DUBLIN - DIA 03. De Kilmainham Gaol a O´Connell street y alrededores

15 de Julio de 2018.

Uno de los lugares que con más claridad recuerdo de mi anterior estancia en Dublín es, sin duda, la prisión de Kilmainham Gaol, posiblemente porque fue uno de los edificios que más me impactarían. A los pocos años de visitarla, en 1993 y 1996, se estrenaban las excelentes películas “En el nombre del Padre” y “Michael Collins”, respectivamente, parte de las cuales se rodaron en el interior de sus muros, haciendo que rememorara inmediatamente aquella visita y que asentase aún más en la memoria sus lúgubres instalaciones. A lo largo de estos años fueron varias veces más las que vería esas películas y tenía claro que si me dejaba volver a caer por Dublín regresaría a la fría, oscura y violenta cárcel que tan temida y odiada fue durante 130 años.

Kilmainham Gaol

Kilmainham Gaol

Dirigiéndome hacia ella comenzaba la jornada, que esta vez sí se caracterizaba por el típico tiempo irlandés, es decir, cielos encapotados que amenazaban con descargar una buena tromba de agua en cualquier momento. Sin embargo estaba feliz y es que no podía quejarme lo más mínimo después de haber disfrutado de un tiempo excepcional los dos días anteriores, así que esta vez sí que me aplicaba el famoso lema: “al mal tiempo, buena cara”.

Desde mi alojamiento tardaría unos treinta minutos en llegar caminando hasta la entrada de la prisión, pero desde el centro de Dublín es fácil que se tarde casi la hora, por lo que no sería mala opción tomar alguno de los autobuses que te acercan hasta ella.

Es muy importante sacar las entradas por anticipado, porque si no es bastante probable que te quedes sin poder visitarla. Su página web es: http://kilmainhamgaolmuseum.ie/ . En ella podrás seleccionar tanto el día como la hora que mejor te convenga, siempre que lo hagas con tiempo. El precio de la entrada son ocho euros y esta visita tampoco está incluida en la Dublín Card, otro motivo por el que pienso que no compensa dicho pase.

Mi elección sería el pase de las 09:15, encontrándome ya en la puerta de acceso un cuarto de hora antes, algo que también hicieron buena parte del grupo con el que iba a conocer las instalaciones del edificio.

Tengo que decir también que la visita dura una hora y es en inglés por lo que si no entiendes mucho el idioma, como es mi caso, no estaría mal documentarse antes, como así haría, porque si no no te vas a enterar de nada.

Kilmainham Gaol

Kilmainham Gaol

Kilmainham Gaol

La mayor cárcel de Dublín, y la de peor fama, cerró en 1924, pero se ha conservado como un importante e histórico monumento. En la actualidad es la prisión desocupada más grande de Europa. Muchos líderes de la independencia irlandesa estuvieron presos y algunos fueron ejecutados en el recinto. Es un lugar lúgubre, asfixiante y frío en el que, inicialmente, fueron construidas 52 celdas, utilizándose para confinar a presos políticos y criminales comunes, muchos de los cuales fueron enviados a Australia. En sus comienzos, entrar en la cárcel era una experiencia truculenta porque los ahorcamientos se ejecutaban en una horca situada sobre la puerta principal. A comienzos de los años sesenta del siglo XIX se rediseñó y amplió con un muro exterior más alto y una gran sala central, que es la que se visita en la actualidad, además de las celdas y los patios de ejercicio.

Kilmainham Gaol

Kilmainham Gaol

Kilmainham Gaol

Tras el fracaso del alzamiento contra los ingleses de 1803, Robert Emmet y doscientos seguidores fueron encarcelados en Kilmainham. Emmet pasó la última noche de su vida en la prisión antes de ser colgado y decapitado ante la iglesia de Santa Catalina. La celda en la que Charles Stewart Parnell estuvo encerrado en 1881 durante casi siete meses, también continúa allí, al igual que el patio donde se ejecutó a catorce líderes del Alzamiento de Pascua en Dublín en 1916. Éamon de Valera, el que fuera después Presidente de la Nación, también estuvo aquí preso, justo antes de que se clausurara.

Kilmainham Gaol

Kilmainham Gaol

Kilmainham Gaol

Tengo que reconocer que aunque en algunos momentos se me haría algo aburrida, a consecuencia del idioma, disfrutaría con la visita pues me entretendría haciendo fotos y quedaría impactado por el extraño ambiente que se respiraba al recorrer sus pasillos, salas y corredores.

