DIA 08. POMPEYA Y NÁPOLES. Un día por las ruinas de la Ciudad Milenaria y primeros pasos en Nápoles

9 de Diciembre de 2022.

Me levanté completamente ilusionado ante mi nueva etapa en Italia, donde también iba a poder reconciliarme con Nápoles y sus alrededores, donde la vez anterior tuve un paso fugaz que no me permitiría conocer prácticamente nada de lo que en principio eran los planes iniciales, yéndome de esta zona con una decepción total. Todo ello se puede leer en el capítulo correspondiente del diario “De Venecia a Nápoles”.

Ahora sí iba a tener la oportunidad de conocer a fondo tanto la ciudad de Nápoles en la que iba a permanecer un día y medio, como sus alrededores, desplazándome en los dos días restantes hasta las míticas ruinas de Pompeya y Herculano, así como hasta el Parque Nacional del Vesubio, aunque, como se verá en los capítulos siguientes, se me quedaría una espina clavada al no poder cumplir con uno de los objetivos de esta parte del viaje como consecuencia de la meteorología, algo que tendría que quedar pendiente para una próxima ocasión.

Pero comencemos por el principio que me situaba en el pequeño comedor de mi hotel, dispuesto a disfrutar del desayuno que estaba incluido en el precio de la habitación. Este hay que decir que era completísimo con tartas de chocolate y mermelada, cereales, fiambre, zumos, tostadas, etc. que me permitirían coger fuerzas para afrontar con las pilas cargadas la jornada.

POMPEYA

Tras ello me encaminaría a la estación de Nápoles Central en la plaza Garibaldi, donde al final de la misma están los andenes de la llamada línea Circumvesuviana, una de las arterias principales del transporte público que da servicio a muchos lugares del área del Vesubio. Tras comprar mis billetes de ida y vuelta por tres euros cada trayecto, me encaminaría al andén donde a las 08:02 salía el tren hacia la localidad de Sorrento, el destino final de la línea. A lo largo de esta se encuentran las paradas de Herculano y Pompeya, objetivo de más de la mitad de turistas que tomamos este tren.

Línea Circumvesuviana a Pompeya

En cuarenta minutos me estaba bajando en la estación de Pompeya (Pompei Scavi), donde ya había movimiento pero todavía se respiraba tranquilidad. Al salir a la calle compraría una botella de agua y un bocadillo, para ahorrarme en la comida unos buenos euros en el recinto arqueológico, y unos metros más adelante me encontraba con la entrada a las ruinas.

El ticket ya lo había sacado a través de la página oficial http://pompeiisites.org/en/buy-tickets/ y me había costado 16 euros, aunque creo que para este nuevo año ya vale 18 euros.

Eran las nueve en punto cuando abrían las puertas y, contra todo pronóstico, era la primera persona que accedía a las ruinas de Pompeya, algo que no voy a negar me haría ilusión, sobre todo por poder disfrutar, al menos durante unos minutos y completamente sólo de uno de los yacimientos arqueológicos más importante a nivel mundial.

No importa cuánto se haya leído sobre Pompeya, nada te prepara para el sorprendente efecto que te produce una de las ruinas más famosas del planeta, incluso aunque se repita la experiencia después de muchos años como era mi caso. Es como si los antiguos romanos se hubieran ido ayer; las casas, las tiendas de vinos, los baños públicos y los burdeles que dejaron atrás son ventanas hacia la vida que floreció en esta próspera ciudad a los pies del Vesubio en los tiempos de los césares. En el año 79 después de Cristo, una de las más funestas erupciones volcánicas de la historia enterró al pueblo bajo más de seis metros de ceniza que lo preservaría hasta que fue descubierto a finales del siglo XVI. Hasta mediados del XVIII no se emprendieron excavaciones a gran escala y dos tercios de la ciudad permanecen aún bajo dichas cenizas.

La opulencia de Pompeya puede apreciarse en sus intrincados suelos de mosaicos y villas lujosamente adornadas con frescos, aunque muchos de los objetos de arte y decoración fueron robados hace tiempo o llevados al Museo Nacional de Arqueología en Nápoles para salvaguardarlos. Pasear por Pompeya es hacerlo por los restos de un lugar que parece tan avanzado y civilizado como cualquier otro de los que nos rodean hoy en día, o incluso más.

