BUDAPEST - DIA 04. Nuevas visitas en Budapest

27 de Junio de 2016.

Nos despertamos más tarde que de costumbre debido a que se nos pegaron las sábanas. Y es que aunque ayer seríamos responsables en la hora de la retirada, la cama no la pillaríamos hasta casi la una de la madrugada, por lo que unido al no parar de los dos días anteriores, parecía que había pasado algo de factura a nuestra forma física, ya que hoy no teníamos la misma vitalidad de siempre.

Elegiríamos comenzar la jornada con otra importante visita en Budapest, la de su Gran Sinagoga. Una muestra más del carácter cosmopolita y de los diversos trazos étnicos que tiene la ciudad. La huella judía sería importantísima en la región antes de la llegada de la segunda guerra mundial, con la que esta comunidad se vería terriblemente reducida como consecuencia de las atrocidades nazis.

El templo está considerado el mayor de Europa y el segundo más grande del mundo con permiso de la Sinagoga de Nueva York.

Sinagoga Judía

Como ya he comentado hoy empezábamos más tarde nuestra ruta, pero no tanto como para no estar cuarto de hora antes de la visita guiada en español al importante lugar. Esta era a las 10:30. Por lo que tras decidirnos entre las múltiples opciones de entradas, que te dan a elegir en las taquillas, por la más sencilla que incluía el Parque Ceremonial y el interior de la Gran Sinagoga (3700 florines cada una), nos detuvimos unos minutos a observar su bonita fachada con dos altas torres moriscas rayadas en blanco y rojo de 43 metros, terminadas en cúpulas bulbiformes.

Sinagoga Judía

La visita la comenzaríamos por el interior a la hora en punto, recibiéndonos un guía de lo más serio que nos dio a los hombres un kipá (el pequeño gorro que se lleva en la cabeza), para que nos lo pusiéramos. Después nos acompañaría hasta el centro del templo, donde nos invitaría a sentarnos en una de las bancadas y comenzaría la explicación. A nuestro alrededor y con una diferencia como de tres filas había infinidad de grupos con sus respectivos guías en por lo menos 7 idiomas más que pude contabilizar.

Sinagoga Judía

Sinagoga Judía

Entre la gran cantidad de datos interesantes que nos fue narrando destacar que a diferencia del resto de sinagogas del mundo, esta es la única que cuenta con un altar y dos púlpitos, además de una profusa decoración interior, semejándose por ello a una catedral cristiana, razón por la que ha sido objeto de importantes críticas por parte de la comunidad judía.

Sólo fueron necesarios cincos años para su construcción y aunque sufrió importantes daños durante la Segunda Guerra Mundial, se consiguió restaurarla y dejarla con el mismo esplendor de entonces.

Serían mucha más la información que nos aportaría, pero tampoco es plan de hacer aquí una tesis, por lo que aquella la dejo ya para que quien se anime a visitarla y así se sorprenda, allí mismo, de lo que cuentan.

Nos quedaba por conocer el Parque Ceremonial, donde nos conduciría el guía, haciendo una primera parada en un pequeño cementerio en el que se encuentran enterradas 2000 víctimas que sufrieron la barbarie nazi. Aunque esto va contra la religión judía, se quiso hacer una excepción ante el drama que supuso encontrar amontonados tal número de cadáveres al lado de la Sinagoga.

Cementerio Judío

Cementerio Judío

Nuestra visita terminaría en un patio contiguo al cementerio donde, para mí, está la obra más emotiva de todo el recinto. Hablo del Árbol de la Vida, un sauce que llora sus lágrimas de acero en memoria de los 600.000 judíos húngaros que murieron víctimas de la sinrazón. En cada una de sus hojas se encuentra grabado el nombre de un judío asesinado durante el Holocausto.

Arbol de la Vida. Sinagoga Judía

Arbol de la Vida. Sinagoga Judía

Cuando salimos del recinto, y antes de alejarnos de esta zona, todavía queríamos dar un breve paseo por las manzanas que conforman el barrio judío en el que, por otro lado, estábamos alojados pero sólo habíamos tenido oportunidad de verlo de noche. Es un barrio obrero y ya repuesto de la pesadilla de la última guerra. Lo poblaba una sólida comunidad desde finales del siglo XIX cuando los nazis lo amurallaron en 1944 y deportaron a sus habitantes.

