GRECIA - DIA 07. Peloponeso: Epidauros, Elonas y Monemvasía

1 de Septiembre de 2022.

Dejaba con cierta tristeza Nauplia, pues es de esos lugares en los que podría pasar perfectamente unas vacaciones enteras, de hecho, no descarto volver en un futuro para ello, y ponía rumbo hacia otro lugar emblemático en el Peloponeso: ni más ni menos que el yacimiento arqueológico de Epidauro, el cual se encuentra a 27 km de Nauplia, por lo que tardaría en llegar algo menos de media hora.

EPIDAURO

Aprovechando que abría a las 08:00, a esa hora ya estaba entrando en el recinto, pues hoy, siendo pocos los lugares que quería visitar, sin embargo sí que tenía que afrontar largos trayectos en coche, por lo que para ir tranquilo decidiría madrugar.

El Yacimiento de Asclepio y Epidauro se cuenta  entre los más importantes y evocadores de la antigua Grecia. ¿Se debe a la belleza del paisaje en el que los oscuros verdes de los olivos y de algunos cipreses se funden con el rojo de la tierra, combinados con esas apoteósicas ruinas? Puede ser, el caso es que es un lugar único y maravilloso.

Aunque el teatro es quien se lleva la fama, el recinto es mucho más que este y está repleto de restos de edificios y templos de lo más interesantes por lo que es necesario tomárselo con calma para verlo todo.

Las ruinas se dividen en dos partes: el teatro y el museo por un lado, y los vestigios de los santuarios de Asclepio, por el otro.

Asclepio, dios de la medicina, nació de los amores de Apolo y Corónide. Amamantado por una cabra y educado por el centauro Quirón, recibió de su padre el secreto de las plantas con propiedades curativas. Entonces se extendió la leyenda de que había nacido un dios que curaba las enfermedades e incluso resucitaba a los muertos. Por lo que al santuario pronto se le unieron una estación termal y un sanatorium al que acudía gente de toda Grecia y del Mediterráneo para curarse.

Se conserva la entrada original, al norte del santuario. También una rampa y pavimento de la Vía Sagrada, que iba desde la entrada hasta la antigua Epidauro, en la costa. En el extremo noroeste hay restos del tholos, edificio circular diseñado por Policleto, cuyos pasillos concéntricos pudieron ser una fosa para serpientes sagradas o el lugar donde los sacerdotes celebraban sus ritos. Desgraciadamente lo estaban restaurando y no pude apreciarlo como me hubiese gustado.

Tholos. Epidauro

Los pacientes dormían en la enkoimitírion o abaton, una sala al norte del tholos donde esperaban un sueño diagnóstico o la visita de las inofensivas serpientes. Los manantiales terapéuticos, hoy fuentes junto al museo, también cumplían su papel en la curación de los pacientes. Del templo de Asclepio sólo se conservan los cimientos, sucediendo lo mismo con otros lugares como el templo de Artemisa, los propileos o el Gymnasium (comedor principal del complejo).

Abaton. Epidauro

Gimnasio. Epidauro

Templo de Asclepio. Epidauro

El estadio, al sur del tholos y de estilo clásico tardío, conserva sus gradas de piedra e incluso la línea  de salida. Se utilizaba para el festival en honor a Asclepio, que se celebraba cada cuatro años. Más tarde los romanos construyeron un odeón dentro del gimnasio helenístico para acoger los concursos musicales del festival.

Estadio de Epidauro

El teatro, por su parte, es el mejor conservado de los teatros griegos. Construido en el siglo IV a. C. por Policleto el Joven, todavía puede albergar a 14.000 espectadores. Aquí, mejor que en ningún lugar, se puede revivir, ante la escena desierta, las grandes horas de la tragedia griega. Es famoso por su acústica casi perfecta, de la que hacen continúa demostración los guías turísticos dando unas palmadas. Debido a su remota ubicación, no ha sufrido hurtos de la piedra de su estructura y se mantuvo oculto hasta la década de 1870.

