DIA 04. SUIZA. Schaffhausen - Rheinfall - Stein am Rhein

12 de Septiembre de 2019.

Schaffhausen es una pequeña ciudad suiza famosa por ser el punto de acceso a las cataratas del Rin o Rheinfall, el salto de agua más grande de Europa, suponiendo este importante detalle que mucha gente pasa por alto una visita a su notable centro histórico, el cual se encuentra repleto de edificios de la época del renacimiento y que aún se hallan en perfecto estado de conservación. No quería que esto me sucediera a mí y es por ello que antes de dirigirme a la gran cascada, pasaría las primeras horas de la mañana visitando los principales puntos de interés de la ciudad.

Aunque Suiza era un estado neutral, Schaffhausen sufriría importantes daños al ser bombardeada por aviones estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, no se sabe si por accidente, algo que no sería óbice para que fuese completamente restaurada y volviese a lucir el esplendor de entonces.

Bastarían quince minutos para llegar caminando desde mi alojamiento al centro histórico de Schaffhausen, descartando desde el primer momento la opción del coche para ello, pues toda su zona histórica es de pago.

Comenzaría paseando por la ribera del Rin, que casi llegando a mitad de septiembre todavía invitaba a pegarse un buen baño en alguna de las zonas habilitadas al efecto, y es que ya a estas horas hacía algo de bochorno.

Ribera del Rin. Schaffhausen


Cambiando de aires, optaría por subir a lo alto de la colina Emmersberg, en busca del Munot, el gran fortín de la ciudad, adornado con faldas de viñedos. Se construyó a mediados del siglo XVI siguiendo las ideas arquitectónicas que defendían los bastiones circulares con una torre cilíndrica como edificios inaccesibles e indestructibles. La entrada es gratuita y desde su plataforma superior se consigue una panorámica memorable del casco antiguo de Schaffhausen y el paisaje circundante. Destaca igualmente su foso, que en lugar de estar lleno de agua, ahora es el hogar de una familia de gamos. Curiosamente el líder de la manada lleva el nombre del alcalde de la ciudad.

Munot. Schaffhausen

Schaffhausen desde Munot

Cervatillo en Munot. Schaffhausen

Tras esa visión global de la ciudad era el momento de descender y perderme por el fantástico centro histórico repleto de miles de detalles entre fuentes con estatuas, fachadas decoradas con hermosas pinturas, ventanales de cuento y esbeltas torres.

Subiendo por Vordergasse, su calle más importante, encontraría en su número 65, el edificio visualmente más relevante del casco antiguo, conocido como Haus zum Ritter (Casa del Caballero), cuyo exterior presenta uno de los frescos renacentistas más importantes al norte de los Alpes, un mural que glorifica las virtudes civiles. Hay que decir que los frescos originales se conservan en el museo de Todos los Santos (Zu Allerheiligen), por lo que la fachada que se ve hoy es una recreación.

Haus zum Ritter o Casa del Caballero. Schaffhausen

Además de otras casas con destacados frescos, en la calle no pasa desapercibida la iglesia de St. Johann, de estilo gótico aunque manipulada con el tiempo, acoge a fieles protestantes. De su exterior resalta su elevada torre, y en su interior los frescos que revisten sus paredes. Por cierto que aquí tiene lugar el Festival Internacional de Bach.

Iglesia de St. Johann. Schaffhausen

Tras sorprenderme con una de las bonitas fuentes adornadas con estatuas históricas que decoran la ciudad, en este caso la del gran Guillermo Tell (Tellenbrunnen), símbolo de la libertad suiza, me desplazaría a la cercana Catedral o Münster, donde sobresale la torre románica del campanario y, en el lado izquierdo, una estatua rinde homenaje a las víctimas del bombardeo de 1944. Al otro lado se encuentra el magnífico claustro de Todos los Santos. Parte románico y parte gótico, su jardín sirvió durante siglos para enterrar a los fallecidos de las familias distinguidas de la ciudad.

