EEUU - DIA 26. Seattle

25 de Julio de 2012.

Afrontábamos hoy nuestro último día en América y mi cabeza no podía dejar de pensar que en pocos días tocaría, de nuevo, volver al trabajo y a la vida rutinaria y normal de siempre, por lo que otra vez, al igual que ayer, un sentimiento encontrado de alegría y tristeza rondaba confundido en mi cabeza. Había salido todo de maravilla, el tiempo no podía haber sido mejor y la experiencia había sido inmejorable, por lo que rápidamente tomaría todas estas cosas positivas, me dejaría de sentimentalismos innecesarios y comenzaría con una sonrisa la última jornada del viaje, poniéndonos en pie, nada más y nada menos que a las diez de la mañana y es que bien lo merecíamos después de tantos madrugones.

Y así, después de un buen desayuno, caminando, pronto llegaríamos a la zona de altos rascacielos, con algunas construcciones peculiares como el Rainier Building, la Central Library o el edificio más alto de todo Seattle, el Columbia Center. Por aquí estaríamos entretenidos un rato, de un lado para otro, pasando por la Catedral de Saint James, bastante fea, por cierto, por lo que si no la hubiéramos perdido no hubiera pasado nada, y entre algún que otro rascacielos más llegaríamos a otro de los famosos, la Smith Tower.


Rainier Tower



Central Library

Columbia Center

Smith Tower

Muy cerca de aquí, nos dejaríamos caer por el barrio y la plaza que más merecen la pena: Pioneer Square, con un tótem gigante y un montón de pequeñas tiendecitas por sus alrededores.


Pioneer Square

Y casualidades de la vida, hoy me había puesto la camiseta que en su día me compré en Nueva York, de los Yankees de Beisbol y de hecho, durante la mañana ya se habían dirigido a mí en varias ocasiones por la calle en referencia a ella, pero si soy sincero entre que tampoco hice mucho caso y no me enteraba de lo que me decían pues como que pasé un poco. Pronto sabría el porqué de tantos comentarios y referencias hacia mí y mi camiseta. El motivo era que hoy jugaban el equipo de mi dichosa vestimenta, los New York Yankees, contra los Mariners de Seattle. ¡Manda huevos! ¡Qué casualidad! No había equipos en la liga profesional y tenía que coincidir justo hoy, además de que entre todas las camisetas que llevaba para el viaje, me tuviera que poner justo hoy esta misma. Ni adrede.

Como el estadio se encontraba a unas manzanas de donde nos encontrábamos decidimos irnos para allá para así poder ver el ambiente que había por fuera. La verdad que lo viven tanto como nosotros el fútbol o incluso más. Estuvimos a punto de sacar una entrada, pero al final desistimos y seguimos paseando por la ciudad, ya que estos partidos son eternos y creo que pueden durar hasta más de cuatro horas. Así que, como decía, nos mezclamos entre la masa que había por los alrededores y pronto me sentiría como un aficionado más de los visitantes. Había mucha deportividad y todo el mundo estaba mezclado con todo el mundo, por lo que disfruté en todo momento de un ambiente festivo y deportivo.


Safeco Field

Safeco Field

Cuando las inmediaciones del estadio comenzaban a quedarse desiertas, tomaríamos desde aquí el camino del paseo marítimo e iríamos viendo el ambiente que se respiraba en los distintos muelles por los que íbamos pasando. Al principio todo decadente y derruido, muchísimos vagabundos por la zona, más que en ningún lugar. A medida que nos íbamos acercando más al centro este ambiente desolador iba cambiando y se iba convirtiendo en bullicio, gente, restaurantes, barcos de paseo, etc. El contraste en tan sólo unos metros fue sorprendente.


Muelle de Elliott Bay

Gran Noria.Muelle de Elliott Bay

Habíamos llegado al centro neurálgico de la zona marítima, donde se concentran, el acuario, la noria, los muelles más famosos y significativos pegados al mar, por un lado y por otro y justo en frente el famosísimo  mercado de Pike Place, toda una institución en Seattle desde 1907 y el más antiguo de los que están activos sin interrupciones en Estados Unidos. Ocupa siete bloques y 16 edificios de varias plantas, con 600 vendedores que hablan docenas de idiomas diferentes. Así que nos metimos por los entresijos de este y entre una oleada de gente fuimos descubriendo los secretos y los recovecos de este famoso mercado.


Public Market

Empezamos  a subir escaleras de arriba a abajo, de izquierda a derecha, nos metimos por pasillos que te llevan a callejones sin salida, que conectan tiendas que nada tienen que ver las unas con las otras, cafés, joyerías, panaderías, floristerías y cualquier otra cosa que se te pueda ocurrir. De esta manera saldríamos a la parte superior donde nos encontramos, de casualidad otro gran bloque de tiendas de alimentación y entre estas una de las que más llaman la atención, convirtiéndose casi en una atracción turística. La famosa pescadería Pike Place Fish, donde los empleados montan un auténtico espectáculo mientras trabajan, ya que cantan, gritan y se pasan pescados enormes, lanzándoselos como si de pelotas de beisbol se trataran, a la voz de “Pez va”. Es curiosísimo y la verdad que me pareció muy original.


Pike Place Fish

Pike Place Fish

Después de tanto trasiego, pararíamos un rato a comernos unos perritos calientes, sentados al lado de una fuente, donde corría algo más de aire, ya que hacía un calor sofocante y una vez que habíamos recuperado fuerzas, empezaríamos la tarde entrando a conocer el acuario, uno de los que, según los expertos, más merece la pena de USA. (20 dólares la entrada).


Seattle Aquarium

Pudimos ver pulpos gigantes que cambiaban de color, nutrias de mar y de río, infinidad de peces rarísimos como el escorpión, el lobo, el globo, focas, anémonas verdes, etc. Estuvo bien y se nos pasó volando, ya que con la tontería saldríamos de allí a las 17.30.


Seattle Aquarium

Seattle Aquarium

Estábamos cansados de tanto ajetreo, por lo que como el hotel estaba cerca, fuimos a descansar un poco, antes de volver a la zona del Space Needle para sentarnos cerca de una fuente enorme, como si de un platillo volante se tratara, justo debajo de la gran torre.


Space Needle desde International Fountain

Aquí estaríamos viendo como se entretenían unos chavales mojándose con sus enormes chorros, para con esta imagen irnos a cenar a una pizzería de vuelta al hotel que se llamaba Zeeks Pizza (25 dólares por persona), donde brindaríamos con unas buenas cervezas por las fabulosas vacaciones vividas y que llegaban a su fin.

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