Y ahora sí que abandonaríamos la siempre triste historia de la Segunda Guerra Mundial para dirigirnos a pasear por otra de las zonas más transitadas de Pest, el barrio Belváros, repleto de museos, cafés, tiendas, comercios y un sinfín de lugares interesantes para conocer.

Tenía interés en conocer los exteriores del Museo Nacional Húngaro, ya que sería en los escalones de este imponente palacio neoclásico, donde el poeta Petöfi declamó su canto revolucionario, lanzando así la rebelión de 1848.

Museo Nacional Húngaro

Aunque su interior alberga importantes colecciones de la época de los Habsburgo, era evidente que no daba tiempo a todo, por lo que seguiríamos nuestro camino hasta la plaza y la iglesia de la Universidad. En la plaza destaca una enorme escultura de un libro abierto y el edificio religioso es refugio para estudiantes con el agua al cuello, que rezan a la Virgen negra de su interior para que vele por el éxito en los exámenes.

Plaza de la Universidad o Egyetemi Ter

Iglesia de la Universidad

Muy cerca de aquí, también podríamos ver el Palacio Károlyi en el que residió el que fuera presidente de la Primera República magiar.

Y a sólo unos pasos nos encontrábamos con el ilustre Café Central, cita de los intelectuales de la Belle Époque y que en el año 2000 recuperaría su decoración de origen: techos de cinco metros de alto, arañas y mesas de mármol. Estaríamos debatiendo durante un rato si sentarnos a tomar algo pero, la verdad que los precios nos parecerían caros, por lo que lo dejaríamos para mejor ocasión.

Café Central

Hoy teníamos muy claro dónde íbamos a comer, así que aunque sólo eran las 13.00, como había hambre, nos dirigimos hacia el Mercado Central. Ya de por sí el exterior impresiona, pues se trata de un monumental pabellón de estilo Art Nouveau del siglo XIX. En su interior hay infinidad de puestos donde venden todo tipo de productos típicos del país tales como la barra de salami Pick, el vino húngaro de Tokaj o Eger y, por supuesto, el paprika o pimentón.

Mercado Central

Mercado Central

Tras dar una vuelta por su planta baja donde pudimos ver todo lo que acabo de contar, subiríamos a la segunda planta donde hay infinidad de puestos de recuerdos para turistas y con los precios más económicos de la ciudad. Aquí caerían los típicos recuerdos que siempre que puedo me llevo de los lugares que visito como el característico imán para la nevera y los vasitos de chupito grabados con alguna imagen tradicional del país. También había gran cantidad de manteles y tapetes, pues son muy típicos por aquí.

Y más allá de todos estos puestos, entrábamos en la zona gastronómica, donde en los primeros locales ya se nos hizo la boca agua. Fue complicado decidirnos porque había todo lo habido y por haber y además casero. Al final optaríamos por una inmensa salchicha con repollo, otro plato de goulash con arroz y una enorme bola rellena de queso y arroz, más la bebida. La cantidad que te ponen es tremenda y no pudimos terminarlo todo. (9500 florines).

Puesto del Mercado Central

Comiendo en el Mercado Central

Comiendo en el Mercado Central

Comiendo en el Mercado Central

El único pero es que el pasillo entre los puestos y las mesas con las banquetas para sentarte es súper estrecho y los sitios siempre están hasta arriba.

Para bajar la comida, la tarde la comenzaríamos paseando por la calle Vaci Utca, probablemente, la más famosa y comercial de Budapest. Es peatonal y está llena de tiendas y cafeterías donde tomar algo. Además hay edificios destacables tanto en ella como en sus aledaños, como los palacios Klotild, que llaman la atención por su simetría y estar en frente el uno del otro.

Váci Utca

Palacio Klotild

Llevábamos ya tiempo sin ver el Danubio y, la verdad, que lo echábamos de menos, así que no tardaríamos mucho en volver a su ribera donde, contiguas a esta, observaríamos las fachadas de dos iglesias: la Ortodoxa y la Parroquial de la Ciudad.

