DIA 02. OPORTO. Barrios de Baixa y Ribeira

1 de Abril de 2010.

Oporto, la segunda población más importante de Portugal después de Lisboa, es una ciudad de contrastes que seduce tanto por su autenticidad como por los aires de modernidad que se respiran en ella. Sus habitantes se muestran orgullosos de su patrimonio histórico, medieval o barroco y es que mires donde mires encuentras siempre una plaza, una iglesia o una calle que te sorprenderá. Si además te adentras por sus oscuras callejuelas, escalas sus abruptas colinas, te encaramas sobre sus puentes y murallas para contemplar unas vistas que cortan el aliento y saboreas su exquisita gastronomía, podría suceder que acabaras enamorado de la ciudad y quisieras quedarte a vivir en ella.

El centro de Oporto es, muy merecidamente, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1996. Es una urbe deslumbrante en muchos sentidos, aunque aquí tendrás que desentumecer las piernas, pues la ciudad se extiende por las colinas de la ribera del Duero. Para ser más claro, hay muchas cuestas, pero bien merece la pena el esfuerzo, ¿Nos acompañas a descubrirla?

Nuestros primeros pasos nos llevarían hasta la iglesia de la Trinidad en la calle del mismo nombre. Debido a la falta de fondos y a algunas discrepancias sobre la colocación del cimborrio, no se concluiría finalmente hasta 1892. En su interior destaca un panel de grandes dimensiones situado en la capilla mayor, así como el altar mayor con un trabajo espléndido y minucioso en talla dorada.

Iglesia de la Trinidad

Muy cerca se encuentra el famoso y popular mercado de Bolhao, que consigue resistir al paso del tiempo con su aspecto decadente y lleno de autenticidad. Aunque no se tenga intención de comprar nada merece la pena darse una vuelta por su interior y disfrutar del colorido de sus puestos (fruta, verdura, flores y plantas, pescado, souvenirs, animales). El bullicio y su propio desorden le confieren claramente un carácter especial. No me extrañaría que sin tardar mucho sufriese una importante rehabilitación pues su parte superior se encuentra apuntalada al estar bastante deteriorada, así que antes de que ello suceda y lo mismo pierda su esencia, puede ser una interesante opción venir a conocerlo.

Mercado do Bolhao

Mercado do Bolhao

A continuación, nos toparíamos con la Capilla de Santa Catarina, también conocida como Capilla de las Almas, teniendo como principal característica su revestimiento exterior de azulejo. Posee más de 15000 de ellos y representan pasajes de la vida de San Francisco de Asís y Santa Catalina de Alejandría.

Capilla de Santa Catarina o de las Almas

Ya estábamos en la Rua Santa Catarina, que recibe su nombre de la capilla que acabábamos de visitar. Mayoritariamente peatonal y comercial, se trata de una calle llena de vida y de turistas a lo largo de todo el año. Se pueden encontrar desde tiendas de ropa, de recuerdos, de calzado y vendedores ambulantes, hasta un centro comercial. También se pueden contemplar diversas e imponente fachadas con características modernistas, como es el caso del famoso y elegante Café Majestic, que tantas veces ha reunido a las más diversas personalidades de la ciudad y donde no podríamos evitar hacer una parada. Y es que es pura historia dado que las tertulias políticas y el intercambio de ideas y opiniones entre escritores, intelectuales y artistas eran frecuentes y han continuado siéndolo para las siguientes generaciones.

Rua  Santa Catarina

Después de un buen refresco entre magníficas lámparas, elegantes espejos y sentados en un sofá de cuero, continuaríamos, pasando por delante del también importante teatro Coliseo, hasta la iglesia de San Ildefonso, la cual fue construida sobre un templo medieval. Las paredes exteriores también está cubiertas de azulejos, característica de los templos de la ciudad, retratando escenas de la vida de San Ildefonso. En su interior merece la pena el retablo barroco y rococó.

Iglesia de San Ildefonso

Iglesia de San Ildefonso

Continuando con construcciones religiosas, la próxima sería la iglesia de los Congregados, situada en la plaza Almeida Garret. La parte frontal es de estilo barroco y, como no podía ser de otra manera, está revestida por azulejos que en este caso representan la vida de San Antonio.

Iglesia de los Congregados

Era el momento de cambiar de aires y que mejor que apareciendo ante la increíble avenida dos Aliados y la plaza da Liberdade. Recorrer esta avenida, que rinde homenaje a los países Aliados de la Primera Guerra Mundial, es sentir el pálpito de la ciudad, con sus bellas fachadas, sus amplios paseos, el edificio del Ayuntamiento, las estatuas de las diferentes épocas y esencialmente, las personas que dan vida a esta avenida, donde celebran los grandes acontecimientos de la ciudad. Es un lugar para disfrutarlo caminando, pausadamente y observando cómo los edificios de granito presentan diferentes características que dan la sensación de viajar en el tiempo.