Catedral o Münster. Schaffhausen

Desde aquí y en sólo unos minutos llegaría a la plaza Herrenacker, la más moderna de la ciudad y en la que se encuentra la oficina de turismo y el teatro, pero que no dice gran cosa, por lo que sería sólo de paso para llegar hasta Fronwagplatz, la antítesis de la anterior, pues ante mí se abría una hermosa plaza embellecida por fachadas elegantes y balcones decorados y en la que destacan dos fuentes que marcan el eje de la ciudad: Metzgerbrunnen, fuente del mercenario, y Mohrenbrunnen, la fuente del rey moro, que marca el inicio de la calle Vorstadt. Un incendio destruyó las casas medievales de madera de esta zona, por eso todas presentan fachadas renacentistas mezcladas con elementos góticos, barrocos y rococós. Hay dos edificios que sobresalen en el irregular cuadrilátero, por un lado la torre medieval del reloj astronómico (Fronwagturm), y a su lado , la majestuosa Herrenstube, donde se alojaba la distinguida Sociedad de Ciudadanos Nobles de la ciudad, que principalmente bebían en aquellas reuniones.

Metzgerbrunnen. Fronwagplatz

Fronwagplatz

No hay que irse de esta zona sin admirar nuevas y espectaculares fachadas que están entre las más sobresalientes de la ciudad, tales como la localizada en la calle Oberstadt 16, adornada con estuco rococó, la que se encuentra en el número 17 de la calle Vorstadt conocida como Zum Goldenen Ochsen, siendo una de las casas más importantes y bellas de la ciudad. Su pórtico renacentista alemán, los frescos representando pasajes babilónicos y griegos, el ternero de oro y la balconada con tallas alegóricas la elevan por encima de cualquier cumplido o distinción. Pero tampoco se puede omitir en la misma calle, pero en su número 43, la conocida como “la Gran Jaula” o Zum Grossen Käfig, con una hermosa torre que albergó una prisión.

Zum Goldenen Ochsen. Calle Vorstadt.Schaffhausen

Zum Grossen Käfig. Calle Vorstadt.Schaffhausen

Otra encantadora plazoleta que me encontraría en mí deambular sería Platz, rodeada de casas con fachadas de estilo rococó o gótico, sin que faltara en ella otra de esas preciosas fuentes tan características en las ciudades suizas, y que en muchos momentos me estaban recordando a la encantadora Berna.

Concluiría mi visita a Schaffhausen saliendo por la torre Obertor, desde la que se vigilaba la entrada a la ciudad, pero desgraciadamente la estaban restaurando y estaba completamente rodeada de andamios, por lo que no pude contemplarla en su máximo apogeo. Afortunadamente no sería el caso de otra de las mismas características llamada Schwabentor, por la que pasaría un poco antes.

Torre Schwabentor. Schaffhausen

Eran las 11:15, una buena hora para regresar a recoger el coche, no sin sufrir las agotadoras cuestas de regreso que me dejarían exhausto, y poner rumbo a uno de los lugares que más me apetecía conocer, no ya en este viaje, sino desde hacía mucho tiempo, nada más y nada menos que las cataratas del Rin (Rheinfall).

No tardaría nada en llegar a ellas pues apenas se encuentran a cuatro kilómetros de Schaffhausen. Optaría por no complicarme la vida y dejar directamente el coche en un parking gigantesco distribuido por niveles, en el que pagas según el tiempo que estés, vamos como cualquier otro.

No es de extrañar que Goethe las llamara “la fuentes del Océano”, pues quedaría impresionado por la fuerza y virulencia de sus aguas a su paso por esta zona del alto Rin, no siendo una sorpresa que tuviera tal visión porque este cauce de 150 metros de anchura, una caída de 23 metros y una profundidad de 13 metros, impacta a cualquiera, pues el salto de agua es tan fuerte que llegan a caer 700.000 litros de agua por segundo, que se dice pronto.