Tenía por delante toda la jornada, es decir ocho horas, para descubrir la ciudad y es que quería disfrutarla al máximo, fijarme en cada detalle, entrar a todas las casas que se encontrasen abiertas, pasear por sus inmensas avenidas con tranquilidad, detenerme las veces que hiciesen falta, en definitiva no quería que me sucediera como hace 22 años donde, al venir con una agencia, me llevaron a matacaballo y en menos de dos horas ya estábamos fuera camino del siguiente destino. Me negaba a que esto me volviera a suceder.

Mi visita comenzaría atravesando la Puerta Marina, la más imponente de las siete puertas de la ciudad, que permite salvar la muralla por la que se encuentra rodeada. Su nombre deriva del hecho que la calzada en salida conducía al mar. Desde ella se pueden apreciar las Termas Suburbanas, ubicadas inmediatamente bajo dicha puerta.

Puerta Marina

En pocos metros la misma calle por la que estaba transitando me llevaría de forma directa al Foro, es decir el centro de la vida cotidiana de la ciudad, donde se concentran los principales y más importantes edificios públicos para la administración  de la urbe y de la justicia, para la gestión de los negocios o para las actividades comerciales, además de los principales lugares de culto ciudadano.

Foro Cívil

Foro Cívil

Flanqueándolo podríamos citar edificios tan importantes como el santuario de Apolo, uno de los lugares más antiguos de culto pompeyano donde se celebraban juegos de gladiadores, representaciones teatrales o fiestas en honor al dios central; el templo de Júpiter, otro importante lugar de adoración a los dioses y donde es probable se custodiara el tesoro público de la ciudad, contando además con una maravillosa vista escénica del Vesubio a sus espaldas; el Macellum o mercado cubierto con una sala para el culto y diferentes espacios para la venta y limpieza del pescado; el santuario de los Lares Públicos, con un altar central donde se podían realizar sacrificios ya sea para el emperador o para otras figuras públicas importantes; el edificio de Eumaquia, mandado construir por la sacerdotisa de Venus para el culto del emperador en el que destaca el opulento marco de mármol del portal principal que erróneamente fue recolocado en este lugar; los graneros que cumplían la función de mercado de fruta y verdura; o los arcos honorarios situados a ambos lados del templo de Júpiter, en la parte norte del foro.

Templo de Júpiter

Santuario de Apolo

Arco Honorario

Macellum o Mercado

En unos cuarenta minutos, esta área comenzaría a absorber cada vez a más gente, por lo que me pareció el momento idóneo para abandonarla y continuar con nuevas y fascinantes visitas.

Muy cerca se encontraba la basílica, con una extensión de 1500 metros cuadrados, siendo el edificio más suntuoso del Foro. Tenía la función de espacio para la gestión de los negocios y la administración de la justicia. Su interior estaba dividido en tres naves con dos filas de columnas de ladrillos con capiteles jónicos. En el centro se sitúa una tribuna decorada profusamente, donde se sentaban los magistrados durante la gestión de las actividades judiciarias. Este edificio representa uno de los ejemplos más antiguos de este tipo en todo el mundo romano.

Basílica

Basílica

Adosado al anterior podría ver los restos de del Santuario de Venus que ocupa una escenográfica terraza artificial que ofrece una espléndida vista al Golfo de Nápoles y domina desde lejos la bahía en la que debía de estar el puerto. Venus era la diosa protectora de Pompeya y a la que se dedicó la colonia en el momento de la fundación (80 a.C.)

Santuario de Venus

Se sucederían después varios edificios que eran sede de la administración pública tales como la Curia, el Tabularium o el Comitium con funciones diversas como la de senado o mesa electoral.

En esta zona podría ver la casa de Championnet, una de las más suntuosas de Pompeya, que se desarrolla por lo menos en cuatro niveles degradantes escenográficamente hacia el mar. La casa está constituida por un atrio opulento con cuatro columnas y con suelos de mosaico polícromo y decoraciones geométricas.

Casa de Championnet

Muy interesantes son también la casa de los Mosaicos Geométricos o la casa de las Paredes Rojas, esta última con un pequeño templete destinado al culto doméstico, donde se encontraban seis estatuillas de bronce de los dioses protectores de la casa.

