CANADA - DIA 02. Celebrando el Canada Day en Ottawa

1 de Julio de 2012.

Qué casualidad que el primer día que pasábamos en territorio canadiense iba a coincidir con la fiesta nacional del país, lo que nos iba a deparar múltiples sorpresas a lo largo de la jornada, teniendo en cuenta que, además, estábamos en la capital. Pero bueno, vayamos poco a poco y conforme se fueron desarrollando los acontecimientos.

De momento eran las siete de la mañana, cuando el despertador sonó para avisarnos de que había que comenzar el día. Dado que el desayuno no estaba incluido y no había nada abierto a esas horas cerca del hotel, decidimos que ya nos llenaríamos la tripa más tarde y nos encaminamos hacia el primer sitio que íbamos a visitar, la Rideau Hall o casa del Gobernador General. Canadá es una Monarquía Parlamentaria y este se encarga de la representación de la corona inglesa en territorio canadiense, cuyo máximo exponente es Isabel II, que a su vez es la Reina y Jefa del Estado del Canadá. No obstante, podemos decir que todo esto es más a título simbólico que otra cosa, ya que el verdadero poder político es llevado a cabo enteramente por el Primer Ministro, elegido por Sufragio General por todos los canadienses.

Rideau Hall



Rideau Hall

Comenzaríamos paseando por los jardines de este enorme edificio que ofrecen algunas curiosidades como un tótem, el primero que veíamos, lo cual me hizo bastante ilusión, o una escultura Inuksuk, que representa la imagen del hombre y antiguamente eran utilizadas como marcadores para orientarse por los primeros nativos de Canadá, los Inuit.

Totem.Jardines Rideau Hall

Pronto llegaríamos hasta la puerta de la residencia, pero cual sería nuestra sorpresa que no abrían, ahora en verano, hasta las 10.00, lo cual desbarataba un poco nuestros planes ya que esto nos suponía estar esperando allí cerca de una hora y media. Por lo que se reunió el consejo y decidimos prescindir de ello. Ya lo intentaríamos con la otra casa que tiene en Quebec. Así que nos hicimos las fotos de rigor por los exteriores y salimos del recinto, para encontrarnos nada más salir y, justo en frente, la casa del Primer Ministro, la cual es un auténtico fortín, no pudiéndose visitar ni tan siquiera los jardines. Tendríamos que conformarnos con ver un poco de la mansión, escondida entre la arboleda que la protege y las bien conservadas rejas que rodean toda la finca.

Continuaríamos andando por la ribera del río Ottawa, hasta llegar al puente Mac Donald, por donde cruzaríamos a la otra orilla donde se encuentra la ciudad de Gatineau (antigua Hull), perteneciente ya al estado de Quebec, como bien te anuncia un enorme cartel en la mitad del puente. Ya aquí se ve bien claro el espíritu independentista de los quebequenses. En este agradable paseo ya se disfrutan unas increíbles vistas del inmenso río Ottawa y de la ciudad.

Ottawa River desde Macdonald Cartier Bridge

Una vez atravesado el río, seguiríamos sin dejar la ribera de éste y de esta manera y bordeándolo en todo momento, nos encontraríamos con el Museo de la Civilización, desde donde hay una de las mejores perspectivas de los edificios del Parlamento. Tengo que reconocer que no me hubiera importado entrar, al ser uno de los mejores de Canadá, pero entre que no vi, por parte de mis amigos, mucha animación para ello y que a cada minuto que pasaba el ambiente de las calles iba creciendo y la multitud cada vez era mayor, pues como que preferimos quedarnos por los exteriores a ver lo que se estaba cociendo.

Museo de la Civilización

Parliament Buildings desde Gatineau

Además eran ya las 10.30 y todavía no habíamos desayunado y estábamos a punto de desmayarnos, por lo que nos dimos un descanso tomándonos en la cafetería del museo, unas magdalenas enormes con unos cartones de leche con chocolate bien fríos (10 dólares por persona). Luego tras recrearnos otro rato con las vistas de la vieja Ottawa, cruzaríamos por el puente Alexandra, pasando de nuevo al estado de Ontario y una vez en este situarnos en otro pequeño mirador a la derecha, nada más atravesar el río, para desde aquí ser testigos, junto a miles de canadienses enfervorizados de los actos que se iban sucediendo sin apenas descanso.

