VIENA - DIA 03. De Schönbrunn a Piaristenkirche

25 de Junio de 2017.

La excusa para madrugar hoy no era otra que tratar de llegar lo antes posible al lugar con el que iba a comenzar la jornada turística, el cual iba a ser el mítico palacio imperial de Schönbrunn.

Es por ello que a las siete ya estaba desayunando y poco tiempo después me encontraba tomando la línea U4 del metro hacia la estación del mismo nombre que el palacio. Una vez que sales al exterior todo está perfectamente indicado, por lo que no tienes más que seguir los carteles y en cinco minutos llegas a las puertas de la famosa construcción y sus jardines, que según las estadísticas es el monumento más visitado de Austria.

Estación de Schönbrunn

A las 08:30 abren las instalaciones, estando justo a esa hora en la espaciosa sala donde se venden las entradas y, afortunadamente, era de los primeros, por lo que no me tocaría esperar fila, siendo llegar y besar el santo.

Y es que aunque tenía la Viena pass, en este caso concreto, ello no te exime de tener que esperar las largas colas que se pueden llegar a formar según va avanzando la mañana, por lo que si no quieres perder un tiempo importante esperando para adquirir la entrada, insisto que es fundamental estar nada más abrir las taquillas.

La Viena pass te permite el acceso libre a cinco lugares de interés del recinto, es decir, todos los sitios importantes y fundamentales. Estos son: el tour largo del palacio en el que se visitan todas las estancias del mismo con la respectiva audioguía, el mirador de La  Glorieta, el laberinto y dos  jardines privados llamados Kronprinzengarten y Orangeriegarten. Sin ella, el precio del combinado de todos ellos en el llamado Classic Pass asciende a 24 euros. Por separado, si no deseas entrar a todos, serían 17,50 euros el tour largo del palacio, 5,50 del laberinto y 3,80 cada uno de los restantes.

Con todas las entradas ya en mano me entretendría un rato haciendo fotografías de la portada principal y tan sólo quince minutos después ya había un buen número de grupos dirigiéndose hacia la puerta de acceso del ala izquierda del palacio, así que no perdería más tiempo y también me encaminé hacia allí.

Palacio de Schönbrunn

Palacio de Schönbrunn

Las bolsas y las mochilas te obligan a dejarlas en consigna y no está permitido realizar fotografías en ninguna habitación de todo el recorrido, así que tienes que conformarte con que se te queden grabadas en la memoria.

Este soberbio palacio barroco fue la residencia de verano de la dinastía de los Habsburgo. Sus edificios, pintados con el característico color conocido como Amarillo Habsburgo, albergan suntuosos interiores: abundancia de volutas barrocas, candelabros de cristal y enormes espejos. Schönbrunn posee un increíble número de estancias: 1441.

Palacio de Schönbrunn

La emperatriz María Teresa de Austria y su esposo, el emperador Francisco I, pasaban los veranos aquí y, durante su reinado, un tal Wolfgang Amadeus Mozart de solo seis años fue invitado al palacio para tocar ante la emperatriz. El emperador Francisco José nació en Schönbrunn, y allí moriría a los 86 años. La emperatriz Isabel de Baviera, esposa de Francisco José y conocida cariñosamente como Sissí, amaba el palacio, y pasó en él muchos de sus años de casada. También sería aquí donde el último emperador, Carlos I, abdicaría y pronunciaría su discurso de renuncia en 1918. Por lo que como se ha podido ver, Schönbrunn es pura historia.

