14 de Julio de 2018.
A las 07:15 estaba entrando en la cocina del hostel para
pegarme un buen desayuno y coger suficiente fuerzas para afrontar el largo e
intenso día que tenía por delante. Lo primero que pensé nada más acceder a la
sala es si había alguna cámara oculta y habían montado un escenario delante de
las cristaleras que hacían de paredes, y es que ante mí se mostraba un cielo
radiante y completamente despejado. Recordemos que me encontraba en Dublín y
esto era casi como un milagro y más por segundo día consecutivo.
Cuando vi que no había ni trampa ni cartón, al siguiente
lugar al que se dirigiría mi mirada sería a la barra americana repleta de
fruta, cereales, tostadas, mermeladas, leche y zumos. Para mi alegría había
mantequilla de cacahuete, por lo que no pude evitar darme el capricho de
hacerme varias tostadas con esta y mermelada de frambuesa. Una delicia que
descubrí en mi primera estancia en la ciudad y que no disfruto tanto como me
gustaría debido a la bomba calórica que supone.
Después de caminar unos quince minutos la primera parada del
día la haría en frente del Banco de Irlanda, inmenso y sin ventanas, lo que era
el Parlamento se convirtió en banco en 1803, tras la anexión del país a
Inglaterra. Mi intención era ver los horarios para poder hacer alguna de las
visitas guiadas que se organizan en diferentes momentos del día, pero mi gozo
en un pozo al comprobar que sólo se puede visitar de lunes a viernes. Me
perdería así los cielorrasos decorados de flores doradas de la Cámara de los
Lores y sus gigantescos tapices del siglo XVIII. Tal vez la próxima vez.
 |
Banco de Irlanda |
Aprovechando que era temprano y que seguramente no habría
nadie por los alrededores, me desplazaría a menos de cinco minutos de donde
estaba, exactamente al cruce de las calles Suffolk Street con Andrew Street,
para poder admirar y fotografiarme con la popular estatua de Molly Malone, la
supuesta heroína de la canción “In Dublin´s Fair City”. Sin embargo el
personaje más famoso de la época georgiana (una pescadera que vendía mejillones
en los muelles de Dublín), es probable que nunca existiera y se trate de, tan
sólo, de una leyenda pues no coincide la fecha de su muerte con el año en que
se escribió la canción, lo que hace que no se pueda afirmar a ciencia cierta
que se tratase de la misma persona. Esto no impidió que la Dublin Corporation
erigiera la estatua, un poco descarada, de Molly y su famosa carreta para la
celebración del milenio en 1988. Coloquialmente se la conoce como << The
Tartwith the Cart>> (la guarrilla de la carretilla), por lo que podemos
imaginar que además de vender pescado también se dedicaba a otras actividades.
 |
Escultura de Molly Malone |
El motivo real de estar tan temprano por esta zona era que a
las 08:30 había reservado la visita para conocer dos de las joyas de la
universidad Trinity College, por lo que hacia allí me dirigí cuando se iba
acercando la hora.
Esta prestigiosa institución sería fundada en 1592 por la
reina Isabel I y es la universidad más antigua de Irlanda. Entre sus célebres
exalumnos se encuentran los escritores Jonathan Swift, Oliver Goldsmith y Oscar
Wilde, el filósofo George Berkeley y el orador Edmund Burke, que tan importante
papel han desempeñado en la cultura dublinesa desde hace varios siglos.
 |
Trinity College |
 |
Trinity College |
Pero tratando de no irme por las ramas, decía que había
reservado por la página https://www.tcd.ie/visitors/book-of-kells/tickets-information/
, una entrada (11 euros) para visitar sus dos principales atractivos: el
mundialmente conocido libro de Kells y la galería Long Room de la biblioteca. El
primero es un auténtico tesoro, un soberbio
evangeliario ilustrado que data del año 800. Esta magnífica obra maestra
del arte celta cristiano fue realizada probablemente por los monjes en la isla
escocesa de Iona, aunque la completaron en el monasterio de Kells, donde la
guardaron tras los saqueos vikingos. El manuscrito lleva en Trinity College
desde 1661, componiéndose de cuatro volúmenes; dos de ellos están expuestos
permanentemente y cada día se abren por una página diferente. La Long Room de
la vieja biblioteca, por su parte, tiene una longitud de 64 metros, haciendo
honor a su nombre. Los estudiantes ya no la usan como sala de lectura, puesto
que se ha convertido en una especie de museo. Las estanterías, con más de
200.000 volúmenes, están adornadas con una famosa colección de bustos de
mármol, entre los que destaca el retrato que se realizó de Jonathan Swift, el
autor de “Los Viajes de Gulliver”. Ostenta además el privilegio de poder
archivar un ejemplar de todas las obras publicadas en las Islas Británicas
desde 1801. En una de las vitrinas de la gran sala también pude apreciar la
increíble arpa medieval, hecha de roble y sauce con cuerdas de bronce, que
probablemente perteneciera al rey irlandés Brian Boru y que es símbolo del
escudo de Irlanda, de sus monedas y, por supuesto, de la cerveza Guinness.
