DIA 06. CADIZ. Vejer - Zahara de los Atunes - Barbate - Los Caños de Meca

18 de Enero de 2007.

Ayer habíamos llegado a Vejer de la Frontera, donde saldríamos a cenar y nos animaríamos a tomar algo en uno de los pocos bares que estaban abiertos y es que no olvidemos que era un jueves del mes de enero. El caso que nos acostaríamos tarde y hoy no madrugaríamos demasiado, decidiendo empezar el día conociendo el propio Vejer, un pueblo blanco de tradición árabe, encaramado sobre un cerro y coronado por una iglesia donde antes se erguía una mezquita.

Vejer de la Frontera

Anteriormente se llamó Véjer de la Miel por la gran cantidad de colmenas que guardaba. Muy cerca, junto a la laguna de La Janda, acaeció en el 711 la batalla de Guadalete, en la que los visigodos perdieron el dominio de España, que pasó a manos de los árabes. Vejer fue reconquistado por Fernando III El Santo en 1250.

La población está declarada monumento histórico artístico, y se caracteriza por sus calles en cuesta que, así y todo, invitan a dar un paseo a pie, deteniéndose en alguna que otra casa, con las puertas entreabiertas, y echando un vistazo a los preciosos patios interiores.

De las plazas de Vejer es la de España la que se lleva el protagonismo, con su fuente de cerámica y rodeada de palmeras.

Plaza de España. Vejer de la Frontera

Entre sus iglesias destacan la del Divino Salvador, adscrita al gótico tardío, aunque otras estancias interiores muestran elementos renacentistas y barrocos. Interesantes también pueden ser la iglesia de la Concepción con un interesante altar mayor y las iglesias de La Merced, del Rosario y de Santa Lucía.

Iglesia del Divino Salvador. Vejer de la Frontera

El extenso recinto fortificado conserva, por su parte, en buen estado, varias torres y tres puertas, que reciben el nombre de la Segur, Sancho IV y de la Villa. Nuestro recorrido por las calles viejas de Vejer nos permitiría contemplarlas así como los lienzos de muralla integrados de modo natural entre el caserío encalado.

Calle de Vejer de la Frontera

Tramo de Muralla. Vejer de la Frontera

Tampoco podríamos omitir su castillo, desdibujado por el apretado caserío que lo rodea. Sería puesto de vigilancia entre la tierra y el mar, erigido por los árabes y reconstruido en el siglo XV por los cristianos. La maraña de calles con casas blancas que lo rodean tienen clara evocación árabe.

Con la anterior visita dejábamos Vejer de la Frontera y nos poníamos rumbo hacia Zahara de los Atunes, situada a unos veinte kilómetros.

Esta localidad marinera que recibe su nombre del atún rojo, una de las muchas especies que existen en sus aguas, es famosa por sus playas de arena fina que en verano acogen a multitud de visitantes. Ahora todo estaba desierto y lo aprovecharíamos para dar un tranquilo y relajado paseo por su playa del Carmen, la más próxima a su núcleo urbano. Mientras andábamos no podríamos evitar fijarnos en los restos de un barco que parece ser se ha convertido en la seña de identidad de la localidad. Investigando sabríamos que son los restos del llamado “Gladiator” que yendo cargado de azúcar, encallaría allá por 1893 cuando viajaba de Gibraltar hasta Liverpool.

Playa del Carmen. Zahara de los Atunes

Ya en el centro del pueblo solo nos detendríamos a observar lo que queda de una antigua fortaleza que protegía las costas de los ataques piratas conocida como Palacio Real de la Almadraba, así como una iglesia que se encuentra en sus aledaños.

Palacio Real de la Almadraba. Zahara de los Atunes

Sin tiempo que perder volveríamos al vehículo y tras once kilómetros llegaríamos a Barbate, una localidad marinera que ha hecho de la pesca del atún y del arte de la almadraba una de sus principales razones de ser.

Casas modestas, de aire marinero y colonial, tapizan la trama urbana de esta villa marinera. De su puerto pesquero parte un espigado paseo marítimo que deja a un lado los viejos barrios donde se asientan iglesias barrocas y plazas como la del Ayuntamiento, decorado con palmerales.

Ayuntamiento de Barbate

Pero no duraríamos mucho en su casco urbano porque nuestra intención era realizar una ruta de senderismo en las cercanías de esta población que nos llevaría a los impresionantes acantilados de Barbate.

Para ello sólo tendríamos que tomar la carretera A-2233 que conecta Barbate con Caños de Meca y en una pequeña explanada, en la que se podía ver un panel informativo con la ruta correspondiente, ahí aparcaríamos.

El sendero tiene unos catorce kilómetros de ida y vuelta, ascendiendo progresivamente hasta llegar a la torre del Tajo, utilizada como vigía ante las incursiones piratas en el pasado, para luego descender, no suponiendo casi ningún esfuerzo.

Torre del Tajo. Ruta de los Acantilados de Barbate

Las panorámicas que se consiguen en algunos puntos de la ruta del puerto pesquero de Barbate y la playa de Yerbabuena, ya merecen por sí solas el paseo, pero si a ello se le suma el plato fuerte de los acantilados, pues no se puede pedir más.

Puerto de Barbate y Playa de la Yerbabuena desde Ruta de los Acantilados de Barbate

Y es que, efectivamente, cuando uno llega hasta dichos acantilados que en algunos puntos alcanzan los cien metros de altura, el impacto es brutal. Aunque en algunas zonas hay vallas con protección, en otras no hay nada entre el borde y el vacío, por lo que conviene tener cuidado y no acercarse demasiado y más si se va con niños.

Acantilados de Barbate

Acantilados de Barbate

Acantilados de Barbate

Tras disfrutar de los barrancos y enormes farallones de piedra caliza, así como de las incomparables vistas del océano Atlántico, continuaríamos nuestro camino rodeados por el bosque de pinares, hasta que por fin nos encontraríamos con la última de las perspectivas deseadas, que no era otra la del pequeño pueblo de Caños de Meca y el faro de Trafalgar en la lejanía.

Era el momento de volver sobre nuestros pasos hasta el punto de inicio de la ruta, donde cogeríamos, de nuevo, el coche y nos dirigiríamos con él hacia los puntos que hacía un rato habíamos visto en la lejanía, pues no queríamos dejar pasar la oportunidad de tener cerca un lugar histórico tan importante y otro tan famoso.

Respecto a los Caños de Meca, su playa es una de las mejores del litoral andaluz, de fina arena y aguas cristalinas, recibe su nombre de unos torrentes que caen por varios puntos de su acantilado, pero de los que no conviene beber ni ducharse, ya que a menudo se producen filtraciones de aguas insalubres.

Y qué decir del mítico cabo de Trafalgar, frente al cual españoles y franceses hallaron la derrota frente a la escuadra inglesa liderada por el almirante Nelson en 1805. Aquel revés bélico marcó, sin duda, un antes y un después en la historia de España. Hoy alejado de cualquier amenaza, este lugar es un marco natural de gran belleza, señalado con un altivo faro de gran popularidad, cuya luz continúa guiando a los barcos que surcan las aguas durante la noche.

Cabo y Faro de Trafalgar

Faro de Trafalgar

Este sería el lugar elegido para decir adiós, con una maravillosa puesta de sol, a las costas de la provincia de Cádiz que nos habían acompañado durante una increíble semana, pues aunque el viaje continuaba ya sería por el interior de la provincia y no volveríamos a ver el mar.

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