Plaza de la Libertad y Avda de los Aliados

Ayuntamiento

A lo largo de los años, esta avenida ha sido remodelada muchas veces y han resurgido tiendas, cafés, terrazas y quioscos donde poder encontrar periódicos y revistas de varias nacionalidades.

El eje de la misma está empedrado con adoquines de granito y en el extremo sur se encuentra la estatua de La Juventud. Al fondo, en la plaza da Liberdade, se puede ver la estatua ecuestre de Pedro IV, que para los portuenses es símbolo de libertad, patriotismo y fuerza de voluntad.

Estatua de Pedro IV y Avda de los Aliados

No tendríamos que andar demasiado para darnos de bruces con otro de los estandartes de la ciudad de Oporto. Me refiero al conjunto arquitectónico de la torre e iglesia de los Clérigos, máximo exponente del barroco. En la iglesia, cabe destacar su inusual forma elíptica, la suntuosa imagen del arcángel San Miguel a la entrada y el retablo de la Capilla Mayor, en mármol de diferentes colores. La torre, con seis pisos y 75 metros de altura, nos ofrecería una vista absolutamente fenomenal sobre la ciudad y el río Duero, además de encontrar información sobre los monumentos que se consiguen avistar desde sus diferentes ángulos. Eso sí para ello no queda otra que hacer el sacrificio de subir sus 225 escalones.

Iglesia de los Clérigos

Torre de los Clérigos

Oporto desde Torre de los Clérigos

Por cierto, como curiosidad, referirme a que en el siglo XIX, un mecanismo llamado Meridiana disparaba desde lo alto de la torre un mortero para avisar de que era mediodía. Se puede ver en el nivel cuatro de la estructura.

Casi al abrigo de la anterior hallaríamos el jardín da Cordoaria o de la Cordonería, el primero público de la ciudad, con diversas esculturas diseminadas por el recinto.

Y sin mucho tardar, nos plantábamos delante de la famosa librería Lello e Irmao, clasificada como monumento de interés público y admirada diariamente por millares de visitantes, que no pierden la oportunidad de entrar en este magnífico ejemplo de arquitectura ecléctica portuguesa. No seríamos nosotros menos y la verdad que es espectacular con su imponente escalinata, el amplio vitral de la claraboya, los techos de estuco imitando madera y todo el trabajo de masonería.

Librería Lello e Irmao

Librería Lello e Irmao

Si a todo ello le sumas que ha servido de fuente de inspiración  para la escritora J.K.Rowling, cliente de la librería mientras vivió en Oporto y cuya descripción realiza en el libro Harry Potter y la piedra filosofal, pues no se puede pedir más.

Oporto nos estaba encantando y es que no tiene desperdicio con tal cantidad ingente de monumentos, iglesias y edificios interesantes. Es por ello que continuaríamos dirigiéndonos hacia una de las plazas más hermosas y que más nos sorprendieron en nuestra visita llamada Gomes Teixeira, más conocida como plaza de Los Leones, debido a la fuente central decorada con leones alados, valga la redundancia.

Plaza de Gomes Teixeira

En el enorme espacio también destacan las iglesias del Carmen y los Carmelitas, adosadas la una a la otra, formando un admirable y valioso conjunto arquitectónico. En la segunda de ellas no hay que perderse, bajo ningún concepto, su interior, pues es uno de los más bellos de la ciudad debido a la opulencia del barroco en talla dorada que se puede contemplar. En la primera salta a la vista su fachada lateral revestida con un magnífico panel de azulejo de color azul del año 1912.

Iglesias del Carmen y los Carmelitas

Iglesia del Carmen

Iglesia de los Carmelitas

En los alrededores conviene fijarse también en el Hospital de San Antonio, la facultad de Ciencias o el centro portugués de Fotografía, todos ellos con elegantes fachadas.

Pero hay un rincón especial, que nuevamente nos sorprendería y ese sería el mirador da Vitoria, el cual pasa casi desapercibido, teniendo, sin embargo, desde él la ciudad a tus pies, con una panorámica espectacular del río Duero, la catedral, el palacio episcopal y todo su entorno que va desde del puente Don Luis hasta los márgenes de Vila Nova de Gaia.

Oporto desde Mirador da Vitoria

Eran ya casi las 14:00 y empezábamos a tener bastante hambre por lo que había llegado el deseado momento del almuerzo y más en esta ocasión y es que me moría de ganas por probar una de las especialidades gastronómicas más famosas de Oporto, conocida como Francesinha.

Esta consiste en una especie de bocadillo con longaniza, salchicha fresca, fiambre, carnes frías y filete de vaca o lomo asado, cubierto con queso, posteriormente derretido. Se hace acompañar de una salsa hecha a base de tomate, cerveza y guindilla. Cómo se ve toda una bomba calórica pero bien merece la pena y más después de estar todo el día andando.