Palacio de Schönbrunn

Entre las muchas salas que se visitan hay algunas que te impactan y te llaman la atención por encima de las demás. Así sucede con el Gabinete de Francisco José, donde pasaba gran parte de su jornada laboral, la cual comenzaba a las cinco de la mañana, dando así ejemplo al considerarse el primer funcionario de su estado; su dormitorio donde puede observarse el reclinatorio en el que realizaba su oración matinal y la cama de hierro que da testimonio del espartano estilo de vida del emperador austriaco; los aposentos de la emperatriz Isabel donde redactaba sus numerosas cartas, sus diarios y sus poemas; el dormitorio común en el que desde su boda compartiría con Sissí; el salón de María Antonieta que hacía las funciones de comedor familiar y muestra una mesa puesta conforme a la original, siendo testigo del estricto ceremonial cortesano; el salón de Ceremonias en el que se celebraban, en tiempos de María Teresa, fiestas familiares, como los bautizos y las bodas; el salón de Napoleón que recuerda que el emperador de los franceses residió aquí durante las dos ocupaciones de Viena; y otras muchas habitaciones que hacen que la visita sea amena e interesante y no dure más de una hora si sigues las explicaciones de la audioguía sin entretenerte.

Palacio de Schönbrunn

Como estaba pegado al palacio, decidiría continuar con uno de los jardines privados, el llamado Kronprinzengarten o jardín del Príncipe, el cual se encuentra directamente en frente de la fachada oriental de Schönbrunn. Deambularía por él, como antaño lo haría la familia real, disfrutando de sus parterres y de la vista que se obtiene del fantástico dibujo que forma la estructura del conjunto desde el mirador panorámico que se encuentra en el lado contrario.

Jardín del Príncipe Heredero o Kronprinzengarten

Jardín del Príncipe Heredero o Kronprinzengarten

Jardín del Príncipe Heredero o Kronprinzengarten

Continuaría perdiéndome por los jardines habilitados para todo el público donde podría ver a gente corriendo y paseando, encontrándome bellas fuentes como la del obelisco, y llegaría a la gran explanada situada detrás del palacio con avenidas surcadas de esculturas que suben hasta la llamada Glorieta. Pero antes de comenzar el ascenso hasta ella todavía me permitiría pararme a contemplar la fuente de Neptuno. Hecho esto, ahora sí, tomaría la escalinata que me llevaría a la mencionada Glorieta, un edificio con forma de diadema y adornado con trofeos y símbolos de la Victoria de Kolín en que las tropas de María Teresa vencieron a las de Federico II de Prusia. Ya en ella haría uso de otra de las entradas y accedería a la terraza superior desde donde se tiene una panorámica espectacular de Schönbrunn y de Viena.

Viena y Palacio de Schönbrunn desde La Glorieta

La Glorieta. Jardines de Schönbrunn

Viena y Palacio de Schönbrunn desde Terraza de La Glorieta 

Fuente de Neptuno. Jardines de Schönbrunn

Después de recrearme un buen rato con lo anterior, volvería a bajar, y muy cerca de la fuente de Neptuno me encontraría con la entrada al famoso laberinto, también incluido en la Viena pass. Este tiene 1715 metros cuadrados y está trazado respetando al máximo el modelo histórico de 1740 y que fue abandonado. Pero más allá de esos datos históricos hay que decir que es de lo más divertido, pues aunque parece fácil, al final no lo es tanto y en más de una ocasión das palos de ciego, acabando en callejones que no llevan a ninguna parte, teniendo que retomar la búsqueda de la salida. Cuando por fin la encuentras, esta termina en un mirador que permite ver el laberinto desde arriba, observando así como la gente comete  los mismo errores que acabas de cometer tú hace apenas unos instantes. La verdad que es divertido.

Laberinto de los Jardines de Schönbrunn

La última visita en el vasto complejo de Schönbrunn me llevaría a otro jardín privado conocido con el nombre de orangerie, donde podría ver plantas exóticas como el naranjo amargo, el olivo y el mirto, haciendo de esta manera una incursión a los orígenes de la jardinería europea, pero siendo sinceros, sería el espacio que menos me gustaría de todos los pude visitar durante la mañana, pensando incluso que es prescindible ya que no aporta gran cosa.

