual, ya que me pidieron el DNI y me hicieron bajar del tranvía junto con otras seis personas más que estaban en mi misma situación. Nos llevarían a todos al interior de una estación de metro y nos indicarían que leyésemos la información en inglés que estaba expuesta en un cartel, indicando que la multa por no llevar título de transporte valido suponía 800 coronas checas, es decir, unos 30 euros. Así que todos pagaríamos sin decir palabra alguna, nos dieron el recibo correspondiente y tras decirnos que si se volvía a repetir sería el doble, se despedirían con cara de muy pocos amigos.

Me quedaría con bastante mal cuerpo, pues para una vez que no hago las cosas bien, va y me toca la china, lo que ya era mala suerte. Así que no empezaba de la mejor manera mi estancia en Praga. Además seguía sin suelto y ya no tenía ganas ni de ponerme a buscar un sitio para que me cambiaran ni de volverme a arriesgar a subir a un tranvía sin billete, como era evidente. Por lo que caminé como unos veinte minutos hasta la estación que comentaba párrafos atrás y a la que tenía que haber llegado ya hacía un buen rato sino hubiera sido por el fatídico incidente. En ella, sólo tendría que atravesar una zona de aparcamiento, ahora vacía, y caminar cuesta arriba por la calle Nerudova, donde en el número 14 se hallaba el Hostel Santini, donde iba a pasar las próximas cuatro noches.

Hostel Santini.Calle Nerudova

Este alojamiento se encuentra situado en pleno barrio de Mala Strana, una zona privilegiada de la ciudad, pues está a tiro de piedra de casi cualquier lugar importante, pudiendo ir caminando a todos ellos sin problema. El edificio corresponde a un antiguo palacio que se ha reconvertido en hostal, por lo que tiene mucho encanto. El baño es nuevo y está muy limpio. Las habitaciones son espaciosas y tienen taquillas para poder dejar las cosas de valor. Lo único malo es el desayuno que consiste en un triste sándwich que has de pedir en recepción y cereales con leche, nada más. También tienes derecho a una toalla incluida en el precio.

Yo optaría por reservar una habitación de cuatro personas, costándome 23,90 por día el miércoles y el jueves y 34,90 por día, el viernes y el sábado. Me tocaría en la buhardilla y puede decir, sin exagerar, que era tan espaciosa que a las dos personas del fondo casi no se las oía cuando hablaban, por lo que era como estar sólo con otra persona, situada a mi lado.

Hostel Santini.Calle Nerudova

Eran las 00:30 cuando me hube asentado y el disgusto del tranvía y el dinero desembolsado me habían quitado el hambre, por lo que dejé todo preparado para el día siguiente y apagué pronto la luz, esperando que mañana la jornada comenzara mejor.

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