DIA 16. ARGENTINA. Última mañana en Buenos Aires y llegada a Bariloche

10 de Septiembre de 2016.

Si me refiero a un edificio de color rosa, el cual simboliza la unión de los dos partidos enemigos del siglo XIX: el rojo de los federales y el blanco de los unitarios, y continuo diciendo que en su interior se han vivido algunos de los episodios más famosos y relevantes de la historia argentina, creo que muy poca gente no sabrá ya que estoy hablando de la famosa e inconfundible Casa Rosada.

Y es que efectivamente no queríamos marcharnos de la capital porteña sin conocer el interior de tan célebre edificio, por lo que sería por él por donde comenzaríamos nuestra última mañana en Buenos Aires.

Casa Rosada

No sería fácil conseguir los dichosos pases, de hecho tuve serias dudas de poder lograr hacerme con ellos pero, afortunadamente, al final lo conseguiría.

Y si fue complicado no fue por el procedimiento que establece la casa de Gobierno para conseguir las entradas, pues la manera de solicitarlas es muy sencilla, ya que basta meterte en la página https://visitas.casarosada.gob.ar/ , rellenar el formulario e imprimir tú reserva para llevarla contigo el día y la hora que hayas elegido.

El problema es que sólo se puede visitar los sábados, domingos y días festivos y es gratuita, por lo que el aluvión de solicitudes es considerable y las de los sábados se agotan con mucha facilidad. Nuestro problema era que o lo conseguíamos para hoy o nos quedábamos sin entrar, porque ya no disponíamos de otro día para ello. Además sólo puede hacerse con un máximo de quince días de anticipación a la fecha elegida, por lo que hay que estar constantemente pendiente de ello, lo que así haría, pudiendo así obtener nuestra reserva el mismo día que cruzábamos el río de la Plata con destino a Uruguay y gracias al wifi que había en la sala de espera de la estación de ferries.

Tras un agradable paseo, de no más de veinte minutos desde el hotel, nos plantábamos unos quince minutos antes de las 10:00 en la puerta principal de la Casa Rosada, situada en la calle Balcarce, 50.

Una vez que comprobaron que llevábamos el pase, nos colocarían por la hora de entrada en hasta cuatro filas y es que hay accesos cada cuarto de hora, desde las 10:00 hasta las 17:30. Después comenzarían con los respectivos controles de seguridad que no son pocos, donde también te piden el pasaporte en varias ocasiones y sin más dilaciones atravesábamos el arco principal donde esperaríamos en el hall hasta que nuestro guía salió a recibirnos. Mientras tanto aprovecharíamos para hacernos unas fotos con un soldado de la guardia del presidente que muy amablemente atendía todas las peticiones que le hicieron.

Hall de la Casa Rosada

Después de los saludos iniciales, lo primero que nos dejaría claro es que aquí no reside el Presidente, sino que este es sólo su lugar de trabajo, al igual que el del vicepresidente.

Después continuaría con una breve lección de historia haciendo referencia a que el edificio sería construido sobre el antiguo Fuerte de Buenos Aires en el que vivían los virreyes durante la época colonial y que el actual es en realidad la unión de dos construcciones diferentes con distintos estilos, por un lado el edificio de Correos y por otro el de la Aduana que acabaron siendo uno, gracias al arco principal que los unificaría y que hacía unos minutos habíamos atravesado.

Tras estas primeras explicaciones, nos pediría que le acompañásemos subiendo por una escalera y recorriendo un pasillo hasta llegar a las primeras estancias que podríamos admirar como el salón azul, dedicado a los pintores, o la galería que rinde homenaje a los personajes más célebres de Argentina con fotos de Mafalda, Maradona y muchos otros.

Casa Rosada

Galería de Idolos Populares.Casa Rosada

De aquí pasaríamos al balcón interior de la planta superior desde donde podríamos ver el bonito patio de las Palmeras, para continuar dirigiéndonos hacia el salón de los científicos donde se rinde tributo a varios premios Nobel argentinos y de allí pasar a la habitación donde se encuentra el famoso balcón desde donde Eva Perón pronunció varios de sus grandes discursos ante la multitud enfervorecida. Aunque no permiten asomarte al mítico balcón si te dejan hacerlo por uno de los laterales y es desde donde puedes imaginarte todas las imágenes que constantemente se han visto en el musical y la televisión.

Patio de las Palmeras.Casa Rosada

Plaza de Mayo desde Balcón de la Casa Rosada

Tras inmortalizar estos momentos en unas cuantas fotografías, pasaríamos después al Salón Blanco, para mi gusto el más bonito de todos los que se visitan. Cuenta con una rica ornamentación, una suntuosa araña que se descuelga elegante del techo y un inmenso escudo del país realizado en mármol y bronce.

Salón Blanco.Casa Rosada

Escudo de Argentina.Salón Blanco.Casa Rosada

La visita estaba siendo apasionante, pero todavía quedaba un importante momento, el que se visitan los despachos del Vicepresidente y el Presidente. Eso sí, aquí el guía nos exigiría que guardáramos todos los aparatos que pudieran realizar fotografías y que no los sacásemos de nuevo hasta que acabáramos de atravesar las estancias respectivas. La vigilancia es máxima y no permiten detenerte en ninguno de los dos despachos.