Kilmainham Gaol

Kilmainham Gaol

Para volver al centro no dudaría en coger uno de los dos autobuses que me recomendó uno de los trabajadores de la prisión, el 13 o el 40, cuya parada está a menos de cinco minutos de la misma, en la calle paralela a la entrada, por detrás. Me tocaría esperar unos diez minutos, pero por lo menos había paneles indicadores de lo que restaba de tiempo para que llegara cada autobús. El precio es de 2,85 y son necesarias monedas porque hay que echarlas en una máquina que no devuelve cambio.

En quince minutos, pues apenas había tráfico, me bajaba justo enfrente del Trinity College, para desde aquí continuar mi ruta matinal, por cierto ya con la lluvia como acompañante, lo que me obligaría a sacar el chubasquero.

Era el momento de atravesar la mítica Grafton Street, la cual comienza al lado de la universidad y termina en las puertas del centro comercial acristalado de St Stephen´s Green. Es una vía llena de vitalidad con multitud de tiendas, grandes almacenes, joyerías y restaurantes. Además sirve de escenario improvisado a multitud de artistas callejeros que sorprenden con todo tipo de shows.

Grafton Street

Grafton Street

Stephen´s Green Shopping Center

Paralela a la anterior discurre Dawson Street, por la que me encaminaría a continuación. No se puede comparar con su predecesora en cuanto animación se refiere, pero en ella destaca la llamada Mansion House, actual residencia del alcalde y donde fue votada, en uno de sus salones, la declaración de independencia de 1919. Adosada a la misma se encuentra la iglesia de Santa Ana, con una fachada de estilo románico y bonitas vidrieras.

Mansion House. Dawson Street

Saint Ann´s Church. Dawson Street

Como la lluvia cada vez arreciaba con más fuerza y aunque es cierto que seguía con toda la positividad del mundo, es verdad que en esta ocasión no tenía muchas ganas de empaparme, por lo que decidiría meterme en la National Gallery, que es gratuita, hasta que aquella amainase. En ella existen mapas publicados en multitud de lenguas que además de servirte para guiarte también hacen referencia a las obras más importantes de cada planta, evitando así ir a ciegas y aprovechar mejor el tiempo. De esta manera podría ver cuadros de Rembrandt, Velázquez, Degas, Monet, Picasso o Perugino, entre los más importantes, pero había otros de autores más desconocidos que también merecerían mucho la pena.

Vida inerte y una mandolina de Picasso. National Gallery

Velero en la cuenca de Argenteuil de Monet. National Gallery

En poco más de una hora volvería a estar en el exterior, aunque no por mucho tiempo, ya que optaría por entrar también en la National Library, pues aunque no estaban abiertas las destacables salas de lectura al ser domingo, sí una exposición permanente del importante poeta y dramaturgo Yeats, por lo que además de ver alguno de los escritos originales de este, pude ojear así algo del interior de este importante edificio, cuya visita también es gratuita.

National Library

National Library

Adosados a la anterior se hallan otras dos importantes instituciones. Por un lado la Leinster House, que alberga el Parlamento y sirvió de modelo a la Casa Blanca. Por otro el National Museum of Ireland que se divide a su vez en dos: el museo de Arqueología y el de Historia Natural, ambos gratuitos. Pero esta vez decidiría no entrar al estar algo cansado y empezar a tener un poco de hambre.

Museo Nacional de Arqueología

No obstante y dado que no estaba muy lejos, aprovecharía para desplazarme hasta una cálida iglesia que protege la imagen de Nuestra Señora de Dublín, la única Virgen  que logró escapar de los pillajes de la Reforma, además de poseer la efigie y las reliquias de San Valentín. Se la conoce como Whitefriar Street Carmelite Church.

Whitefriar Street Carmelite Church

Whitefriar Street Carmelite Church

Y ya sin más preámbulos me marcharía a Grafton Street de nuevo para comer en un Mac Donalds por nueve euros y descansar un rato antes de comenzar las visitas de la tarde.

Estas comenzarían paseando por el barrio de Temple Bar, pues también me apetecía conocerlo de día. Es increíble cómo a pesar de su decadencia a finales de la década de 1970, estando muy deteriorado y pendiente de reurbanización, demoliéndose incluso varios edificios, sería entonces cuando los alquileres baratos atrajeron a boutiques, galerías de arte y otras pequeñas empresas. En 1991, tras fuertes protestas por parte de comerciantes y defensores del patrimonio cultural, el gobierno canceló la construcción de una futura estación de autobuses y creó un organismo que se encargó de hacer renacer la zona. Desde entonces, Temple Bar se ha convertido en el centro de la vida social de Dublín, siendo de lo más popular entre dublineses y turistas, no faltándole tampoco animación en horas de luz.

Temple Bar

The Norseman. Temple Bar

La lluvia volvería a sorprenderme, por lo que no dudé en cobijarme en un pequeño pasadizo cercano donde había un cantautor que impresionaba a propios y extraños con su voz y con las versiones de las canciones más actuales, por lo que aquí me quedaría disfrutando de este improvisado concierto hasta que sólo media hora más tarde podría continuar mi camino.

