La excusa para madrugar hoy no era otra que tratar de llegar
lo antes posible al lugar con el que iba a comenzar la jornada turística, el
cual iba a ser el mítico palacio imperial de Schönbrunn.
Es por ello que a las siete ya estaba desayunando y poco
tiempo después me encontraba tomando la línea U4 del metro hacia la estación
del mismo nombre que el palacio. Una vez que sales al exterior todo está
perfectamente indicado, por lo que no tienes más que seguir los carteles y en
cinco minutos llegas a las puertas de la famosa construcción y sus jardines,
que según las estadísticas es el monumento más visitado de Austria.
Estación de Schönbrunn |
A las 08:30 abren las instalaciones, estando justo a esa
hora en la espaciosa sala donde se venden las entradas y, afortunadamente, era
de los primeros, por lo que no me tocaría esperar fila, siendo llegar y besar
el santo.
Y es que aunque tenía la Viena pass, en este caso concreto,
ello no te exime de tener que esperar las largas colas que se pueden llegar a
formar según va avanzando la mañana, por lo que si no quieres perder un tiempo
importante esperando para adquirir la entrada, insisto que es fundamental estar
nada más abrir las taquillas.
La Viena pass te permite el acceso libre a cinco lugares de
interés del recinto, es decir, todos los sitios importantes y fundamentales.
Estos son: el tour largo del palacio en el que se visitan todas las estancias
del mismo con la respectiva audioguía, el mirador de La Glorieta, el laberinto y dos jardines privados llamados Kronprinzengarten
y Orangeriegarten. Sin ella, el precio del combinado de todos ellos en el
llamado Classic Pass asciende a 24 euros. Por separado, si no deseas entrar a
todos, serían 17,50 euros el tour largo del palacio, 5,50 del laberinto y 3,80
cada uno de los restantes.
Con todas las entradas ya en mano me entretendría un rato
haciendo fotografías de la portada principal y tan sólo quince minutos después
ya había un buen número de grupos dirigiéndose hacia la puerta de acceso del
ala izquierda del palacio, así que no perdería más tiempo y también me encaminé
hacia allí.
Palacio de Schönbrunn |
Palacio de Schönbrunn |
Las bolsas y las mochilas te obligan a dejarlas en consigna
y no está permitido realizar fotografías en ninguna habitación de todo el
recorrido, así que tienes que conformarte con que se te queden grabadas en la
memoria.
Este soberbio palacio barroco fue la residencia de verano de
la dinastía de los Habsburgo. Sus edificios, pintados con el característico
color conocido como Amarillo Habsburgo, albergan suntuosos interiores:
abundancia de volutas barrocas, candelabros de cristal y enormes espejos.
Schönbrunn posee un increíble número de estancias: 1441.
Palacio de Schönbrunn |
La emperatriz María Teresa de Austria y su esposo, el
emperador Francisco I, pasaban los veranos aquí y, durante su reinado, un tal
Wolfgang Amadeus Mozart de solo seis años fue invitado al palacio para tocar
ante la emperatriz. El emperador Francisco José nació en Schönbrunn, y allí
moriría a los 86 años. La emperatriz Isabel de Baviera, esposa de Francisco
José y conocida cariñosamente como Sissí, amaba el palacio, y pasó en él muchos
de sus años de casada. También sería aquí donde el último emperador, Carlos I,
abdicaría y pronunciaría su discurso de renuncia en 1918. Por lo que como se ha
podido ver, Schönbrunn es pura historia.
