CABO OGOÑO

24 de Febrero de 2007. 

Aunque he tenido la suerte de conocer buena parte de las poblaciones más importantes de la costa vasca, no puedo decir lo mismo ni de su interior ni de la multitud de rutas de senderismo de las que puede presumir el territorio de esta Comunidad Autónoma.

Cualquiera de las tres provincias vascas tiene el privilegio de poseer una naturaleza desbordante y un sinfín de senderos que permiten afrontar rutas de todo tipo de nivel y dificultad.

Sólo en dos ocasiones he realizado alguno de los mencionados senderos, uno sería el Desfiladero del Río Purón en Álava y el otro la ruta que nos ocupa en este diario, el cabo Ogoño, del que desgraciadamente apenas tengo fotografías decentes para acompañar estas líneas y es que por aquél entonces tampoco captaba muchas imágenes.

La cumbre del Ogoño se eleva 300 metros sobre el mar. Desde ella se obtienen unas magníficas vistas sobre Elantxobe, los encinares que bordean la ría de Mundaka, las ermitas de San Miguel y San Pedro y la ría de Mundaka con la isla de Ízaro. A los pies la hermosa playa de Laga abierta al Cantábrico. Ante ese panorama no quería desaprovechar el fin de semana que iba a pasar por estos lares con mis amigos Sergio y Cristina, para realizar la senda que nos iba a llevar ante semejante visión.

Vistas desde Cabo Ogoño

En una ladera orientada al sur de Ibarrangelu, se alza en el barrio de Elexalde la iglesia de San Andrés, única por su extraordinaria bóveda interior en madera. Junto a la edificación religiosa se encuentra el panel señalizador del PR – BI 165. En coincidencia con el GR 123, indica 3,2 km a Ogoño. Cuesta arriba, ascenderíamos por la calle principal hasta una rotonda en la que una carretera se desvía a mano derecha hacia Lekeitio y Ea. Nosotros, por el contrario, seguimos de frente en dirección a Elantxobe y entramos en el barrio de Ibinaga a la altura de una estatua en homenaje al médico Luis San Salvador Beaskoetxea y la parada del autobús.

Apenas unos metros después, tomamos a mano izquierda una desviación asfaltada, señalizada como CR Ogoño Mendi y Ogoñoko Lurmuturra, que gana altura para atravesar los caserías de Ibinaga e iniciar un agradable paseo sin desnivel por una estrecha carretera.

No tardamos mucho en divisar al frente la tupida cima del Atxurkulu, cubierta por el encinar cantábrico, y sobre ella distinguimos un alargado mástil. Vemos también el blanco cementerio de Elantxobe, a cuyas inmediaciones llegamos tras superar el caserío Biderdi. Hay un parking disuasorio y a la derecha el camino desciende a Elantxobe. A la izquierda, una desviación se pierde hacia Lastarria, Laga y Akorda.

Al frente, evitamos la carretera de la izquierda que sube paralela a la tapia del cementerio hacia Larrasille, y optamos por ascender derechos haciendo caso a la señal que indica “Ogoño a 1,5 km” hacia la cercana Casa Rural Ogoño Mendi. La vista sobre el mar se agranda a medida que ganamos altura.

De frente, abandonamos el asfalto por un amplio sendero que se interna en el bosque hasta una nueva bifurcación. Aunque se pueden usar ambas opciones – de hecho regresamos por la de enfrente -, escogemos la de la derecha para avanzar por ella hasta el punto donde ambas convergen de nuevo. Un cartel nos indica que nos restan 500 metros para el final de la ruta y que acabamos de superar un imperceptible calero que buscaremos al regresar.

Flanqueados por eucaliptos, y mientras las vistas sobre la costa y la isla de Izaro se entreabren a la izquierda accederíamos al punto en el que nace a mano derecha el rápido ascenso, 600 metros ida y vuelta, al promontorio de Ogoño (305 metros sobre el nivel del mar), magnífico cabo natural que se precipita de forma vertical entre los arenales de Laga y el pueblo de Elantxobe.

No sería poco tiempo el que nos entretuvimos con las panorámicas de Mundaka, Bermeo, Izaro, etc. e incluso nos preguntamos cómo sería la sensación de poder divisar ballenas desde esta atalaya natural, como se hacía antiguamente.

Isla de Izaro desde Cabo Ogoño

El regreso lo realizaríamos por el mismo camino, salvo que ahora tomaríamos, en mitad de la bajada, la bifurcación contraria a la de la subida, hasta retornar hasta nuestro punto de partida, la iglesia de San Andrés en Ibarrangelu.


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