Iglesia Parroquial de la Ciudad

Iglesia Ortodoxa

Habíamos pasado toda la mañana por Pest, por lo que mejor que cambiar de aires, yéndonos a Buda y para ello cruzaríamos el Danubio por el Puente de Elizabeth o Erzsébet, construido en honor a su querida reina Sissi, emperatriz de Austria – Hungría. Está levantado en la parte más estrecha del río y es el que más tarde se reconstruyó, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Puente Erzsébet o de Elisabeth

Nada más atravesarlo, nos encontramos con las escaleras que dan acceso al monte Gellért, otro lugar que no puede faltar en una visita a Budapest. En el ascenso nos encontraríamos con el monumento a San Gerardo, patrón de la ciudad. Se eleva en el mismo lugar de su martirio. A la muerte de San Esteban, los paganos en rebelión precipitaron al obispo desde lo alto de la colina que adoptó su nombre. La vista de la ciudad unida a la cascada que acompaña la escultura hacen que sea un agradable lugar para relajarse un rato.

Estábamos teniendo mucha suerte con el tiempo, pero también es verdad que las altas temperaturas unidas a la humedad del río, hacían que en cuanto dábamos dos pasos acabáramos empapados, por lo que si era cuesta arriba más aún. Así que aunque nos costó llegar con la lengua fuera, tras otro paseo llegábamos hasta la cima del Monte Gellért, donde nos encontramos con la Ciudadela, construida por los Habsburgo con un fin intimidatorio, después del levantamiento de 1848.

Ciudadela.Monte Gellért

Intentaríamos pasar a ver el interior pero en la puerta de acceso siempre había una barrera y nadie por los alrededores que pudiera informarnos, por lo que desistimos y nos fuimos a disfrutar de las vistas desde algunos de los miradores que rodean esta.

Budapest desde el Monte Gellért

Budapest desde el Monte Gellért

Poco después y siguiendo el perímetro de las murallas que conforman la fortificación defensiva, llegaríamos hasta el famoso “Monumento a la Liberación” donde una mujer sostiene en lo alto una hoja de palma. Sería erigida para conmemorar la liberación de Budapest por el ejército ruso en 1945.

Estatua de la Libertad.Monte Gellért

Estatua de la Libertad.Monte Gellért

Estatua de la Libertad.Monte Gellért

Tanto esta como las esculturas que la flanquean impresionan, pero no más que las soberbias panorámicas que se obtienen desde este punto y desde varios miradores que se encuentran desperdigados por el flanco contrario al que habíamos subido.

Budapest desde el Monte Gellért

Efectivamente la bajada la llevaría a cabo por el lado opuesto al que habíamos utilizado para la ascensión y es que quería llegar hasta la iglesia de la Gruta, una copia del santuario de Lourdes, con capillas subterráneas y de donde surgen los santos nacionales. Pero cuál sería mi sorpresa que había una celebración y estaba cerrada al público durante las siguientes dos horas, así que es evidente que no iba a estar allí esperando tanto tiempo, por lo que prescindiría de ella.

Iglesia de la Gruta

Puente Szabadság o de la Libertad desde Iglesia de la Gruta

Sí, efectivamente, ya hablo en singular y es que desde hacía unos minutos, Raúl y Belén habían optado por volver al apartamento para poder ver el partido de la Eurocopa de España contra Italia. Yo, sin embargo, optaría por llevar a cabo una actividad de lo más relajante, pasarme las siguientes tres horas disfrutando de los baños Gellért, un espectacular complejo termal con baños inspirados en las termas romanas. Por cierto, que aquí se grabaría el anuncio Danone, así que a ver si se me pegaba algo.

Complejo Termal San Gerardo o Baños Gellért

La elegancia y las instalaciones tienen, para mi gusto, mayor calidad que las de los baños Schezeny. Aquí te encuentras con bóvedas turcas, stupas indias, mosaicos esmaltados y todo desde el mismo momento que pones un pie en el recibidor de las instalaciones.