Palacio de Schönbrunn |
Entre las muchas salas que se visitan hay algunas que te
impactan y te llaman la atención por encima de las demás. Así sucede con el
Gabinete de Francisco José, donde pasaba gran parte de su jornada laboral, la
cual comenzaba a las cinco de la mañana, dando así ejemplo al considerarse el
primer funcionario de su estado; su dormitorio donde puede observarse el
reclinatorio en el que realizaba su oración matinal y la cama de hierro que da
testimonio del espartano estilo de vida del emperador austriaco; los aposentos
de la emperatriz Isabel donde redactaba sus numerosas cartas, sus diarios y sus
poemas; el dormitorio común en el que desde su boda compartiría con Sissí; el
salón de María Antonieta que hacía las funciones de comedor familiar y muestra
una mesa puesta conforme a la original, siendo testigo del estricto ceremonial
cortesano; el salón de Ceremonias en el que se celebraban, en tiempos de María
Teresa, fiestas familiares, como los bautizos y las bodas; el salón de Napoleón
que recuerda que el emperador de los franceses residió aquí durante las dos
ocupaciones de Viena; y otras muchas habitaciones que hacen que la visita sea
amena e interesante y no dure más de una hora si sigues las explicaciones de la
audioguía sin entretenerte.
Palacio de Schönbrunn |
Como estaba pegado al palacio, decidiría continuar con uno
de los jardines privados, el llamado Kronprinzengarten o jardín del Príncipe,
el cual se encuentra directamente en frente de la fachada oriental de
Schönbrunn. Deambularía por él, como antaño lo haría la familia real,
disfrutando de sus parterres y de la vista que se obtiene del fantástico dibujo
que forma la estructura del conjunto desde el mirador panorámico que se
encuentra en el lado contrario.
Jardín del Príncipe Heredero o Kronprinzengarten |
Jardín del Príncipe Heredero o Kronprinzengarten |
Jardín del Príncipe Heredero o Kronprinzengarten |
Continuaría perdiéndome por los jardines habilitados para
todo el público donde podría ver a gente corriendo y paseando, encontrándome
bellas fuentes como la del obelisco, y llegaría a la gran explanada situada
detrás del palacio con avenidas surcadas de esculturas que suben hasta la
llamada Glorieta. Pero antes de comenzar el ascenso hasta ella todavía me
permitiría pararme a contemplar la fuente de Neptuno. Hecho esto, ahora sí,
tomaría la escalinata que me llevaría a la mencionada Glorieta, un edificio con
forma de diadema y adornado con trofeos y símbolos de la Victoria de Kolín en
que las tropas de María Teresa vencieron a las de Federico II de Prusia. Ya en
ella haría uso de otra de las entradas y accedería a la terraza superior desde
donde se tiene una panorámica espectacular de Schönbrunn y de Viena.
Viena y Palacio de Schönbrunn desde La Glorieta |
La Glorieta. Jardines de Schönbrunn |
Viena y Palacio de Schönbrunn desde Terraza de La Glorieta |
Fuente de Neptuno. Jardines de Schönbrunn |
Después de recrearme un buen rato con lo anterior, volvería a bajar, y muy cerca de la fuente de Neptuno me encontraría con la entrada al famoso laberinto, también incluido en la Viena pass. Este tiene 1715 metros cuadrados y está trazado respetando al máximo el modelo histórico de 1740 y que fue abandonado. Pero más allá de esos datos históricos hay que decir que es de lo más divertido, pues aunque parece fácil, al final no lo es tanto y en más de una ocasión das palos de ciego, acabando en callejones que no llevan a ninguna parte, teniendo que retomar la búsqueda de la salida. Cuando por fin la encuentras, esta termina en un mirador que permite ver el laberinto desde arriba, observando así como la gente comete los mismo errores que acabas de cometer tú hace apenas unos instantes. La verdad que es divertido.
Laberinto de los Jardines de Schönbrunn |
La última visita en el vasto complejo de Schönbrunn me
llevaría a otro jardín privado conocido con el nombre de orangerie, donde
podría ver plantas exóticas como el naranjo amargo, el olivo y el mirto,
haciendo de esta manera una incursión a los orígenes de la jardinería europea,
pero siendo sinceros, sería el espacio que menos me gustaría de todos los pude
visitar durante la mañana, pensando incluso que es prescindible ya que no
aporta gran cosa.