 |
Long Room. Old Library. Trinity College |
 |
Long Room. Old Library. Trinity College |
En la biblioteca se pueden realizar fotografías sin flash y
al libro no está permitido.
A la salida y ya con más tiempo no perdería la oportunidad
de pasear por el gran espacio de Parliament Square con su típica imagen con la
torre del campanario de treinta metros de altura en el centro de la misma y
flanqueada por otros edificios
importantes como el Aula Magna, la capilla o el comedor.
Por cierto que, según la leyenda, todo aquel que pasa por debajo del campanario cuando están sonando las campanas suspenderá el próximo examen, por lo que debe ser gracioso ver como muchos tratarán de evitarlo llegado el momento.
Otra curiosidad es la que se refiere a la escultura de George Salmon, ubicada justo al lado del campanario. Este antiguo rector tenía muy claro que no permitiría que ninguna mujer estudiase en estas instalaciones mientras el estuviera vivo, lo que conseguiría contra todo pronóstico. Es por ello que es normal ver como muchas féminas se burlan de la escultura y se hacen fotos de lo más variopintas delante de la misma.
 |
Trinity College |
 |
Campanario. Trinity College |
Como el día era espectacular me perdería también por otras
plazas como Fellow´s Square y New
Square, encontrándome entre ambas el curioso monumento “Esfera dentro de una
esfera”.
Para concluir también daría una vuelta por sus inmensas
explanadas donde los estudiantes practican durante el curso todo tipo de
deportes y que ahora en vacaciones estaban totalmente desiertas.
Y del saber y conocimiento del Trinity College pasaría al
que fue sede del poder británico durante más de siete siglos: el Castillo de
Dublín. Aunque se puede visitar de forma autoguiada (7 euros), es cierto que de
esta manera no se puede acceder a algunas zonas, por lo que optaría por la
visita guiada (10 euros) que si te permite descubrirlas. El único pero que es
en inglés y que si no dominas bien el idioma, tengo que decir que creo que no
merece la pena al final, pues lo que te quedas sin ver tampoco es para tanto,
es decir la torre de la Pólvora y la Capilla Real.
 |
Capilla. Castillo de Dublín |
 |
Torre de la Pólvora.Castillo de Dublín |
Mientras perteneció a los ingleses nunca sería capturado, a
pesar de que sufrió varios ataques en su historia, siendo varios dirigentes
británicos los que residieron en él, como Ricardo II, Jacobo II Y Oliver
Cromwell. Los historiadores coinciden en que el castillo está situado en el
lugar donde estuvo el primer asentamiento vikingo del río Liffey y,
probablemente, sobre el palacio de madera
de los reyes de Dublín.
 |
Castillo de Dublín |
 |
Castillo de Dublín |
 |
Castillo de Dublín |
Es importante saber que la única parte de la fortaleza
original que queda en la superficie es
la parte baja de la torre del Registro, así como algunos restos de la Cripta.
Durante los siglos XVIII y XIX, sería reconstruido para darle la
apariencia que tiene actualmente, con la
nueva puerta de entrada, la torre Bedford en el gran jardín y el conjunto de
edificios que albergan los Apartamentos de Estado, de gran riqueza decorativa.
Destacando entre estos últimos habitaciones como el salón de San Patricio, la
sala Gótica, el salón del Trono o el salón Principal. Por cierto que en sus
instalaciones tienen lugar importantes actos oficiales, como la toma de
posesión, cada siete años, del Presidente de Irlanda.
 |
Castillo de Dublín |
 |
Salón del Trono. Castillo de Dublín |
 |
Salón de San Patricio. Castillo de Dublín |
La visita duraría una hora, terminada la cual me encaminaría
a los jardines de Dubh Linn, que fueron construidos sobre la laguna negra que
da nombre a la ciudad. Desde ello se consigue una preciosa perspectiva de las
instalaciones del Castillo, además de ser un lugar donde relajarte y descansar
un poco, como así haría. En ellos está también la entrada a la biblioteca
Chester Beatty con una colección de manuscritos de valor incalculable, así como
copias del Corán y pergaminos de China y Japón, pero con el día tan bueno que
hacía opté mejor por disfrutar del solecito.
