PATAGONIA SUR - DIA 23. ¡Hasta pronto, Patagonia!

13 de Enero de 2018.

Todo llega a su fin y mi sueño concluía hoy, después de tres semanas increíbles por el sur de Argentina y Chile, la zona más austral del continente americano que tantas ganas tenía de conocer.

Como suele suceder en estos casos, los sentimientos se entremezclan al no querer que llegue el final de un viaje tan especial y la felicidad de haber vivido algo de tan grandes dimensiones. Así que con las emociones a flor de piel, pasaría las últimas horas en Ushuaia haciendo unas cuantas compras. Me centraría en, para mí, dos de las mejores tiendas de souvenirs de la ciudad, donde se puede encontrar absolutamente de todo y en ambos casos con buen gusto. Se llaman “La última Bita” y “World´s End”. En la primera de ellas, además, existe un patio interior donde hay figuras que representan algunos iconos o símbolos de Ushuaia, siendo bastante simpáticos y estando muy bien recreados. Así se pueden ver el ferrocarril del “Fin del Mundo”, los presidiarios o los pingüinos, por lo que aunque no se compre nada merece la pena entrar para verlo.

La Ultima Bita. Ushuaia

La Ultima Bita. Ushuaia

La Ultima Bita. Ushuaia

Con todo listo y un nuevo crujir en la tarjeta de crédito, volví a la casa que me había acogido todos estos días para tomar un taxi desde allí con dirección al aeropuerto. Pero mi sorpresa sería que mis planes cambiarían de repente y sin previo aviso, pues me estaría esperando Miguel para llevarme él mismo a coger el avión. Todo un detallazo que todavía hacía más difícil el marcharme de allí.

Cuando ya pensaba que íbamos de camino, de repente veo que el coche deja de seguir la dirección hacia el aeródromo y nos desviamos por una carretera que empieza a ascender poco a poco, encaminándonos hacia la base del glaciar Martial. Sería toda una sorpresa que me dejaría sin palabras. Todo estaba envuelto por las nubes, pero, simplemente, la intención ya significó mucho más que ver la masa de hielo. Lo bueno de venir a estos lugares con alguien de la zona es que es conocedor de sitios que pocos turistas tienen conocimientos de ellos aún estando a muy pocos metros. Tal era el caso del bosque fueguino que se encuentra al otro lado del arroyo que discurre por allí y que se encuentra totalmente virgen. Fue una gozada poder contemplarlo y es que el contraste es brutal entre la parte tocada por el hombre, donde nos situábamos, y la zona intacta, la cual es única en el mundo, como también sucedería con la selva valdiviana que pude ver en el cruce de lagos argentinos hacía apenas un año.

Bosque Fueguino cercano al Glaciar Martial

Bosque Fueguino cercano al Glaciar Martial

El día había amanecido muy lluvioso y el agua no dejaba de caer sobre nuestras cabezas, pero a la vuelta, Miguel pararía también en el hotel Glaciar, desde donde se pueden contemplar unas vistas únicas de toda Ushuaia y de sus islas, incluyendo la H, así como el territorio chileno con la isla Navarino en primer plano. Sería una pena que estuviese todo tan cubierto y no se apreciaran los detalles como era debido, pero bueno, en principio nada de esto estaba previsto, así que no podía quejarme lo más mínimo.

Ushuaia desde Hotel del Glaciar

Ushuaia desde Hotel del Glaciar

Ahora sí, con el tiempo más que justo para tomar el vuelo, nos dirigimos al aeropuerto donde me despediría de Miguel dándole mil gracias por su generosidad y ser uno de los mejores anfitriones que me he encontrado en mis viajes, facturaría la maleta y, con los minutos justos, me dirigiría a la puerta de embarque, saliendo el avión con destino Buenos Aires a las 13:20. Eso sí, antes haríamos escala en Trelew, como si te un tren o autobús se tratara. Sería curioso, ya que aterrizaríamos en esa ciudad, bajaron unos pasajeros, montaron otros y continuamos el vuelo, llegando a la capital bonaerense a las 17:45.

Aeropuerto de Ushuaia desde el Avión

Esta vez no tendría ni que desplazarme de la terminal y era tan pronto que ni siquiera me permitían todavía acceder a las salas de embarque de vuelos internacionales, así que me comería una ensalada y dejaría pasar el tiempo hasta las 20:30, donde ya sí pude pasar los controles y esperar a las 23:55, hora a la que despegaba mi vuelo hacia Madrid, llegando al día siguiente a las 16:15.

Atrás quedaban ya los glaciares, lagos, bosques y montañas patagónicas que me habían hecho vivir la mejor experiencia viajera de mi vida. Quedaban esas rutas de senderismo únicas por El Chaltén, la aventura de rodear el macizo de las Torres del Paine viviendo en plena naturaleza durante ocho días consecutivos sin cobertura móvil, las horas en las que pude deleitarme contemplando el maravillosos Perito Moreno o la emoción de sentirme como uno de los personajes de Julio Verne al llegar al “Fin del Mundo” y navegar y caminar por sus confines. Quedaban gente maravillosa que me acompañó en el camino: Roberto, Walter, John, Miguel, Felipe, Paula, Paola, Romina y tantos otros con los que pude conversar, reír, emocionarme y que hicieron esta aventura más humana.

Ahora ya en casa, mientras escribo estas líneas y desde la paz, la tranquilidad y la felicidad que te dan el haber cumplido el sueño de tu vida, por primera vez en muchos años, no tengo esa inquietud de pensar en cual será el siguiente viaje. La verdad que no lo sé, pero tampoco me preocupa, sólo quiero digerir y saborear todas las experiencias vividas, quiero sumergirme en esos recuerdos una y otra vez y asimilar todas las cosas increíbles que me han pasado. Ya veremos lo que nos depara el futuro…

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