Jardín de las Naranjas o Orangeriegarten |
Después de tres horas y media volvía a atravesar la verja y
las dos grandes columnas que me habían dado la bienvenida a primera hora de la
mañana, dejando así el gran recinto del palacio con gran satisfacción. Creo,
sinceramente, que es una visita ineludible en Viena y que no te puedes perder.
Decidiría torcer a la izquierda, nada más salir, en vez de
dirigirme a la estación de metro de Schönbrunn, que se encontraba a la derecha
y por donde había aparecido por la mañana. El motivo es que no muy lejos de
allí podía hallar una antigua estación de metro que quería conocer. Su nombre
es Hofpavillon y fue diseñada para el emperador. El interior sorprende ya que
está compuesto de una fastuosa sala de espera octogonal, decorada por una
panorámica de Viena, tejidos bordados y maderas.
Hofpavillon |
Hofpavillon |
También se encuentra
incluida en la Viena pass, sino la entrada cuesta cinco euros.
Continúo el paseo y poco tiempo después consigo llegar a la
plaza Am Platz con dos grandes árboles que le confieren un aspecto rural. Se
encuentra rodeada de una pequeña iglesia blanca de esbelto campanario, el museo
del distrito, el edificio de correos y la antigua residencia de los ministros
de Exteriores.
Am Platz |
No quería que se me hiciera tarde, así que decido volver al
centro de Viena, para lo que tomo el metro en Hietzing y me bajo en karlsplatz,
por lo que desde aquí sólo tengo que caminar unas manzanas hasta llegar a Neuer
Markt, una plaza donde destaca la fuente del Trueno, pero pasa completamente
desapercibida la sobria fachada de la iglesia de los Capuchinos o
Kapuzinerkirche, en unos de sus laterales, pudiendo perfectamente pasar por
allí y ni siquiera detenerte en ella si no sabes que su interior alberga una
gran sorpresa: en su cripta se encuentran enterrados casi todos los gobernantes
de la dinastía de los Habsburgo.
Neuer Markt |
Iglesia de los Capuchinos |
Muchos de los restos se hallan incompletos, puesto que la
tradición exigía que sus corazones fueran enterrados en la iglesia de los
Agustinos, como ya pudimos ver; esta práctica quedaría interrumpida en 1878.
Solamente hay un cuerpo que no pertenece a la dinastía: el de la condesa Fuchs,
una amiga íntima de la influyente emperatriz María Teresa.
Los estilos de las tumbas son de lo más diversos. Algunos
tienen un elevado grado de lujo y sofisticación y otros son sorprendentemente
simples. La doble tumba de María Teresa y Francisco I es el paradigma de todos
los excesos del barroco, pero la humilde sepultura de su hijo Francisco II
podría haber pertenecido a cualquier otra familia.
Cripta de los Capuchinos |
Cripta de los Capuchinos |
Cripta de los Capuchinos |
Entre los que fueron enterrados en otro lugar se cuentan el
emperador Carlos I, quien abdicó en 1918 y murió en el exilio, y la infortunada
María Antonieta, hija de María Teresa de Austria y de Francisco I, cuya tumba
está en París.
Y como no podía ser de otra manera, una de las tumbas que
más curiosidad despierta es la de Sissí, casi siempre adornada con flores
frescas dejadas por algún admirador contemporáneo.
Tumbas de F.José y Sissí.Cripta de los Capuchinos |
La entrada sin la Viena pass supone 7,50 euros, sino es
libre.
Retomando mis paseos, una vez en el exterior, paralela a la
Neuer Markt, se encuentra la Karntner Strasse, la cual desemboca en la catedral
de San Esteban, cuyo interior ya podría visitar ayer. Sin embargo, al ser ya
tarde, no podría subir a ninguna de sus torres, por lo que aquí estaba de
nuevo, para poner solución al asunto. Hay dos opciones o subir a la torre sur,
la única que se completó, y a la que se accede subiendo sus 343 escalones y que
ya tendría oportunidad de hacerlo con mi abuela en mi primera estancia en
Viena. Se entra a través de una puerta en el exterior de la catedral. Y la otra
posibilidad es subir a la inacabada torre norte en ascensor, cuyo acceso está
dentro de San Esteban. Así que esta vez optaría por lo fácil y elegiría esta
opción. La entrada me costaría 5,5 euros al no estar incluida en la Viena pass.