 |
Castillo de Dublín |
 |
Castillo de Dublín |
Después del merecido descanso, optaría por acercarme hasta
el Ayuntamiento o City Hall (entrada gratuita), con su soberbia fachada de
templo griego, donde en su interior me sorprendería con la increíble cúpula
pintada de frescos y en el centro un precioso rosetón. En el pasado fue sede de
la Lonja Real y en su vestíbulo, sostenido por doce columnas, es donde los
mercaderes paseaban y discutían de negocios.
 |
City Hall o Ayuntamiento |
 |
City Hall o Ayuntamiento |
 |
City Hall o Ayuntamiento |
Lo bueno de Dublín es que la mayoría de sus monumentos
importantes están muy cerca los unos de los otros, por lo que puedes ir
caminando a todos ellos, utilizando muy poco tiempo y sin apenas esfuerzo. Es
por ello que en apenas diez minutos estaba ya entrando en la catedral de Christ
Church (7 euros), la más antigua de las dos catedrales medievales de la ciudad,
construida sobre el año 1030 por el rey nórdico Sitric. En su interior cabe
destacar los increíbles capiteles y su nave, varias figuras yacentes como la
efigie de piedra del barón normando Strongbow, de quien dicen fue el culpable
del comienzo de la invasión inglesa en la isla de Irlanda, o una cripta
abovedada del siglo XII, donde se exponen estatuas y sepulcros de importancia
histórica, así como un ratón y un gato momificados, persiguiéndose, y es que
ambos debieron quedar atrapados dentro del órgano en el que se metieron, siendo
esta su tumba definitiva.
 |
Christ Church Cathedral |
 |
Christ Church Cathedral |
 |
Christ Church Cathedral |
 |
Christ Church Cathedral |
Concluida la visita, me acercaría un momento hasta la
cercana Saint Werburgh´s Church, pero estaba cerrada a cal y canto y su
exterior no me diría nada, así que me marcharía por donde había venido con
dirección hacia el edificio de la época victoriana Synod Hall, al lado de la
catedral de Christ Church y conectado con esta a través de un arco peatonal. En
su interior se halla la exposición Dublinia, motivo de desplazarme hasta aquí.
 |
Dublinia |
Existe una entrada combinada para la visita tanto de este
lugar como de la catedral de Christ Church, pero no me daría cuenta de ello hasta
llegar a estas taquillas. Como no perdía nada le enseñaría el ticket de la
catedral a la señora que trabajaba aquí y le comenté, como pude, que si no
podía acoplarme de alguna manera el precio de ambas, a lo que muy amablemente y
guiñándome un ojo, me preguntaría que si era estudiante, a lo que, por
supuesto, contestaría afirmativamente, por lo que la entrada se me quedaría en
8,5 euros. Esta es sólo una muestra de la simpatía de los irlandeses.
Dublinia es una fantástica exposición que me sorprendería muy
gratamente. En ella se explora el pasado vikingo y medieval de Dublín a través
de la reconstrucción de casas y calles, objetos y maniquís de cera ataviados
con las ropas de entonces, videos y curiosidades donde te cuentan mil anécdotas
de esta interesante época histórica. Lo mejor es que todo se puede tocar,
siendo realmente divertido, siendo por tanto, una excelente opción para ir con
niños.
 |
Dublinia |
 |
Dublinia |
 |
Dublinia |
La visita se desarrolla a lo largo de tres plantas,
concluyendo la misma con la subida a la torre de Saint Michael, vestigio de una
iglesia del siglo XII, desde donde se consiguen unas excelentes panorámicas de
la capital irlandesa.
 |
Christ Church desde Saint Michael´s Tower.Dublinia |
 |
Christ Church desde Saint Michael´s Tower.Dublinia |
Recién bajado de las alturas y ya en el exterior, pasaría en
unos instantes por delante de la que se conoce como Tailor´s Hall, la única
casa gremial que aún está en pie en Dublín. Primero ocupada por los sastres,
después en 1792, la sala ennegrecida del subsuelo pasó a ser la sede de los
unionistas irlandeses. Estaba cerrada, así que pasaría de largo hasta la
iglesia de Saint Audoen, aunque si hablo con propiedad tendría que decir que
son dos, una católica y otra protestante. En cualquier caso está considera como
la más antigua de Dublín con restos medievales que datan de los siglos XII al
XV. Su entrada es gratuita y te facilitan información en varios idiomas para
saber qué son algunas de las piezas que se exponen.
 |
Tailor´s Hall |
 |
Saint Audoen´s Church |
 |
Saint Audoen´s Church |
 |
Saint Audoen´s Church |
Eran ya las 15:00 y estaba agotado, pero haría un último
esfuerzo para desplazarme hasta las cercanías de Saint Patrick, donde
encontraría una pequeña sandwichería que me serviría para saciar el apetito y
recuperar fuerzas.