Dice la leyenda que la aparición de este plato se remonta al tiempo de las invasiones francesas, época en la que los soldados comían bocadillos de pan con todas las variedades de carnes y mucho queso.

La verdad es que disfrutaríamos un montón y contra todo pronóstico lo último que nos apetecía era ponernos a caminar en esos momentos, así que dado que estábamos ya cerca de la ribera del Duero, que mejor que comenzar la tarde haciendo la sobremesa en la cubierta de uno de los barcos que navegan por el evocador río y más haciendo un tiempo excepcional como era el caso.

Barcos Rabelos en el Duero

Durante algo más de una hora de navegación tendríamos oportunidad de llegar hasta su desembocadura en el océano Atlántico, divisando una de las zonas más antiguas y bellas de la ciudad de Oporto, pasando por debajo de sus puentes más famosos y observando las casas típicas y coloreadas que saludan desde las alturas al río Duero, con sus ropas tendidas en los balcones, creando así una perspectiva difícilmente superable. Se me olvidaba comentar que el paseo lo daríamos en un barco rabelo, que antes cargaban toneladas de vino y ahora transportan a turistas como nosotros, por lo que la experiencia es más auténtica si cabe.

Oporto desde el Río Duero

Puentes sobre el Río Duero

Oporto desde el Río Duero

Desembocadura del Río Duero

Y terminada la relajante y agradable experiencia, tendríamos que pasar del más absoluto relax a las agobiantes prisas. Todo para conseguir llegar a tiempo a la visita guiada del Palacio de la Bolsa, cuya fachada ya sorprende con cerca de sesenta metros de longitud en estilo dórico. Cuando entramos en el edificio, entenderíamos que este respira historia en cada una de sus salas.

Palacio de la Bolsa

Para darnos la bienvenida tendríamos el Patio de las Naciones, un patio central adornado con el escudo nacional y con pinturas de las armas de los países con los cuales Portugal mantenía relaciones comerciales y de amistad.

Durante la visita tendríamos oportunidad de ver además la magnífica Escalinata Noble, así  como la sala del Tribunal, la Sala del Presidente, la Sala de las Asambleas Generales y alguna que otra habitación. Finalmente, nos quedaríamos boquiabiertos al llegar al Salón Árabe, destacando no sólo por la combinación de colores, sino por los estucos con subtítulos en oro y por los caracteres arabescos que cubren casi todo el techo y las paredes, repitiendo numerosas veces la frase “Gloria a Alá” con estrellas rojas. Este increíble salón, de arte morisco e inspirado en la Alhambra de Granada, funciona como sala de recepción de la ciudad, celebrándose fiestas dedicadas a visitantes ilustres, homenajes e innumerables eventos solemnes nacionales e internacionales.

La plaza en la que se encuentra situado el Palacio destaca por la descomunal escultura dedicada a Enrique el Navegante, consiguiendo una perfecta armonía con él.

Monumento a Enrique el Navegante

Aunque empezábamos a estar cansados, todavía tendríamos fuerzas, dado que estaba pegada al anterior, para visitar la iglesia de San Francisco, donde lo que más nos sorprendería sería la luz que recibe la nave central a través del rosetón y que consigue extenderse hasta el magnífico altar mayor. Toda ella nos transporta hasta el tiempo en que los reyes y reinas escogieron este templo para acontecimientos religiosos, ya que nos lleva a creer que es toda de oro. Es monumento nacional y es la única iglesia de arquitectura gótica de la ciudad. No hay que olvidar tampoco bajar a las catacumbas, pues en ella están sepultados personajes famosos, además de constituir un ejemplar único en Portugal.

Iglesia de San Francisco

Por proximidad, tampoco obviaríamos el dedicar unos minutos a la iglesia de San Nicolás y a la Casa del Infante. La primera nos permitiría evadirnos del barullo de la ciudad y entregarnos a la reflexión y a la serenidad gracias a los cánticos gregorianos y a sus altares en talla dorada. La segunda conocer un importante lugar histórico pues se cree que en ella nació el infante Don Henrique El Navegante. Su función primitiva era la de cobrar el respectivo impuesto sobre todas las mercancías que llegaban a la ciudad.

Iglesia de San Nicolás

Y ahora sí que decidiríamos plantarnos y después de un agradable paseo por la ribera del Duero, contemplando el increíble puente Don Luis, los barcos rabelos y las diferentes vistas de Vila Nova de Gaia en el margen contrario del río, nos sentaríamos, lo que restaba de tarde, en una terraza para saborear unas buenas cervezas frías, sorprendiéndonos con las diferentes tonalidades que iban adquiriendo las aguas según el sol iba desapareciendo entre los vetustos edificios.

Puente Don Luis I

Vila Nova de Gaia desde Paseo de la Ribera de Oporto

Para cenar hoy no nos complicaríamos y recurriríamos a una apuesta segura como el Mc Donald´s, que después de la desagradable experiencia de ayer por la noche, haría que las hamburguesas nos supieran a gloria.

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