MALTA - DIA 07. Tres Ciudades: Senglea, Birgu y Bormla

10 de Diciembre de 2021.

Mi último día en Malta lo iba a dedicar a conocer las denominadas Tres Ciudades, situadas al otro lado del Gran Puerto y denominadas también en su conjunto como The Cottonera, nombre debido al Gran Maestre Nicolás Cottoner que fue quién mandó construir las defensas. Sus antiguos nombres, Birgu, L – Isla y Bormla fueron cambiados después de la victoria sobre los turcos por Vittoriosa, Senglea y Cospicua respectivamente, pero en las islas a las Tres Ciudades todavía se les conoce por sus antiguos nombres y así aparecen en muchas de las señalizaciones y en la forma de hablar de los habitantes de Malta.

Mientras que Vittoriosa y Senglea, están situadas sobre las grandes penínsulas rocosas que sobresalen del Gran Puerto, la otra ciudad, Cospicua, está en el centro de la bahía que separa a las otras dos. Las Tres Ciudades están en el origen de la historia maltesa ya que por ellas, han pasado todos los pueblos que se han asentado en Malta. Están formadas por unas ensenadas que desde los primeros tiempos fueron utilizadas como puertos naturales ya desde la época de los fenicios, sus muelles siempre han sido su medio de vida, pero también los ha hecho vulnerables en tiempos de guerra, como ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial.

Fuerte St. Angelo (Birgu) desde Ferry a Tres Ciudades


Senglea desde Ferry a Tres Ciudades

Las Tres Ciudades fueron la primera sede de los Caballeros de la Orden de San Juan, por lo que sus palacios, iglesias, fuertes y baluartes son mucho más antiguos  que los de La Valeta y, por tanto, su visita ya presagiaba ser apasionante, antes incluso de poner un pie en ellas.

Para llegar a las mismas desde Sliema optaría, como hice ayer, por el ferry, pero en esta ocasión sería por partida doble, ya que tendría que coger primero el que me llevara a La Valeta, y una vez en la capital y tras atravesarla caminado, de oeste a este, tomar uno nuevo, justo debajo de los Upper Barraka Gardens y pasando por la espectacular puerta  Victoria, que me llevaría hasta el centro neurálgico de las Tres Ciudades. Y no es esta una forma de hablar pues donde desembarcaría (única parada) se encuentra casi equidistante entre Birgu y Senglea y forma parte del propio distrito de Cospicua.

Puerta Victoria. La Valeta

La Valeta desde Ferry a Tres Ciudades

Por cierto, que la llegada a este punto es apoteósica, con una vistas soberbias tanto de La Valeta a tus espaldas como de las Tres Ciudades de frente, así como de sus impresionantes sistemas amurallados y defensivos.

La Valeta y Fuerte St. Angelo (Birgu) desde Ferry a Tres Ciudades

Birgu y Senglea desde Ferry a Tres Ciudades

Decidiría comenzar mi paseo matinal por Senglea la cual se encuentra situada en una estrecha península que sobresale hacia el Gran Puerto. Lleva desde el Gran Sitio de 1565 el nombre del Gran Maestre francés  Claude de la Sengle que en 1551 la mandó fortificar.

Fuerte de San Miguel. Senglea


Sería la imponente entrada del fuerte de San Miguel, por el lado que mira a tierra, por donde accedería a la misma, encontrando pocos metros después la iglesia parroquial dedicada a la Natividad de la Virgen, construida en el siglos XVIII y que fue reconstruida tras ser severamente dañada durante la Segunda Guerra Mundial. Conserva parte de su patrimonio artístico entre el que hay que destacar la escultura de Cristo Redentor.

Fuerte de San Miguel. Senglea

Iglesia de Ntra Sra de la Victoria. Senglea

Continuaría caminando por la calle central de Senglea, flanqueada a ambos lados por edificios repletos de balcones típicos malteses o Gallarijas, que le dan un encanto especial. Justo en el medio de dicha arteria se abre la pequeña y bonita plaza del 4 de Septiembre, donde se concentran los paisanos a charlar y ver pasar el tiempo.

Plaza 4 de Septiembre. Senglea

Balcones típicos malteses o Gallarijas. Senglea

Llegando casi al final de la calle hallaría otro edificio religioso notable y que quizás fuera el único en salvarse de los bombardeos de la Gran Guerra. Se trata de la iglesia de San Felipe, levantada en 1622.

Finalmente, mis pasos me llevarían al extremo de la ciudad, donde se encuentran los jardines Safe Heaven, los cuales albergan algunas especies de plantas exóticas. Pero lo mejor de estos es su torre vigía de piedra, conocida como Il – Gardjola, situada en la punta del bastión que servía de puesto de vigilancia para proteger la entrada del puerto. El ojo y la oreja esculpidos en la parte superior de sus ventanas representan la función de vigilancia que esta torre ejerció en el pasado. Desde ella se consiguen unas vistas maravillosas de La Valeta, el Gran Puerto y el fuerte de San Angelo de Birgu que casi te cortan la respiración.

