DIA 13. ARGENTINA. Buenos Aires: Retiro, La Boca y San Telmo

7 de Septiembre de 2016.

¿En qué se me parecen Argentina y Japón? En que apenas recuerdo lo que es un rayo de sol en ninguna parte. Lo que por momentos me estaba sacando de mis casillas en más de un instante.

Más allá del dichoso tiempo, de Buenos Aires, la capital argentina, lo primero que me sale decir es que es una ciudad extraordinaria y llena de personalidad, cosmopolita y contradictoria, vanguardista e histórica.

Desprende un magnetismo especial que se palpa en cada esquina, en los acordes de un tango bailado en plena calle, en la emoción con la que conversan los bonaerenses, en sus barrios de moda como Palermo o Puerto Madero o en las pasiones desatadas que provoca un buen partido de fútbol.

Bailando Tango en Caminito.Barrio de la Boca

Sin duda que lo que más seduce de la capital porteña es la mezcla irrepetible del carácter americano y el sustrato europeo, apreciando en muchos de sus rincones detalles que recuerdan a París, Madrid o Berlín.

Los casi cuatro días que dedicaríamos a descubrirla nos iban a permitir comprobar de cerca que muchos de sus tópicos son ciertos y que posee una inmensa gama de atractivos que nos encontraríamos, desde el primer momento, en sus monumentos, museos, iglesias, parques, plazas, teatros y barrios típicos.

Por todo lo anterior, Buenos Aires, se ha convertido, hasta la fecha, en mi capital preferida de América del Sur y a la que si tengo oportunidad seguro que volveré algún día.

Nuestros primeros pasos en la capital nos llevarían, acompañados por un cielo gris de lo más feo, a pasear por la avenida Corrientes, la Broadway porteña, con múltiples teatros, cines, cafés, librerías y restaurantes. Tanto de día como de noche, la de las luces de Neón y el alto voltaje, da vértigo y merece su apodo de “avenida que no duerme nunca”. Nos entretuvimos observando los carteles en los que se anunciaban los musicales y obras de teatro donde actuaban famosos actores y actrices argentinos y nos fuimos fijando en las estrellas del paseo de la fama, donde están representados artistas de renombre internacional como Ricardo Darín o Héctor Alterio, entre otros muchos.

Avenida Corrientes

Avenida Corrientes

Estrella Ricardo Darín. Avenida Corrientes

Avenida Corrientes

Desde ella volveríamos sobre nuestros pasos, cruzaríamos la avenida 9 de Julio y nos dirigimos a la famosa calle Florida, una inmensa calle peatonal y comercial, siempre ajetreada durante el día, frecuentada por músicos callejeros y floristas, donde se encuentran los famosos arbolitos, es decir aquellas personas que se dedican a cambiar monedas internacionales a pesos argentinos a un cambio más favorable que el oficial. Aunque es cierto que en la actualidad es más algo teórico que práctico, pues aunque siguen ofreciendo cambio, desde que llegó al poder Mauricio Macri a finales de 2015, el mercado paralelo se ha equiparado al oficial y ya no merece la pena arriesgarte a que te engañen dándote moneda falsa, por una ganancia que puede ser insignificante.

Calle Florida

Más allá de este asunto, la calle Florida también se caracteriza por estar bordeada de tiendas de las grandes marcas y dos estupendas galerías comerciales: la Güemes en el 165 y las Galerías Pacífico en la esquina con Córdoba. Dentro de esta última se pueden admirar los frescos que decoran la vidriera central.

Galerías Pacífico. Calle Florida

Y sin casi darnos cuenta llegaríamos a la Plaza San Martín, el epicentro del Barrio de Retiro desde principios del siglo XX. Está rodeada de suntuosas residencias como el palacio Paz (sede del Círculo Militar), el palacio San Martín (ex palacio Anchorena), reformado en 1910 alrededor de un gigantesco ficus, y está repleta de árboles sublimes que le dan un encanto especial.