Jardín de las Naranjas o Orangeriegarten

Después de tres horas y media volvía a atravesar la verja y las dos grandes columnas que me habían dado la bienvenida a primera hora de la mañana, dejando así el gran recinto del palacio con gran satisfacción. Creo, sinceramente, que es una visita ineludible en Viena y que no te puedes perder.

Decidiría torcer a la izquierda, nada más salir, en vez de dirigirme a la estación de metro de Schönbrunn, que se encontraba a la derecha y por donde había aparecido por la mañana. El motivo es que no muy lejos de allí podía hallar una antigua estación de metro que quería conocer. Su nombre es Hofpavillon y fue diseñada para el emperador. El interior sorprende ya que está compuesto de una fastuosa sala de espera octogonal, decorada por una panorámica de Viena, tejidos bordados y maderas.

Hofpavillon

Hofpavillon

También se  encuentra incluida en la Viena pass, sino la entrada cuesta cinco euros.

Continúo el paseo y poco tiempo después consigo llegar a la plaza Am Platz con dos grandes árboles que le confieren un aspecto rural. Se encuentra rodeada de una pequeña iglesia blanca de esbelto campanario, el museo del distrito, el edificio de correos y la antigua residencia de los ministros de Exteriores.

Am Platz

No quería que se me hiciera tarde, así que decido volver al centro de Viena, para lo que tomo el metro en Hietzing y me bajo en karlsplatz, por lo que desde aquí sólo tengo que caminar unas manzanas hasta llegar a Neuer Markt, una plaza donde destaca la fuente del Trueno, pero pasa completamente desapercibida la sobria fachada de la iglesia de los Capuchinos o Kapuzinerkirche, en unos de sus laterales, pudiendo perfectamente pasar por allí y ni siquiera detenerte en ella si no sabes que su interior alberga una gran sorpresa: en su cripta se encuentran enterrados casi todos los gobernantes de la dinastía de los Habsburgo.

Neuer Markt

Iglesia de los Capuchinos

Muchos de los restos se hallan incompletos, puesto que la tradición exigía que sus corazones fueran enterrados en la iglesia de los Agustinos, como ya pudimos ver; esta práctica quedaría interrumpida en 1878. Solamente hay un cuerpo que no pertenece a la dinastía: el de la condesa Fuchs, una amiga íntima de la influyente emperatriz María Teresa.

Los estilos de las tumbas son de lo más diversos. Algunos tienen un elevado grado de lujo y sofisticación y otros son sorprendentemente simples. La doble tumba de María Teresa y Francisco I es el paradigma de todos los excesos del barroco, pero la humilde sepultura de su hijo Francisco II podría haber pertenecido a cualquier otra familia.

Cripta de los Capuchinos

Cripta de los Capuchinos

Cripta de los Capuchinos

Entre los que fueron enterrados en otro lugar se cuentan el emperador Carlos I, quien abdicó en 1918 y murió en el exilio, y la infortunada María Antonieta, hija de María Teresa de Austria y de Francisco I, cuya tumba está en París.

Y como no podía ser de otra manera, una de las tumbas que más curiosidad despierta es la de Sissí, casi siempre adornada con flores frescas dejadas por algún admirador contemporáneo.

Tumbas de F.José y Sissí.Cripta de los Capuchinos

La entrada sin la Viena pass supone 7,50 euros, sino es libre.

Retomando mis paseos, una vez en el exterior, paralela a la Neuer Markt, se encuentra la Karntner Strasse, la cual desemboca en la catedral de San Esteban, cuyo interior ya podría visitar ayer. Sin embargo, al ser ya tarde, no podría subir a ninguna de sus torres, por lo que aquí estaba de nuevo, para poner solución al asunto. Hay dos opciones o subir a la torre sur, la única que se completó, y a la que se accede subiendo sus 343 escalones y que ya tendría oportunidad de hacerlo con mi abuela en mi primera estancia en Viena. Se entra a través de una puerta en el exterior de la catedral. Y la otra posibilidad es subir a la inacabada torre norte en ascensor, cuyo acceso está dentro de San Esteban. Así que esta vez optaría por lo fácil y elegiría esta opción. La entrada me costaría 5,5 euros al no estar incluida en la Viena pass.