Había llegado a la ribera del río Liffey, pues quería seguir su curso e ir encontrándome con otros importantes iconos de la capital irlandesa, comenzando con el famoso puente Ha´penny, construido en 1816 y conocido así por los dublineses porque había que pagar medio penique para poder cruzar el río. Este era el precio que se pagaba a los barcos cuando el puente no existía.

Río Liffey y Ha´penny Bridge

Río Liffey y Ha´penny Bridge

No volvería a detenerme hasta situarme enfrente de la Custom House (Casa de Aduanas), considerado el edificio público de estilo georgiano más impresionante de la ciudad, construyéndose en 1791 y costando casi 400.000 libras, una cantidad muy elevada para la época. Las cuatro fachadas están decoradas con esculturas y escudos. En 1921, en plena guerra de Independencia irlandesa, el IRA quemó el edificio. El incendio que duró cinco días, quemó la cúpula y destruyó por completo el interior junto con varios siglos de registros del gobierno local, pero tras el desagradable suceso el edificio se restauraría por completo, siendo hoy en día la sede del Departamento de Medio Ambiente irlandés.

Custom House

Muy cercano al mismo también podría ver el grupo escultórico Famine Memorial, un monumento formado por figuras, descarnadas y en harapos, que tienen un tamaño superior al real y constituyen un homenaje a las víctimas de la hambruna de 1846 – 1850 que arrasó Irlanda. Se encuentra a orillas del río Liffey, porque es desde donde muchos inmigrantes partieron hacia Estados Unidos durante el siglo XIX.

The Famine Statues

Retrocedería sobre mis pasos, pero esta vez por la orilla contraria a la que había utilizado para llegar hasta aquí, para situarme, poco tiempo después, al inicio de otras de las arterias más importantes y con más ambiente de Dublín, así como en el puente del mismo nombre que es continuación de la misma. Hablo de O´Connell Street, con la inmensa estatua de bronce de Daniel O´Connell, líder nacionalista y gran libertador, vigilando la entrada de su propia avenida, trazada en el siglo XVIII. Se encuentra repleta de cines, neones, tiendas y un buen número de estatuas de figuras históricas, pero si hay algo que destaca por encima de cualquier otra cosa es la impresionante Spire, es decir, un mástil de 120 metros de altura que sorprende, independientemente desde donde se divise. Esta lanza de acero, acabada en enero de 2003, simboliza dos acontecimientos: el paso de Irlanda al siglo XXI y la reforma de la calle. Lo mejor es que según pasan las horas, sus placas de acero reflejan las tonalidades del cielo: plateadas de día, azul metalizado durante el crepúsculo.

O´Connell Bridge y Río Liffey

O´Connell Street y Daniel O´Connell sculture

The Spire. O´Connell Street

Comenzaría a avanzar por tan significativa avenida, pero no tardaría mucho en detenerme y es que a mi izquierda hallaría el General Post Office u Oficina de Correos, el que fue el último edificio público de estilo georgiano de Dublín. Su pórtico es impresionante gracias a sus seis columnas corintias. No es de extrañar, por tanto, que los dublineses lo consideren el edificio más emblemático de la ciudad. Sirvió de base a las fuerzas rebeldes durante el Levantamiento de Pascua de 1916 y, frente a sus puertas se proclamó  la República irlandesa. La artillería británica bombardeó el edificio y quedó reducido a cenizas, por lo que tuvo que reconstruirse en 1929. Merece la pena pasar a su interior pues también está decorado con buen gusto.

General Post Office

Perpendicular a O´Connell Street se encuentra Henry Street a la izquierda, según le das la espalda al río Liffey, y Earl Street a la derecha. Ambas son también calles comerciales con gran ambiente y multitud de comercios por las que bien merece la pena dar otra vuelta. En la segunda de las mencionadas se encuentra además otra mítica escultura de la ciudad, que no es otra que la dedicada a James Joyce, el autor de Ulises, y ante la que no pude evitar fotografiarme.

Henry Street y The Spire

Escultura de James Joyce.Earl Street

Dado que quedaba bastante cercana, en Malborough Stret, decidiría acercarme a conocer Saint Mary´s Pro-cathedral, inmensa y negra, y la única catedral católica de la ciudad. Justo enfrente podría ver también la Tyrone House, una mansión original para la época en que fue construida.

Saint Mary´s Pro Cathedral

Retrocedería después sobre mis pasos y volvería hasta O´Connell Street para recorrerla ya hasta el final, donde se cruza con Parnell Street y se encuentra el monumento dedicado a Charles Stewart Parnell. Muy cerca me encontraría con el Gate Theatre, el cual guarda entre bastidores una curiosa anécdota: su escenario fue el punto de partida, en 1931, para la exitosa carrera de Orson Welles. Pegado al mismo se halla el edificio que albergó la primera maternidad del mundo para madres necesitadas y que se conoce como Rotunda Hospital.

