VIENA - DIA 02. El palacio Hofburg y otros lugares claves

24 de Junio de 2017.

Viena fue, durante seis siglos, la capital de un imperio, el austro-húngaro, que nos legó uno de los conjuntos monumentales más impresionantes de Europa. La capital de Austria ha sido siempre cruce de culturas. Por la ciudad han pasado los romanos, distintos pueblos germánicos, italianos, franceses y otros que han dejado su impronta y han hecho de la ciudad danubiana una gran capital europea y un gran centro económico, social y político.

Los palacios, iglesias y construcciones civiles que forman su centro histórico son de un gran valor arquitectónico. La mayoría se encuentran enclavados en la avenida circular Ringstrasse, orgullo de los vieneses. A todo ello hay que añadirle su más de medio centenar de museos que la llevan a ser una ciudad cultural de primer orden con la que pocas capitales del mundo se pueden comparar.

Si todo lo anterior lo combinas con los paseos por el Danubio, la placidez que te proporcionan sus famosos cafés, la quietud y hermosura de sus jardines, sus animadas y características cervecerías y la música que está por todas partes, hacen que la estancia en Viena pueda ser una experiencia inolvidable, que en mi caso iba a perseguir desde este mismo instante.

Decidiría comenzar la jornada desayunando en el hostel, para así despreocuparme ya de llenar el estómago e ir con suficientes fuerzas. Es tipo buffet y cuesta 4,5 euros, constando de pan, yogures, mermeladas, nutella, cereales, leche, café, zumos y poco más, por lo que tampoco tienes mucho donde elegir.

A las ocho empezaba a caminar, fijándome, tras los primeros minutos callejeando, en una placa que indicaba que, en el edificio que se encontraba delante de mí, había vivido Beethoven durante casi un año. Interesante detalle que indicaba que casi a cada paso que iba dar me iba a encontrar con muchas e interesantes sorpresas.

Casa de Beethoven

Desde aquí no tardaría mucho en llegar, a través de la animada calle Mariahilfer strabe, a la soberbia plaza rectangular Mariatheresienplatz, donde en el centro de la misma, en medio de un pequeño jardín, se levanta el grandioso monumento dedicado a la emperatriz María Teresa. Esta se encuentra sentada en su trono sobre un elevado pedestal, rodeada por las estatuas ecuestres de los estadistas y generales más importantes de su reinado. A los lados de la plaza se alzan los dos grandes palacios simétricos, coronados por sendas cúpulas, pertenecientes al museo de historia natural, a la derecha, el cual alberga las colecciones de Francisco Esteban de Lorena conservadas en su disposición original, y, a la izquierda, el museo de historia del arte, con una de las mejores colecciones en Europa, encontrándose entre sus muros piezas del tesoro imperial, la cuarta parte de la obra del pintor Bruegel y una fabulosa sala egipcia. Pero tendría que esperar a mejor ocasión para poder entrar a ellos y contemplar sus maravillas, pues eran tantas las cosas que quería ver que a cambio tenía que renunciar a otras y ellos iban a ser los primeros sacrificados, conformándome con admirar sus exteriores.

Estatua de la Emperatriz María Teresa

Museo de Historia Natural.Maria Theresien Platz

Dándole la espalda a la reina, detrás de mí y de ella, quedaría el Museums Quartier, un inmenso centro cultural donde el arte moderno y contemporáneo marcan la pauta, y justo delante, y hacía donde iba a iba a dirigir mis pasos, la Burgtor, una puerta clásica con columnas dóricas que me iba a permitir hacer la entrada triunfal en la inmensa plaza de los Héroes o Heldenplatz, la cual era utilizada en el pasado como escenario de pomposos desfiles militares. En ella me encontraría con la estatua ecuestre en bronce del príncipe Eugenio de Saboya y el Neue Burg, la última ala del Hofburg que se construyó (1914), un bello edificio curvo magníficamente decorado. Su interior cuenta con el museo Etnográfico y el museo de Éfeso, los cuales tampoco visitaría.