Las vistas son excepcionales y aunque son mejores las de la torre sur, estas tampoco le van a la zaga en calidad, además el tejado de azulejos coloreados que muestra los escudos de Viena y de Austria y el águila bicéfala imperial, se pueden observar a la perfección.

Tejado de la Catedral de San Estaban

Viena desde la Torre de la Catedral de San Esteban

Cuando llevaba unos quince minutos disfrutando de las vistas, de repente, un goterón procedente del cielo negro y gris, que se había instalado sobre la capital austriaca hacía ya un rato, caería sobre mi cabeza, aviso suficiente para ponerme en la fila de bajada. Serían dos turnos de espera y justo cuando el cielo comenzó a romper, yo me estaba metiendo en el ascensor, así que me libré de la tromba de agua por unos segundos.

Tenía claro que iba a aprovechar la circunstancia del tiempo para hacer un paréntesis en mis visitas, pues no tenía muchas ganas de calarme con la que estaba cayendo, así que como casi al lado estaba un restaurante llamado Zwolf Apostelkeller que traducido significa “Los doce Apóstoles”, me pegué una pequeña carrera y accedí a su interior.

Restaurante Zwolf Apostelkeller

Unas escaleras me permitirían descender hasta una amplia bodega con techos abovedados, donde se respiraba un ambiente de taberna antigua con grandes mesas y sillas de madera tallada y paredes de piedra que le daban calidez al lugar. Sólo había dos mesas ocupadas y es que siendo las 15:20 no era la hora más propicia para comer en Centroeuropa, pero aquí la cocina estaba abierta, así que no dudaría en pedirme el famoso filete empanado austriaco conocido mundialmente como snitzchel, acompañado por patatas cocidas y mermelada de frambuesa, optando para beber por una buena jarra de cerveza, como es tradición. La verdad que estaba buenísimo y pagué gustoso los 22 euros que me cobrarían. Lo que más sube el precio es la bebida, así que no os paséis con ella sino queréis ver una sorpresa en la cuenta. A determinadas horas por la tarde noche también se ameniza la velada con música en directo, por lo que el ambiente debe ser digno de disfrutar, lástima que no pudiera coincidir con todo ello.

Zwolf Apostelkeller

Cerveza en Zwolf Apostelkeller

Comiendo Schnitzel en Zwolf Apostelkeller

Eran las 16:30 cuando volvía a salir a la calle y seguía diluviando, así que sería aquí donde tomaría la decisión de cambiar los planes que traía conmigo. Estos no eran otros que desplazarme al barrio de Grinzing, a las afueras de la ciudad, para volver a alguno de sus “heuriger”, es decir tabernas tradicionales donde degustar un vino autóctono de la zona, acompañado por comida típica y música en directo. Pero el hecho de que hiciera tan malo y que ya lo conociera, dándome bastante pereza el disfrutar de aquello sólo, siendo además uno de los mejores recuerdos que me quedó de cuando estuve con mi abuela, harían que me quedara con aquellos momentos y cambiara sobre la marcha la planificación.

Optaría por ver algunas iglesias de la zona, que estaban cerca, y así me permitían resguardarme en su interior en el paseo entre unas y otras, no mojándome demasiado en los desplazamientos.

Comenzaría con la iglesia de los Jesuitas o Jesuitenkirche situada en la plaza Dr Ignaz Seipal, en la cual también destaca el edificio de la academia de las Ciencias austriacas. Lo que más llama la atención del templo es su interior, solemne, de un una alta y única nave, la cual se encuentra abierta a los lados por los arcos de las capillas. Interesantes también son el retablo del altar mayor, así como los frescos de la cúpula.

