Mi último
día en Malta lo iba a dedicar a conocer las denominadas Tres Ciudades, situadas
al otro lado del Gran Puerto y denominadas también en su conjunto como The
Cottonera, nombre debido al Gran Maestre Nicolás Cottoner que fue quién mandó
construir las defensas. Sus antiguos nombres, Birgu, L – Isla y Bormla fueron
cambiados después de la victoria sobre los turcos por Vittoriosa, Senglea y Cospicua
respectivamente, pero en las islas a las Tres Ciudades todavía se les conoce
por sus antiguos nombres y así aparecen en muchas de las señalizaciones y en la
forma de hablar de los habitantes de Malta.
Mientras
que Vittoriosa y Senglea, están situadas sobre las grandes penínsulas rocosas
que sobresalen del Gran Puerto, la otra ciudad, Cospicua, está en el centro de
la bahía que separa a las otras dos. Las Tres Ciudades están en el origen de la
historia maltesa ya que por ellas, han pasado todos los pueblos que se han
asentado en Malta. Están formadas por unas ensenadas que desde los primeros
tiempos fueron utilizadas como puertos naturales ya desde la época de los
fenicios, sus muelles siempre han sido su medio de vida, pero también los ha
hecho vulnerables en tiempos de guerra, como ocurrió durante la Segunda Guerra
Mundial.
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Fuerte St. Angelo (Birgu) desde Ferry a Tres Ciudades |
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Senglea desde Ferry a Tres Ciudades |
Las Tres
Ciudades fueron la primera sede de los Caballeros de la Orden de San Juan, por
lo que sus palacios, iglesias, fuertes y baluartes son mucho más antiguos que los de La Valeta y, por tanto, su visita
ya presagiaba ser apasionante, antes incluso de poner un pie en ellas.
Para llegar
a las mismas desde Sliema optaría, como hice ayer, por el ferry, pero en esta
ocasión sería por partida doble, ya que tendría que coger primero el que me
llevara a La Valeta, y una vez en la capital y tras atravesarla caminado, de
oeste a este, tomar uno nuevo, justo debajo de los Upper Barraka Gardens y
pasando por la espectacular puerta Victoria, que me llevaría hasta el centro
neurálgico de las Tres Ciudades. Y no es esta una forma de hablar pues donde
desembarcaría (única parada) se encuentra casi equidistante entre Birgu y
Senglea y forma parte del propio distrito de Cospicua.
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Puerta Victoria. La Valeta |
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La Valeta desde Ferry a Tres Ciudades |
Por cierto,
que la llegada a este punto es apoteósica, con una vistas soberbias tanto de La
Valeta a tus espaldas como de las Tres Ciudades de frente, así como de sus
impresionantes sistemas amurallados y defensivos.
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La Valeta y Fuerte St. Angelo (Birgu) desde Ferry a Tres Ciudades |
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Birgu y Senglea desde Ferry a Tres Ciudades |
Decidiría
comenzar mi paseo matinal por Senglea
la cual se encuentra situada en una estrecha península que sobresale hacia el
Gran Puerto. Lleva desde el Gran Sitio de 1565 el nombre del Gran Maestre
francés Claude de la Sengle que en 1551
la mandó fortificar.
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Fuerte de San Miguel. Senglea |
Sería la
imponente entrada del fuerte de San
Miguel, por el lado que mira a tierra, por donde accedería a la misma,
encontrando pocos metros después la iglesia
parroquial dedicada a la Natividad de la Virgen, construida en el siglos
XVIII y que fue reconstruida tras ser severamente dañada durante la Segunda
Guerra Mundial. Conserva parte de su patrimonio artístico entre el que hay que
destacar la escultura de Cristo Redentor.
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Fuerte de San Miguel. Senglea |
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Iglesia de Ntra Sra de la Victoria. Senglea |
Continuaría
caminando por la calle central de Senglea, flanqueada a ambos lados por
edificios repletos de balcones típicos malteses o Gallarijas, que le dan un encanto
especial. Justo en el medio de dicha arteria se abre la pequeña y bonita plaza del 4 de Septiembre, donde se
concentran los paisanos a charlar y ver pasar el tiempo.