Jardines Safe Heaven. Senglea

Torre Il Gardjola. Senglea

La Valeta desde Torre Il Gardjola. Senglea

Fuerte St. Angelo (Birgu) desde Torre Il Gardjola. Senglea

Después de disfrutar largo y tendido del espectáculo, unas escaleras algo escondidas me llevarían a nivel del mar, para desde aquí continuar caminando por el paseo marítimo de Senglea con las monumentales vistas de Vittoriosa a mi izquierda en todo momento, hasta llegar al mismo lugar donde nos había dejado el ferry, el cual dejaría atrás hasta que me encontré en el mismo centro de Cospicua.

Todavía hoy muchos de sus habitantes la conocen y denominan por su nombre originario, Bormla. La ciudad resultó muy dañada como consecuencia de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y, aunque fue reconstruida una vez finalizado el conflicto bélico, su interés turístico es más limitado que en el caso de Birgu o la vecina Senglea.

No obstante cabe destacar la iglesia colegiata de la Inmaculada Concepción del siglo XVI, que comenzó a construirse en 1584 y que fue ampliada y consagrada en 1637 y 1732 respectivamente. Su interior alberga una gran riqueza de obras de arte que milagrosamente se salvaron de la destrucción durante la Gran Guerra.

Iglesia de la Inmaculada Concepción. Bormla

Iglesia de la Inmaculada Concepción. Bormla

A menos de cinco minutos de la anterior también merece la pena acercarse hasta la puerta de Santa Elena, de estilo barroco y considerada como una de las más bellas puertas hospitalarias del siglo XVIII. Originalmente contaba con un puente levadizo pero sería reemplazado por un mecanismo de cadenas.

Puerta de Santa Elena. Bormla

Aunque conocía de la existencia de la puerta de Notre Dame, el hecho de que se encontrara a quince minutos caminando y que todavía me quedaran por visitar otros muchos lugares, me llevaría a renunciar a ella y seguir mi camino hacia la más hermosa e importante de las Tres Ciudades: Vittoriosa o Birgu.

Al igual que Senglea, se encuentra situada frente a La Valeta, en otra de las penínsulas que se adentran en el Gran Puerto. Durante casi cuarenta años, desde la llegada de los Caballeros de la Orden en 1530 hasta la fundación de La Valeta, ostentó la capitalidad del archipiélago maltés y cuando perdió ese importante rango distintivo, ganó su nueva denominación de Vittoriosa para honrar su heroico papel durante el Gran Sitio Turco de 1565.

De ese pasado esplendoroso como capital y primera residencia de los Caballeros, conserva edificios importantes de gran valor arquitectónico, que no corrieron la misma suerte que los vecinos de sus ciudades hermanas, destruidos casi por completo durante la Segunda Guerra Mundial, como ya hemos visto.

Veamos, por tanto, cuales fueron mis visitas en Vittoriosa o Birgu:

FORTIFICACIONES, BASTIONES Y MURALLAS: aunque su fortificación más famosa es la que se encuentra en la punta del promontorio conocida como fuerte St. Angelo, no hay que perderse las que protegían la ciudad por el lado que mira a tierra, que son iguales o más espectaculares que las que miran al mar. Entre ellas además hay espectaculares puertas como la de Provenza o la de Couvre e incluso las instalaciones del museo de la Guerra erigido en los refugios que sirvieron de protección a cientos de personas durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

Fortificaciones de Birgu

Fortificaciones de Birgu

PALACIO DE LOS INQUISIDORES: el palacio actual fue construido en la década de 1530 y en un inicio albergó la sede de los tribunales civiles de la Orden de San Juan, poco después de que los caballeros llegasen a Malta; posteriormente en 1574 fue sede del Tribunal de la Inquisición hasta la desaparición de esta bajo la ocupación francesa en 1798. Hoy se usa como museo de Etnografía, centrado en las devociones populares y en los valores religiosos latentes en la cultura maltesa. Sus salas más interesantes serían la del tribunal, la prisión y la cocina, que han sido recientemente restauradas. La entrada está incluida en el Heritage Malta.

Palacio del Inquisidor. Birgu

Palacio del Inquisidor. Birgu

Palacio del Inquisidor. Birgu

COLLACHIO: es el barrio en el que se situaban los albergues en los que residían los Caballeros Hospitalarios, al que originalmente solo podían tener acceso los miembros de la Orden. El carácter internacional de la Orden propiciaba una curiosa mezcla de nacionalidades entre los caballeros al servicio de los preceptos de la religión. Así pues se organizaron posadas de acogida en función de las distintas procedencias o lenguas en que se dividía la Orden. Son más antiguos que los de La Valeta y su estado de conservación es más precario.

Barrio Collachio. Birgu

Barrio Collachio. Birgu

Es el lugar con mayor encanto de Las Tres Ciudades y si vas con el tiempo justo uno de los imprescindibles sin lugar a duda.

VICTORY SQUARE: la plaza de la Victoria o Misrah ir Rebha ha representado durante siglos el centro de la vida social de la ciudad de Birgu. En dicha plaza se encuentra el monumento a la Victoria erigido en 1705 como recuerdo del triunfo en el Gran Sitio turco de 1565. También se pueden ver un gran crucifijo de piedra situado en el lugar donde en el siglo XVI se realizaban ejecuciones y una estatua de San Lorenzo esculpida sobre una columna blanca que se levantó en 1880.