Plaza Libertador General San Martín

Plaza Libertador General San Martín

Además de los edificios mencionados, en nuestro paseo por su perímetro también nos encontraríamos con uno de los primeros rascacielos de la ciudad: el Kavanagh de 1935, el monumento a los Caídos en la guerra de las Malvinas y la torre Monumental, la cual sería un regalo de la comunidad angloargentina a la nación durante la celebración del centenario de la revolución de mayo de 1810.

Edificio Kavanagh. Plaza General San Martín

Monumento a los Caídos en Malvinas

Torre Monumental. Plaza General San Martín

Y justo cuando habíamos terminado la visita a esta importante plaza, la lluvia nos empezaría a castigar por lo que aprovecharíamos para entrar en la estación de Retiro que recuerda a las grandiosas estaciones de la vieja Europa y llegó a ser la mayor del mundo en su época.

Afortunadamente, sólo tuvimos que refugiarnos media hora, pasada la cual y tras recargar nuestra tarjeta SUBE con 25 pesos, volveríamos a salir al exterior, cruzaríamos la calle y tomaríamos en una gran avenida el colectivo número 152 que nos llevaría, tras una media hora, hasta el barrio de La Boca, instalado en la desembocadura del Riachuelo y nacido de la inmigración italiana y de la gran actividad industrial del S.XIX. Sería uno de los primeros que se crearían y es famoso por sus casas de chapa y madera pintadas de vivos colores y con figuras de cartón-piedra asomando a sus balcones, representando a los personajes más populares del siglo pasado.

Barrio de la Boca

Barrio de la Boca

Barrio de la Boca

Barrio de la Boca

La calle Caminito es, sin duda, la más famosa y la tarjeta postal más célebre de Buenos Aires. Lleva el nombre de un tango muy conocido y sus edificios están inspirados en los cobertizos de los primeros inmigrantes genoveses. Las otras dos calles que conforman el núcleo principal de esta área tampoco le van a la zaga en encanto y es que aquí, en cada esquina, se respira un aire decadente y encantador que unido a la venta de recuerdos y a los bailarines de tango deleitando al personal con sus movimientos llenos de sentimiento y pasión, hacen que sea un lugar único y de obligada visita en Buenos Aires.

Caminito.Barrio de la Boca

Caminito.Barrio de la Boca

Caminito.Barrio de la Boca

Barrio de la Boca

En cuanto al tema de la seguridad no tendríamos ningún problema y eso que llevábamos las cámaras en la mano y actuamos como en cualquier otro lugar de la capital. La clave es no moverte de la zona turística y no salir de ella bajo ningún concepto.

También se considera zona segura la calle que te lleva de forma directa hasta el mítico estadio de la Bombonera del célebre equipo Boca Juniors. Este gigante de 57000 asientos se convierte en un volcán las noches de partido. En sus entrañas existe un museo consagrado a la historia del club y a sus grandes jugadores, como Diego Maradona, el Pibe de Oro.

La Bombonera. Barrio de la Boca

La Bombonera. Barrio de la Boca

Y estaba claro que yendo con un auténtico entusiasta del fútbol como es Raúl, era imposible no visitar este santuario, así que tomaríamos la calle mencionada y en menos de diez minutos estábamos en la entrada del estadio. Elegiríamos el pase exprés que incluye el museo y las vistas del campo desde una de las gradas. Ello supone 160 pesos por entrada. Hay muchas opciones más por lo que ya va a gusto del interés que tenga cada uno en la visita.

La Bombonera. Barrio de la Boca

A la vuelta elegiríamos exactamente el mismo camino que a la ida, para garantizar nuestra seguridad, ya que el regreso por las vías del tren no está, en ningún caso, recomendado por ninguna persona del barrio a la que preguntamos.

