DIA 17. ARGENTINA. Villa La Angostura y Bosque de Arrayanes

11 de Septiembre de 2016.

He comentado en muchas ocasiones en este blog que si hay un destino en el mundo que más me ha quitado el sueño poder conocer, ese ha sido, sin duda alguna, la Patagonia. Eso me ha llevado a pasar por diferentes planteamientos y fases de cómo poder llegar hasta ella en una de las épocas del año con condiciones más adversas para recorrerla, pues nuestro verano coincide justo con su invierno y el grueso de mis vacaciones no pueden pasar de mediados de Septiembre.

Recuerdo cuando hace unos años ni siquiera me planteaba tocarla hasta que pudiera ir en la primavera o verano austral, pero el ansia de llegar hasta esta parte del mundo, me hizo hace dos años, cuando viajé a Chile, replantearme la situación y adoptar una decisión salomónica que al menos me diese algo de tranquilidad y esa no fue otra que abordar la parte más al norte de la misma, donde las condiciones climatológicas no eran tan adversas como en el sur. La aventura, al final, no me saldría mal, a pesar de algún que otro día de lluvia, y me permitió conocer algunas áreas maravillosas únicas en el mundo.

Visto lo visto, y cuando ya tenía claro que el destino de este año iba a ser Argentina, tomaría la decisión de llevar a cabo en este país la misma jugada que en Chile: conocer el norte de la Patagonia argentina, al no estar demasiado lejos de la primavera austral. Además como quería disfrutarla al máximo también decidiría permanecer en esta zona casi la semana completa, para tener cierto margen de reacción si el tiempo no me respetaba y, si por el contrario, sí lo hacía, llevar a cabo un sinfín de actividades que ofrece el lugar.

Mi primer día en San Carlos de Bariloche comenzaba muy temprano, a las 06:30, y es que si quería llevar a cabo todos los planes de hoy, no me quedaba otra que pegarme el madrugón para que no se me hiciese de noche, pero vayamos poco a poco.

Dadas las horas intempestivas que eran, ayer Luciana me pedía un remix para que me llevase hasta la estación de ómnibus, pues a estas horas era ciertamente complicado encontrar buses de línea que circularan por las calles y la distancia que separa el hostal de aquella no es corta. Así que por 75 pesos me dejaba en la puerta de la terminal a las 07:40. Todo estaba desierto, aunque las taquillas ya se encontraban abiertas, así que me acercaría hasta las de la empresa Vía Bariloche y compraría un boleto de ida hacia Villa La Angostura a las 08:00, que era el primero que salía hacia allí. (70 pesos).

Con puntualidad suiza, el conductor arrancaba y nos poníamos en marcha. Tras abandonar las afueras de Bariloche, muy pronto, podría contemplar, por primera vez, desde el amplio ventanal que tenía a mi izquierda, la inmensidad del lago Nahuel Huapi, acompañado por las montañas nevadas de los Andes. Era una imagen de postal y tan sólo un pequeño aperitivo de todo lo que podría ver en este lugar de ensueño.

Lago Nahuel Huapi camino hacia Villa La Angostura

A las 09:10 llegaba a la estación de autobuses de Villa La Angostura, después de un trayecto agradable y sin contratiempos. Nada más salir del recinto me daría la bienvenida al pequeño pueblo un gracioso y gran muñeco de nieve llamado Recopo con el que no podría evitar inmortalizar el momento.

Recopo.Villa La Angostura

Después me acercaría hasta la oficina de turismo y preguntaría como llevar a cabo los planes que tenía en mente, lo que me explicarían con gran amabilidad, y ya con toda la información volvería hasta la terminal de autobuses  donde compraría el billete de regreso a Bariloche para la tarde y daría una vuelta por el centro del pueblo, donde también me haría con agua y comida para hacer la ruta de senderismo de la jornada.

Carruaje.Villa La Angostura

Feria de Artesanos. Villa La Angostura

Villa La Angostura

A las 10:00 estaba, como una estaca, en la parada de colectivos locales, situada detrás de la oficina de turismo y al lado de una pequeña cabaña de madera. El que yo tenía que tomar ponía en su cabecera “Barrios” y con él se puede llegar hasta el puerto de Villa La Angostura que está a unos tres kilómetros del centro. Tardé como quince minutos en hacer el trayecto, pero es cierto que salvo una vez, el conductor no tuvo que hacer ninguna otra parada, sino puede tardar más ya que da una vuelta importante por toda la zona que está más a las afueras de la ciudad. El billete cuesta 15,50 pesos.