Las vistas son excepcionales y aunque son mejores las de la
torre sur, estas tampoco le van a la zaga en calidad, además el tejado de
azulejos coloreados que muestra los escudos de Viena y de Austria y el águila
bicéfala imperial, se pueden observar a la perfección.
Tejado de la Catedral de San Estaban |
Viena desde la Torre de la Catedral de San Esteban |
Cuando llevaba unos quince minutos disfrutando de las
vistas, de repente, un goterón procedente del cielo negro y gris, que se había
instalado sobre la capital austriaca hacía ya un rato, caería sobre mi cabeza,
aviso suficiente para ponerme en la fila de bajada. Serían dos turnos de espera
y justo cuando el cielo comenzó a romper, yo me estaba metiendo en el ascensor,
así que me libré de la tromba de agua por unos segundos.
Tenía claro que iba a aprovechar la circunstancia del tiempo
para hacer un paréntesis en mis visitas, pues no tenía muchas ganas de calarme
con la que estaba cayendo, así que como casi al lado estaba un restaurante
llamado Zwolf Apostelkeller que traducido significa “Los doce Apóstoles”, me
pegué una pequeña carrera y accedí a su interior.
Restaurante Zwolf Apostelkeller |
Unas escaleras me permitirían descender hasta una amplia
bodega con techos abovedados, donde se respiraba un ambiente de taberna antigua
con grandes mesas y sillas de madera tallada y paredes de piedra que le daban
calidez al lugar. Sólo había dos mesas ocupadas y es que siendo las 15:20 no
era la hora más propicia para comer en Centroeuropa, pero aquí la cocina estaba
abierta, así que no dudaría en pedirme el famoso filete empanado austriaco
conocido mundialmente como snitzchel, acompañado por patatas cocidas y
mermelada de frambuesa, optando para beber por una buena jarra de cerveza, como
es tradición. La verdad que estaba buenísimo y pagué gustoso los 22 euros que
me cobrarían. Lo que más sube el precio es la bebida, así que no os paséis con
ella sino queréis ver una sorpresa en la cuenta. A determinadas horas por la
tarde noche también se ameniza la velada con música en directo, por lo que el
ambiente debe ser digno de disfrutar, lástima que no pudiera coincidir con todo
ello.
Zwolf Apostelkeller |
Cerveza en Zwolf Apostelkeller |
Comiendo Schnitzel en Zwolf Apostelkeller |
Eran las 16:30 cuando volvía a salir a la calle y seguía
diluviando, así que sería aquí donde tomaría la decisión de cambiar los planes
que traía conmigo. Estos no eran otros que desplazarme al barrio de Grinzing, a
las afueras de la ciudad, para volver a alguno de sus “heuriger”, es decir
tabernas tradicionales donde degustar un vino autóctono de la zona, acompañado
por comida típica y música en directo. Pero el hecho de que hiciera tan malo y
que ya lo conociera, dándome bastante pereza el disfrutar de aquello sólo, siendo
además uno de los mejores recuerdos que me quedó de cuando estuve con mi
abuela, harían que me quedara con aquellos momentos y cambiara sobre la marcha
la planificación.
Optaría por ver algunas iglesias de la zona, que estaban
cerca, y así me permitían resguardarme en su interior en el paseo entre unas y
otras, no mojándome demasiado en los desplazamientos.
Comenzaría con la iglesia de los Jesuitas o Jesuitenkirche
situada en la plaza Dr Ignaz Seipal, en la cual también destaca el edificio de
la academia de las Ciencias austriacas. Lo que más llama la atención del templo
es su interior, solemne, de un una alta y única nave, la cual se encuentra
abierta a los lados por los arcos de las capillas. Interesantes también son el
retablo del altar mayor, así como los frescos de la cúpula.