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Plaza 4 de Septiembre. Senglea |
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Balcones típicos malteses o Gallarijas. Senglea |
Llegando
casi al final de la calle hallaría otro edificio religioso notable y que quizás
fuera el único en salvarse de los bombardeos de la Gran Guerra. Se trata de la iglesia de San Felipe, levantada en
1622.
Finalmente,
mis pasos me llevarían al extremo de la ciudad, donde se encuentran los jardines Safe Heaven, los cuales
albergan algunas especies de plantas exóticas. Pero lo mejor de estos es su
torre vigía de piedra, conocida como Il
– Gardjola, situada en la punta del bastión que servía de puesto de vigilancia
para proteger la entrada del puerto. El ojo y la oreja esculpidos en la parte
superior de sus ventanas representan la función de vigilancia que esta torre
ejerció en el pasado. Desde ella se consiguen unas vistas maravillosas de La
Valeta, el Gran Puerto y el fuerte de San Angelo de Birgu que casi te cortan la
respiración.
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Jardines Safe Heaven. Senglea |
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Torre Il Gardjola. Senglea |
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La Valeta desde Torre Il Gardjola. Senglea |
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Fuerte St. Angelo (Birgu) desde Torre Il Gardjola. Senglea |
Después de
disfrutar largo y tendido del espectáculo, unas escaleras algo escondidas me
llevarían a nivel del mar, para desde aquí continuar caminando por el paseo marítimo de Senglea con las
monumentales vistas de Vittoriosa a mi izquierda en todo momento, hasta llegar
al mismo lugar donde nos había dejado el ferry, el cual dejaría atrás hasta que
me encontré en el mismo centro de Cospicua.
Todavía hoy
muchos de sus habitantes la conocen y denominan por su nombre originario,
Bormla. La ciudad resultó muy dañada como consecuencia de los bombardeos de la
Segunda Guerra Mundial y, aunque fue reconstruida una vez finalizado el
conflicto bélico, su interés turístico es más limitado que en el caso de Birgu
o la vecina Senglea.
No obstante
cabe destacar la iglesia colegiata de la
Inmaculada Concepción del siglo XVI, que comenzó a construirse en 1584 y
que fue ampliada y consagrada en 1637 y 1732 respectivamente. Su interior
alberga una gran riqueza de obras de arte que milagrosamente se salvaron de la
destrucción durante la Gran Guerra.
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Iglesia de la Inmaculada Concepción. Bormla |
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Iglesia de la Inmaculada Concepción. Bormla |
A menos de
cinco minutos de la anterior también merece la pena acercarse hasta la puerta de Santa Elena, de estilo
barroco y considerada como una de las más bellas puertas hospitalarias del
siglo XVIII. Originalmente contaba con un puente levadizo pero sería
reemplazado por un mecanismo de cadenas.
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Puerta de Santa Elena. Bormla |
Aunque
conocía de la existencia de la puerta de
Notre Dame, el hecho de que se encontrara a quince minutos caminando y que
todavía me quedaran por visitar otros muchos lugares, me llevaría a renunciar a
ella y seguir mi camino hacia la más hermosa e importante de las Tres Ciudades:
Vittoriosa o Birgu.
Al igual
que Senglea, se encuentra situada frente a La Valeta, en otra de las penínsulas
que se adentran en el Gran Puerto. Durante casi cuarenta años, desde la llegada
de los Caballeros de la Orden en 1530 hasta la fundación de La Valeta, ostentó
la capitalidad del archipiélago maltés y cuando perdió ese importante rango
distintivo, ganó su nueva denominación de Vittoriosa para honrar su heroico
papel durante el Gran Sitio Turco de 1565.
De ese
pasado esplendoroso como capital y primera residencia de los Caballeros,
conserva edificios importantes de gran valor arquitectónico, que no corrieron
la misma suerte que los vecinos de sus ciudades hermanas, destruidos casi por
completo durante la Segunda Guerra Mundial, como ya hemos visto.