Burgtor

Heldenplatz y Neue Burg

Neue Burg

Y hablando del Hofburg, ahora sí, era el momento, de comenzar a descubrir algunas de sus más antiguas e importantes dependencias. Este era el palacio de invierno y residencia oficial de la dinastía de los Habsburgo, y por tanto, el centro de su poder. El primer emperador, Rodolfo I, inauguró una era que duraría seiscientos años por lo que en su arquitectura se puede apreciar una mezcla de estilos que incluyen el neogótico, el renacentista y el barroco, de hecho, nunca dejaría de ampliarse hasta la caída de la monarquía en 1918.

A través de un pasadizo accedería a un amplio patio rectangular denominado In der Burg(“en el castillo”), rodeado por interesantes edificios renacentistas y barrocos, y cuyo centro está dominado por el monumento en bronce dedicado a Francisco José I, en el que se representa al emperador sobre un pedestal rodeado por las alegorías de la Fortaleza, la Paz, la Fe y la Justicia. Atravesado este llegaría a un nuevo pasadizo, el que se encuentra debajo de la gran cúpula verde que se puede apreciar desde muchos puntos de la ciudad, que permite el acceso a la Escuela de Equitación Española, a la derecha, y al museo de Platería de la Corte, el museo de Sisi y las dependencias imperiales o Kaiser-appartements, a la izquierda. Siendo esta última la primera visita interior que iba a realizar.

Estatua del Emperador Francisco José. Palacio Imperial de Hofburg

Con la Viena pass la visita está incluida sino supone desembolsar 13,90 euros. También está incluida la audio guía. Se comienza visitando la platería de la corte en la que se pueden admirar más de 7000 piezas expuestas que permiten hacerte una idea de lo importante que era el momento de sentarse a la mesa en aquellos tiempos. Estas son las únicas estancias en las que se permiten hacer fotografías, después están totalmente prohibidas. Se continúa después con el museo de Sissí donde, gracias a la información de la audio guía, uno podrá ser testigo de la triste e intensa vida de la reina, mientras se van admirando vestidos, accesorios y cartas de la emperatriz que ilustran su breve vida y hacen honor a su fama. Por último se contemplan un buen número de las dependencias imperiales, con su refinada decoración y repletas de tapicerías púrpuras y estucos dorados, destacando entre todas ellas el salón de audiencias, el despacho donde trabajaba el Emperador Francisco José o la sala donde hacía sus ejercicios de gimnasia la Emperatriz Sissí.

Platería de la Corte. Palacio de Hofburg

Platería de la Corte. Palacio de Hofburg

Por cierto, que una de las alas a las que no se puede acceder del Hofburg es donde tiene su despacho el Presidente de Austria, así como otras importantes instituciones.

Terminada la interesante visita que me llevaría casi dos horas, volvería  al patio In der Burg, para desde él acceder, por la puerta  y patio de los Suizos, a la sombría cámara del tesoro imperial o Schatzkammer, en la que se guardan algunos de los mejores ejemplos de los símbolos del poder de los Habsburgo, tales como la corona del Santo Emperador romano, tachonada de piedras preciosas; la cuna del hijo de Napoleón, regalada en 1811 por la ciudad de París; objetos utilizados en el bautismo de los miembros de la casa imperial tales como una jofaina y una jarra de oro macizo; la mayor esmeralda tallada por mano humana; así como dos piezas legendarias de la casa de los Habsburgo: su unicornio y un cuenco de ágata de la Antigüedad tardía considerado por algunos como el Santo Grial.

Puerta de los Suizos

Corona y cetro. Cámara del Tesoro

Cuna del hijo de Napoleón. Cámara del Tesoro

La entrada cuesta 12 euros sin la Viena pass, sino es libre.

Después de admirar tanta riqueza, decidiría salir por el lado contrario al que había entrado del Hofburg, exactamente el que corresponde a la puerta y la plaza de San Miguel o Michaelerplatz. Buena parte de ella aparece dominada por la imponente fachada del palacio Imperial, con dos espectaculares fuentes, que ocupa todo su flanco suroccidental. En frente se encuentra la iglesia del mismo nombre que la plaza, de estilo gótico, en la que cabe destacar su alto campanario rematado en una aguja.

Palacio Imperial de Hofburg desde Michaelerplatz

Iglesia de San Miguel. Michaelerplatz

Una vez visitado su interior, tocaba volver a descubrir el interior de algún que otro edificio de los muchos que conforman el Hofburg, y es que por algo se dice que este es una ciudad dentro de otra ciudad.

