PATAGONIA SUR - DIA 19. Llegada a Punta Arenas y crucero a Isla Magdalena

9 de Enero de 2018.

Aunque pueda parecer mentira no me costaría madrugar, pues me había habituado a los madrugones en Torres del Paine y no tuve que esperar ni a que sonara el despertador para ponerme en pié.

Después de un contundente desayuno me despediría de Pablo y un taxi me llevaría a la terminal Rodoviario de Puerto Natales (2000 pesos), donde tomaría el autobús de la empresa Bus – Sur con dirección a Punta Arenas cuyo pasaje lo compraría por su página web varios meses antes. (10 euros). El viaje comenzaría a las 08:30, llegando al destino después de tres horas y cuarto.

Nada más llegar cogería un taxi en la estación por 2000 pesos para que me acercara al que iba a ser mi alojamiento esta noche: el “Hostal Entre Avenidas”, donde haría el check – in con una señora muy agradable de nombre Gimena. Aunque se llame Hostal hay que decir que se trata de un chalet que se encuentra en una zona tranquila de la ciudad, algo alejado del centro, pero de lo que no te acuerdas cuando entras a su interior. Y es que es un hogar en toda regla, de lo más acogedor, limpio, con estilo y personalidad propios y en el que te dan ganas de quedarte más tiempo. Mi habitación era preciosa, con dos camas de lo más confortables y baño individual impoluto. EL precio sería de 38 euros con desayuno incluido.

Después de utilizar el tiempo imprescindible para dejar mi equipaje, volvería al exterior donde me esperaba Alonso, el taxista que me había traído hasta aquí, pues necesitaba llegar lo antes posible a la terminal marítima Tres Puentes (3000 pesos), lugar desde donde se iban a desarrollar mis planes venideros y es que desde aquí parten las excursiones que te llevan a Isla Magdalena, un santuario único en el Estrecho de Magallanes en el que poder observar cómo viven en su hábitat natural miles de pingüinos magallánicos. Sin duda una experiencia única y que no quería perderme.

Terminal Marítima Tres Puentes.Punta Arenas

Aunque intenté reservar poniéndome en contacto con ellos por mail, fueron varias las veces que me darían largas diciéndome que todavía no tenían las fechas y las tarifas disponibles, por lo que llegaba con cierta intranquilidad al no saber si iba a estar completo el aforo del barco. Afortunadamente no sería así y podría conseguir un pasaje por 50.000 pesos, es decir unos 66 euros.

Eran las 13:00 cuando me hacía con el boleto y hasta las 14:00 no había que embarcar, por lo que aprovecharía para comer un sanwich y una coca cola en la cafetería de la terminal, lo que me sabría a gloria, pues estaba algo desmayado.

A la hora indicada comenzábamos el embarque en el “Melinka” el barco en el que íbamos a navegar, accediendo a él por la misma rampa por el que lo hacen los vehículos. Sus instalaciones están bastante bien, con una gran sala llena de butacas confortables y una terraza exterior donde poder disfrutar de las vistas del océano mientras dura el trayecto.

Barco Melinka. Terminal Tres Puentes.Punta Arenas

Estando todos ubicados en nuestros asientos, uno de los encargados nos explicaría nuestro plan de viaje: serían unas dos horas de ida, una hora para realizar una ruta circular por la isla mientras disfrutas de los pingüinos y gaviotas, y otras dos horas de vuelta, por lo que la hora prevista de llegada serían las 19:00.

Una vez hubimos zarpado y transcurridos los diez primeros minutos, la tripulación daría el visto bueno para salir a cubierta, lo que no dudaría en hacer y es que otro de los grandes alicientes de esta excursión era, para mí, el poder navegar por el mítico Estrecho de Magallanes, el paso natural más importante entre los océanos Atlántico y Pacífico, por donde navegaron insignes navegantes como Charles Darwin, Francis Drake o Hernando de Magallanes, quien le dio nombre.

Navegando por el Estrecho de Magallanes

Navegando por el Estrecho de Magallanes

Hay lugares en el mundo en los que todavía necesito pellizcarme para darme cuenta de que me encuentro allí y no es sólo un sueño y este era uno de ellos. Navegar por estas aguas, saboreando el viento y el paisaje que vieron los grandes expedicionarios de los siglos pasados, me parecía mentira. Me sentía como un pionero de otro tiempo, como un huésped ilustre, envuelto por la naturaleza desbordante, al poder observar, a sólo unos metros, en las aguas oceánicas, a delfines magallánicos saliendo a recibirnos saltando paralelos a la embarcación, mientras que en el aire las gaviotas nos sobrevolaban sin parar de emitir sus peculiares graznidos. Fue un momento mágico.