Alexandra Bridge

Varios aviones surcaban el cielo para ver como desde ellos los paracaidistas de élite se iban lanzando, mientras en la caída desplegaban con orgullo la bandera de su país. Pocos minutos después otra formación de aviones nos deleitaban con acrobacias aéreas, siempre destinadas a mostrar los colores blanco y rojo, de nuevo, de su bandera. Todo esto varias veces, mientras a su vez podíamos ver las increíbles vistas del puente, el río y Gatineau, en frente.

Parliament Buildings desde Alexandra Bridge

Paracaidistas en Canadá Day

Cuando terminaron estos actos, seguimos caminando entre el gentío y las miles de banderitas de colores, para al final, también hacernos con unas cuantas y como canadienses de adopción, ir agitando las mismas, orgullosos del país en el que nos encontrábamos. De esta forma y entre este abrumador ambiente festivo llegaríamos hasta una inmensa plaza donde se encontraba la Galería Nacional de Arte, la Araña de Bourgeois y la Catedral de Notre Dame, a la que entraríamos para recorrerla durante un rato. A parte de sus dos torres de estaño relucientes del exterior, en la entrada hay folletos que explican las muchas peculiaridades de la iglesia, entre ellas las elaboradas tallas de madera y el despampanante techo de color añil salpicado de estrellas resplandecientes.

Basílica de Notre Dame y Araña de Bourgeois

Cuando salimos, de repente, vemos como desde la lejanía, un pequeño ejército de la policía montada de Canadá, con sus trajes y caballos impecables, se iban acercando hasta tenerlos en frente de nosotros. Allí estuvieron parados más de media hora, por lo que todo el mundo cruzaba las calles y se acercaban hasta casi tocarlos, así que yo no iba a ser menos y para la mediana de la avenida en la que nos encontrábamos que me fui a hacerme las respectivas fotos con ellos, los cuales ni se inmutaban, no le dijeron ni mu a nadie y mira que la gente les acosaba.

Policía Montada en Canadá Day

Policía Montada en Canadá Day

Al rato y por sorpresa, este primer escuadrón avanzaría un poco, para dejar paso a otro que venía escoltando un precioso carruaje descapotable, en el que iban sentadas dos personas saludando constantemente a la multitud. Pronto me enteraría de quienes eran, pues la gente empezaba a avisarse entre ellos que estaban allí el Gobernador General y su esposa. Como no me había movido del lugar en el que me encontraba pude tenerles a un brazo de distancia, lo que me ilusionó bastante, aunque no había oído hablar de ellos en la vida, jajaja.

Gobernador General y esposa en Canadá Day

Cuando ya se disipó un poco la muchedumbre, continuamos hasta el exterior del Royal Canadian Mint, sede de la Casa de la Moneda y parecida a la Torre de Londres, pero mucho más pequeñita. Desde aquí subiríamos una escalinata, que nos haría entrar de lleno en la explanada del Major´s Hill Park, repleta de puestos con comida, bebida, juegos para niños y un escenario donde se encontraban cantando cantautores canadienses. Después de escucharles durante un rato, avanzamos un poco por el parque y un rugido ensordecedor proveniente del cielo, nos hizo levantar las cabezas. Eran cazas del ejército que sobrevolaban en formación la capital y haciendo piruetas. Así durante varias veces. Una auténtica pasada. Era tremendo, no habíamos llegado ni al mediodía y las sorpresas no dejaban de sucederse una tras otra.

Royal Canadian Mint

Concierto en Major's Hill Park

Parliament Hill desde Major's Hill Park

El Fairmont Chateau Laurier es un espectacular hotel con forma de castillo, que no tiene nada que envidiar a otros edificios históricos cercanos a él. Con él nos dimos de bruces nada más torcer en la siguiente esquina en la ruta que estábamos siguiendo. Este se encuentra en una inmensa plaza, en cuyo centro hay un monumento en honor a los caídos en las guerras en las que ha participado Canadá: el National War Memorial. Desde aquí pudimos ver una buena perspectiva de la marea roja por la que estábamos rodeados. Todos, sin apenas excepción, con sus camisetas rojas y blancas con sus hojas de arce, sus gorros y banderas, sus tatuajes de quita y pon, etc. Y lo más importante, todos con un sentimiento innato de emoción y orgullo por formar parte de esta gran nación, ¡qué envidia!

Fairmont Chateau Laurier

Muy cerca de la plaza, pudimos acercarnos a un pequeño mirador, desde donde se veía como el canal Rideau, creado en el siglo XIX con fines militares, desembocaba en el Río Ottawa. Conecta la localidad de Kingston con la capital a través de 47 esclusas y 202 kilómetros. Antes se utilizó para transportar mercancías y hoy es una importante ruta histórica y turística donde se puede navegar en barca, mientras vas viendo parques, pequeños pueblos y lagos.