Elegiría acercarme a la cercana Josefsplatz, una de las plazas más armoniosas de Viena, ya que está completamente rodeada por edificios del siglo XVIII, estando presidido el centro de la misma por la estatua ecuestre del emperador José II. Al fondo, detrás de dicha escultura, se halla el acceso a la Biblioteca Nacional o Nationalbibliothek, el siguiente lugar que tenía especial interés en conocer. Y es que se trata de una de las bibliotecas barrocas más bellas del mundo (1726), encargada por Carlos VI, cuya estatua domina el centro de la sala. La verdad que te faltan ojos para apreciar su majestuosidad y sus detalles. La cúpula decorada con frescos, columnas de mármol, estatuas de personajes notables de la historia de Austria, soberbios globos terráqueos y celestes y más de 200.000 volúmenes de los siglos XVI y XVII, justifican pagar los siete euros que cuesta la entrada sino se dispone de la Viena pass, ya que con ella es libre.

Josefsplatz o plaza de José II

Biblioteca Nacional Austriaca

Biblioteca Nacional Austriaca

Nada más salir, a la derecha, encontraría la entrada a la iglesia de los Agustinos o Augustinerkirche, la cual forma parte del convento homónimo, anexo al  palacio principal, Hofburg. La iglesia fue la antigua parroquia de la Corte y en ella solían celebrarse las bodas de los miembros de la casa de los Habsburgo. Lo más bonito de su interior es su altar neogótico y el monumental cenotafio piramidal de la archiduquesa María Cristina, hija de María Teresa, situado en la nave derecha. Aquí también se encuentra la cripta de los corazones en la que se hallan 54 urnas de plata que contienen los corazones de otros tantos miembros de la casa imperial, pero su visita sólo es guiada previa cita, así que me quedé con las ganas de verla.

Iglesia de los Agustinos o Augustinerkirche

Tumba de María Cristina de Austria.Augustinerkirche

Como tenía la Viena pass y se hallaba bastante cerca, decidí continuar la jornada, entrando, aunque no fuera por mucho tiempo, al Museo Albertina, con una impresionante colección de artes gráficas que reúne los nombres más importantes: Durero, Rafael, Rubens, Goya, Klimt, Picasso,etc. Me centraría en unos diez cuadros que me apetecía ver y volví por donde había venido. La entrada sin el pase supone 12,90 euros.

Museo Albertina

Museo Albertina

The Towers de Paul Signac. Museo Albertina

Justo en frente del anterior, tenía nada más y nada menos que La Ópera, por lo que no dudé en dirigirme hacia ella y acceder a su interior por la puerta lateral. En ese momento quedaban diez minutos para las dos de la tarde y estaban organizando los grupos para visitar sus entresijos en varios idiomas, entre ellos el castellano. Aquí no era válida la Viena pass por lo que no me quedó otra que pagar los 7,5 euros que cuesta la misma.

Ópera desde Museo Albertina

Ópera o Staatsoper

El guía que tocaría a mi grupo se notaba que disfrutaba de su trabajo y es que ponía pasión en lo que narraba. Comenzaríamos subiendo por la fastuosa escalinata de honor, la única parte, junto con el vestíbulo, que se salvó de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Aquí nos enteraríamos que es una de las tres óperas más importantes del mundo y que fue erigida en 1869, reconstruyéndose tras la mencionada guerra y reinaugurándose en 1955, el año de la soberanía recuperada.

Ópera o Staatsoper

A lo largo de sus diferentes espacios, entre ellos la parte trasera del escenario, los palcos y el patio de butacas, entre otros, nos enteraríamos de curiosidades como que algunos de los bustos de los más afamados compositores que pueden verse fueron realizados por el célebre Rodin; que todos los asientos del mencionado auditorio son retirados para crear una gran pista de baile al final del carnaval, en el que 180 parejas bailan vals, el cual han dominar a la perfección tanto a la derecha como a la izquierda. Desde hace unos años también se admiten parejas extranjeras las cuales han de mandar una grabación para ser valoradas y decidir si se las admite o no; o una de las cosas más interesantes y prácticas, como que se puede acceder a disfrutar de cualquier representación realizada durante el año por el módico precio de 4 y 3 euros. Sí, esto último no es una broma y es que se reservan un número de entradas para venderlas el mismo día de la obra, con el truco de que estas son de pie. Pero puede ser una manera única de ver una ópera o un ballet en un espacio tan increíble como este, a un precio irrisorio. En mi caso decidiría dejarlo para mejor ocasión y es que ya eran demasiados los planes que tenía. Por cierto, que dichas entradas se pueden conseguir en el lateral izquierdo del edificio y es necesario estar dos horas antes, como poco, si no te quieres quedar sin ellas.