Teatro de Epidauro

Cuenta con el único escenario circular de la Antigüedad que se conserva, aunque el altar que albergaba en el centro ha desaparecido. Delante de este se puede observar un canalón de seis metros de ancho que recogía el agua de la lluvia. Los actores accedían al escenario por dos pasillos laterales o parodoi, cada uno con una entrada monumental cuyos pilares se han vuelto a erigir recientemente. Detrás de la orquesta y de cara al auditorio están los restos de la skene, el vestíbulo principal y el proscenio,  que los actores utilizaban como extensión del escenario. Cada verano se celebra aquí un festival de teatro clásico.

Teatro de Epidauro

Entrada Monumental. Teatro de Epidauro

Recomiendo ver el teatro desde diferentes perspectivas ya que de esta manera uno se da cuenta de la magnificencia del lugar. Por lo que tan interesante es verlo desde el escenario como desde la última grada, aunque suponga realizar un esfuerzo.

Teatro de Epidauro

Teatro de Epidauro

También es interesante desplazarse hasta otro de los extremos del conjunto arqueológico para poder observar lo que queda de la entrada norte al recinto, la cual estaba compuesta por un espectacular vestíbulo de dos fachadas dominado por las increíbles columnas jónicas de los propileos, habiendo seis a cada lado.

Propileos Entrada Norte. Epidauro

La visita la concluiría con el museo, el cual está esencialmente consagrado a las antigüedades descubiertas en las excavaciones del santuario de Asclepio, aunque las piezas más bonitas hayan sido transportadas al Museo Nacional de Atenas. Se pueden ver un buen número de fragmentos, a veces importantes, de las decoraciones esculpidas de los monumentos de la ciudad.

Museo de Epidauro

El horario del yacimiento en verano es de 08:00 a 20:00 y la entrada cuesta 12 euros.

MONASTERIO DE ELONA

Tras casi dos horas de visita era el momento de continuar mi camino. Por delante tenía 120 km, pero las carreteras esta vez eran sinuosas y llenas de curvas, lo que me llevaría a conducir con precaución, tardando dos horas y veinte minutos en llegar al monasterio de Elona, el cual me pillaba más o menos de camino en mi ruta, por lo que apenas tendría que desviarme para llegar hasta él, ya que si no hubiera prescindido del mismo.

No hay palabras para describir la carretera que me llevaría hasta el mismo, de hecho es una de las más bellas del Peloponeso, con vistas maravillosas detrás de cada curva, playas de arena blanca, olivares, aguas tranquilas, que te dejan con ganas de parar continuamente. Este país me tenía ya completamente enamorado y aunque pueda parecer mentira los días que iba a dedicar a esta mítica región me empezaban a parecer pocos ante tanta belleza.

Entorno Monasterio de Elona

Entorno Monasterio de Elona

La ubicación del monasterio de Elona es de infarto, lo que me haría incluirlo entre los imprescindibles a visitar en el Peloponeso y es que se encuentra situado en un peñasco rocoso del Monte Parnon, a una altitud de 650 metros, en uno de los muchos desfiladeros escarpados y salvajes excavados por el río Dafnias.

Monasterio de Elona

Llamado en griego Panagia Elona, El Monasterio es una hazaña arquitectónica impresionante y uno de los monumentos más impresionantes de la región de Arcadia. Construido en el siglo XIV, el Monasterio está dedicado a la Dormición de la Virgen María. 

La historia del Monasterio se remonta a 1300. Según la tradición, el ícono de Panagia Vrefocratousa se encontró aquí y los dos primeros monjes que lo hayaron se instalaron en el lugar para protegerloEl icono, una de las creaciones del evangelista Lucas, representa a la Virgen María y está hecho de cera de abeja y masilla. Según la leyenda, los pastores de la zona vieron una luz que brillaba desde un punto inaccesible en lo alto de la montaña.

