La jornada que comenzaba la llevaba esperando mucho tiempo, no sólo con respecto a este viaje, sino porque era uno de los lugares de nuestro país que más ganas tenía de conocer. Era uno de esos enclaves que no había dejado de tener entre ceja y ceja desde que lo descubrí en un artículo de viajes y al fin iba a poder tenerlo ante mí.
Realmente, no se trata de un solo lugar sino de varios. Me refiero a los grandes monasterios medievales del Císter que desde su fundación en el siglo XII ocupan un lugar esencial en la Cataluña Nueva, surgida tras la expulsión de los musulmanes. Poblet, en pleno campo, y Santes Creus y Vallbona, ambos junto a pueblos discretos, imponen su presencia en el paisaje que los envuelve.
Si las monumentales construcciones de los tres monasterios que forman la ruta del Císter aún impresionan hoy, ¿qué efecto debían de causar en campesinos, peregrinos y comerciantes medievales? Quién sabe. En cualquier caso no fueron levantados con el propósito de impresionar al prójimo, sino para mayor gloria divina.
Cuando fundó estos monasterios, la orden del Císter apenas contaba con algunas décadas de existencia. Había nacido como reacción frente a la vida relajada de tantos cenobios benedictinos. El Císter volvía a los orígenes de la regla de San Benito: Ora et Labora. La oración y el trabajo manual estaban en la base de la vida de las comunidades. También la austeridad, alejada del lujo, la riqueza de los ornamentos y la dieta alimenticia, rica en calorías. Al principio incluso, hasta los campanarios estaban proscritos y bastaba con una simple espadaña, en la cual repicaba la campana que llamaba a los oficios.
Cada comunidad tenía que ser autosuficiente, sin injerencia externas que perturbasen su tranquilidad espiritual. A los monjes, las tierras acabadas de conquistar, despobladas y repletas de alimañas debieron de parecerles ideales para entrar en contacto directo con Dios y su creación. Así crecieron los monasterios mientras los castillos se desmoronaban, los reyes perdían poder y surgían nuevos pueblos. Y aquí siguen, resistiendo impasibles al paso del tiempo.
MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE POBLET
Situado a menos de cincuenta kilómetros de la ciudad de Tarragona, se encuentra Santa María de Poblet, probablemente, el más importante de los tres monasterios. Antes incluso de llegar, impresionan a lo lejos las murallas de casi dos kilómetros que lo rodean con una altura de 4,70 metros y torretas cada cierta distancia.
Real Monasterio de Santa María de Poblet |
Al conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, accederíamos por la puerta de Prades que da acceso al primer recinto. En él se encuentra la bella capilla de San Jorge del siglo XV. La puerta Dorada, que debe su nombre a las puertas de cobre donadas por Felipe II, introduce al segundo recinto, donde está la plaza Mayor, presidida por la cruz del Abad Guimerá y flanqueada por diversas edificaciones, hospital y hospedería, iglesia de Santa Catarina y el palacio abacial.
Puerta Dorada. Santa María de Poblet |
Capilla de San Jorge. Santa María de Poblet |
La puerta Real, del siglo XIV, da paso al recinto monástico donde está la Iglesia Mayor, que representa un curioso contraste entre el románico original y las ampliaciones barrocas. Dentro hay que destacar el retablo mayor, tallado en alabastro, la sillería del coro y las tumbas reales, el lugar que más ilusión tenía en conocer.
Real Monasterio de Santa María de Poblet |
Puerta Real. Santa María de Poblet |
Retablo Mayor. Santa María de Poblet |
Pedro IV el Ceremonioso fue el primer rey que eligió Poblet como su lugar de enterramiento. El panteón real está instalado en la nave de crucero, bajo dos grandes arcos. Sarcófagos de alabastro, efigies reales y relieves con relatos de batallas y hechos históricos forman un conjunto impresionante. La mayoría de los reyes de Aragón de los siglos XIII, XIV y XV descansan en este monasterio, entre otros Jaime I el Conquistador, Alfonso V el magnánimo y los padres del rey Fernando el Católico, Juan II y Juana Enriquez. Monarcas de una importancia relevante y crucial en la historia de España y responsables de grandes gestas épicas.