Pasaría a continuación a ver varios edificios de gran interés como las Termas Estabianas, que se remontan al siglo II a.C. encontrándose entre las más antiguas conocidas del mundo romano y donde al entrar me recibe un gran patio destinado a los ejercicios gimnásticos, con tres lados porticados y uno con una piscina al aire libre. Las instalaciones se dividen en dos sectores incomunicados: la parte de los hombres y la de las mujeres, separados por el horno, necesario para dar calor a las dependencias que lo precisaban. Luego visito las termas pasando por el vestuario y las diversas salas de baños; el Lupanar donde las prostitutas, normalmente esclavas griegas y orientales, ejercían su profesión. Se trata de un edificio de dos pisos, estando en el superior las habitaciones del dueño y de las esclavas, y en el inferior cinco habitaciones con una cama cada una. Es muy curioso observar en las paredes del pasillo central cuadros con representaciones eróticas que cuentan a los clientes las actividades que desarrollaban; la casa de Sirico, un político y comerciante, cuya vivienda era de gran lujo, donde los invitados comían en lechos triclinarios situados alrededor de un valioso pavimento con placas de mármol y rodeados por frescos refinados con temas mitológicos inspirados en la guerra de Troya; la panadería de Popidio Prisco, en la que se puede ver a la perfección los elementos con los que se hacía el pan, como el gran horno en el que se cocía o las grandes piedras de lava que permitían moler el trigo; o el templo de la Fortuna Augusta, situado sobre una elevación con columnas y capiteles en mármol y con el altar delante, se dedicaba no sólo a la celebración de rituales específicos en honor del emperador Augusto sino también a la propaganda a favor de la casa imperial por parte de la élite local.

Termas Estabianas

Termas Estabianas

Templo de la Fortuna Augusta

Lupanar

Ya había podido disfrutar de algunas de las casas romanas, pero era el momento de admirar y sorprenderme más aún con otras de las mejor conservadas. Tal es el caso de la Casa del Fauno, una de las más grandes de Pompeya, ocupando toda una manzana de 3000 metros cuadrados, percibiéndose ya desde la vía la riqueza y el nivel social del propietario: la acera lleva la inscripción de bienvenida (HAVE) en latín; el portón majestuoso está encuadrado por pilares con capiteles dorados, el suelo de la entrada está realizado con incrustaciones de triángulos policromos de mármoles de diferentes colores. Posee además dos atrios y dos peristilos alrededor de los cuales se disponen otros compartimentos. En el centro del atrio principal se puede ver una copia de la famosa estatua del sátiro danzante o fauno que ha dado nombre a la casa. En la sala de estar se puede ver una copia del famoso mosaico del siglo II a.C. de la batalla decisiva entre Alejandro Magno y el rey de Persia, Darío, que cambió el curso de la historia.

Casa del Fauno

Casa del Fauno

Casa del Fauno

Muy interesante también es la Casa del Poeta Trágico, que conserva la forma tradicional de una casa con atrio, siendo famosa por el mosaico con el texto CAVE CANEM (cuidado con el perro), situado en la entrada principal y actualmente protegido con un cristal. Pero en la vivienda destacan también parte de la decoración que se dio a diferentes salas con pinturas e incluso un templete pequeño.

Casa del Poeta Trágico

Casa del Poeta Trágico

Casa del Poeta Trágico

Seguirían la casa de la Fuente Pequeña, la casa del Ancla, la casa del Horno, la casa del Príncipe de Nápoles, la casa de los Amorcillos Dorados, la casa de los Dióscuros, a cada cual más interesante, aunque esta última merece una especial reseña por su suntuosidad y por estar caracterizada por una arquitectura compleja de los espacios y por una riqueza especial de las pinturas. Cuenta con un profundo estanque usado para juegos de agua  al que se asoma un elegante ambiente de sala cuyas paredes estaban revestidas con mármol, cosa poco frecuente en Pompeya.

Casa del Horno

Casa de los Amorcillos Dorados

Casa de los Dióscuros

Tras empaparme de cómo era la vida cotidiana en todas esas viviendas y algunas más, me toparía con la muralla y puerta de Herculano, construida tras la conquista de la ciudad por parte del general romano Silla en el año 89 a.C. Debe su nombre a que aquí nacía el camino que unía Pompeya con Herculano.

Puerta de Herculano

Optaría por desplazarme a continuación por las manzanas aledañas, empezando a caminar por las largas avenidas adoquinadas, retrocediendo en el tiempo casi dos milenios y teniendo la sensación de que al torcer alguna esquina me iba a encontrar con algún noble patricio vestido con su toga y sandalias.