Para terminar, volveríamos a bajar por unas elegantes escaleras, pasaríamos por la parte inferior del patio de las Palmeras y llegaríamos hasta la galería de los Bustos Presidenciales, donde se encuentran los bustos de la mayoría de presidentes que ha tenido Argentina, salvo algunas excepciones. Como curiosidad indicar que sólo se pueden colocar aquí después de haber transcurrido un periodo de tiempo superior a dos periodos presidenciales, después de que haya  terminado el mandato respectivo. Interesante también que la única que no respetó esta norma sería Cristina Fernández de Kirchner, al colocar el busto de su marido antes de abandonar la Casa Rosada.

Casa Rosada

Salón de Bustos.Casa Rosada

Busto de Juan Domingo Perón.Salón de Bustos. Casa Rosada

Busto de Kirchner. Salón de Bustos.Casa Rosada

Así terminábamos esta apasionante visita por uno de los edificios más emblemáticos de Buenos Aires, después de pasar una hora en su interior, estando a las 11:00, otra vez, en la calle.

Otra de las actividades que me apetecía mucho realizar, antes de dejar la capital, era caminar por el llamado Paseo de la Caricatura, que no es otra cosa que ir paseando por diferentes calles en las que te vas encontrando hasta diez personajes míticos del comic argentino esculpidos en diferentes rincones. Este comienza en la calle Chile con Defensa y como no podía ser de otra manera se inicia con la inigualable Mafalda sentada en un banco y sus amigos Manolito y Susanita acompañándola.

Paseo de la Historieta

Mafalda y sus amigos.Paseo de la Historieta

La mayoría del resto de personajes los pudimos ir viendo a lo largo de la calle Balcarce, encontrando entre ellos a Isidoro Cañones, las Chicas Divito, Don Fulgencio, Patoruzú, Clemente, etc. Es cierto que de muchos de ellos no había oído hablar, pero además de Mafalda, hubo dos que rápidamente me harían retroceder en el tiempo y volver a mi niñez. Me refiero a Larguirucho y Súper Hijitus que tantas veces pude ver acompañando a Petete en sus infinitas enseñanzas. Por cierto, que me extrañó no ver a este último ya que también es argentino y de lo más famoso. Lástima que hubiera un mercado y estuvieran justo en medio de un puesto de frutas, lo que me impidió inmortalizar este gran momento junto a ellos.

Larguirucho y Super Hijitus.Paseo de la Historieta

Don Fulgencio.Paseo de la Historieta

Chicas Divito.Paseo de la Historieta

Y sin apenas darnos cuenta y tras algún que otro nuevo personaje como Don Nicola, llegaríamos a la escultura que rinde homenaje a Juan Domingo Perón, para poco tiempo después llegar a uno de los puentes que atraviesan el dique y que son señal inconfundible de que te encuentras en Puerto Madero.

Don Nicola.Paseo de la Historieta

Escultura a Juan Domingo Perón

Pero todavía no nos detendríamos en esta área de Buenos Aires, sino que seguiríamos caminando un poco más, hasta llegar a algunos de los rascacielos que se han levantado en sus inmediaciones y tras admirar el lujo de los mismos y el barrio de dinero en el que se encuentran, seguiríamos un poco más lejos hasta la avenida costanera desde la que pudimos ver, justo en frente de la misma, la Reserva Ecológica, un terreno ganado al río que alberga un rico ecosistema compuesto por sauces, lagunas pobladas de plantas acuáticas, flamencos y patos. Un enclave natural privilegiado que tan sólo podríamos disfrutar desde su otra orilla, ya que el tiempo del que disponíamos no nos permitía llegar hasta el corazón del espacio natural. A cambio podríamos pasear por la mencionada Avenida Costanera que ofrece gran cantidad de puestos de bocadillos y empanadas, rinde homenaje mediante esculturas a muchísimas celebridades del deporte argentino y cuenta con una bonita fuente llamada “Las Nereidas”.

Rascacielos de Puerto Madero

Reserva Ecológica Costanera Sur

Fuente de las Nereidas.Costanera Sur

El día era excepcional, se notaba que a la primavera le quedaba muy poco por entrar oficialmente en el país y un gran número de familias y jóvenes paseaban y hacían deporte por toda esta zona y sus inmediaciones, pues es de lo más agradable y segura.

Volveríamos sobre nuestros pasos, para esta vez sí, permanecer en Puerto Madero hasta la hora de comer. Este antiguo puerto de la ciudad, de aire londinense, saldría del olvido hace ya algunos años, pasando de ser una de las zonas más degradadas de la ciudad a uno de los barrios con más nivel económico. En él se pueden encontrar rascacielos, discotecas, museos y sedes sociales, todo ello supervisado por los grandes arquitectos, como el inglés Foster, el francés Starck o el español Calatrava con su famoso Puente de la Mujer, por el que no pudimos evitar cruzar más de una vez.