Veamos, por
tanto, cuales fueron mis visitas en Vittoriosa o Birgu:
FORTIFICACIONES,
BASTIONES Y MURALLAS: aunque su fortificación más famosa es la que se encuentra en la
punta del promontorio conocida como fuerte St. Angelo, no hay que perderse las
que protegían la ciudad por el lado que mira a tierra, que son iguales o más
espectaculares que las que miran al mar. Entre ellas además hay espectaculares
puertas como la de Provenza o la de Couvre e incluso las instalaciones del
museo de la Guerra erigido en los refugios que sirvieron de protección a cientos
de personas durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
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Fortificaciones de Birgu |
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Fortificaciones de Birgu |
PALACIO DE LOS
INQUISIDORES: el palacio
actual fue construido en la década de 1530 y en un inicio albergó la sede de
los tribunales civiles de la Orden de San Juan, poco después de que los
caballeros llegasen a Malta; posteriormente en 1574 fue sede del Tribunal de la
Inquisición hasta la desaparición de esta bajo la ocupación francesa en 1798.
Hoy se usa como museo de Etnografía, centrado en las devociones populares y en
los valores religiosos latentes en la cultura maltesa. Sus salas más
interesantes serían la del tribunal, la prisión y la cocina, que han sido
recientemente restauradas. La entrada está incluida en el Heritage Malta.
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Palacio del Inquisidor. Birgu |
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Palacio del Inquisidor. Birgu |
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Palacio del Inquisidor. Birgu |
COLLACHIO: es el barrio en el
que se situaban los albergues en los que residían los Caballeros Hospitalarios,
al que originalmente solo podían tener acceso los miembros de la Orden. El
carácter internacional de la Orden propiciaba una curiosa mezcla de
nacionalidades entre los caballeros al servicio de los preceptos de la
religión. Así pues se organizaron posadas de acogida en función de las distintas
procedencias o lenguas en que se dividía la Orden. Son más antiguos que los de
La Valeta y su estado de conservación es más precario.
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Barrio Collachio. Birgu |
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Barrio Collachio. Birgu |
Es el lugar
con mayor encanto de Las Tres Ciudades y si vas con el tiempo justo uno de los
imprescindibles sin lugar a duda.
VICTORY SQUARE: la plaza de la
Victoria o Misrah ir Rebha ha representado durante siglos el centro de la vida
social de la ciudad de Birgu. En dicha plaza se encuentra el monumento a la
Victoria erigido en 1705 como recuerdo del triunfo en el Gran Sitio turco de
1565. También se pueden ver un gran crucifijo de piedra situado en el lugar
donde en el siglo XVI se realizaban ejecuciones y una estatua de San Lorenzo
esculpida sobre una columna blanca que se levantó en 1880.
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Plaza y Estatua de St. Lawrence. Birgu |
IGLESIA DE SAN
LORENZO: es una de
las iglesias parroquiales más antiguas de Malta. Antes de la construcción de la
catedral era la iglesia conventual de la orden. Es un magnífico ejemplo del
barroco romano. La zona frente a la iglesia se utilizó como lugar de enterramiento
durante el Gran Asedio.
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Colegiata de Saint Lawrence. Birgu |
IGLESIA DE LA
ANUNCIACIÓN: construida
por los dominicos en el siglo XVI y posteriormente destruida durante la Segunda
Guerra Mundial, sería reconstruida de nuevo al finalizar esta.
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Iglesia de la Anunciación. Birgu |
MUSEO MARÍTIMO: aunque no visitaría
sus instalaciones, merece la pena parar a ver su hermosa e imponente fachada
exterior. En el pasado sería la panadería naval donde se proveía a la Marina de
la ración diaria de pan para más de 15.000 marinos. En su interior tengo
entendido que destaca un magnífico mascarón de proa situado en la sala
superior.