Ópera o Staatsoper

Ópera o Staatsoper

Ópera o Staatsoper

Eran las tres cuando salía de este espléndido mausoleo musical, yéndome así con la música a otra parte, siendo el elegido  el Burggarten o, para entendernos mejor, el jardín del castillo el cual sería construido en el antiguo emplazamiento de las murallas derribadas por Napoleón. Aquí me encontraría con el monumento a Mozart a la salida por la gran avenida llamada Opernring, por la que caminaría, dejando a los lados varios de los monumentos visitados durante la mañana, para llegar hasta el Parlamento.

Monumento a Mozart. Burggarten

Estaba muerto de hambre, así que no dudaría en aprovechar uno de los puestos callejeros de las cercanías para comerme un inmenso perrito caliento y una fanta (7 euros), hecho lo cual, ahora sí, que me dispuse a disfrutar de la increíble portada, inspirada en un templo griego con columnas corintias, acompañada de la fuente de Palas Atenea. Pero no me iba a conformar sólo con esto, pues si alguien ha leído algún que otro diario del blog, sabrá que me encanta visitar, siempre que puedo, los parlamentos de los países por los que viajo. Así sucedería en su momento con los de Suiza, Argentina, Japón, Londres, entre otros y el austriaco no iba a ser menos y más con las facilidades que dan para ello. Pues sólo hay que acceder a su interior por la entrada que está detrás de la diosa y bajo las grandes columnas, y comprar tú entrada desembolsando cinco euros, pues no está incluida en la Viena pass.

Parlamento y estatua de Palas Atenea

Estatua de Palas Atenea

Eran las 16:00 y era el último pase y el grupo tan sólo estaba formado por una pareja japonesa, otra india y yo, así que el guía nos daría la bienvenida y nos pidió que le acompañásemos para pasar los controles de seguridad por los típicos detectores de metales. Creo que no hace falta decir que el idioma en el que nos íbamos a entender era el inglés, pero lo hablaba muy despacio y pronunciaba bastante bien y me enteré de bastantes cosas.

El edificio cuenta con dos grandes salas de sesiones, unidas por medio de un espacio central dominado por el Gran Salón de Pilares. Refleja de este modo la estructura del Consejo Imperial establecido durante la monarquía, compuesto por dos cámaras, que hoy corresponden al Consejo Nacional y al Consejo Federal, los órganos legislativos de la República de Austria.

Parlamento Austriaco

Parlamento Austriaco

El guía nos explicaría las funciones de ambas cámaras y de los muchas datos que daría, lo más llamativo para mí es que todos los ciudadanos austriacos tienen derecho a voto a partir de los 16 años, con el fin de que sean responsables y se comprometan con su país desde bien jóvenes.

Lo mejor de todo es que no hay restricciones para los visitantes y puedes subir a la tribuna de oradores, sentarte en los bancos de los diputados y hacerte todas las fotos que quieras, lo que para los tiempos que corren es un auténtico privilegio en un país europeo.

Parlamento Austriaco

Bundesrat o Consejo Federal.Parlamento Austriaco

Parlamento Austriaco

En frente del Parlamento se encuentra el Volksgarten o Jardín del pueblo, lo que aprovecharía para descansar un rato, pues tanto tute empezaba a pasar factura. Este es un parque triangular en donde los vieneses se acercan a pasear y a disfrutar del buen tiempo como el que estaba haciendo. Además hay varios monumentos interesantes tales como el templo de Teseo o la escultura de Sissí, la cual sería erigida inmediatamente después de su asesinato en 1898.