Puerto Madero

Puente de la Mujer. Puerto Madero

Puente de la Mujer. Puerto Madero

Importantes son también los bares y restaurantes con terrazas encantadoras en los que poder tomar algo mientras haces un descanso y que se encuentran ubicados en los antiguos almacenes de ladrillo del puerto, siendo una buena muestra de reconversión y modernización de una zona.

Y tampoco pudimos olvidarnos de la Corbeta Uruguay y la Fragata Sarmiento, que se encuentran tranquilamente allí fondeadas, recordando cómo vivieron tiempos más emocionantes y hoy se han convertido en museos navales. Pero, sin duda, son el complemento perfecto a la imagen que se pude contemplar de Puerto Madero, no pudiendo irse uno de esta increíble capital sin pasar, al menos, unos instantes por él.

Puerto Madero

Fragata Sarmiento. Puerto Madero

No teníamos ya mucho tiempo, pues eran las 14:00, por lo que para no dar muchas vueltas decidiríamos comer en el Friday´s que estaba allí mismo. Aunque los zumos es cierto que estaban muy buenos, la comida no nos gustó, pues la carne de las hamburguesas estaba seca y fría, por no hablar del tiempo que se tiraron para servirnos y de lo tremendamente cara que es esta franquicia para lo que ofrece. (600 pesos, las dos hamburguesas y los dos zumos).

No había ya tiempo para más, pues disponíamos del tiempo justo para llegar andando, sin prisa pero sin pausa, hasta el hotel donde recogeríamos el equipaje que lo habíamos dejado en consigna por la mañana.

A las 16:00 nos estaba esperando Jorge, el simpático taxista griego que conoceríamos el primer día, en la puerta del hotel. Una vez más no nos fallaba y era fiel a nosotros y nuestros trayectos, lo que es toda una garantía en la capital argentina.

En esta ocasión contrataríamos sus servicios para llevarme a mi primero hasta el aeropuerto de Aeroparque, desde donde partía con Aerolíneas Argentinas hacia Bariloche y después continuaría el trayecto hacia el aeropuerto de Ezeiza, desde donde Raúl volvía a Madrid con Iberia esa misma noche.

Efectivamente aquí nos separábamos, tras dos magníficas semanas disfrutando de otro gran viaje por el mundo, y ya van unos cuantos, y donde lo habíamos pasado en grande y habíamos podido volver a compartir esta gran pasión que a ambos nos une y que es viajar.

Pero tanto los compromisos laborales como el hecho de que Belén le esperaba en Madrid, le impedían poder continuar otra semana más por el sur del país, así que no quedaba otra que despedirse.

Para mí no sería fácil, pues no es lo mismo afrontar un viaje sólo desde el principio que, de repente pasar del cachondeo, las charlas y las risas que compartes con uno de tus mejores amigos a tener que seguir, de buenas a primeras, en solitario y sin todo aquello, pero esta había sido mi elección y no quedaba otra.

Así que, un poco tocado, me despediría de ellos y me iría a facturar la maleta. Había llegado con tiempo más que de sobra, por lo que estaría esperando una hora hasta que a las 18.25 despegaríamos. Una vez más salíamos en hora, por lo que ya iban tres de tres, consiguiendo pleno absoluto en puntualidad con Aerolíneas Argentinas, por lo que por mi experiencia con esta compañía es formidable.

Tras un vuelo de lo más relajado, en dos horas y diez minutos, aterrizaba en el aeropuerto de San Carlos de Bariloche, donde nada más salir a la zona común encontraría un servicio de combi compartido con otros viajeros hasta nuestros diferentes alojamientos por 120 pesos cada uno. Lo bueno de este servicio que aunque tardas un poco más que con un taxi es más barato y más cómodo que el autobús. Es algo intermedio.

Hostería Güemes sería el lugar que elegiría como centro de operaciones durante la mayoría de los días que iba a permanecer por la zona. Es una pensión confortable y limpia, con habitaciones individuales y baño privado dentro de las mismas y un gran salón con chimenea de lo más confortable y acogedor donde te sientes como en casa y puedes hacer vida en común con las dueñas y otros viajeros. El desayuno estaba incluido y se encuentra como a diez minutos andando del centro de la ciudad. (40 euros por noche).

A las 22:00 me recibían las dos simpáticas chicas que regentan la pensión. Se llamaban Luciana y Paola y desde el primer momento me trataron de forma muy cercana y afable, animándome y permitiéndome volver a afrontar con ilusión esta nueva y última etapa de viaje que tenía por delante. No tardaría mucho, por tanto, en bombardearlas con mil preguntas y dudas que tenía para llevar a cabo los planes tanto de mañana como del resto de jornadas que se iban a suceder.

A las 00.00 apagaba la luz, lo que significaba que iba a dormir pocas horas, ya que mañana, después de estar varios días levantándome a horas razonables, volvía a las andadas en mi primer día en solitario.

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