Eran ya las 14.30 así que no lo dudaríamos y nos meteríamos en un restaurante en el que vimos entrar a dos bailarines de tango, por lo que se presumía que era bueno y económico y efectivamente no nos equivocamos. Tomaríamos unos filetes empanados que estaban muy buenos más la bebida (300 pesos). Se me olvidaría apuntar el nombre del restaurante.

Para volver cogeríamos el colectivo número 29, con la idea de llegar de forma directa hasta el barrio de San Telmo, pero de camino veríamos el parque Lezama y decidiríamos comenzar las visitas de la tarde desde aquí. Aunque hoy no había nadie en esta área verde es normal ver a músicos y artesanos por sus inmediaciaciones. Uno de los monumentos que más destacan en él es el referente a la “Cordialidad argentino – uruguaya” que sería regalado por Uruguay a Argentina con motivo del cuarto centenario en que Buenos Aires sería fundada por Pedro de Mendoza. Por cierto que también se puede ver una escultura dedicada a este en otro de los extremos del parque. Además se puede disfrutar de bonitos senderos arbolados adornados con esculturas y hasta un templete en lo alto de una pequeña colina, por lo que merece la pena darse una vuelta por él.

Monumento a la Cordialidad.Parque Lezama

Parque Lezama

Escultura a Don Pedro de Mendoza

Flanqueándolo en dos de sus laterales es interesante mencionar también el Museo Histórico Nacional ya que, aunque no entramos, se encuentra situado en una magnífica casa colonial y la iglesia Ortodoxa Rusa, que fue la primera de América latina construida en 1904 en el más puro estilo moscovita.

Museo Histórico Nacional

Iglesia Ortodoxa Rusa

Y sin casi darnos cuenta y tras unas cuadras más nos encontraríamos envueltos en la magia de San Telmo, otro barrio emblemático de la capital, bohemio y nostálgico y morada importante de la poesía urbana y el tango. No dudaríamos en perdernos por sus calles con pavimentos irregulares y fachadas agrietadas, en las que encontraríamos los encantadores conventillos y pasajes, muy similares a las corralas españolas, donde todas las viviendas se distribuyen alrededor de un patio principal.

Barrio de San Telmo

Tendríamos la oportunidad de visitar el Pasaje La Defensa, una tradicional casona de dos plantas, construida en la década de 1880, con tres bonitos patios en su planta baja en los que pudimos ver gran cantidad de recuerdos, cuadros y antigüedades.

Pasaje La Defensa. Barrio de San Telmo

Podría afirmar, sin temor a equivocarme, que el corazón de San Telmo es la plaza Dorrego, la más antigua de Buenos Aires después de la histórica Plaza de Mayo, a la que nos dirigiríamos sin mucho tardar, con la mala suerte que la tenían levantada al completo como consecuencia de una remodelación. Aún así podríamos vivir el ambiente nostálgico de los bares que la rodean con sus mesas de madera gastada, grabadas con declaraciones de amor y nombres de clubes de fútbol. No me supondría mucho esfuerzo imaginarme el momento glorioso en el que Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, compartieron en el Bar Plaza Dorrego un café en la década de los años setenta.

Bar Plaza Dorrego. Barrio de San Telmo

Otro de los imprescindibles en San Telmo es su famoso mercado, uno de los últimos del barrio y más que centenario. Por sus diferentes galerías pudimos ver un gran número de tiendas con antigüedades y objetos extraños, otros puestos ofrecían alimentos, pero el conjunto de todos ellos desprende un aire místico e histórico, al menos en esos momentos, cuando apenas quedaba nadie por sus pasillos y locales.

Mercado de San Telmo

Mercado de San Telmo

En referencia a los monumentos religiosos de este barrio, optaríamos por visitar Nuestra Señora de Belén, declarada Monumento Histórico Nacional y una de las más antiguas de la ciudad.