Canal Rideau

Un pequeño descanso aquí, sería suficiente para adentrarnos en unos segundos en la avenida Wellington, donde nos encontramos con todos los imponentes edificios históricos: el Parlamento con su imponente torre y su gran extensión, ocupando tres manzanas enteras, la Corte Suprema, los Archivos Nacionales, la iglesia de San Andrés, etc.

Sería en la explanada que se encuentra delante del edificio principal del Parlamento, donde tenían montado otro escenario en el que había una gran cantidad de actores representando los inicios de la historia de Canadá, a la vez que la música tradicional india sonaba con ímpetu por todo el recinto. Ante este llamativo espectáculo no tuvimos más remedio que volvernos a parar para saborear tanta tradición en directo.

Parliament Hill

Bloque Este de Parliament Hill

Así sin darnos cuenta, habíamos llegado a las dos de la tarde y empezábamos a tener bastante hambre, por lo que en un puesto callejero de esta avenida en la que nos encontrábamos, nos pediríamos unos perritos calientes con Poutine, es decir, patatas fritas con queso fundido y salsa de carne, la especialidad canadiense. Acompañado con Bebida. (10,50 dólares por persona). Nos lo zampamos rápidamente en la escalinata de una plaza que teníamos allí mismo y con la misma rapidez que nos lo comimos, nos iríamos a buscar inmediatamente un irlandés, el cual encontramos a tan sólo dos manzanas, todo ello con el objetivo de poder ver la final de la Eurocopa entre España e Italia, la cual no podíamos perdernos.

El bar estaba a rebosar, no cabía un alma, por lo que como pudimos nos situamos lo mejor posible y nos metimos en el partido con unos mini de cerveza en la mano. Después de los primeros nervios, gritos, histeria, el milagro empezaba a hacerse realidad y la locura se apoderaba del lugar. Los goles le empezaban a caer a Italia, uno tras otro hasta llegar a cuatro, y el local se convertía en una auténtica fiesta de cantos dedicados a la selección española por parte de los pocos españoles que allí nos encontrábamos y el resto de canadienses encantados con nuestra victoria, al haber vencido a los verdugos de la selección inglesa unos días antes. El sueño se hacía realidad y conseguíamos ganar dos Eurocopas y un mundial de forma consecutiva, algo que nadie antes había logrado.

Final Eurocopa España-Italia

Seguiríamos cantando durante un buen rato el “viva España” y ya algo más calmados y con la emoción todavía a flor de piel, comenzamos a chapurrear un rato nuestro inglés con un canadiense, que al final nos animaría a acompañarle a la embajada de España, pues tenía conocidos allí y sabía que en este tipo de acontecimientos se montaba alguna que otra fiestecilla. Pero en esta ocasión, nuestro gozo en un pozo, ya que sólo encontraríamos cinco empleados que se marchaban, justo cuando nosotros llegábamos, por lo que al final no pudo ser. Nos despediríamos de nuestro simpático amigo y seguiríamos nuestra jornada turística encaminándonos a la ribera del canal Rideau, para pasear por este hasta su desembocadura.

Government Conference Centre y Canal Rideau

Acabado el paseo, eran ya las 20.00, hora en la que nos habíamos enterado que comenzaba un concierto en la explanada del parlamento y que, por supuesto, no queríamos perdernos, ya que era gratuito y encima tocaba Simple Plan, entre otros artistas que yo al menos ya no conocía. Estuvimos disfrutando de su actuación y del ambientazo que había y cuando estos acabaron, nos marchamos a picar unas hamburguesas al irlandés en el que habíamos visto el partido de la selección, The Earl of Sussex (28 dólares por persona).

Concierto Simple Plan en Canadá Day

El pedazo día que llevábamos para comenzar las vacaciones estaba llegando a su fin, pero todavía quedaba presenciar el gran momento final: los apoteósicos fuegos artificiales con los que Ottawa ponía fin al Canada Day. Casi veinte minutos, sin descanso, de fuegos artificiales iluminando el cielo, creando infinidad de luces, colores y formas, para rendir homenaje a esta nación de la que se sienten tan orgullosos de formar parte.

Fuegos Artificiales en Canadá Day

No podíamos pedir más, había sido la guinda perfecta para dar por finalizado el día, con lo que cansados pero pletóricos nos dirigimos al hotel a descansar.

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