Plaza y Estatua de St. Lawrence. Birgu

IGLESIA DE SAN LORENZO: es una de las iglesias parroquiales más antiguas de Malta. Antes de la construcción de la catedral era la iglesia conventual de la orden. Es un magnífico ejemplo del barroco romano. La zona frente a la iglesia se utilizó como lugar de enterramiento durante el Gran Asedio.

Colegiata de Saint Lawrence. Birgu

IGLESIA DE LA ANUNCIACIÓN: construida por los dominicos en el siglo XVI y posteriormente destruida durante la Segunda Guerra Mundial, sería reconstruida de nuevo al finalizar esta.

Iglesia de la Anunciación. Birgu

MUSEO MARÍTIMO: aunque no visitaría sus instalaciones, merece la pena parar a ver su hermosa e imponente fachada exterior. En el pasado sería la panadería naval donde se proveía a la Marina de la ración diaria de pan para más de 15.000 marinos. En su interior tengo entendido que destaca un magnífico mascarón de proa situado en la sala superior.

FUERTE ST. ANGELO: sería la última visita que realizaría en Vittoriosa y también estaba incluida en el pase de Heritage Malta. Os aconsejo que vayáis con tiempo porque las instalaciones son inmensas, tardando aproximadamente dos horas en realizar la visita.

Fuerte St. Angelo. Birgu

Ubicado en el promontorio que culmina la península donde se levanta Birgu puede presumir como ningún otro de recoger la historia de las islas maltesas, constituyendo la joya de la corona del patrimonio militar de las islas. Cuando llegaron los Caballeros a las islas en 1530 se convirtió de inmediato en la sede del Gran Maestre de la Orden, quién decidió reforzar las defensas de la nueva capital y de la fortificación.

Fuerte St. Angelo. Birgu

Fuerte St. Angelo. Birgu

Una vez trasladada la capitalidad a La Valeta, el fuerte fue destinado a otros usos, convirtiéndose en prisión. Cuando los británicos se hicieron con el control de las islas en 1800 usaron la fortificación como cuartel general de la armada británica del Mediterráneo. Durante la II Guerra Mundial fue la base de las operaciones aliadas, siendo alcanzada en más de setenta ocasiones durante los bombardeos ítalo – germanos.

Senglea desde Fuerte St. Angelo. Birgu

Fuerte St. Angelo. Birgu

Fuerte St. Angelo. Birgu

Cuando salí del anterior optaría por caminar por el paseo costero de Vittoriosa con vistas a Senglea, dirigiéndome de forma relajada hacia el punto donde me había dejado el ferry por la mañana. Había decidido, por tanto, prescindir de la primera idea que tenía pensada de haber llegado paseando hasta la bahía de Kalkara y a Punta Ricasoli, pero quedaba poco para que anocheciera, amenazaba tormenta y estaba bastante cansado, por lo que me di por satisfecho con todo lo que había conocido.

Punta Ricasoli desde Fuerte St. Angelo. Birgu

En diez minutos volvía a estar en La Valeta, tras coger el ferry, dirigiéndome entonces, y sin dudarlo, al mismo lugar donde había hecho ayer la comida – cena. Y es que me encantaría. Recordar que se llamaba Grano y esta vez elegiría un mollete de pan crujiente con ternera desmenuzada, queso, cebolla y mostaza dulce, repitiendo de postre los canutillos de nutella, pistacho y chocolate.  Además pediría unos cuantos más para llevar y llevármelos a Madrid.

Con el estómago satisfecho, tomaría el ferry hacia Sliema donde, sin perder tiempo, volvería a mi hotel a preparar la maleta y dejarlo todo listo para mañana, pues tocaba volver a España.

Al día siguiente, sábado, sólo tendría que andar unos pasos hasta la parada de autobús desde donde salía el número X2 hacia el aeropuerto. El día era terrorífico pues estaba diluviando, así que encima tenía que dar las gracias del tiempo tan bueno que me había hecho.

Nada más llegar una señora me trataría de decir algo en una mezcla de inglés y maltés que no entendí, pero parecía que quería explicarme que por alguna razón no iba a pasar el bus que esperaba. Pero una vez más tendría suerte, ya que a los pocos minutos de la fallida comunicación pararía una mini furgoneta de la que bajó un señor ofreciéndome el trayecto al aeropuerto por tres euros, a lo que, evidentemente, diría que sí. El conductor repetiría este acto varias veces más en paradas sucesivas, llenando al final su vehículo de viajeros. Debe ser una actividad común con la que esta gente se saca un extra.

En sólo veinte minutos ya estaba en la terminal, así que tendría tiempo más que de sobra para pasar los controles sanitarios y de rigor, desayunar algo y, tras un rato de espera, embarcar en hora rumbo a Madrid, tras haber disfrutado del último viaje de 2021, un año impresionante y que contra todo pronóstico me ha vuelto a permitir disfrutar al máximo de los que más me gusta: viajar.

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