Mi parada era la última y estaba situada a sólo unos pasos del pequeño muelle sito en bahía Brava. No había nadie y decidiría sentarme sobre un viejo tronco de madera que estaba en la playa. Allí me perdería un rato en mis pensamientos mientras contemplaba la belleza del lugar, aunque también tengo que reconocer que por momentos no podría evitar pensar en viejos fantasmas del pasado, pues el paisaje y la situación me recordaban al desagradable incidente que tendría con los perros asesinos de Gabriel en Playa Blanca en el sur de Chile y aunque sigo tratando de hacer las cosas sin miedo, es cierto que cierta intranquilidad me acechaba.

Bahía Brava.Villa La Angostura

Bahía Brava.Villa La Angostura

Bahía Brava.Villa La Angostura

Tras un rato por aquí me encaminaría hacia Bahía Mansa, situada muy cerca y en sentido contrario y también de gran belleza. Casi al lado se encontraba el centro de visitantes del Parque Nacional Los Arrayanes, donde no dudaría en entrar para informarme, de nuevo.

Bahía Mansa.Villa La Angostura

Bahía Mansa.Villa La Angostura

Bahía Mansa.Villa La Angostura

Acceso al Itsmo de Quetrihué.Parque Nacional Arrayanes

Allí le contaría a la guardaparque que quería realizar la ruta de doce kilómetros que recorre el istmo de Quetrihue, para terminar en su extremo visitando el bosque de arrayanes y ya desde allí tomar el catamarán que, navegando por el lago Nahuel Huapi, me devolviera, de nuevo, a tierra y al lugar en el que ahora me encontraba. Todo le parecería estupendo, salvo que ella me recomendaría hacerlo al revés, ya que era más fácil al tener menos desnivel de subida, por un lado, y por otro no tenía que ir preocupado de perder el barco si me entretenía más de la cuenta.

No dudaría en hacerla caso, pero tenía que darme prisa porque el único barco de la mañana que partía hacia allí lo hacía en quince minutos. En verano salen más pero al ser invierno el servicio está bastante limitado. Tendría que pegarme una buena carrera hasta el muelle enclavado en Bahía Mansa, pero conseguiría llegar con apenas cinco minutos de margen a la salida del barco.

Catamarán en el Puerto de Bahía Mansa.Villa La Angostura

La empresa con la que viajaría se llamaba Catamarán Futaleufú y como ya he comentado era la única que hacía la salida de la mañana, ya que el resto las habían cancelado por no haber gente suficiente y no salir rentable. La clave en mi caso sería que había un grupo de estudiantes de un colegio y el cupo era más que suficiente para poder navegar, así que tendría suerte.

El coste por el trayecto de ida me saldría por 380 pesos, unos 22 euros, lo que me permitía experimentar también, por primera vez, el alto precio de las excursiones lacustres en la Patagonia argentina.

A las 11:00 el barco zarpaba, permaneciendo en el interior del mismo durante los primeros minutos de las maniobras para salir del puerto, pero sólo tendría que esperar unos instantes más para que el guía diera permiso y poder subir a la parte superior de la embarcación y así estar al aire libre y en pleno contacto con la naturaleza. Como dicen los argentinos, la superficie del lago estaba planchada, es decir sin una ola, no soplaba nada de viento y la temperatura sería de unos doce grados, por lo que con el abrigo se iba la mar de a gusto.

Navegando por el Lago Nahuel Huapi hacia el Bosque de Arrayanes

Navegando por el Lago Nahuel Huapi hacia el Bosque de Arrayanes

El trayecto nos regalaría hermosas panorámicas de Villa La Angostura, de sus cerros con nombres como Inacayal, Bayo y Belvedere y de pequeñas islas que adornaban el paisaje. Veríamos fauna autóctona como la maca grande o el cauquén cabeza gris y nos sorprenderíamos, todos los integrantes de la excursión, con los datos que aportaba nuestro guía como que los vientos aquí pueden superar los cien kilómetros por hora.

Navegando por el Lago Nahuel Huapi hacia el Bosque de Arrayanes

Navegando por el Lago Nahuel Huapi hacia el Bosque de Arrayanes

El paseo estaba siendo la mar de placentero y relajado por esta ruta que también utilizaron los antiguos pioneros. Tanto que la algo más de una hora que duraría la travesía me pareció mucho menos, pero es lo que tiene cuando se está disfrutando tremendamente de una experiencia.

El catamarán realizaría el amarre en un pequeño muelle de madera en el extremo de la península de Quetrihué, donde un cartel daba la bienvenida al visitante. Aquí sería donde me despediría del guía y de los profesores que venían con los chavales y con los que había ido charlando en algún momento durante la navegación. Me desearían suerte y ánimo para mi gran paseo de la tarde y desaparecerían por la senda que daba entrada al Parque Nacional Arrayanes.