Ya repuesto me dispongo a conocer otro de los lugares
emblemáticos de la ciudad, ni más ni menos que la catedral de San Patricio (7
euros), la segunda catedral medieval de Dublín y la más grande de Irlanda. Fue
fundada en 1191 sobre una antigua iglesia celta y un pozo sagrado, que estaba
situado en una isla sobre el río Poddle. Debido a la humedad del lugar, la
catedral se construyó sin cripta y ha sufrido varias inundaciones a lo largo de
su historia. En 1850 era tal el estado de abandono que casi quedó en ruinas.
Afortunadamente, entre 1860 y 1865, hubo una importante reconstrucción
financiada por Sir Benjamin Lee Guinness, miembro de la familia de maestros
cerveceros. Aunque esta reforma probablemente evitó que la catedral se
derrumbase por completo, se perdió gran parte de la estructura medieval de
piedra.
 |
Saint Patrick´s Cathedral |
 |
Saint Patrick´s Cathedral |
No hay que perderse los bustos y tumbas que rinden homenaje
a los grandes hombres de la nación tales como Swift o Boyle, entre otros. Ni
tampoco la “Puerta de la Reconciliación”, expuesta en el presbiterio norte, que
conmemora el incidente ocurrido en 1492: la pelea entre dos familias rivales,
los Butler y los Fitzgerald. Debido a que algunos miembros de la primera
familia, temían ser asesinados, se encerraron en la “Sala del capítulo”. Como
gesto de paz, Sir Gerald Fitzgerald abrió un agujero en la puerta y metió el
brazo para darle la mano a su enemigo, solucionando así el problema. De ahí
viene la expresión irlandesa “jugarse el brazo”.
 |
Saint Patrick´s Cathedral |
 |
Saint Patrick´s Cathedral |
 |
Esculturas. Saint Patrick´s Cathedral |
 |
Tumba de Boyle.Saint Patrick´s Cathedral |
Justo en uno de los laterales de la catedral se extiende una
gran explanada que en esos momentos estaba repleta de gente descansando, por lo
que no dudaría en imitarles y pasarme allí casi una hora, menos mal que llevaba
crema porque si no me hubiera achicharrado, verlo para creerlo. Aunque hubiera
continuado allí por tiempo indefinido, tendría que volver a ponerme en pie para
llegar a tiempo a la siguiente visita que tenía reservada: la fábrica de
Guinness.
 |
Guinness Storehouse |
 |
Guinness Storehouse |
Tardaría como media hora en llegar paseando a un paso
normal, por lo que como se ve no hay ni que coger transporte público si te
gusta andar.
La entrada la sacaría por su página web: www.guinness-storehouse.com/es/tickets,
costándome 18,50 euros. Si la compras allí te sale por 25 euros así que bien
merece la pena hacerlo por aquella vía. Puedes elegir la hora que mejor te
venga, eligiendo en mi caso la visita de las 18:00. De todas maneras yo llegué
veinte minutos antes y pude entrar sin problema, me imagino también que fue
porque apenas había gente ya, al ser uno de los últimos pases. Aunque hay
visitas guiadas en inglés, si no entiendes bien el idioma es perder el tiempo,
por lo que yo optaría por la audioguía que está incluida en el precio de la
entrada.
Guinness ocupa un lugar único en la historia de Dublín, de
Irlanda y de la cerveza. En 1759, Arthur Guinness firmó un contrato de alquiler
de la pequeña fábrica de Rainsford, situada al sur del río Liffey, por nueve
mil años, así que aún quedan años de arrendamiento. (Se puede ver una copia de
este en el suelo antes de comenzar el recorrido). Comenzó produciendo cervezas
ale, y en los años setenta del siglo XVIII fabricó una cerveza negra seca que
se hizo famosa por su color (obtenido al añadir cebada horneada), espuma
cremosa y sabor característicos. Triunfó tanto que Guinness dejó de producir
ale.
 |
Copia del Contrato. Guinness Storehouse |
Durante un tiempo la fábrica sería la más grande del mundo,
contando con su propia vía férrea y una flota de barcazas que trasladaban
remesas al puerto de Dublín para distribuirlas por todo el mundo. En los años
treinta del siglo XX llegó a tener 5000 empleados, convirtiéndose en la empresa
con más personal en nómina de la ciudad.