Monumento a Charles Stewart Parnell.O´Connell Street

The Gate Theatre

Rodeando la manzana, por lo que no supone ningún esfuerzo extra, también podría admirar un jardín llamado Garden of Remembrance, recuerdo del pasado irlandés. No hay que perderse el bronce erigido en honor a los que murieron por la libertad. El estanque en forma de cruz lo hace diferente y especial con respecto a otros de su mismo género. Enfrente de este impresiona la fachada exterior de Saint Abbey, aunque su interior no la acompaña para mi gusto.

Garden of Remembrance

Garden of Remembrance

Saint Abbey Church

Aunque algo más alejada, no quería irme de la zona sin acercarme hasta Mountjoy Square, una plaza neoclásica y antaño distinguida, antes de ser abandonada por la aristocracia. En torno al jardín, los candelabros, los balcones curvos y las encantadoras escalinatas realzan las fachadas de ladrillo rojo. También tengo que decir que no se puede comparar a la inigualable Merrion Square que podría ver el primer día, por lo que es perfectamente prescindible.

Mountjoy Square

Las piernas empezaban a pesar y aunque todavía me quedaban cosas en el tintero por visitar había decidido plantarme aquí, por lo que empecé a poner rumbo hacia mi alojamiento, que no estaba cerca, pero un inesperado alboroto me haría reanimarme y acercarme hasta el lugar del cual provenían los ruidos. Según torcía la esquina me encontraría una cantidad ingente de personas gritando y haciendo aspavientos a la vez que miraban a través de los amplios ventanales de un pub y es que no me había acordado de que hoy era la final Francia – Croacia del mundial y los pertenecientes a ambos países estaban como locos. Como se ve además no cabía un alma en ningún local importante donde se estaba retransmitiendo y a la gente no le quedaba otra que verlo desde la calle. Nada más terminar todos los franceses empezaron a votar y saltar como locos, a la par que empezaban a cantar La Marsellesa. Las puertas dobles del pub se abrieron y los guardias de seguridad empezaron a pedir a las masas que salieran, aunque de muy malos humos. Se les notaba especialmente nerviosos y es que la gente estaba atacada. Acto seguido hubo varios encaramientos y aunque no llegó la sangre al río, la tensión iba creciendo y decidiría no quedarme a ver como terminaba, por lo que volví a salir a O´Connell Street, encontrándome que aquí la policía ya había cortado un sentido de la circulación debido a que las masas habían bloqueado parte de la avenida y no dejaban pasar a los autobuses. Por otro lado toda el área de The Spire estaba a rebosar y cada vez había más gente. Además varios grupos de croatas también iban bien contentos y empezarían a encender bengalas, las mismas que se pueden ver en los campos de futbol, lo que haría que pusiera pies en polvorosa, huyendo de la zona, pues este tipo de acontecimientos se sabe como empiezan pero no como terminan.

Celebración Victoria Francesa en Mundial. The Spire

Justo cuando llegaba a la ribera del río Liffey y pasaba cerca de un pub, de repente escucharía la famosa canción Hallelujah de Leonard Cohen, lo que me haría no poder evitar pasar a ver quien la estaba interpretando y quedarme definitivamente  a terminar de escucharla, tanto esta como las que vinieron después acompañado de una pinta(6 euros). El sitio se llamaba O´Connell´s 30.

O´Connell´s 30 Pub

No era todavía de noche cuando salí, por lo que como me pillaban cerca decidiría acercarme hasta Saint´s Mary´s Abbey, por un lado, y Le Four Courts, por otro. En la primera se pueden ver los restos del monasterio cisterciense más grande de Irlanda, mientras que el segundo alberga el Tribunal Supremo del país.

Saint´s Mary´s Abbey

Le Four Courts

Para terminar la jornada, que mejor que volver a mi querido barrio de Temple Bar y conocer un nuevo local. Esta vez me decantaría por el famoso The Quay´s con un gran ambiente debido a que había música en directo. Aquí la pinta me saldría por 6,20 euros, por lo que, como se ve, en todos los pubs famosos el precio de la bebida no oscila demasiado entre unos y otros.

The Quay´s Bar

Eran casi las 22:00 cuando la música dejaba de sonar y yo terminaba mi cerveza, por lo que aprovechando ambas cosas, sin hambre y con un importante agotamiento, emprendería el camino de regreso a mi hostel, encontrándome de camino una bonita postal anocheciendo de Saint Patrick, una agradable manera de terminar el día.

Saint Patrick´s Cathedral al anochecer


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