Iglesia de los Jesuitas o Jesuitenkirche |
Muy cerca de la anterior, en la Postgasse, encontraría la
sobria fachada de la Dominikanerkirche o iglesia dominicana. Nada hace
presagiar que su interior se encuentre ricamente decorado con estucos que
representan ángeles. La verdad que me sorprendería gratamente.
Iglesia Dominicana o Dominikanerkirche |
A la salida, había dejado de llover, por lo que haría un
alto en el camino, en cuanto arte religioso se refiere, y me desplazaría hasta
Schwedenplatz, una animada plaza con un elevado tránsito de personas, repleta
de comercios y tiendas, que me pillaría de improviso, tras salir de las
tranquilas calles por las que acababa de callejear. Aquí tendría oportunidad de
ver desde un puente el canal del Danubio o Donaukanal, una de las arterias del
famoso río, donde reposaba algún que otro barco pequeño.
Canal del Danubio o Donaukanal desde Schwedenbrücke |
No duraría mucho el trajín y locura de esta zona, pues
pronto volvería a la paz y tranquilidad de las calles aledañas. Así daría casi
por casualidad con un pequeño callejón con escaleras que me conducirían a la
atractiva Griechenkirche o iglesia griega, con una peculiar fachada de ladrillo
rojo. El interior había leído que merecía bastante la pena, pero me lo
encontraría cerrado, así que me quedaría con las ganas de contemplarlo.
Iglesia Ortodoxa Griega St Trinidad o Griechenkirche |
Y, a través de calles empedradas, donde parecía que el
tiempo se había detenido, llegando incluso a tener la sensación de que no
estabas en Viena, llegaría hasta la iglesia más antigua de la capital, conocida
como Ruprechtskirche y dedicada a San Ruperto. Data del siglo XI y se construyó
sobre los restos de una puerta romana. Se encuentra en un alto lo que la
permite dominar el canal del Danubio.
Ruprechtskirche |
Desde aquí me adentraría por las calles del antiguo barrio
judío para llegar hasta uno de los pocos ejemplos de gótico flamígero de la
capital austriaca. Me refiero a Maríá am Gestade (Nuestra Señora de la Orilla),
una iglesia inmaculada y estrecha (9,7 metros de ancho), fácilmente
identificable por su magnífica torre, la cual se divisa desde numerosos puntos
de la ciudad. Debe su nombre a que en un principio estaba situada en una de las
orillas del Danubio. En el interior podría observar un fantástico conjunto de
vidrieras, retablos y delicadas bóvedas.
María Am Gestade |
A pocos metros de la anterior se encuentra el Altes Rathaus
o Ayuntamiento viejo, situado en un antiguo palacio con una interesante fachada
y un radiante patio central.
Antiguo Ayuntamiento o Altes Rathaus |
Continuando por la misma calle del viejo Ayuntamiento,
llegaría a una amplia plaza llamada Hoher Markt, en parte reconstruida tras las
destrucciones bélicas y ocupando la zona del antiguo foro romano. En su centro
se halla la espectacular Vermählungsbrunnen (fuente de los Desposorios),
mientras que en el lado septentrional se puede ver, sobre un pasaje elevado que
une varios edificios, el Ankeruhr, un gran reloj de 1913 que cada hora presenta
las figuras de diferentes personajes de la historia de la ciudad. Con las campanas
del mediodía, muestra una tras otra todas las figuras acompañadas por un
carrillón. Lástima que fueran las 18:20 y no me apeteciera quedarme hasta la
siguiente hora en punto.
Hoher Markt |
Empezaba a estar cansado pero todavía haría un esfuerzo y
pasearía hasta llegar a otro de los puntos importantes en la capital, nada más
y nada menos, que el Ayuntamiento. Y es que este es uno de los monumentos más
curiosos y singulares de la arquitectura de Viena. Es de estilo neogótico y,
según parece, se inspiró en el Ayuntamiento de Bruselas. El colosal edificio
sorprende por su fachada rematada por pináculos y una torre central terminada
en aguja que alcanza los 97 metros de altura y coronada por una estatua
metálica conocida como Hombre de Hierro.