Parque Nacional Los Arrayanes

Parque Nacional Los Arrayanes

Parque Nacional Los Arrayanes

Yo todavía esperaría un rato, en el diminuto puerto, a que el camino se despejara un poco y así poder disfrutar de la naturaleza en soledad. A los quince minutos sería mi turno y emprendería la pequeña ruta de 800 metros que por una pasarela de madera te adentra en el bosque Los Arrayanes, único en el mundo. Esta excepcional especie, que crece como árbol o arbusto a orillas de lagos y ríos, ha formado en este lugar un bosque con ejemplares que pueden llegar a alcanzar los quince metros de altura y con una edad de más de 600 años.

Parque Nacional Los Arrayanes

Parque Nacional Los Arrayanes

Parque Nacional Los Arrayanes

El arrayán es de crecimiento lento y necesita mucha humedad y desde luego que aquí tiene todo el tiempo y lluvia que desea. Su principal atractivo es el color canela que con la luz del sol se vuelve naranja intenso, lo que podría comprobar gracias a que por momentos los rayos de aquel penetraban entre el laberinto de troncos y me mostraban el contraste que suponía verlo de una y otra manera.

Parque Nacional Los Arrayanes

Parque Nacional Los Arrayanes

A medida que el árbol crece, su corteza se rompe y se desgaja en lonjas largas que caen al suelo dejando manchas blancas en el tronco que contrastan con el color canela, lo que permite así ver una nueva fase del crecimiento de estos extraordinarios árboles.

Este primer paseo terminaría al lado de una acogedora casa de Té de madera, situada en el corazón del Bosque y de la que cuenta la leyenda que sería la inspiración de Walt Disney para crear el cuento infantil Bambi. Aunque por aquí no hacen mucho caso a esta historia ya que afirman que el famoso animador nunca puso un pie en este lugar.

Casa de Te del Bosque de Arrayanes

No dudaría en entrar a ella para canjear el vale que me habían dado, al comprar el boleto para el paseo en barco, por un chocolate bien caliente. Nada más acceder una agradable señora me diría sorprendida – “¿Pero qué hace usted aquí? ¡El barco ya partió! A lo que no pude evitar responder con una sonrisa, que lo sabía y que pensaba volver caminando. Ella me contestaría que era un valiente y que su recomendación es que no saliera de allí más tarde de las 13:00 para evitar que se me hiciera de noche en el camino.

Así que haciéndola caso, me tomaría el riquísimo chocolate acompañado por uno de los alfajores artesanos de dulce de leche que vendían (35 pesos) y con el que me chupé los dedos y acto seguido me pondría en marcha.

Nada más salir de la zona de tablones de madera encontraría nuevos arrayanes, siendo algunos más espectaculares y grandes si cabe que los que ya había visto, por lo que si se tiene tiempo recomiendo hacer el comienzo de esta ruta para verlos, pues no están lejos de la senda más turística.

Parque Nacional Los Arrayanes

Parque Nacional Los Arrayanes

Parque Nacional Los Arrayanes

Poco después me daría de bruces con dos perros que vagabundeaban por allí y que me hicieron poner algo nervioso, pero afortunadamente pronto seguirían su camino y desaparecerían en la lejanía. Así que, ahora sí, volvía a estar totalmente sólo.

Cada vez había menos arrayanes y estos iban siendo sustituidos por un espeso bosque de cipreses y coihues que flanqueaban el camino a ambos lados. Después de otro breve tramo encontraría a mi izquierda el sendero que bajaba hasta la laguna Patagua a la que no pude evitar acercarme a su orilla, lo que me permitiría ver un contraste de luces y reflejos maravillosos gracias a que las nubes en este momento se habían disipado. Al estar cerca del agua, nuevamente tendría oportunidad de ver por aquí algún que otro arrayán disperso.

Dejando atrás el Bosque de Arrayanes. Sendero de la Península Quetrihué

Laguna Patagua. Parque Nacional Los Arrayanes

Volvería sobre mis pasos al camino principal y ya no me entretendría más hasta llegar al cartel que indicaba que me encontraba en la mitad de la senda, lo que aprovecharía para comer algo de las provisiones que había comprado por la mañana.

Sendero Península Quetrihué

Sendero Península Quetrihué

Bosque de la  Península Quetrihué

Tras reponer fuerzas, seguiría recortando el largo camino, con algún que otro árbol caído cruzado en el sendero, envuelto en el más absoluto silencio y soledad, e irían transcurriendo los kilómetros hasta que a menos de dos del final me encontraba con varios miradores, a los que se llega no sin afrontar algunas pendientes que requieren de un esfuerzo extra.