Navegando por el Estrecho de Magallanes

Navegando por el Estrecho de Magallanes

Navegando por el Estrecho de Magallanes

Unos veinte minutos antes de desembarcar nos pedirían que volviéramos todos a nuestros asientos, pues tenían que darnos algunas instrucciones referentes a como teníamos que comportarnos en Isla Magdalena:

  • Lo primero y más importante y que te repiten hasta la saciedad, por lo que es de imaginar que aún así todavía sigue habiendo gente que debe estar sorda, es que no te puedes salir del camino marcado bajo ninguna excusa bajo pena de devolverte al barco si lo incumples. Parece que con esta última medida correctiva la gente empieza a obedecer.
  • En segundo lugar, no puedes alimentar a la fauna del lugar, algo también estrechamente vigilado por los responsables, tanto de la embarcación como de CONAF que nos acompañan, pues dañarías los hábitos alimentarios de los pingüinos y gaviotas.
  • Y en tercer lugar, tienes que mentalizarte de que tú eres el invasor en la isla y por tanto los pingüinos poseen completa libertad en todo momento, teniendo que ser tú el que debes apartarte si pasan delante de ti o al lado, procurando siempre no chillar ni hablar en voz alta, ni hacer movimientos bruscos que puedan molestarles o asustarles.

Respetando esas tres reglas básicas no deberíamos tener ningún problema, así que terminadas estas instrucciones desembarcaríamos y comenzaríamos a disfrutar de la experiencia.

Isla Magdalena

Isla Magdalena

Isla Magdalena

El primer impacto visual es el mejor, pues ante ti tienes miles y miles de pingüinos. Están por todas partes y no sabes hacia dónde mirar. Ello se explica si tenemos en cuenta que estamos hablando de que en la isla es la especie dominante, representando el 95% de las especies que existen en ella y llegando a casi 70.000 parejas. También se pueden observar cormoranes, gaviotas comunes y gaviotas salteadoras.

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Las imágenes que el mundo animal te muestra durante el camino son entrañables, impactantes, emotivas y únicas, siendo una experiencia inolvidable. Madres con sus crías casi recién nacidas saliendo o ingresando en sus madrigueras, peleas entre pingüinos rivales, graciosas hileras de varios miembros como si fueran fichas de dominó y un sinfín más de situaciones extravagantes y llenas de ternura.

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Por otro lado, algunas curiosidades que más me llamarían la atención de esta especie serían que arriban en pareja a la isla para construir sus cuevas donde nidificar. Cada cueva tiene alrededor de 50 centímetros de profundidad, donde la hembra deposita dos huevos. Después de 38 a 42 días de incubación nacen los polluelos, que comienzan a ser alimentados por sus padres hasta completar 80 días de vida. Una vez que los pequeños desarrollan plumas apropiadas para la vida en el agua, los adultos dejan de alimentarlos y comienza la migración, que normalmente coincide con el mes de marzo. A la siguiente primavera vuelven sólo los adultos a su misma casa, mientras que los pingüinos jóvenes se quedan en otras latitudes y no comienzan a reproducirse sino hasta la edad de cuatro a seis años.

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Realmente interesante también es que las parejas son monógamas y fieles y una vez que se acoplan no se separan hasta la muerte, de hecho, cuando uno de los dos muere, el otro lo sigue.

El tiempo que se establece para realizar el recorrido es de una hora, que aunque en principio es suficiente, al final te parece escaso a todas luces y es que podrías tirarte en este lugar todo un día observando a los pingüinos. Es por ello que conviene estar pendiente del reloj e ir haciendo paradas concretas y no gastar mucho tiempo al principio dado que sino la última parte del recorrido te tocará realizarla corriendo. Por lo que una buena idea sería marcarse el llegar al faro en la primera media hora o cuarenta minutos, para así no ir con agobios.

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

La mejor perspectiva de la isla se obtiene, como es evidente, desde el faro, su parte más alta, por lo que también merece la pena detenerse unos minutos en esta zona. Por cierto que este data de 1902 y fue uno de los primeros que se construirían en los canales magallánicos, sirviendo para la navegación y haciendo que esta fuese una zona más segura, permitiendo acortar distancias entre los océanos.

Faro de Isla Magdalena

 Isla Magdalena desde su Faro

Mientras se seguían sucediendo imágenes entrañables propias de los mejores documentales de National Geographic, el tiempo empezaría a agotarse y los responsables respectivos empezarían a presionar para que los que íbamos cerrando el grupo nos diésemos prisa para llegar al barco en el tiempo establecido, por lo que como se ve son bastante estrictos con el tiempo y no te permiten ni un minutos más.

