CHILE - DIA 29. Isla Negra y Algarrobo

12 de Septiembre de 2014.

No tenía ni idea con lo que me sorprenderían el día de hoy, sólo sabía que dejaríamos el resto de puntos significativos de la Capital para mañana y hoy cogeríamos el coche para ir hasta un lugar que me dijeron me iba a encantar, por lo que sobre las 10.30 pondríamos rumbo hacia la costa, atravesando el valle de Casablanca repleto de vides, pues es una de las zonas vinícolas más importantes del país, y tomaríamos un desvío hacia una localidad llamada Algarrobo. Muy cerca de esta llegábamos a la que sería mi sorpresa: Isla Negra, donde se encuentra la casa de Pablo Neruda, la última que me faltaba por visitar y la preferida del poeta. Me haría mucha ilusión, pues pensaba que me quedaría sin conocerla por la distancia y los pocos días que ya me quedaban en Chile, pero gracias a mis anfitriones no sería así.

Casa Museo Isla Negra de Pablo Neruda

El lugar donde esta se asienta, en un cabo azotado por el viento, es un lugar idílico, evocador, rodeado por un entorno donde domina la presencia del mar y que nada más verlo me quedé prendado de él.

Casa Museo Isla Negra de Pablo Neruda

Neruda, al regresar de Europa a Chile, en 1937, buscaba un lugar para dedicarse a su Canto General, un gran libro sobre la historia y la naturaleza americanas. Sería aquí donde encontraría una pequeña cabaña de piedra, perteneciente a un marino español, que le entusiasmaría nada más verla. Tras una serie de ampliaciones y remodelaciones del edificio este quedaría listo en 1945. Aquí el poeta volvería a revivir las impresiones que tuvo cuando fue niño. Con las vistas que obtenía desde muchos de los espacios de la vivienda podía sentir las olas rompiendo contra las rocas, la serenidad que le daba la playa desierta, las puestas de sol en el horizonte. Todo ello le inspiraría para crear sus obras poéticas. 

También sería en este lugar donde viviría muchos de los mejores momentos con su amada Matilde Urrutia.

Océano Pacífico desde Casa Museo Isla Negra

Casa Museo Isla Negra de Pablo Neruda

La entrada a la casa cuesta 5000 pesos y te dan una audio guía en tu idioma y un plano, donde te van contando las características y detalles principales de cada habitación. En la visita pude ver las grandes colecciones del escritor: mascarones de proa, réplicas de veleros, barcos dentro de botellas, caracolas marinas, máscaras traídas de muchos de sus viajes por el mundo, etc. Hay también espacios que conmemoran su amistad con algunos poetas muertos, cuyos nombres hizo grabar en las vigas del bar.

Casa Museo Isla Negra de Pablo Neruda

Casa Museo Isla Negra de Pablo Neruda

Casa Museo Isla Negra de Pablo Neruda

Otro de los espacios más especiales de la casa es el llamado “La Covacha”, un lugar donde el poeta se recluía a escribir. Le puso techo de zinc, para escuchar el canto de la lluvia y evocar las sensaciones de la casa que habitó en su niñez, en el lluvioso sur de Chile.

Al día siguiente del golpe de Estado del 18 de Septiembre de 1973, Neruda, gravemente enfermo, fue llevado en ambulancia a la capital, donde muere cuatro días después.

Lo último que se visita es la tumba del Poeta y de su esposa Matilde Urrutia, enterrados frente al mar, tal y como Neruda había expresado en su poema “Disposiciones” de Canto General:

“Compañeros, enterradme en Isla Negra, frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras y de olas que mis ojos perdidos no volverán a ver…”

Océano Pacífico desde Casa Museo Isla Negra

Tumba de Pablo Neruda y Matilde Urrutia

Océano Pacífico desde Casa Museo Isla Negra

No hay que olvidarse una vez terminada la visita de bajar por un camino de tierra hasta la misma playa, pues desde aquí  se tiene una perspectiva general de toda la casa y se puede ver el busto del poeta sobre una roca, mirando al mar, lo que hace que sea una imagen de lo más bucólica.

Busto de Pablo Neruda mirando al Océano Pacífico

En llegar a Isla Negra desde Santiago se tarda alrededor de hora y media, por lo que entre que llegamos y visitamos la casa nos dio la hora de comer, por lo que como no queríamos complicarnos la vida y no vimos nada cerca de allí pues nos daríamos un homenaje almorzando en el restaurante de la misma casa con unas vistas espectaculares al mar.

Restaurante de la Casa Museo Isla Negra de Pablo Neruda

Tras una buena sobremesa, me volverían a sorprender llevándome hasta la bonita playa de Algarrobo, situada muy cerca de donde estábamos y en la que pasaríamos parte de la tarde paseando, en plan tranquilo y relajado.

Playa de Algarrobo

Playa de Algarrobo

Sobre las 17.30 emprenderíamos el camino de regreso,  para llegar a Santiago a las 19.00 y ya pasar lo que restaba de tarde en casa y una vez llegada la cena degustar empanadas de pino, rellenas de carne molida, cebolla, aceitunas y huevo.

La jornada me había encantado, pues había conocido nuevos lugares que ni se me pasaron por la cabeza poder abarcar en este viaje, por lo que gracias a mis anfitriones ya había olvidado completamente los malos momentos de hacía unos días, así que más no podía pedir.

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