Panteón Real. Santa María de Poblet |
A continuación se sucederían las dependencias monásticas y el hermoso claustro, corazón de ese mundo espiritual, que consta de un ala, el lavatorio románico, y tres galerías góticas.
Claustro. Santa María de Poblet |
Lavatorio del Claustro. Santa María de Poblet |
Por último, mencionar la biblioteca donde se guardan manuscritos e incunables y cuyos fondos se han enriquecido con donaciones particulares, entre ellas la de Josep Tarradellas.
Biblioteca. Santa María de Poblet |
Poblet sintetiza, por lo tanto, ocho siglos de historia religiosa y artística y es todo un lujo poder visitarlo.
Su horario es de 10:00 a 12:45 y de 15:00 a 18:00 (17:30 en invierno). La visita dura aproximadamente una hora y se hace con guía.
MONASTERIO DE VALLBONA DE LES MONGES
Ya en tierras leridanas, el monasterio de Vallbona de les Monges es el más importante de la rama femenina del Cister, siendo nuestra segunda visita. A diferencia de Poblet y Santes Creus, este recinto ha permanecido habitado por una comunidad monástica de forma casi ininterrumpida. Sólo fue abandonado por las monjas durante la guerra civil.
Real Monasterio de Santa María de Vallbona |
El monasterio se fundó en el siglo XII, y durante sus tres primeros siglos de existencia cambió radicalmente la vida de este lugar: dio origen a un pueblo, organizó los cultivos por medio de granjas y emprendió la desecación de muchas tierras hasta entonces pantanosas. Su jurisdicción se extendía por trece poblaciones.
Aquí se recluían las hijas de las mejores familias nobles del reino de Aragón, que vivían en su propia casa con sus sirvientas. Actualmente, la comunidad está formada por 18 monjas que se dedican a la fabricación de cerámica y también a la informática.
El elemento más singular es un cimborrio del siglo XIV que se utilizó como campanario y que destaca sobre todo el conjunto. El claustro combina el románico y el gótico, y dado el frío intenso que sufre esta zona, estaba cerrado por cristales, hoy desaparecidos. Destacan también los rosetones de piedra, tallados de una sola pieza.
Claustro. Santa María de Vallbona |
En la sala Capitular se contemplan varias lápidas sepulcrales de abadesas, algunas muy bien conservadas. Todas ellas con la mitra y el escudo nobiliario de la familia a la que pertenecían.
La iglesia todavía conserva las huellas de los incendios provocados durante la Guerra Civil. Fue construida a finales del siglo XII y muestra la clásica severidad de formas de la orden del Císter. Aquí se encuentran los sarcófagos de la reina Violante de Hungría, segunda mujer de Jaime I, y de su hija, la princesa Sancha de Aragón.
En una pequeña capilla puede contemplarse también la imagen románica de Santa María de Vallbona, de rasgos muy finos y restos de policromía.
El horario de visitas es de 10:30 a 13:30 y de 16:00 a 18:00. Cierra los lunes.
MONTBLANC
Antes de afrontar la visita del tercero y último monasterio de la ruta del Císter, optaríamos por realizar otra parada ineludible en la zona: Montblanc, otra de esas joyas que no se olvidan.
Es una de las poblaciones más bellas, bien conservadas y, por su emplazamiento, pintorescas de Cataluña. Alzada sobre una colina visible desde lejos, su imagen responde a la perfección al núcleo medieval que encierra. Fue fundada en el siglo XII y su estructura actural corresponde a la que tenía en los siglos XIII y XIV. La concentración monumental que posee le valió en 1947 la declaración de conjunto histórico artístico.
Veamos por tanto todo lo que nos ofreció esta hermosa localidad:
MURALLAS: fueron levantadas en el siglo XIV durante el reinado de Pedro el Ceremonioso y resultan verdaderamente impresionantes. En un principio alcanzaban un perímetro de dos kilómetros y llegaron a tener 34 torres de vigilancia y cuatro puertas, de las que se conservan dos, las de San Jordi y Bover. Según la leyenda, y como recuerda una plaza de cerámica, delante de la puerta de San Jordi, tuvo lugar un enfrentamiento entre el santo y el famoso dragón. Entre las torres, muchas están siendo reconstruidas, reseñando la de los Cinc Cantons, de planta pentagonal y hoy de propiedad privada.
