EGIPTO - DIA 11. El Cairo: museo egipcio y bazar de Jan el - Jalili

19 de Noviembre de 2008.
Sólo me quedaban dos días antes de decir adiós a este pequeño trozo de África con el que había comenzado mi bautismo en este nuevo continente, por lo que tenía claro que quería aprovecharlos al máximo. A Tony también le pasaría lo mismo, pero sin embargo tampoco madrugaríamos mucho, pues nuestra primera parada hoy sería en el museo de antigüedades egipcio, siendo su horario de 09:00 a 19:00, por lo que no tenía sentido madrugar más de lo necesario. Además el Museo estaba a no más de diez minutos andando desde el hotel, por lo que la situación no podía ser mejor.
Museo Egipcio
En estos primeros momentos de la mañana casi no había nadie por los alrededores  del museo, por lo que es recomendable venir a estas horas para así evitar la increíble aglomeración de turistas que se pueden dar en otros momentos de la jornada.
Una vez que compramos nuestras entradas accederíamos al jardín del museo donde ya se siente el poder y la magia de la antigua civilización. Ante nosotros teníamos un gran edificio rosa de dos plantas de altura, en cuyo interior se puede ver la mayor colección de objetos egipcios del mundo: 150.000 piezas, con otras 30.000 en depósito.
Museo Egipcio
Una vez dentro dos de los guardias que estaban vigilando se acercarían a mí para decirme, antes de que desenfundara la cámara que llevaba en la mano, que si hacía alguna foto me borrarían la tarjeta entera o incluso me la confiscarían, independientemente de que pudiera haber en ella otras fotografías, por lo que no se me ocurriría, tras semejante amenaza, hacer ninguna tontería, pues no era plan de quedarme sin la mitad de las fotos que llevaba del viaje.
Museo Egipcio
Lo siguiente que vendría sería el encontrarnos un inmenso espacio donde sarcófagos, joyas, colosos, mosaicos y todo tipo de tesoros de miles de años de antigüedad se amontonan, sin orden ni concierto, en este maravilloso cajón desastre.
Si se pudiesen observar durante un minuto cada uno de los enseres faraónicos aquí expuestos llevaría nueve meses verlos todos, por lo que es más que evidente que uno ha de detenerse en aquello que más le llame la atención y llevarse una visión general de todo lo aquí expuesto.
A lo largo de las instalaciones del museo sus objetos nos contarían la historia de 5000 años de civilización antigua, desde los tiempos predinásticos hasta la época de los constructores de pirámides, el Reino Medio, la edad de oro del imperio egipcio, Akhenaton, Tutankamon, Ramsés II, la esplendorosa Baja Época de Tanis y los fabulosos retratos del periodo grecorromano.
Museo Egipcio
Si hubiese que destacar o elegir algunas piezas, obras o esculturas creo que entre las imprescindibles estarían: la paleta de Narmer, las tres tríadas de Menkaure, la estatua de Khafre, la estatua de un escriba, la doble estatua de Amenemhet III, la gran estatua de Amenhotep II protegida por la diosa – vaca Hathor, el busto de Montuemhat, la estatua de la diosa Taweret, etc.
Pero tal vez lo más espectacular de todo corresponda a los 5000 objetos de oro de Tutankamon y a la colección de momias del inmenso museo, dos tesoros incomparables que atrapan para siempre, con su magia y misterio, el alma y la imaginación de quienes lo visitamos.
La sensación que uno tiene cuando accede a la sala donde se exhiben los tesoros de Tutankamon no debe estar muy alejada de la que tendría Howard Carter cuando el 17 de febrero de 1923 demolió la puerta de ladrillo de la cámara funeraria del faraón en el Valle de los Reyes y comprobó que esta se encontraba casi intacta y en el mismo estado que cuando se habilitó para enterrar al gran líder.
Bajo unas medidas de seguridad extremas podríamos ver el sarcófago donde fue enterrado Tutankamon, su célebre máscara funeraria con incrustaciones de varias piedras preciosas, recipientes para ungüentos de oro y plata, un cuerno, varios abanicos de madera dorada, dagas, puñales, etc.
Todo se encuentra en perfecto estado e impresiona sobremanera.
Por otro lado, la sala de las momias hace, por momentos, que te entren escalofríos cuando te encuentras delante de los cuerpos momificados y en perfecto estado de algunos importantes faraones tales como Amenhotep I, Thutmosis II, Thutmosis IV, Seti I, etc.
Pero tal vez la que más ilusión hace ver, después de haber conocido tantos aspectos de su vida y su reinado y muchas de sus construcciones, es la de Ramsés II. La momia del más glorioso faraón de la historia egipcia tenía aspecto delgado y altanero, nariz aguileña y mentón desafiante. Vestía un sencillo manto de lino y sus brazos se cruzaban sobre su pecho. La verdad que aún como momia infundía bastante respeto y más al pensar que fue el más poderoso soberano de las treinta dinastías que se sucedieron en el país a lo largo de casi tres milenios.
En este punto habían transcurrido unas cuatro horas desde que accedimos al museo, por lo que el cansancio y la saturación empezaban a hacer acto de presencia, así que decidimos cambiar completamente de aires marchándonos al famoso Jan El – Jalili, considerado el mercadillo más grande de África.
Ruidoso, maravilloso, caótico y revuelto con los aromas de especias, incienso y cuero, Jan El – Jalili es uno de los bazares más grandes del mundo, una ciudad dentro de otra ciudad desorganizada y engañosa por la que te puedes perder sin rumbo durante horas. Así que eso haríamos visitando no sólo su zona más turística sino otras donde los extranjeros brillan por su ausencia.
Bazar Jan el - Jalili
Todo el mundo aquí busca tu tiempo, tu dinero, tu atención y siempre con una sonrisa como acompañante. Aunque no se compre absolutamente nada, simplemente por ver el ambiente, por adentrarte por las callejuelas traseras, donde los habitantes de El Cairo todavía compran sus ajuares y pipas de agua, por meterte por recovecos que parecen no tener salida, por todo ello ya merece la pena la visita.
Bazar Jan el - Jalili