Calle de Pompeya

Calle de Pompeya

Era el momento de descubrir un nuevo e interesante sector repleto de importantes construcciones entre las que destacarían las siguientes:

Foro Triangular: conserva una de las áreas sacras más importantes de la ciudad ubicado en un parte de roca de lava que dominaba el valle y la desembocadura del río Sarno. Se entraba por vía de los Teatros mediante un vestíbulo con seis columnas que constituía la fachada monumental, precedido por una fuente pública.

Foro Triangular

Teatro Grande: fue realizado aprovechando la pendencia natural de la colina para la construcción del auditorio. La escalinata estaba dividida por pasillos en tres zonas a su vez subdivididas en cinco sectores. Para la época contaba con modernidades como una gran lona utilizada como cobertura en los días más calurosos y la numeración de los asientos. En el teatro se representaban comedias y tragedias de tradición greco – romana.

Teatro Grande

Teatro Grande

Sería este el lugar elegido para comer, disfrutando del bocadillo que había comprado a primera hora de la mañana, mientras no podía dejar de pensar en la animación que aquí habría en el fatídico momento en que se hizo la oscuridad, cuando los pompeyanos creyeron que ya no había dioses y que llegaba el fin del mundo.

Cuartel de los Gladiadores: adosado al teatro grande se puede ver este gran espacio circundado por 74 columnas dóricas, donde los espectadores podían estar durante los intervalos de los espectáculos teatrales. Tras el terremoto del 62 d.C. el edificio cambió su función y se transformó en un cuartel para los gladiadores, llevando a una reorganización de algunas partes del edificio.

Cuartel de los Gladiadores

Cuartel de los Gladiadores

Teatro Pequeño: el Odeion, como lo llamaban los romanos se construyó durante los primeros años de la colonia por voluntad de dos magistrados locales, que hicieron construir también el anfiteatro. Este edificio era el lugar dedicado a la representación del género teatral más de moda en la época, el mimo, y podía ser utilizado también para exhibiciones musicales y de canto. Estaba decorado de manera profusa con mármoles polícromos y contaba con un techo funcional para mejorar la acústica.

Teatro Pequeño u Odeion

Mi visita continuaría llegando hasta lugares como el templo de Esculapio, el templo de Isis, la casa de los Cornelii, la casa del Citarista, la de Criptopórtico, la del Menandro, entre otras muchas, donde no dejaría de sorprenderme de la fastuosidad que envolvía a las viviendas romanas.

Templo de Isis

Casa del Criptopórtico

Casa del Criptopórtico

Y por fin me encontraría con uno de esos lugares que dejan huella en Pompeya: el huerto de los Fugitivos, donde en varios puntos se hallaron 13 víctimas, adultos y niños, sorprendidos por la muerte mientras intentaban escapar por la puerta Nocera, corriendo sobre una capa de piedra pómez de 3,5 cm ya depositada. La fuga se interrumpió a causa de la nube piroclástica que produjo la muerte por asfixia y por las altas temperaturas. Las víctimas se pueden ver en el muro del fondo del huerto, dentro de un panel de protección.

Víctimas en el Huerto de los Fugitivos

Víctimas en el Huerto de los Fugitivos

Y dada la cercanía, no podría evitar acercarme hasta la mencionada Puerta Nocera, que daba acceso a la parte sudeste de la ciudad, aunque el aspecto que se puede ver hoy es el resultado de varias restauraciones sucesivas. El motivo de parecer tan alta es porque el nivel de la calzada descendió posteriormente. Al otro lado de la misma se puede observar una necrópolis.

Puerta Nocera

Aunque ya había paseado por algún tramo de la misma, me dirigiría de nuevo a la calle más famosa de la colonia: la Vía de la Abundancia, donde me volvería a sumergir en el bullicio de una calle romana. No podría evitar detenerme en la casa de Octavio Quartion, donde recorrería el atrio y accedería al peristilo, pero mi meta era el jardín. Ocupa más de la mitad de la manzana y evoca el gusto de su dueño por sentirse como en una casa de campo. Con dos largos estanques dispuestos en forma de T, guarda un lugar encantador: un recogido biclinio, espacio con dos lechos de piedra para comer acostados al aire libre, que tiene una fuente en medio en forma de templete y, en las paredes, dos frescos que evocan escenas amorosas. El paseo por el inmenso jardín me hace olvidar el ajetreo que a estas horas se daba en la vía principal.