Iglesia de los Jesuitas o Jesuitenkirche

Muy cerca de la anterior, en la Postgasse, encontraría la sobria fachada de la Dominikanerkirche o iglesia dominicana. Nada hace presagiar que su interior se encuentre ricamente decorado con estucos que representan ángeles. La verdad que me sorprendería gratamente.

Iglesia Dominicana o Dominikanerkirche

A la salida, había dejado de llover, por lo que haría un alto en el camino, en cuanto arte religioso se refiere, y me desplazaría hasta Schwedenplatz, una animada plaza con un elevado tránsito de personas, repleta de comercios y tiendas, que me pillaría de improviso, tras salir de las tranquilas calles por las que acababa de callejear. Aquí tendría oportunidad de ver desde un puente el canal del Danubio o Donaukanal, una de las arterias del famoso río, donde reposaba algún que otro barco pequeño.

Canal del Danubio o Donaukanal desde Schwedenbrücke

No duraría mucho el trajín y locura de esta zona, pues pronto volvería a la paz y tranquilidad de las calles aledañas. Así daría casi por casualidad con un pequeño callejón con escaleras que me conducirían a la atractiva Griechenkirche o iglesia griega, con una peculiar fachada de ladrillo rojo. El interior había leído que merecía bastante la pena, pero me lo encontraría cerrado, así que me quedaría con las ganas de contemplarlo.

Iglesia Ortodoxa Griega St Trinidad o Griechenkirche

Y, a través de calles empedradas, donde parecía que el tiempo se había detenido, llegando incluso a tener la sensación de que no estabas en Viena, llegaría hasta la iglesia más antigua de la capital, conocida como Ruprechtskirche y dedicada a San Ruperto. Data del siglo XI y se construyó sobre los restos de una puerta romana. Se encuentra en un alto lo que la permite dominar el canal del Danubio.

Ruprechtskirche

Desde aquí me adentraría por las calles del antiguo barrio judío para llegar hasta uno de los pocos ejemplos de gótico flamígero de la capital austriaca. Me refiero a Maríá am Gestade (Nuestra Señora de la Orilla), una iglesia inmaculada y estrecha (9,7 metros de ancho), fácilmente identificable por su magnífica torre, la cual se divisa desde numerosos puntos de la ciudad. Debe su nombre a que en un principio estaba situada en una de las orillas del Danubio. En el interior podría observar un fantástico conjunto de vidrieras, retablos y delicadas bóvedas.

María Am Gestade

A pocos metros de la anterior se encuentra el Altes Rathaus o Ayuntamiento viejo, situado en un antiguo palacio con una interesante fachada y un radiante patio central.

Antiguo Ayuntamiento o Altes Rathaus

Continuando por la misma calle del viejo Ayuntamiento, llegaría a una amplia plaza llamada Hoher Markt, en parte reconstruida tras las destrucciones bélicas y ocupando la zona del antiguo foro romano. En su centro se halla la espectacular Vermählungsbrunnen (fuente de los Desposorios), mientras que en el lado septentrional se puede ver, sobre un pasaje elevado que une varios edificios, el Ankeruhr, un gran reloj de 1913 que cada hora presenta las figuras de diferentes personajes de la historia de la ciudad. Con las campanas del mediodía, muestra una tras otra todas las figuras acompañadas por un carrillón. Lástima que fueran las 18:20 y no me apeteciera quedarme hasta la siguiente hora en punto.

Hoher Markt

Empezaba a estar cansado pero todavía haría un esfuerzo y pasearía hasta llegar a otro de los puntos importantes en la capital, nada más y nada menos, que el Ayuntamiento. Y es que este es uno de los monumentos más curiosos y singulares de la arquitectura de Viena. Es de estilo neogótico y, según parece, se inspiró en el Ayuntamiento de Bruselas. El colosal edificio sorprende por su fachada rematada por pináculos y una torre central terminada en aguja que alcanza los 97 metros de altura y coronada por una estatua metálica conocida como Hombre de Hierro.