Bazar Jan el - Jalili
Pero como no podía ser de otra manera también pusimos en práctica nuestras dotes de regateo, aprendidas a lo largo del viaje, llevándonos varios cojines típicos y alguna que otra curiosidad. Y, por supuesto, que no dejamos de admirar los cientos de objetos que se ofrecen tales como alfombras, telas, perfumes, cosméticos y joyas en un entorno casi medieval.
Bazar Jan el - Jalili
Tanto nos gustaría este lugar que se nos haría casi de noche aquí y es que el tiempo pasa volando cuando tienes la sensación de encontrarte en uno de los cuentos tradicionales de Las mil y una noches.
Bazar Jan el - Jalili
Cerraríamos el día con dos mezquitas: la de Al – Azhar, famosa por ser, además de centro religioso, la universidad más antigua del mundo (aunque le disputa el título la de Fez, en Marruecos), convirtiéndose en el lugar de aprendizaje más famoso del orbe musulmán.
Mezquita de Al - Azhar

Mezquita de Al - Azhar
Y justo en frente podríamos ver la admirada mezquita de Sayidna al – Husein. El nieto del profeta, Husein, fue asesinado en 680 y, según la leyenda, su cabeza cortada fue llevada a El Cairo en 1153, y allí fue enterrada para salvaguardarla de los cruzados cristianos. La mezquita fue construida en ese mismo lugar y millones de peregrinos la visitan cada año.
Mezquita Sayidna al -Husein
Para volver al hotel esta vez decidiríamos coger un taxi pues ya estábamos bastante cansados. Nos tocaría un auténtico conductor de rallies que en algún momento nos haría temer por nuestra integridad física, pero afortunadamente llegaríamos sanos y salvos al hotel, donde cenaríamos en un centro comercial cercano unas buenas hamburguesas, pues no todo iba a ser  probar comida árabe tradicional.

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