Casa de Octavius Quartio

Casa de Octavius Quartio

Con el eco de los temas amorosos todavía en mi mente, entro en la casa contigua y me encuentro en su peristilo con el fresco de La Venus de la Concha que da nombre a la vivienda. La bella imagen de Venus desnuda, acompañada por dos amorcillos y recostada sobre una enorme concha, evidencia la pasión que los pompeyanos sentían por su protectora, la diosa del Amor.

Casa de la Venus de la Concha

Casa de la Venus de la Concha

En pocos metros iba a pasar de la tranquilidad y el placer a la crudeza de los espectáculos sangrientos, ya que cerca del final de la Vía de la Abundancia me desvío hacia el colosal Anfiteatro. Construido en el año 70 a.C., se trata del más antiguo del mundo romano. El recinto tenía capacidad para 20.000 espectadores, un aforo más que suficiente para acoger no sólo a los propios pompeyanos si no también a los visitantes de las localidades vecinas.

Anfiteatro

Anfiteatro

Procedo a detenerme en el centro de la misma arena, prácticamente sólo, y me imagino las gradas llenas de espectadores acudiendo deseosos de ver un espectáculo que se anunciaba en las paredes de toda la ciudad. Casi me parece oír el griterío del público enfervorizado cuando los luchadores realizan cacerías de osos o uno de los gladiadores da muerte al otro. Tanta era la pasión por los juegos que, en el año 59, se produjo una violenta refriega entre los aficionados de Pompeya y los de la vecina Nuceria en el mismo anfiteatro, que terminó con numerosos muertos y heridos.

Enfrente del anterior podría acceder también al llamado Gimnasio Grande, formado por una gran plaza cuadrada descubierta rodeada por un pórtico y cerrada hacia el exterior con un muro alto, rematado con almenas y en el que se abren diez puertas. Se construiría en la época de Augusto y era el lugar dedicado a la formación física e intelectual de los ciudadanos jóvenes. En las paredes y en las columnas existen muchos granitos de tema erótico o poético dejados por quienes frecuentaban el lugar. Este lugar contiene una exposición permanente de grandes frescos y de otros hallazgos.

Gimnasio Grande

Debía ir pensando en regresar, pues me hallaba en el extremo contrario de la puerta por donde debía salir y no me quedaba demasiado tiempo, pero en dicho trayecto todavía aprovecharía para realizar varias paradas como por ejemplo para visitar las Termas Centrales, la mayor de las instalaciones termales de la ciudad, que abarca toda una manzana y que estaba en construcción en el momento de la erupción, de acuerdo con las innovaciones introducidas en la arquitectura termal en los nuevos complejos construidos en Roma, como las termas de Nerón.

Termas Centrales

Justo al lado podría ver también la Casa de Marco Lucrecio, fruto de la unión de dos casas en origen independientes como muestra la planta irregular, con dos atrios dispuestos entre ellos en ángulo recto y situados en diferentes niveles. De buena calidad son las pinturas con tema mitológico que decoran los ambientes abiertos al atrio y que presentan particular atención decorativa en la elegante fuente de mármol con cascada alimentada por un chorro de agua que sale de una estatua.

Casa de Marco Lucrecio

Muy curioso me resultaría también el llamado Castellum Aquae, un repartidor hídrico situado en el punto más alto de Pompeya que estaba conectado con un acueducto y que garantizaba el servicio de agua a toda la ciudad.

Castellum Aquae

Eran casi las 17:00 cuando un amable vigilante del recinto me pedía que me fuera encaminando a la salida. Fue un momento especial, ya que caminaría completamente sólo hacia el exterior, mientras la oscuridad se iba apoderando de la gran metrópoli romana que yace a los pies del Vesubio y que tanto me había hecho disfrutar. Atrás iban quedando sus villas, sus termas y sus templos que como un libro abierto me habían permitido descubrir, esta vez de verdad, cómo se vivía en aquel tiempo. Y es que a veces las segundas partes pueden ser mejor que buenas.