Muralla de Montblanc |
Muralla de Montblanc |
IGLESIA ARCIPRESTAL DE SANTA MARÍA: conocida con el sobrenombre de “Catedral de la Montaña” fue construida entre los siglos XIV y XV. En la parte exterior puede apreciarse con facilidad, por el color de la piedra, una parte más nueva. Observando bien los sillares más antiguos, la parte baja del muro, se verán tallados una serie de símbolos cuyo significado se desconcoce. La fachada original fue destruida en 1651, durante la guerra dels Segadors, y en su lugar aparece hoy una portada barroca, dividida en tres cuerpos y cuajada de estatuas y motivos clasicistas. El interior es de nave única, con capillas laterales entre los contrafuertes. Destacan el retablo Mayor, gótico y tallado en piedra, y el fantástico órgano del siglo XVIII, uno de los más grandes y antiguos de Cataluña.
Iglesia de Santa María. Montblanc |
PLAZA MAYOR: por sus proporciones y las casas que la rodean, constituye un bellísimo espacio. A ella dan los soportales de la Casa Desclergue, del siglo XVI, así como los del Ayuntamiento con una hermosa ventana gótica, y la casa de Pere Tomás Guaro, adornada con pinturas.
Plaza Mayor. Montblanc |
CALLE MAYOR: como no podía ser de otro modo, una de las más hermosas arterias de la población, flanqueda por palacios y casas nobles. Lo atraviesa desde la iglesia de San Francisco, donde no se conserva la puerta, hasta la puerta de Sant Antoni, que ha sido reconstruida.
Calle Mayor. Montblanc |
CALLE DE LOS JUDÍOS: en medio del austero núcleo medieval, estrecha y de sólidos muros. Los judíos se establecieron aquí en el siglo XIII y llegaron a constituir una próspera comunidad, con sinagoga y cementerio propio. Abandonaron Montblanc en 1489, cuando la Inquisición se asentó en la villa. En esta calle se levanta la casa de los Alenyá, un bello palacio del siglo XIV que perteneció a una de las familias más influyentes de la villa. Actualmente es la sede del Consejo Comarcal. Posee portadas adoveladas y ventanales tripartitos en la primera planta.
IGLESIA DE SAN MIGUEL: por la calle Mayor se llega a una pequeña plaza donde se levanta esta iglesia de transición románico a gótico, erigida a principios del siglo XIII. Durante los siglos XIV y XV fue escenario de varias reuniones de las cortes catalanas. Lo más interesante de su interior es el artesonado policromado.
Iglesia de San Miguel. Montblanc |
ANTIGUA IGLESIA DE SAN FRANCISCO: fuera del recinto amurallado, la tradición dice que fue fundado por el santo de Asís cuando pasó por el pueblo. Se trata de una sencilla construcción de transición románico – gótica. Se ha acondicionado como centro cultural. Enfrente se levanta una fuente de cuatro caños, cuyos surtidores parecen imitar las máscaras griegas de teatro.
Iglesia de San Francisco.Montblanc |
HOSPITAL E IGLESIA DE SANTA MAGDALENA: fue edificado extramuros en 1342 y es el más importante de los que hubo en la villa. Junto a la iglesia gótica se encuentra el antiguo hospital con un pequeño y precioso claustro de dos alturas. Actualmente se destina a Archivo Comarcal.
PALACIO REAL: además de su valor artístico, tiene una gran significación histórica. En él se alojaban los reyes de la corona de Aragón cuando celebraban cortes en Montblanc en el siglo XIV. Las reuniones, como hemos visto, tenían lugar en la iglesia de Sant Miquel.
MIRADOR DE SANTA BÁRBARA: detrás de la iglesia se localiza el cerro que dio nombre a la ciudad y sobre el que se levantó un castillo, hoy desaparecido, en el siglo XII. Desde aquí se puede disfrutar de una hermosa panorámica de la ciudad y su entorno.
Mirador de Santa Bárbara. Montblanc |
Estos serían los principales monumentos de esta increíble villa, pero la población invita a pasear sin rumbo fijo por sus calles, plazas y rincones. Sería en uno de los restaurantes de la plaza Mayor donde decidiríamos hacer un alto en el camino para coger fuerzas con un menú.
