DIA 10. ARGENTINA. Nuevas sorpresas en el lado argentino de Iguazú

4 de Septiembre de 2016.

Nos levantaríamos a las 07.30 para, al igual que ayer, desayunar en el apartamento y cruzar a la terminal de ómnibus para volver otra vez a las cataratas de Iguazú del lado argentino. Comentar que el segundo día consecutivo de acceso al parque te puede costar la mitad de precio. Para ello, sólo tienes que acercarte a las taquillas cuando te vayas el primer día y comentar que vas a volver a la mañana siguiente. Ellos te pedirán el pasaporte para registrarlo en su base de datos y te sellarán la entrada de la jornada que ya has disfrutado. Con esos sencillos pasos al comprar hoy el boleto de acceso pagaríamos 160 pesos cada uno.

Llegábamos al parque a las 08.45 por lo que teníamos todo el día para disfrutar, de nuevo, de las cataratas. Afortunadamente hoy no llovía y aunque nos volvíamos a encontrar con otro día nublado, nos pareció que teníamos hasta suerte después de cómo lo pasamos ayer.

Parque Nacional Iguazú

Teníamos claro que nuestra primera actividad de hoy iba a ser contratar y vivir la gran experiencia que supone hacer lo que llaman “La gran aventura”. Sólo lo lleva a cabo una empresa que se llama “Iguazú Jungle” por lo que es un monopolio puro y duro y según van pasando los años la actividad se encarece más. En estos momentos está por 800 pesos por persona, es decir unos 50 euros, por lo que, como se ve, no es barato ni mucho menos. Pero ya que no habíamos hecho el vuelo en helicóptero nos daríamos el capricho de hacer esto.

La actividad se puede contratar en un stand que hay un poco más adelante de pasar las taquillas o, directamente, en sus instalaciones que se encuentran muy cerca del faro. El primer pase disponible para hoy era el de las 10.15, así que sería este al que nos apuntaríamos. Hay otro más temprano, pero debido a la neblina baja que había lo habían suspendido.

Faro de Iguazú

Como todavía nos sobraba tiempo hasta el comienzo de la actividad, decidiríamos acercarnos a ver las instalaciones del hotel Sheraton Internacional que lo teníamos a no más de diez minutos caminando. La verdad que debe ser una pasada poder alojarse en este lugar. Tal vez si algún día me toca la lotería tendré oportunidad para ello, mientras tanto habrá que conformarse con verlo desde fuera. También aprovecharíamos para mirar recuerdos en unas tiendas cercanas y así al final del día ir a tiro fijo y no perder demasiado tiempo.

Sheratón Iguazú

Sheratón Iguazú

A la hora estipulada, estábamos como clavos en la central operativa de Iguazú Jungle, donde el guía que nos esperaba nos invitó a subir a un camión con asientos al aire libre en su parte trasera. Tras las presentaciones respectivas en donde pudimos observar que estaba representado más de medio mundo en los participantes de la actividad, nos pondríamos en marcha y tras recoger a otros dos clientes, nos dirigiríamos al que llaman sendero Yacaratiá, un estrecho camino que discurre por la selva y en el que comenzaría nuestra aventura.

Durante cinco kilómetros seríamos testigos de algunos de los secretos que guarda la selva misionera, la cual no se une en ningún momento con la amazónica y cuyas plantas y animales son totalmente diferentes a los de aquella. Sería así como abriría nuestro guía su intervención y es que este es uno de los errores en los que más incurre la gente que visita Iguazú.

Selva Misionera desde el Sendero Yacaratiá

Seguirían después diferentes paradas en donde nos explicaría de forma amena y divulgativa muchas de las características de la fauna y flora de este ecosistema. El bosque de Iguazú alberga mamíferos como el tapir, el venado, la capibara o el esquivo jaguar y hasta cuatrocientas especies de aves.

Aves en la Selva Misionera de Iguazú

El firme arcilloso, por el que circulábamos, contrastaba con el verde oscuro de la selva que se levanta en los márgenes. En ella sobresalen unos árboles gigantescos, con más de cuarenta metros de altura. Son palos rosa y tienen una corteza rugosa de tono gris claro que al atardecer adquiere reflejos rosados.

Selva Misionera desde el Sendero Yacaratiá

Al lado de ellos crecen los palmitos. El guarda del parque nos enseñó varios ejemplares de estos árboles, destrozados muchas veces por los furtivos. Nos explicaría que el palmito que comemos procede de una palmera que alcanza veinte metros de altura. La obtención de su tronco comestible supone la muerte de todo el árbol, y la sobrexplotación ha comportado su disminución drástica en las zonas no protegidas, e incluso su extracción furtiva de los Parques Nacionales.