Monasterio de Elona

Monasterio de Elona

Las historias sobre el poder del icono se extendieron por todo el Imperio Otomano. El área alrededor del monasterio vio florecer su economía y las batallas libradas en la región que fueron victoriosas se han atribuido al poder del icono. 

Se desconoce cómo el Monasterio llegó a ser conocido como el Monasterio de Panagia Elona. Una teoría es que lleva el nombre de la zona donde se encontró el icono de la Virgen. 

El Monasterio consta de muchos edificios en el borde del acantilado que ofrecen vistas espectaculares (un balcón colgante en la base del Monasterio es un lugar especialmente popular). Hay incluso casas de huéspedes, todos ellos en varios niveles a lo largo del peñasco.

Monasterio de Elona

Entorno Monasterio de Elona

También hay una pequeña basílica que data de 1809 (se añadió un campanario en 1831). No tiene pasillos, ni tiene pinturas murales; sólo una pantalla de madera bellamente tallada. En el área del altar de la iglesia hay vitrinas con evangelios, reliquias sagradas y dedicatorias.

Monasterio de Elona

Monasterio de Elona

En 1971, el Monasterio se convirtió en un monasterio de mujeres. Hoy en día, es un destino popular para los peregrinos de todo el mundo.

Aunque por su ubicación parece que la carretera va a ser un calvario, sin embargo al final esta no supone tanto sufrimiento pues no posee curvas demasiado cerradas ni tiene demasiada pendiente, por lo que se llega hasta la entrada relativamente bien.

MONEMVASÍA

Debía continuar mi camino si quería poder dedicar toda la tarde a disfrutar de mi siguiente destino: Monemvasía, lo que me iba a suponer algo más de hora y media para realizar 90 km.

De camino podría ver las hermosas vistas que se obtienen de la localidad de Leonidio, enclavada en un entorno sin igual.

Leonidio camino hacia Monemvasía

Y es que cuando descubrí esta pequeña población investigando acerca de que ver en el Peloponeso, tenía claro que quería recorrer con calma cada calle y cada rincón de la misma.

No obstante, antes de meterme en faena, lo primero que haría sería dirigirme al que iba a ser mi alojamiento por esta noche. Se llamaba Pramataris y se encontraba en Gefyra que es el nombre con el que se conoce a la población que se encuentra justo enfrente del peñón donde está la ciudad de Monemvasía.

El hotel está delante del mar, con una vista espléndida, habitaciones confortables, limpias, desayuno típico griego y un servicio excelente por parte de la señora que regenta el hotel. La noche me saldría por 59 euros que aunque es cierto que puede parecer algo cara, si tenemos en cuenta que en la parte antigua los precios se duplican o triplican, es una opción de lo más acertada.

Además se puede aparcar sin problema e ir andando al pueblo antiguo, por lo que todo son facilidades.

Tras acomodarme y viendo que eran las 14:30 de la tarde, aprovecharía que justo al lado del hotel había un restaurante para comer en él para acto seguido dirigirme al centro histórico al que sólo tardaría en llegar quince minutos caminando, accediendo a través de una estrecha franja de tierra que le une a tierra firme.

Monemvasía

Con 50.000 habitantes en su momento de mayor apogeo, en el siglo XV, Monemvasía fue durante siglos una ciudad – estado semiautónoma, gracias a la sagacidad comercial (y piratería) de sus flotas y a su posición estratégica entre Italia y el mar Negro. Sus buenas defensas evitaron que cayera ante el enemigo por la fuerza y sólo lo hizo tras un largo asedio a cargo de los griegos, a principios de la guerra de la Independencia.

Muralla. Monemvasía

Monemvasía

Existen dos zonas claramente diferenciadas. La parte baja que se encuentra restaurada casi en su totalidad y la ciudad alta que se encuentra en ruinas.