Me encontraba en la zona norte, por lo que la primera visión que tendría del salto de agua sería una perspectiva genérica del mismo que me fascinaría y me dejaría embobado, pues a la fuerza de la cascada, tenía que unirle el día espectacular que hacía.

Cataratas del Rin o Rheinfall

Cataratas del Rin o Rheinfall

Cataratas del Rin o Rheinfall

Justo aquí se encuentra el castillo de Wörth, de gran importancia hasta el siglo XIX para aquellos barcos que hacían la ruta desde el lago Constanza a Basilea, hasta que la construcción del ferrocarril acabó con su valiosa posición estratégica. Hoy hay un restaurante que dispone de una magnífica vista frontal de las cataratas y a la que se puede acceder sin necesidad de consumir nada, por lo que no hay excusa para no llegar hasta este punto.

Cataratas del Rin o Rheinfall

Junto a esta construcción histórica se encuentra el embarcadero, desde el que parten los barcos que realizan las diferentes excursiones a los saltos de agua. Mi intención era hacer alguna de ellas, pero tendría que volver sobre mis pasos hasta las cercanías de la oficina de información turística, pues enfrente de ella está la caseta donde se venden los boletos oportunos. Una chica muy simpática me informaría de las cuatro posibilidades que existen de paseos en barco (una quinta opción estaba suspendida en estos momentos), optando al final por combinar dos de ellas, las correspondientes a los números uno y dos. (22 CHF)

Cataratas del Rin o Rheinfall

La primera me llevaría al icónico risco que preside el centro de las cataratas del Rin y que se diferencia en la distancia gracias al estandarte suizo que ondea en su cima. Esta roca es incluso más antigua que las propias cascadas y parece mentira que haya podido resistir a la erosión durante tantos siglos. Según te vas acercando la piel se te eriza y la emoción te invade por el estruendo brutal de la fuerza del agua unido a las salpicaduras de esta refrescando tú cara por momentos.

Cataratas del Rin o Rheinfall

Cataratas del Rin o Rheinfall

Cataratas del Rin o Rheinfall

Dispones de alrededor de veinte minutos desde que el barco atraca hasta que sale el siguiente para subir la escalinata que te lleva hasta el punto más elevado de la gran mole, el cual es minúsculo y tienes que hacer contorsionismo para permanecer allí con más de diez personas. A pesar de ello estar en este punto es algo sublime, es como rozar el cielo, al encontrarte en pleno centro de las cataratas del Rin, no pudiendo escuchar nada más que el rugir del agua desplomándose al vació con gran ferocidad, sintiendo la frescura que te regala la cascada en forma de llovizna al deslizarse por tu rostro, impregnándote del olor de la naturaleza y mil sensaciones más que son complicadas de explicar en unas cuantas líneas.

Cataratas del Rin o Rheinfall

Tras esta increíble experiencia y tras regresar al mismo embarcadero de donde partimos procedería a tomar otro barco (excursión número dos) que simplemente me llevaría al otro lado de los saltos de agua. Aquí un moderno ascensor me trasladaría, sin esfuerzo, a la zona superior del lado sur de las Rheinfall, donde nada más abrirse las puertas me encontraría en el corazón del castillo de Laufen, un edificio renacentista con torretas que se asoman hacia el río, que cuenta en la actualidad con un restaurantes y un albergue juvenil.

Schloss Laufen.Rheinfall

Las emociones no habían terminado todavía y es que desde esta zona se puede acceder a un montón de miradores que se encuentran prácticamente pegados a las cascadas, consiguiendo nuevas perspectivas de las mismas. Existen unas máquinas, en el mismo patio interior de la fortificación, donde poder sacar el ticket (5 CHF) que te permite pasar el torno correspondiente. Tras atravesar el mismo, comienza el espectáculo, encontrándote varias y espectaculares plataformas que te sitúan casi al lado del salto de agua, tanto que casi puedes rozarlo con los dedos. Al igual que todo lo anterior merece muchísimo la pena y no dejaría de hacerlo por haber realizado las demás actividades.