Complejo Termal San Gerardo o Baños Gellért

La entrada me costaría 5500 florines, eligiendo en esta ocasión una cabina individual. El sistema es muy similar al que está montado en Schezeny. Te dan una pulsera electrónica que tienes que arrimar a las máquinas que están a la entrada de los vestuarios para que se te asigne la taquilla o cabina correspondiente, luego vas al número que te haya tocado y ya puedes abrirla y cerrarla las veces que te dé la gana durante todo el tiempo que hayas contratado.

El alquiler de la toalla supone 1000 florines más 2000 de señal que te devuelven cuando la entregas.

Y ya con el bañador puesto sólo quedaba empezar a disfrutar de las diferentes piscinas, tanto termales, interiores y exteriores, como de las normales.

No dudaría en empezar por la famosa del anuncio, donde nada más meterme, uno de los socorristas me empezó a hacer señas como un loco y señalándome la cabeza. El motivo era para indicarme que necesitaba gorro, por lo que tuve que volver a la cabina a por dinero y comprarme uno (700 florines). Después volvería a repetir la jugada anterior, sin que esta vez ya nadie me dijera nada. El agua estaba a unos 26 grados por lo que con el calor que hacía se estaba tan a gusto. Adosada a esta había otra donde la temperatura ascendía a unos 37 grados y que con el contraste de temperaturas, también se estaba de maravilla.

Complejo Termal San Gerardo o Baños Gellért

Complejo Termal San Gerardo o Baños Gellért

Tras pulular un rato más por estas, me marcharía al solárium exterior a reposar un rato y a disfrutar de la piscina de olas que entra en funcionamiento cada cierto tiempo. Allí estuve saltando durante unos veinte minutos, hasta que las aguas volvieron a su cauce normal.

Complejo Termal San Gerardo o Baños Gellért

Y así, repitiendo las mismas actividades que acabo de contar, estaría durante las tres horas que permanecería allí, apurando al máximo y saliendo a las 20.00 en punto que además era la hora de cierre.

Había quedado con Raúl y Belén a las 21.00 en la plaza Batthyány, justo, en frente del Parlamento, por lo que como tenía una hora, decidí ir dando un agradable paseo por la ribera del Danubio. Así podría disfrutar, desde el puente de la Libertad hasta pasado el de las Cadenas, del sosegado discurrir del río y de las bonitas vistas de Pest.

También me llamaría la atención la plaza YBL Miklós, presidida por la escultura del arquitecto que da nombre a este espacio. Su estatua reina entre dos creaciones suyas: los jardines en terraza del Palacio Real y el quiosco Várkert, un pabellón neorrenacentista que sirvió de estación de bombeo antes de albergar un restaurante de alto nivel. Este importante arquitecto sería el mismo que crearía la Ópera y otros prestigiosos monumentos de Budapest.

Jardines Colgantes del Palacio Real

Plaza Miklos - YBL

El objetivo de quedar en la mencionada plaza Batthyány era evidente, ver el Parlamento iluminado, por lo que como todavía quedaba para que se hiciera la oscuridad, decidimos aprovechar el tiempo y cenar en una creperie que se encontraba allí mismo. Su nombre era Nagyi Palacsintázója y es muy frecuentada por los propios húngaros. Nos pediríamos un par de crepes cada uno más varias limonadas y no pagamos más de 5000 florines.

Al terminar, ahora sí, era noche cerrada, por lo que antes de poner el broche final al intenso día, pudimos ver la iglesia de Santa Ana resplandeciente, nada más salir del restaurante. Y unos metros más allá el espectacular Parlamento brillando con fuerza en la noche, mientras proyectaba su luminosidad sobre las oscuras aguas del Danubio.

Iglesia de Santa Ana

Parlamento desde Batthyány Tér

Parlamento desde Batthyány Tér

Allí nos sentaríamos y dejaríamos que transcurriera el tiempo en nuestra última noche en Budapest, hasta que obligados por la hora, pues eran ya las 23.00, no tendríamos más remedio que tomar el metro de la línea 2 y tras dos paradas bajarnos en la estación Deak Ter, desde la que llegamos rápido a casa, dejamos listas las maletas y nos fuimos rápido a dormir.

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