Rathaus o Ayuntamiento

Como ya me sucedería la vez anterior, tampoco en esta ocasión podría ver la fachada principal al completo, libre de la pantalla gigante que se coloca todos los veranos en la que se emiten conciertos de música clásica, así que tendría que conformarme con verla desde un lateral, que todo hay que decirlo, impresiona igualmente y más tan de cerca. Decir también que se organizan visitas guiadas a su interior.

Delante del Ayuntamiento se encuentra un parque arbolado con multitud de fuentes y monumentos, formando junto con el edificio un armonioso conjunto.

En toda esta zona también se instalan quioscos con comida procedente de la mayor parte de los lugares del mundo y que en estos momentos también estaban empezando a montar. De todo ello tendría oportunidad de disfrutar varias veces en mi anterior visita, y la verdad, que me traería muy buenos recuerdos volver a estos lugares.

Mirándolo de frente, si me hubiera dirigido hacia la izquierda, hubiera acabado en el Parlamento, el cual ya había visitado ayer, por lo que me fui hacia la derecha, donde hallaría la Universidad, y algo más adelante la explanada del parque Sigmund Freud. Justo en frente de este se encontraba otro majestuoso emblema vienés: la iglesia Votiva o Votivkirche, construida en conmemoración del fracaso del atentado contra Francisco José (1853), del que resultó ileso. Lo que más te impresionan son, sin duda, las dos espectaculares torres gemelas de 99 metros de altura, situadas a ambos lados de la fachada. Afortunadamente estas estaban al descubierto, ya que el resto de la iglesia estaba cubierta por andamios al estar restaurándola.

Iglesia Votiva o  Votivkirche

Aquí no podría evitar sentarme en sus escalinatas y pasarme un buen rato descansando, pues ya estaba agotado, mientras me entretenía viendo como jugaban a lanzarse el platillo volante un grupo de amigos en la explanada de en frente.

Y aunque en principio iba a terminar aquí el día, la curiosidad me pudo más y me encaminé, pasando por la parte trasera del ayuntamiento, hasta una plazuela atemporal arbolada y enlosada, de nombre Jodok Fink Platz, en la que se levantaba la llamada Piaristenkirche o iglesia de los Piaristas, la orden encargada de educar a los niños pobres, con una fachada que combina los estilos barroco y renacentista. La nave interior es deslumbrante, poseyendo también interesantes frescos barrocos de Maulbertsch.

Columna de la Virgen en Jodok Fink Platz

Iglesia de los Piaristas o Piaristenkirche

Y ahora sí, que daba por terminadas las visitas, así que como de camino hasta donde me encontraba había visto un pub- restaurante que me llamaría la atención, no dudaría en volver hasta él. Este se llamaba Centimeter y pertenece a una famosa cadena austriaca, por lo que se pueden encontrar más en otros lugares de la ciudad.

Me animaría con algo similar al estofado pero servido en un bol de pan, de tal forma que el calor va haciendo que la miga se vaya soltando, estando buenísimo. Lo único que era inmenso y más parecía para ser degustado por un gigante que por una persona de un tamaño normal, por lo que no pude terminarlo. Esta vez no me apetecía cerveza y pediría para beber una coca cola. Lo mejor el precio final, que me dejaría sorprendido. Sólo 8,60 todo, por lo que sin duda recomiendo este sitio, ya que además ofrecen todos los platos típicos de Viena, como se ve, a unos precios bastante razonables.

Estofado en Bol de Pan en Centimeter

Desde aquí sólo me quedaba ya tomar el metro en la estación Rathaus y tras un trasbordo llegaría al hostel a las 22:15, por lo que tampoco perdería mucho el tiempo y casi me iría directo a la cama.

Respecto a los gastos culturales de hoy estos hubieran ascendido a 36,50 euros, que sumados a los 58,8 euros de ayer, harían un total de 95,30 euros, lo que significaba que ya estaba amortizada la Viena pass y todavía faltaba mañana.

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