FUERTE ST. ANGELO: sería la última
visita que realizaría en Vittoriosa y también estaba incluida en el pase de
Heritage Malta. Os aconsejo que vayáis con tiempo porque las instalaciones son
inmensas, tardando aproximadamente dos horas en realizar la visita.
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Fuerte St. Angelo. Birgu |
Ubicado en
el promontorio que culmina la península donde se levanta Birgu puede presumir
como ningún otro de recoger la historia de las islas maltesas, constituyendo la
joya de la corona del patrimonio militar de las islas. Cuando llegaron los
Caballeros a las islas en 1530 se convirtió de inmediato en la sede del Gran
Maestre de la Orden, quién decidió reforzar las defensas de la nueva capital y
de la fortificación.
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Fuerte St. Angelo. Birgu |
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Fuerte St. Angelo. Birgu |
Una vez
trasladada la capitalidad a La Valeta, el fuerte fue destinado a otros usos,
convirtiéndose en prisión. Cuando los británicos se hicieron con el control de
las islas en 1800 usaron la fortificación como cuartel general de la armada
británica del Mediterráneo. Durante la II Guerra Mundial fue la base de las
operaciones aliadas, siendo alcanzada en más de setenta ocasiones durante los
bombardeos ítalo – germanos.
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Senglea desde Fuerte St. Angelo. Birgu |
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Fuerte St. Angelo. Birgu |
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Fuerte St. Angelo. Birgu |
Cuando salí
del anterior optaría por caminar por el paseo costero de Vittoriosa con vistas
a Senglea, dirigiéndome de forma relajada hacia el punto donde me había dejado
el ferry por la mañana. Había decidido, por tanto, prescindir de la primera
idea que tenía pensada de haber llegado paseando hasta la bahía de Kalkara y a Punta
Ricasoli, pero quedaba poco para que anocheciera, amenazaba tormenta y
estaba bastante cansado, por lo que me di por satisfecho con todo lo que había
conocido.
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Punta Ricasoli desde Fuerte St. Angelo. Birgu |
En diez
minutos volvía a estar en La Valeta, tras coger el ferry, dirigiéndome
entonces, y sin dudarlo, al mismo lugar donde había hecho ayer la comida –
cena. Y es que me encantaría. Recordar que se llamaba Grano y esta vez elegiría un mollete de pan crujiente con ternera
desmenuzada, queso, cebolla y mostaza dulce, repitiendo de postre los
canutillos de nutella, pistacho y chocolate.
Además pediría unos cuantos más para llevar y llevármelos a Madrid.
Con el
estómago satisfecho, tomaría el ferry hacia Sliema donde, sin perder tiempo,
volvería a mi hotel a preparar la maleta y dejarlo todo listo para mañana, pues
tocaba volver a España.
Al día
siguiente, sábado, sólo tendría que andar unos pasos hasta la parada de autobús
desde donde salía el número X2 hacia el aeropuerto. El día era terrorífico pues
estaba diluviando, así que encima tenía que dar las gracias del tiempo tan
bueno que me había hecho.
Nada más
llegar una señora me trataría de decir algo en una mezcla de inglés y maltés
que no entendí, pero parecía que quería explicarme que por alguna razón no iba
a pasar el bus que esperaba. Pero una vez más tendría suerte, ya que a los
pocos minutos de la fallida comunicación pararía una mini furgoneta de la que
bajó un señor ofreciéndome el trayecto al aeropuerto por tres euros, a lo que,
evidentemente, diría que sí. El conductor repetiría este acto varias veces más
en paradas sucesivas, llenando al final su vehículo de viajeros. Debe ser una
actividad común con la que esta gente se saca un extra.
En sólo veinte minutos ya estaba en la terminal, así
que tendría tiempo más que de sobra para pasar los controles sanitarios y de
rigor, desayunar algo y, tras un rato de espera, embarcar en hora rumbo a
Madrid, tras haber disfrutado del último viaje de 2021, un año impresionante y
que contra todo pronóstico me ha vuelto a permitir disfrutar al máximo de los
que más me gusta: viajar.
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