Volksgarten

Templo de Teseo.Volksgarten

Más repuesto y habiendo recuperado las fuerzas perdidas, sólo tendría que desplazarme una manzana para llegar hasta la retirada y silenciosa Minoritenplatz, una de las pocas plazas vienesas que ha conservado su elegante aspecto del siglo XVIII, rodeada por las fachadas de varios palacios nobiliarios, entre los que se encuentra el Archivo del Estado que reúne todos los documentos oficiales de la casa de los Habsburgo, considerados de gran valor histórico. Lástima que no pueda visitarse.

Aislada en el centro del cuadrilátero se encuentra la Minoritenkirche o iglesia de los Hermanos Menores, la cual, después de la catedral de San Esteban, es uno de los edificios religiosos de mayor relevancia histórica de la ciudad. En 1691 se celebró en ella el solemne Te Deum por la victoria definitiva sobre el Imperio otomano.

Minoritenkirche

Y sin quererlo, porque me equivocaría de calle, acabaría delante del Burgtheater, uno de los escenarios más prestigiosos del mundo de habla germana. Aunque una bomba lo destruyó en 1945, dejando intactas sólo las alas laterales y las grandes escalinatas, la consecuente restauración fue tan concienzuda que hoy es difícil apreciar los daños.

Burgtheater o Teatro Imperial

Tras las correspondientes fotos, ahora sí, tomaría la dirección correcta para llegar a dos interesantes plazas. Por un lado la llamada Freyung, atípica y desigual, en el centro del antiguo barrio señorial de Viena. Posee un imponente convento e iglesia de los Escoceses, de delicado interior barroco, donde los extranjeros y los ladrones encontraban refugio y libertad. No hay que perderse los palacios Daun – Kinsky y Ferstel, poseyendo este último un patio y un pasillo que acaba en la Herrengasse o calle de los Señores. Por otro lado, la Am Hof, la cual se destinaba a la celebración de torneos durante la Edad Media. Su nombre recuerda que en ella se encontraba la primera residencia de los duques de Austria cuando instalaron en Viena la capital. En el centro se encuentra la columna de la Virgen. Al este, la iglesia de los Nueve Coros de los Ángeles. Es un espacio solemne y tranquilo en el que reina un ambiente de pueblo, dicen que más aún los días de mercado.

Herrengasse

Plaza Am Hof

Seguí caminando, primero por la Herrengasse, después por otras calles de nombre impronunciable, para terminar en la famosa Graben, traducida como “Antiguo foso” romano y hoy convertida en la arteria simbólica de la Viena de principios del siglo XIX. En la planta baja de los altos edificios burgueses, hay elegantes tiendas de estilo antiguo y terrazas de cafés. En el centro se erige la gigantesca columna votiva de la peste, de una expresividad barroca única. La imagen de la epidemia derrotada, una vieja hechicera derribada por un ángel y la estatua de Leopoldo I orando, impresiona.

Graben y Columna de la Peste

Pero antes de llegar hasta el final de la célebre arteria, tendría que hacer un alto en el camino para desviarme unos metros a la izquierda, pues escondida en un pequeño rincón se encuentra la Peterskirche o Iglesia de San Pedro, con su característica cúpula verde grisácea y su estrecha fachada. Rodeando la misma hallaría un monumental relieve que representa la legendaria fundación del edificio de la iglesia medieval por Carlomagno, y ya en su interior, el barroco llevado al paroxismo, destacando el retablo del altar mayor, la magnífica cúpula y el órgano, uno de los más hermosos de toda Austria.

Iglesia de San Pedro o Peterskirche

Iglesia de San Pedro o Peterskirche

Después de la anterior visita, retomaría el paseo por la calle Graben, llegando al final de la misma, donde se abre en una inmensa plaza en la que se encuentra la soberbia catedral de San Esteban o Stephansdom. Esta es el mejor ejemplo del gótico flamígero en todo su esplendor: bóvedas con nervaduras, arcos terceletes y muchos otros elementos. Tampoco puede pasar desapercibido su imponente pórtico de los gigantes, así como las innumerables estatuas policromadas de ángeles, santos y los padres de la Iglesia. La entrada al interior es gratuita por lo que no dudaría en entrar para contemplarlo y no sólo no quedar defraudado, sino, una vez más, sobrecogerme ante tal derroche de medios.