Ntra Sra de Belén. Barrio de San Telmo

De nuevo al aire libre y dado que empezaba a anochecer, dejaríamos a nuestras espaldas San Telmo a medida que íbamos avanzando por la calle Defensa, otra de las más populares de la ciudad. En nuestro peregrinaje no podríamos evitar desviarnos para observar dos nuevos lugares en los que teníamos interés. Por un lado la escultura del Canto al Trabajo de Rogelio Yrurtia, el más importante escultor argentino formado en París por Rodin, situada en la plaza Eva Perón y, por otro lado, la basílica barroca Nuestra Señora del Rosario, que fue bombardeada por los ingleses en 1807, durante su intento de invadir esta colonia española.

Escultura Canto al Trabajo

Basílica Ntra Sra del Rosario

Y aunque nos hubiera gustado continuar con más visitas, la noche se nos había echado encima, por lo que decidiríamos volver al hotel. Para ello tomaríamos la avenida Belgrano, la cual nos llevaría directos hasta la avenida 9 de Julio, por la que pasearíamos hasta el imponente Obelisco iluminado, desde el que, en unos pasos más, llegaríamos al hotel a las 19:30.

Obelisco Iluminado

Estábamos todavía llenos de la comilona que nos habíamos pegado en el barrio de La Boca, por lo que decidimos bajar a comprar algo ligero a un supermercado que estaba en frente del hotel y tomárnoslo tranquilamente en la habitación, mientras esperábamos a que dieran las 21.00.

Y es que, efectivamente, la jornada todavía no había terminado para nosotros, pues a esa hora teníamos que estar en la recepción de nuestro hotel ya que venían a buscarnos para llevarnos a ver un espectáculo de tango. Este le habíamos reservado en la sala Querandí a través del hotel y es que el precio no variaba de sacarlo en su página web o hacerlo a través de ellos.

Hay muchísimas salas que ofrecen este tipo de espectáculos por lo que es complicado decidirse al final por una, porque además los precios de todas ellas son bastante caros. Los hay con y sin cena. En nuestro caso elegiríamos el de sin cena para ahorrar algo y aun así nos saldría por 800 pesos por persona con el transporte desde y hasta el hotel incluido y una consumición.

Desde el hotel apenas tardaríamos en llegar hasta allí y a las 21.20 ya estábamos sentados en nuestra mesa, por lo que tendríamos que esperar hasta las 22:00 a que comenzara el espectáculo.

El salón está decorado con cuidados detalles en bajorrelieve e imponente columnas y el pequeño escenario se encuentra a muy poca distancia de las mesas lo que te permite apreciar minuciosamente los bailes que se van ejecutando.

En el show se muestra la historia del tango, desde sus orígenes en los cabarets y prostíbulos hasta el estancamiento en la manera de bailarlo, después de su punto álgido en la etapa de Carlos Gardel. Todo ello te lo presentan a través de una pantalla en la que, con un breve resumen, te introducen en la época correspondiente, para dar, inmediatamente, paso después a los diferentes tipos de tango.

Los bailarines son magníficos y con sus movimientos te transmiten la dominación y las relaciones tormentosas, el machismo, la pasión y la desesperanza. Sus bailes se combinan con la interpretación de las mejores y más famosas canciones de tango por un cantante de cada sexo, en las que se dejan el alma en cada nota.

Espectáculo de Tango en El Querandí

Si a todo ello le añades un vestuario vistoso, acorde a cada momento y que continuamente está cambiando y que la orquesta es en directo y bien coordinada, pues sin duda que, al igual que nos pasó a nosotros, sales de allí encantado y con ganas de volver a repetir.

Lástima que no permitan hacer fotografías, aunque tiraría alguna pero sin apenas calidad.

A las 23.30 terminaba el espectáculo y en sólo un cuarto de hora nos dejaban en la puerta de nuestro hotel, donde en mi caso me metería en la cama, con las canciones de Gardel, sonando todavía en mi cabeza.

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