Lago Nahuel Huapi desde Punto Panorámico

Pero no hay ninguna duda de que merece la pena hacer el sacrificio para llegar hasta los miradores de Bahía Mansa y del Brazo Noroeste, porque la recompensa es excepcional. Desde el primero se tiene una única panorámica que incluye las bahías Brava y Mansa, el Valle Cajón Negro, varios cerros y en la lejanía el camino por el que transita la ruta de los siete lagos. Desde el segundo se puede apreciar la inmensidad de parte del lago Nahuel Huapi, contemplando perfectamente el brazo Ultima Esperanza, la isla Fray Menéndez y un sinfín de cumbres nevadas de la cordillera de los Andes, desplomándose sobre las frías aguas. Un paraje que te sobrecoge y emociona y del que cuesta apartar la mirada.

Sendero Península Quetrihué

Mirador Bahía Mansa

Lago Nahuel Huapi desde Mirador Brazo Norte

Lago Nahuel Huapi e isla Fray Menéndez desde Mirador Brazo Norte

Pero tras casi una hora por aquí, no quedaba más remedio que continuar ya que todavía me quedaba deshacer la bajada hasta el centro de visitantes del Parque Nacional, el cual ya me era familiar al haberlo visitado por la mañana. A este llegaba a las 17:30. Así que habían sido cuatro horas y media desde que partía del bosque de arrayanes hasta aquí, aunque es cierto que el tiempo real es de unas tres horas, pues el resto lo empleé para disfrutar de las vistas de los puntos panorámicos y para hacer fotografías que como ya se sabe soy muy dado a ello.
Por cierto que si no apetece andar los doce kilómetros de la ruta, siempre se puede subir directamente desde la ya citada entrada del Parque, situada al lado de Bahía Mansa, y de esta manera se puede ahorrar bastante tiempo y esfuerzo, aunque el desnivel hasta los miradores no te lo quita nadie, pero, sin duda, que bien merece la pena sudar un poco ante las panorámicas que ofrecen.

Cinco minutos antes de las 17:45 estaba otra vez en el mismo lugar donde me dejaría el colectivo por la mañana, ya que a esa hora salía uno hacia el centro de Villa La Angostura. Afortunadamente pasaría en hora, ya que si llega a adelantarse un poco me hubiera tocado esperar al siguiente que no pasaba hasta las 19:00 o bien regresar andando, teniendo que deshacer los tres kilómetros que hay hasta el centro. Así que es importante informarse bien de cuáles son los horarios, sobre todo en invierno.

Cuando llegué al pueblo todavía me daría tiempo a dar una vuelta por sus calles y entrar a alguna que otra tienda de recuerdos, donde me haría con un imán para mi colección.

Villa La Angostura

A las 19:00 salía el ómnibus hacia Bariloche (70 pesos) donde esta vez se demoraría algo más en llegar que por la mañana, llegando allí a las 20:20.

Y esta vez sí que optaría por el transporte público para llegar al centro de la ciudad. Para ello sólo tuve que acercarme a la parada que se encontraba al lado de la terminal y por la que pasan un montón de líneas que te llevan al centro. Es importante saber que es necesaria la tarjeta SUBE, igual que en Buenos Aires, para poder tomar uno, ya que no admiten dinero en efectivo. Pero es muy común que te la pase otro pasajero y luego tú le pagas a él el importe de los diez pesos que cuesta el billete. Así lo haría yo con un joven al que pregunté qué línea podía coger.

Todavía tendría tiempo de dar mis primeras vueltas por el centro de San Carlos de Bariloche, donde, en esta primera toma de contacto, lo que más me llamaría la atención serían los inmensos escaparates repletos de chocolate de las enormes tiendas que hay en sus principales avenidas. Están por todas partes y si te gusta este dulce, se te hace la boca agua a las primeras de cambio.

Tienda de Chocolates Mamuschka

Tienda de Chocolates Mamuschka

Pero es cierto que estaba cansado y tampoco estaría vagando mucho por ahí, sino que, tras quince minutos, me dirigiría al restaurante El Boliche de Alberto, especializado en pasta, ya que hay otro que es de carnes, que me recomendarían Paola y Luciana. Después del tute que me había pegado el cuerpo me pedía unos buenos espaguetis al pesto, una empanada de carne y dos coca colas. (170 pesos).  La atención fue atenta y la comida estaba realmente buena, además de ser generosa la cantidad.

Con la tripa llena, sólo tardaría diez minutos en llegar caminando hasta el hostal, donde entraba por la puerta a las 22:20, por lo que no hay que pensar mucho para deducir que no tardaría ni quince minutos en estar contando ovejitas.



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