Gaviotas en Isla Magdalena

Gaviotas en Isla Magdalena

Pingüinos Magallánicos en Isla Magdalena

Regresando al barco Melinka en Isla Magdalena

A las 17:00 en punto zarpábamos y comenzábamos el regreso hacia Punta Arenas, atravesando, de nuevo, las gélidas aguas australes, para llegar a nuestro punto de partida dos horas después, es decir a las 19:00.

Nada más salir me encontraría que aquello estaba a rebosar de taxis, furgonetas y demás opciones de transporte que ofrecían diferentes precios y posibilidades para llevarte hasta el centro y es que este está bastante alejado del puerto, por lo que no compensa ir caminando. Decidiría optar por la que ofertaba un hombre de mediana edad a voz en grito. Sólo 1000 pesos por dejarte en la plaza principal de la localidad, así que, como es evidente, en menos de cinco minutos la furgoneta estaba sin una plaza libre.

En diez minutos bajábamos todos en la plaza Muñoz Gamero, la principal plaza de Punta Arenas y por donde comenzaría una visita a la ciudad, dado que hacía buen día. Flanqueando el cuadrilátero se pueden encontrar algunos de los edificios históricos más importantes como el palacio Montes, el palacio Sara Braun, el palacio de la Gobernación, la residencia Blanchard o la sencilla catedral. Esta última fue la primera iglesia católica construida en Punta Arenas.

Palacio Sara Braun. Plaza Muñoz Gamero. Punta Arenas

Palacio de la Gobernación. Plaza Muñoz Gamero.Punta Arenas

Catedral de Punta Arenas

Palacio Montes Pello.Municipalidad.Plaza Muñoz Gamero.Punta Arenas

Pero lo que más impresiona de la mencionada plaza es la enorme estatua dedicada a Hernando de Magallanes, situada en el centro de la misma, con un pie triunfal sobre un tubo de cañón. En el pedestal se pueden observar otras dos figuras de indios que recuerdan  a los pueblos exterminados ona y aonikenk. La sirena de doble cola simboliza a los océanos Pacífico y Atlántico, unidos por el Estrecho de Magallanes.

A Hernando de Magallanes.Plaza Muñoz Gamero. Punta Arenas

Después de admirar todos esos edificios me perdería por las calles aledañas para fijarme en la arquitectura colonial y pionera de muchas casas y construcciones, que reflejan el resultado de las diferentes poblaciones que fueron llegando a través de los años, e introduciendo sus propios gustos y hábitos residenciales. No es una ciudad homogénea en su aspecto urbano y las influencias de los inmigrantes se refleja en una variedad de estilos.

Para concluir mi paseo me dirigiría hacia la costanera, lugar donde más disfrutaría al poder pasear con las vistas del Estrecho de Magallanes. Además me encontraría con varios murales con pinturas callejeras de bastante buen gusto; el muelle “Loreto” que en el pasado se utilizaría para el embarque de la producción carbonífera y hoy sus restos solo sirven para ser fuente de inspiración para poetas y para provocarte una sensación bucólica y nostálgica; y el imponente monumento dedicado a los tripulantes de la goleta Ancud, ante el que no puedes evitar pararte unos minutos para admirarlo.

Muelle Loreto. Costanera de Punta Arenas

Muelle Loreto. Costanera de Punta Arenas

Monumento Tripulantes Goleta Ancud. Costanera de Punta Arenas

Mural en Costanera de Punta Arenas

Sería aquí donde concluiría mi visita a algunos de los lugares más destacables de Punta Arenas pues el hambre había hecho acto de presencia y eran ya casi las 21:00, así que volvería a las calles más comerciales de la ciudad para buscar un lugar donde celebrar mi cumpleaños que, aunque todavía no lo haya mencionado, era hoy.

Al final me decidiría por un sitio llamado Lomito´s, donde hacían todo tipo de hamburguesas, perritos calientes, sándwiches y comida similar. Todo ello en una cocina situada en pleno centro del local, por lo que ves como trabajan los cocineros a destajo y la manera de preparar los diferentes platos.

Optaría por una hamburguesa Lomitos completa y un jugo de fresa que me costarían 7500 pesos, acabados los cuales, no duraría mucho más tiempo en el local, saldría al exterior y tomaría un taxi hasta mi alojamiento (2000 pesos).

Después de ponerme cómodo me darían casi las 02:00 de la madrugada y es que entre que este era el momento en el que volvía a tener conexión con el mundo exterior después de nueve días, cuando comenzaba mi aventura en Torres del Paine, y que era mi cumpleaños, pues os imaginaréis que el móvil estaba a punto de explotar.

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