Selva Misionera desde el Sendero Yacaratiá

Selva Misionera desde el Sendero Yacaratiá

Tras estas y muchas otras interesantes explicaciones terminaríamos el paseo a los pies de unas escaleras por las que descenderíamos cien metros hasta Puerto Macuco, donde nos esperaba la lancha con la que íbamos a navegar por el río Iguazú Inferior hasta las famosas cascadas.

Puerto Macuco y Río Iguazú Inferior

Puerto Macuco y Río Iguazú Inferior

Puerto Macuco y Río Iguazú Inferior

Nuevos guías nos darían los salvavidas y las bolsas de plástico donde meter todo aquello que no quieres que se moje y tras una pequeñas charla sobre las medidas de seguridad empezaríamos a remontar el curso del río, encajado entre las orillas de Argentina y Brasil.

Río Iguazú Inferior

Los seis kilómetros de navegación mantendrían mi corazón encogido por la fuerza de la corriente y por un miedo irracional a que cualquier avería mecánica anticipase mi entrada en el infierno. Aunque es cierto que, sin tardar mucho, esas inseguridades se convertirían en una emoción inusitada al divisar en la lejanía los saltos de agua y escuchar el poderoso estruendo.

Cataratas de Iguazú desde la Lancha

De repente, y a la distancia justa para no acabar empapados, el guía nos diría que disponíamos de unos minutos para realizar fotografías, terminados las cuales, nos invitaría a guardar las cámaras, aparatos electrónicos y demás objetos de valor en las bolsas herméticas.

Cataratas de Iguazú desde la Lancha

Cataratas de Iguazú desde la Lancha

Tras comprobar que todos estábamos preparados la lancha arrancaría y nos dirigimos hacia la misma base de las cataratas. La ceremonia de tocar casi con la punta de los dedos la cortina de agua del salto Tres Mosqueteros junto a la visión de la Garganta del Diablo, coronando el fondo del cañón, sumado a las sensaciones que te produce el sumergirte debajo  de las aguas desbocadas del salto San Martín, el segundo en dimensiones de Iguazú, harían que fuese una experiencia brutal y de las vivencias más impactantes y emocionantes de mi vida.

Cataratas de Iguazú desde la Lancha

Y por si acaso no habíamos tenido suficiente con la primera vez, el capitán de la embarcación se animaría a hacernos un segundo bautismo, lo que causaría una locura absoluta entre todos los miembros de la expedición.

Cataratas de Iguazú desde la Lancha

Cataratas de Iguazú desde la Lancha

Esta impresionante aventura finalizaría desembarcando en el muelle situado frente a la isla de San Martín desde donde se enlaza con las pasarelas del circuito inferior. Llegaríamos calados hasta los huesos, sin que ninguna prenda hubiera conseguido llegar seca a tierra firme.

Menos mal que Nicolás el día anterior nos había informado de todo ello y habíamos sido previsores, llevando en las mochilas ropa y muda seca e incluso zapatillas, aunque estas últimas no nos hicieron falta ya que te puedes descalzar y meter el calzado en la bolsa hermética, como así hicimos.

Muchos se preguntaran que si no es una exageración con el clima caluroso y de bochorno que hace en estas latitudes, pues en condiciones normales y durante gran parte del año es probable que así sea y que con dejar secar todo al aire libre según paseas es suficiente, pero en nuestro caso hay que tener en cuenta, como ya contaba en otro capítulo, que hacía fresco, una temperatura de unos 17 grados y al salir empapados estábamos helados, por lo que sería una bendición poder cambiarnos en uno de los baños cercanos al inicio del circuito inferior.

Ya secos y recuperados del frío y como sólo eran las 12:15, decidiríamos hacer, antes de comer, el recién mencionado circuito inferior, un recorrido por pasarelas que te permite, por medio de diferentes miradores, situados en puntos estratégicos, observar las cataratas desde abajo, además de darte la posibilidad de aproximarte hasta el mismo borde de más de un salto sin peligro de caer al abismo.

Circuito Inferior de las Cataratas de Iguazú

Cataratas de Iguazú desde Circuito Inferior

Cataratas de Iguazú desde Circuito Inferior

Cataratas de Iguazú desde Circuito Inferior

En el paseo podríamos disfrutar de muchas caídas de agua con nombres como Álvar Núñez, Bossetti, Chico, Dos Hermanas, Adán y Eva, Mbiguá o San Martín, entre muchas más.