Rathaus o Ayuntamiento |
Como ya me sucedería la vez anterior, tampoco en esta
ocasión podría ver la fachada principal al completo, libre de la pantalla
gigante que se coloca todos los veranos en la que se emiten conciertos de
música clásica, así que tendría que conformarme con verla desde un lateral, que
todo hay que decirlo, impresiona igualmente y más tan de cerca. Decir también
que se organizan visitas guiadas a su interior.
Delante del Ayuntamiento se encuentra un parque arbolado con
multitud de fuentes y monumentos, formando junto con el edificio un armonioso
conjunto.
En toda esta zona también se instalan quioscos con comida
procedente de la mayor parte de los lugares del mundo y que en estos momentos
también estaban empezando a montar. De todo ello tendría oportunidad de
disfrutar varias veces en mi anterior visita, y la verdad, que me traería muy
buenos recuerdos volver a estos lugares.
Mirándolo de frente, si me hubiera dirigido hacia la
izquierda, hubiera acabado en el Parlamento, el cual ya había visitado ayer,
por lo que me fui hacia la derecha, donde hallaría la Universidad, y algo más
adelante la explanada del parque Sigmund Freud. Justo en frente de este se
encontraba otro majestuoso emblema vienés: la iglesia Votiva o Votivkirche,
construida en conmemoración del fracaso del atentado contra Francisco José
(1853), del que resultó ileso. Lo que más te impresionan son, sin duda, las dos
espectaculares torres gemelas de 99 metros de altura, situadas a ambos lados de
la fachada. Afortunadamente estas estaban al descubierto, ya que el resto de la
iglesia estaba cubierta por andamios al estar restaurándola.
Iglesia Votiva o Votivkirche |
Aquí no podría evitar sentarme en sus escalinatas y pasarme
un buen rato descansando, pues ya estaba agotado, mientras me entretenía viendo
como jugaban a lanzarse el platillo volante un grupo de amigos en la explanada
de en frente.
Y aunque en principio iba a terminar aquí el día, la
curiosidad me pudo más y me encaminé, pasando por la parte trasera del
ayuntamiento, hasta una plazuela atemporal arbolada y enlosada, de nombre Jodok
Fink Platz, en la que se levantaba la llamada Piaristenkirche o iglesia de los
Piaristas, la orden encargada de educar a los niños pobres, con una fachada que
combina los estilos barroco y renacentista. La nave interior es deslumbrante,
poseyendo también interesantes frescos barrocos de Maulbertsch.
Columna de la Virgen en Jodok Fink Platz |
Iglesia de los Piaristas o Piaristenkirche |
Y ahora sí, que daba por terminadas las visitas, así que
como de camino hasta donde me encontraba había visto un pub- restaurante que me
llamaría la atención, no dudaría en volver hasta él. Este se llamaba Centimeter
y pertenece a una famosa cadena austriaca, por lo que se pueden encontrar más
en otros lugares de la ciudad.
Me animaría con algo similar al estofado pero servido en un
bol de pan, de tal forma que el calor va haciendo que la miga se vaya soltando,
estando buenísimo. Lo único que era inmenso y más parecía para ser degustado
por un gigante que por una persona de un tamaño normal, por lo que no pude
terminarlo. Esta vez no me apetecía cerveza y pediría para beber una coca cola.
Lo mejor el precio final, que me dejaría sorprendido. Sólo 8,60 todo, por lo
que sin duda recomiendo este sitio, ya que además ofrecen todos los platos
típicos de Viena, como se ve, a unos precios bastante razonables.
Estofado en Bol de Pan en Centimeter |
Desde aquí sólo me quedaba ya tomar el metro en la estación
Rathaus y tras un trasbordo llegaría al hostel a las 22:15, por lo que tampoco
perdería mucho el tiempo y casi me iría directo a la cama.
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