MONASTERIO DE SANTES CREUS
Cuenta la leyenda que unos pastores solían traer su ganado
hasta la zona de este monasterio, abundante en fuentes. Por las noches veían
asombrados cómo unas extrañas luces surgían del suelo, como estrellas
subterráneas. A la mañana siguiente colocaban una cruz encima del lugar donde
se había producido el fenómeno. Al cabo del tiempo, todo el campo estaba lleno
de santas cruces (santes creus).
Más allá de entretenidas fábulas la realidad es que su emplazamiento en medio del paisaje, con una imagen mixta de iglesia y fortaleza, responde a la filosofía de San Benito: un lugar alejado, con abundante agua y terrenos para cultivar. Los monjes se establecieron aquí hacia el año 1158, ocupando un territorio recién ganado al dominio musulmán. La contribución de familias nobles permitió la compra de nuevas tierras, de modo que en el siglo XIV Santes Creus conocería su momento de máximo esplendor.
Real Monasterio de Santes Creus |
Tal como ocurrió con Poblet, la desamortización de Mendizábal obligó al abandono de los monjes en 1835. Las tierras fueron vendidas en subasta pública y las edificaciones sufrieron todo tipo de destrucciones y saqueos. Contrariamente a Poblet, Santes Creus no recuperó su comunidad monástica. En 1921 fue declarado Monumento Nacional, y un patronato se ocuparía desde entonces de su conservación y restauración.
Puerta Real. Monasterio de Santes Creus |
Una gran plaza precede el edificio del monasterio. A la derecha se encuentra el antiguo palacio Abacial, que también fue hospital de pobres. La explanada realza aún más la arquitectura del conjunto, donde el tiempo parece haberse detenido.
Real Monasterio de Santes Creus |
La visita al monasterio comienza en la puerta Real, por la que se entra en el claustro. Este recinto gótico se construyó en el siglo XIV y destaca por tres elementos. Uno es el claustro propiamente dicho. Claustrum en latín significa “lugar cerrado”, y aquí se comprende perfectamente el sentido de estos espacios pensados para la paz interior y la meditación. Otro es la elegante bóveda de crucería. Pero, sin duda, el rincón más singular es el templete hexagonal del lavatorio, donde se encuentra la fuente en la que los monjes se lavaban las manos antes de ir a comer.
Lavatorio del Claustro. Monasterio de Santes Creus |
En el claustro vale la pena admirar las figuras que adornan algunos capiteles. Al contrario que en otros recintos cistercienses, como Poblet o Vallbona, donde se aplicó la tradicional austeridad del Císter, evitando los motivos humanos o animales, aquí aparecen representadas escenas de la Creación, un grifo (animal fantástico mezcla de león, águila y serpiente), una sirena, un simio montado en un elefante y hasta un presunto autorretrato del maestro que talló estas piezas.
Claustro. Monasterio de Santes Creus |
Claustro. Monasterio de Santes Creus |
Al claustro se abren también el locutorio, que servía de lugar de conversación para los monjes, y la espléndida sala Capitular, con una portada románica. Aquí y ante las tumbas abaciales se leía cada día la regla de San Benito.
En el piso superior hay una nave muy espaciosa, originalmente divida en celdas, que servía de dormitorio para los monjes.
Desde el claustro gótico se pasa al segundo claustro, conocido como posterior. Aunque sus elementos son góticos, fue probablemente montado en el siglo XVII. Este comunica con la bodega, la cocina, la sala del comedor y la entrada al Palacio Real.
Segundo Claustro. Monasterio de Santes Creus |
En la parte trasera del claustro se contempla una pequeña iglesia, conocida como de la Santísima Trinidad. Es de época románica y sirvió como enfermería.
La iglesia es otro de los platos fuertes de la visita. Antes de entrar en ella conviene recorrer el exterior, hasta la cabecera donde se abre un gran rosetón. Desde aquí se contempla el elegante cimborrio del siglo XIV, una de las construcciones más emblemáticas del conjunto.
Iglesia. Monasterio de Santes Creus |
Dentro del templo destaca un retablo barroco y las magníficas tumbas reales, en particular los de Pedro II, Jaime II y la esposa de éste, Blanca de Anjou, bajo lujosos templetes góticos.
VALLS
Aunque estaba a punto de anochecer, decidiríamos apurar al máximo y llegar hasta Valls para al menos dar una vuelta por una de las ciudades más importantes de Tarragona.
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