Cataratas del Rin o Rheinfall

Cataratas del Rin o Rheinfall

Cataratas del Rin o Rheinfall

Cataratas del Rin o Rheinfall

Los diferentes miradores los vas alcanzando en progresivo descenso, por lo que luego toca volver al punto de inicio, lo que haría en el elevador que ya me era familiar al haberlo utilizado nada más desembarcar en esta lado de las cataratas.

Tenía que volver al lado contrario, donde todo comenzaría, pero en vez de regresar en barco optaría por seguir el camino de ronda que baja hacia el río y que me llevaría al puente, por el que también circulan trenes, desde donde se puede ver el trascurrir del Rin, justo antes de desplomarse al vacío.

Cataratas del Rin o Rheinfall

De nuevo en la orilla norte, podría disfrutar de perspectivas diferentes a las obtenidas al principio, tanto de las cataratas como de los preciosos castillos de los que hablé párrafos atrás, poniendo así el broche de oro a mi estancia en la inigualable Rheinfall.

Cataratas del Rin o Rheinfall

Schloss Laufen y Schloss Worth.Rheinfall

Schloss Laufen y Rheinfall

Una vez en el parking, llegaría el momento de pagar suponiéndome 11 CHF las aproximadamente tres horas y media que había estado en la zona.

El último destino que visitaría hoy sería otro de esos pueblecitos únicos, no sólo en Suiza sino en Europa, y que se iba a convertir, junto a Meersburg, visitado hacía dos días, en otro de mis preferidos en el viejo continente, considerando que es una auténtica pena perdérselo si se anda por estos lares. Estoy hablando del maravilloso Stein am Rhein.

Serían 22 kilómetros los que me separarían del mismo, tardando en realizarlos como media hora. A la llegada aparcaría en un parking cercano al centro histórico utilizando los parquímetros correspondientes.

Stein am Rhein es, sin duda, la joya del Cantón Schaffhausen con sus edificios medievales, siendo un oasis para la contemplación y el sosiego. Allí donde el Rin deja el lago Constanza se ubica esta pequeña población de bellas fachadas y miradores, rincones silenciosos, monumentales casas de paredes entramadas y el evocador paseo junto al río. Por todo ello recomiendo perderse por sus callejuelas sin rumbo fijo, aunque si eres algo más meticuloso, como es mi caso, estos son los principales puntos de interés que ofrece la villa:

Plaza del Ayuntamiento: serían muchos los mercados semanales y anuales que se celebrarían en este lugar en el pasado. Se encuentra presidida por el magnífico edificio del Ayuntamiento, construido entre 1539 y 1542, y antes de ser Casa Consistorial tendría las funciones de tienda, pañería y granero. Destacan sus espectaculares frescos y las imponentes gárgolas con cabeza de dragón.

Rathaus.Stein am Rhein

Rhatausplaz. Stein am Rhein

Stadtkirche: antiguamente iglesia del monasterio. La Reforma destruiría el interior, salvándose la sillería y las pinturas del coro. En 1584 se transformaría en iglesia protestante. En 1561 la torre sería alcanzada por un rayo, quedando la nueva ligeramente inclinada.

Stadkirche. Stein am Rhein

Kloster St. Georgen: Abadía benedictina creada poco después del año 1000. Sería reformada y modernizada varias veces en el Gótico. Destacan en especial el claustro, los cuartos del abad decorados profusamente y, sobre todo, el salón con sus series de pintura. El monasterio fue dañado y profanado gravemente en el siglo XIX, aunque sería restaurado posteriormente.

Obertor: Puerta documentada ya en 1363, sería destruida íntegramente en el incendio de 1668, aunque se repararía completamente poco después. En el siglo XIX haría las veces de prisión de la ciudad.