La Guinness Storehouse, inaugurada en 2000 en el corazón de
la gigantesca fábrica, cuenta la historia de la compañía y de cómo se fabrica
la deliciosa bebida a través de sus siete plantas. Desde los ingredientes que
son necesarios, pudiendo olerlos, tocarlos y sentirlos a través de diferentes
exposiciones interactivas; hasta videos donde se puede ver cómo se elaboraba
esta en el pasado; pasando por una
galería especial dedicada al artista y creador de muchos de los anuncios más
famosos de los años treinta y cuarenta del siglo XX. (“My Goodness, My Guinness”, entre otros).
 |
Guinness Storehouse |
 |
Guinness Storehouse |
 |
Guinness Storehouse |
La visita concluye en la séptima planta, en el famoso
Gravity Bar, situado en lo más alto de la fábrica y con paredes de cristal, lo
que permite gozar de unas vistas privilegiadas de Dublín. Todo ello mientras
degustas una pinta, canjeable con tú entrada,
y comprendes, mientras la saboreas, porque la describen como “la mejor
pinta que jamás probarás”.
 |
Dublín desde Gravity Bar. Guinness Storehouse |
 |
Dublín desde Gravity Bar. Guinness Storehouse |
 |
Dublín desde Gravity Bar. Guinness Storehouse |
Sobre las 20:15, casi ya cerca de la hora de cierre,
decidiría marcharme hacia el último lugar con el que cerraría la jornada.
Efectivamente, lo habéis adivinado, no podía ser más que un Pub y no iba a ser
cualquiera, sino el más antiguo de Dublín, llamado The Brazen Head, el cual
ostenta orgulloso la fecha de 1198, así que uno puede imaginar la cantidad de
cervezas que se habrán servido desde entonces.
 |
The Brazen Head |
 |
The Brazen Head |
En sus paredes cuelgan un sinfín de fotos de personajes
ilustres que han pasado por allí, tales como Van Morrison, Tom Jones o Adam
Sandler entre los que pude reconocer. La música tampoco falta y el ambiente es
ideal, teniendo la suerte de encontrar una mesa en uno de sus salones. Tomaría
varios tipos de cerveza, pero el hambre también haría acto de presencia y no
podría evitar pedirme una ensalada césar que tengo que reconocer que estaba
deliciosa y es que el pollo era a la
brasa.
 |
The Brazen Head |
 |
Pinta en The Brazen Head |
Y justo cuando estaba a punto de marcharme, ya había pedido
la cuenta y todo, un chico me preguntaría si me importaría compartir la mitad
de mi mesa, a lo que no puse problema. Pocos minutos después llegaría también
una chica que se uniría a nosotros. Se llamaban Alejandro y Ángela, de California
y Chile respectivamente. Tras un rato de conversación, pues él hablaba también
castellano a la perfección, descubriría que ellos también eran viajeros
empedernidos, lo que nos haría recorrer de palabra el mundo, además de tratar
muchos otros temas, por lo que de haber terminado en el hostel sobre las 22:30,
al final no llegaría hasta casi la 01:00, por lo que otra noche donde tampoco
iba a dormir muchas horas, pero cuando uno se lo está pasando bien tampoco le
da mucha importancia a esas cosas.
Antes de terminar este capítulo si quería hacer aquí una
valoración de si merece la pena comprar la Dublín Card en base a mi experiencia
durante el día de hoy.
El coste total de los lugares que visité en esta jornada y que
se incluirían en el pase asciende a 51 euros.
- Castillo de Dublín (visita guiada) – 10 euros
- Christ
Church – 7 euros
- Dublinia –
8,5 euros
- Saint
Patrick – 7 euros
- Guinness Storehouse -18,5 euros
Efectivamente, la visita al Trinity College no está incluida
ya que esta es una de las instituciones que va por libre y he contabilizado el
precio reducido de la entrada a Guinness.
El precio por un día de la Dublin Card es de 58 euros,
por lo que claramente considero que no es rentable, si tenemos en cuenta que he
madrugado y salvo algún parón que otro casi no he dejado de enlazar unos sitios
con otros en un día de verano que cierran más tarde. Pero al final que cada uno
saque sus propias conclusiones.
No hay comentarios :
Publicar un comentario