Calle de Pompeya

En los metros finales antes de salir definitivamente al exterior, todavía, me esperaba una última sorpresa, por si fueran pocas las que llevaba, y que tendría que ver, desgraciadamente, casi sin apenas luz. Hablo de la Villa de los Misterios, un buen ejemplo de residencia señorial. Su nombre actual se debe a los hermosos frescos que decoran una de sus salas: diez escenas que representan un rito de misterio, es decir, reservado a los devotos del culto. La escena se asocia a Dionisio que aparece en la pared central junto a su esposa Ariadna. En las paredes laterales las figuras femeninas, además de faunos, ménades y figuras con alas, están ocupadas en diferentes actividades rituales. Además en este lugar también se puede apreciar en dos enormes vitrinas nuevos ejemplos de otras dos víctimas petrificadas ante el pánico en el momento de la erupción del volcán.

Villa de los Misterios

Víctima en la  Villa de los Misterios

Sólo me quedaba ya caminar hasta la estación y coger el tren de regreso a Nápoles, donde aprovecharía al llegar para pasar un momento por el hotel para deshacer la mochila y volvería a la estación donde esta vez cogería el metro, el cual en sólo dos paradas me dejaría en el centro neurálgico de Nápoles, donde aprovecharía para dar un pequeño paseo de contacto inicial con la ciudad y ver algunos de sus monumentos iluminados.

Fuente de Neptuno (Nápoles)

Obelisco de la Inmaculada. Plaza del Gesú Nuovo

PALACIO REAL DE NÁPOLES

Pero mi objetivo principal era el Palacio Real, ya que me había enterado que durante sólo dos días y a partir de las 20:00 la entrada sólo costaba dos euros (10 euros en condiciones normales), por lo que no podía desaprovechar este chollo. Además el horario también era excepcional, abriendo hasta las 23:00. No sé la razón de todo ello, pero era toda una oportunidad tanto en dinero como en tiempo, ya que mañana podría aprovechar para conocer nuevos lugares.

En su apogeo, Nápoles fue una de las ciudades más importantes de Europa y albergó una de las cortes más brillantes del Mediterráneo, por lo que no es de extrañar que tuviese un imponente palacio. Este se inició en 1600, completándose en sólo dos años, añadiéndose con el tiempo nuevos elementos, siendo residencia real hasta 1946, cuando la monarquía se exilió por su apoyo al régimen fascista de Benito Mussolini.

Lo primero que impresiona nada más entrar es su monumental escalera de mármol rosa y blanco que lleva desde el patio central hasta los apartamentos reales, donde lo primero que te recibe antes incluso de los mismos es el Teatro de la Corte, de carácter privado, dando fe de la pasión de la familia real por la ópera cómica.

Escalera Principal. Palacio Real

Teatro de la Corte. Palacio Real

A partir de aquí se van sucediendo los mencionados apartamentos reales decorados con magníficos frescos para halagar a sus regios invitados, con impresionantes muebles de estilo imperial y buena parte de ellos de factura francesa, con excelentes tapices o una importante colección de pinturas con obras de Giordano, Guercino, Carraci o Tiziano. Destacando también los retratos holandeses del siglo XVII, las acuarelas chinas del XVIII y los paisajes napolitanos del XIX.

Salón del Trono. Palacio Real

Apartamento Palacio Real

Tampoco falta la correspondiente capilla donde tenían lugar las actividades religiosas de la corte. El altar Mayor está compuesto por piedras semipreciosas y cobre dorado; la escena del nacimiento del siglo XVIII es un estudio de la vida local de la época.

Capilla. Palacio Real

PIZZERIA ANTONIO SORBILLO

Eran las 21:30 cuando volvía a salir al exterior y las piernas ya pesaban lo suyo tras el día tan intenso que llevaba encima, pero haría un último esfuerzo para llegar caminando hasta la pizzería Antonio Sorbillo, de gran reputación por sus espectaculares pizzas. Sorprendentemente, sólo tendría que esperar  quince minutos para sentarme. Optaría por pedirme una de cuatro quesos, esperando la cual me entretendría viendo como preparaban en vivo y en directo otras muchas en la cocina, pareciendo incluso fácil. De beber pediría coca cola, saliéndome todo por 12 euros.

Pizzeria Antonio Sorbillo

Desde aquí me separaban algo menos de veinte minutos hasta mi hotel, por lo que haría un último esfuerzo para realizar el recorrido caminando y caer sobre mi colchón casi nada más abrir la puerta de la habitación vencido por el más absoluto cansancio.


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