Cataratas de Iguazú desde Circuito Inferior

Cataratas de Iguazú desde Circuito Inferior

Cataratas de Iguazú desde Circuito Inferior

Es también desde este sendero desde donde se puede intentar llegar a la isla de San Martín, pero debido al caudal del río, casi siempre se encuentra cerrado el acceso a la misma al no poder arribar las embarcaciones a la playa que queda cubierta por las aguas.

Su longitud es de 1700 metros y es el paseo más sombreado. Y el tiempo que se puede emplear en realizarlo es, sencillamente, el que uno quiera porque el tiempo parece que no existe aquí porque uno no se cansa de admirar esta maravilla.

Cataratas de Iguazú desde Circuito Inferior

Salto Bossetti en el Circuito Inferior

Sería en uno de esos muchos momentos en que contemplaba embobado las diferentes caídas de agua, donde me pondría a pensar y a preguntarme a mí mismo la gran cantidad de peligros que debió afrontar Álvar Núñez Cabeza de Vaca cuando, en 1541, divisó estas cataratas por primera vez y, sin embargo, hoy son visitadas por más de dos millones de turistas al año.

Al terminar el recorrido y mirar el reloj, nos quedaríamos casi de piedra, pues resulta que ya eran las 14:30, así que no dudamos en meternos en una de las tiendas de comida y almorzar allí unas empanadas y unos refrescos, pues hoy no traíamos nada de fuera para evitar a los divertidos y a la vez temidos coatís. Su carácter oportunista les ha permitido adaptarse hasta llegar a quitarle la comida a los turistas y muchas veces no de forma amigable, por lo que hay que tener mucho cuidado con ellos, como ya comenté en el capítulo anterior.

Coatí al Inicio del Sendero Inferior de las Cataratas

Coatí al Inicio del Sendero Inferior de las Cataratas

La tarde la dedicaríamos a realizar el circuito superior de 1750 metros y que te brinda nuevas perspectivas de los chorros inacabables, esta vez desde el punto en el que rompen y se precipitan al vacío, en muchos casos y, mirando al horizonte,  se puede disfrutar de cascadas y más cascadas que se extienden sin interrupción desde tus pies hasta las altas columnas de vapor en la lejanía.

Pasarela del Circuito Superior

Cataratas de Iguazú desde Circuito Superior

Sin duda que es desde se obtiene las mejores perspectivas en conjunto del Parque, pudiendo divisarse desde sus balcones los saltos de Adán y Eva, Bossetti, Ramírez, Bernabé Méndez, Dos Hermanas, la isla de San Martín, el hotel Sheraton, la pasarela que te lleva a la Garganta del Diablo y el lado brasileño.

Cataratas de Iguazú desde Circuito Superior

Cataratas de Iguazú desde Circuito Superior

Cataratas de Iguazú desde Circuito Superior

Finalizaríamos nuestra estancia en este maravilloso lugar, embelesados con el caer del agua del salto San Martín y fascinados por la brutalidad del escenario y la atracción irracional que causan las aguas desbocadas.

Cataratas de Iguazú desde Circuito Superior

Cataratas de Iguazú desde Circuito Superior

Sólo tendríamos tiempo ya de volver a la tienda de recuerdos que habíamos visto por la mañana y comprar lo que teníamos decidido.

Como se ve no hay tiempo para aburrirse de todas las actividades que se pueden realizar y eso que el sendero Macuco también estaba cerrado al público por revisión y es que no hacía mucho unos turistas habían avistado a un puma y por precaución lo tenían cerrado. Si este lo hubiéramos podido hacer y la isla de San Martín se hubiera encontrado abierta es probable que no hubiéramos podido realizarlo todo de forma tranquila y relajada.

Para volver queríamos hacerlo paseando, pero aquí nos encontraríamos que ya estaban cerrados todos los senderos y que la única manera de llegar hasta la salida es por medio del tren que se toma en la estación cataratas, por lo que esperaríamos a que llegara el último de las 17:45, en el que volveríamos con algún que otro turista descolgado como nosotros y los empleados del Parque.

En una hora volvíamos a estar en Puerto Iguazú, donde tras dejar todos los bártulos en el apartamento, estaríamos un buen rato charlando con Nicolás para preparar el día de mañana.

Después y tras reposar un rato en el apartamento, saldríamos a cenar, optando esta noche por un restaurante llamado “La Rueda” donde tomaríamos, para variar, lomos altos a la pimienta y con salsa de champiñones más la bebida. (627 pesos los dos) Por cierto que se deshacían en la boca de lo jugosos que estaban.

Creo que no había mejor manera de dar por finalizada la intensa jornada que habíamos vivido.

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