La principal y única calle comercial de la ciudad me haría tener las primeras sensaciones placenteras, encontrando a derecha e izquierda hermosos comercios con productos tradicionales, turísticos y de primera necesidad que animan el casco histórico. O pequeños cafés que invitan a relajarse con vistas al mar de Myrtos y la roca con el castillo.

Pronto aparecerían los principales reclamos de la ciudad baja, por donde seguiría caminando. Así se irían sucediendo edificios tan importantes como la casa donde nació el prominente poeta Giánnis Rítsos que se indica con una placa y un busto junto a la puerta; la iglesia Panagia Myrtidiótissa con una fachada del siglo XVIII que alberga una inscripción bizantina y un águila bicéfala de otra iglesia bizantina anterior; una antigua mezquita que expone una colección arqueológica con restos locales, incluidas algunas piezas en mármol; la catedral Christós Elkómenos del siglo XIII con un campanario veneciano y un austero interior con sólo dos pavos reales sobre la puerta como decoración; la puerta del Mar que daba acceso a este cuando el puerto principal estaba amenazado; la iglesia Agios Nikólaos, empezada en 1703 con planta cruciforme y la cúpula cubierta de cemento; la iglesia Panagía Chrisafítissa que tiene la campana colgada de un ciprés; o la puerta este que da a un antiguo cementerio conocido como Lípsoma.

Monemvasía

Catedral Christós Elkómenos. Monemvasía

Iglesia Panagía Chrisafítissa. Monemvasía

Y todo ello protegido bajo sus magníficas murallas del siglo XVI que miden 900 metros de largo y alcanzan los treinta de alto. ¿Verdad que en tan poco espacio es fascinante que haya tanto patrimonio?

Tras la visita de la ciudad baja era el momento de acceder a través de una serpenteante escalinata hasta la entrada de la ciudad alta, que todavía conserva sus listones de hierro. Fortificada por primera vez en el siglo VI como refugio de incursiones avaras es la más antigua de Monemvasía. La zona, en gran parte en ruinas, está ahora protegida por el servicio arqueológico griego. Aunque en el Medievo era la parte más poblada de la península, hoy está desierta.

Monemvasía desde la Ciudad Alta

El edificio que mejor está conservado en la cumbre es la iglesia de Agia Sofia, fundada por el emperador Adrónico II emulando el monasterio de Dafne, cerca de Atenas. Con su cúpula de 16 lados, la iglesia está situada al borde del acantilado norte y es visible a cierta distancia desde tierra firme. El pórtico oeste es veneciano, mientras que el nicho del muro sur data de cuando fue mezquita. Los frescos del siglo XIV que se conservan están en mal estado, pero se puede distinguir el de Dios en la bóveda norte. Los relieves se conservan mejor, como en el caso de los capiteles de mármol que flanquean las ventanas del sur, con monstruos míticos y mujeres ricamente vestidas.

Iglesia Agia Sofía. Monemvasía

Iglesia Agia Sofía. Monemvasía

Siguiendo hacia el oeste quedan los restos de una fortaleza del siglo XIII. Entre las ruinas de antiguos cuarteles, cárceles y un polvorín del periodo veneciano, una gran cisterna recuerda las grandes cantidades de agua que se tenían que almacenar para tiempos de asedio. El suministro de comida, toda importada, fue el mayor problema, tal y como se demostró en el sitio de 1821.

Monemvasía es única, probablemente uno de los lugares más bellos de Grecia. Pero creo que me quedo corto diciendo que es un destino hermoso, pues supone un viaje a través del tiempo y la historia en el marco incomparable de su gran mole protectora.

Monemvasía

Monemvasía

Monemvasía

Antes de retirarme por hoy optaría por cenar en uno de los agradables restaurantes que se distribuyen por la callecitas de la ciudad baja. Cada cual era más bonito, eligiendo al final uno, del que no recuerdo el nombre, donde tomaría boquerones en vinagre y una excelente moussaka, acompañado por una buena cerveza. Todo por 20 euros.


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