Untertor: como a las demás puertas, se le añadió en 1520 un vestíbulo en forma de ronda con escotillas. Sería un importante punto de control de la arteria principal del tráfico de y hacia la región de Hegau. Destruida durante el bombardeo de 1945, fue reconstruida de forma fiel al original.

Untertor. Stein am Rhein

Hexenturm: el torreón del ladrón o la bruja se conoce desde 1548, pero probablemente fue construido en el siglo XIV. Las almenas originales han sido transformadas  en ventanas. Fue cárcel hasta aproximadamente 1800.

Hexenturm. Stein am Rhein

Chretzeturm: torre circular al que se le incorporaría una residencia en el siglo XVI. Formaba parte de la muralla urbana.

Puente: ha sido objeto de numerosas reformas a lo largo de la historia. En 1799 sería quemado parcialmente por las tropas francesas.

Puente. Stein am Rhein

Puente. Stein am Rhein

Casas y frescos medievales: la mayor parte de ellas se encuentran entre la Rhatausplaz y Understadt, aunque están distribuidas por toda la villa. Son un deleite para los sentidos con gran cantidad de ornamentos, alegorías, miradores, frontones y pinturas que es imposible te dejen indiferente.

Frescos. Stein am Rhein

Frescos. Stein am Rhein

Tenía intención antes de comenzar la visita de terminarla subiendo, ya a pie o en coche, hasta lo alto de la colina para disfrutar de su castillo y las vistas que se consiguen desde el mismo, pero tras quedar prendado de la población, por un lado, y como consecuencia del agotamiento, por otro, cambiaría de planes y decidiría sentarme en la plaza del Ayuntamiento a tomar una buena cerveza con un croissant de jamón y queso (7 CHF), que me sabrían a gloria, me harían reponer fuerzas y serían la manera perfecta de cerrar la jornada cultural de hoy, ya que todavía tenía por delante muchas cosas que hacer antes de que el día finalizara.

Castillo. Stein am Rhein

Castillo. Stein am Rhein

Con las pilas cargadas pondría rumbo al aeropuerto de Zurich, situado a 55 kilómetros, donde debía devolver hoy el coche de alquiler y es que aunque todavía me quedaban tres días de viaje por delante, no veía ya necesario seguir contando con el mismo, pues iba a ser más un gasto y una carga que un beneficio, optando a partir de este momento por desplazarme en los medios de transporte suizos. Veinte kilómetros antes de llegar echaría gasolina, costándome llenar el depósito 53 CHF. Acordaros que al lado del aeropuerto  sale más caro. Entregaba el vehículo a las 18:30, una hora antes de lo establecido, estando todo perfecto.

Me dirigiría entonces a la estación de trenes y compraría el billete de ida hacia Lucerna (30 CHF), llegando el tren a las 19:15. Tardaría una hora y diez en llegar a Lucerna, mi nuevo destino y donde iba a dormir las dos próximas noches.

Desde la impresionante estación tendría quince minutos caminando hasta mi alojamiento situado a orillas del lago de los Cuatro Cantones. Se llamaba Backpackers Lucerne, situado en la calle Alpenquai, 42. El precio por las dos noches sería de 85 CHF. Las instalaciones estaban muy bien, amplias y limpias, las chicas de recepción eran de lo más agradables y en las habitaciones disponías de taquillas con una curiosidad que nunca me había encontrado hasta ahora y es que dentro de la misma había enchufe, de tal manera que podías dejar cargando tus aparatos electrónicos con la seguridad de que esta quedaba cerrada. Las sábanas estaban incluidas y no había desayuno.

Para cenar optaría por tomarme unos sándwiches que había comprado en un supermercado al salir de la estación, pero no lo haría en el hostel, sino a orillas del lago de Lucerna, pues hacía la noche ideal, con la temperatura perfecta y una preciosa luna reflejándose sobre la masa de agua. No podía haber estampa más bonita con la que irse a dormir.

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