Catedral de San Esteban o Stephansdom

Catedral de San Esteban o Stephansdom

Eran ya las 19:30 por lo que los accesos a las torres estaban cerrados, así que las dejaría para otro momento de los días que me quedaban, y ahora seguiría paseando por las animadas calles repletas de gente. En mi andadura pasaría por la puerta de más de un palacio, acabando delante del Haus der Musik, que era propiedad del archiduque Karl, donde residía Otto Nicolai, el fundador de la prestigiosa orquesta filarmónica de Viena, y que hoy en día es un museo dedicado a la célebre orquesta, valga la redundancia, y a cuyo interior no me pensaría mucho entrar, pues estaba incluido en la Viena pass. Sin ella la entrada cuesta 13 euros.

Tengo que reconocer que entraba al mismo con cierto recelo y pensando que iba a durar en él poco tiempo, pero iba a estar muy equivocado, pues desde el primer momento sus instalaciones te atrapan, al ser estas interactivas y estar repletas de curiosidades que hacen que te sorprendas y entretengas una vez tras otra.

Desde el comienzo de la visita hasta el final de la misma, todo son sorpresas, como la escalera musical donde un piano en el mismo acceso de un piso a otro ya hace que te lo pases en grande intentando enlazar unas pocas notas, mientras subes y bajas las escaleras.

Un juego de dados del vals en el que tirando aquellos puedes componer tú propia sinfonía; un laboratorio de la percepción en el que se investigan los más distintos fenómenos sonoros;  la galería del sonido en el que se escuchan sonidos de cuatro áreas distintas como el microcosmos, el cuerpo humano, el medio ambiente y el macrocosmos; instrumentos gigantes representativos de los cuatro grandes grupos de instrumentos musicales, son muchas de las actividades que te vas encontrando.

Casa de la Música o Haus der Musik

Casa de la Música o Haus der Musik

Pero es que además en otra de las plantas te trasladas a la época de los grandes maestros de Viena, donde te presentan la vida, obra y entorno de una selección de importantes compositores de esa época. Y aunque esta parte podría parecer aburrida tampoco lo es, pues en cada sala se hace hincapié en algunos aspectos centrales de la vida del compositor de forma amena y didáctica, con agradables decorados, mientras su música lo envuelve todo. Si a ello le sumas que al final puedes dirigir la mundialmente conocida Orquesta Filarmónica de Viena, llevando tú mismo la batuta, pues no se puede pedir más.

Casa de la Música o Haus der Musik

Casa de la Música o Haus der Musik

Después de dos horas saldría de allí a las 21:45 y la verdad que tampoco tenía mucha hambre al haber comido tarde. Sólo me apetecía dulce así que no tenía dudas hacia donde me iba a dirigir. Ese sitio no era otro que el Hotel Sacher, famoso por ser uno de los muchos lugares donde puedes degustar la tarta sacher, esa delicia de bizcocho de chocolate con una capa fina de mermelada de albaricoque, todo ello cubierto por un glaseado de chocolate negro. Casi nada.

Tomando Tarta Sacher en el Hotel Sacher

Mis expectativas eran grandes, sobre todo por el lugar, pero tengo que reconocer que quedé algo defraudado, pues me pareció que estaba algo reseco el bizcocho, aun así la devoré. De beber pediría una coca cola. Todo me saldría por 11,30 euros. Así que fue un verdadero capricho, pero no todos los días se viene a Viena.

Para bajar la tarta decidiría regresar caminando al Hostel, pero volvería a hacer un alto en el camino ya que me encontré que uno de los laterales de la Ópera se encontraba de lo más animado, pues estaban proyectando en una gran pantalla, colgada de una de las fachadas, el concierto que se estaba produciendo en esos momentos en el interior, así que no podría evitar quedarme allí hasta que terminó. No cabía un alma y lo único que se oía eran los acordes de la música y las voces de los tenores. Fue emocionante.

Concierto en la Ópera

Ahora sí, acompañado por la luz tenue de los monumentales edificios, y encontrándome ya las calles semidesiertas, cuando dejé el barullo del centro, continuaría hasta mi alojamiento.
Había sido un día realmente intenso y cuando me tumbé en la cama no tardaría más de un minuto en quedarme profundamente dormido.

Respecto a los gastos que me hubiera supuesto el no tener la Viena pass, estos hubieran ascendido a 58,8 euros. Si tenemos en cuenta que esta me saldría por 89,10, creo que era más que probable que iba a quedar amortizada sin problema.

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