DIA 08. BRASIL. Parque de las Aves e Iguazú (lado brasileño)

2 de Septiembre de 2016.


Como ya decía en el capítulo anterior, el día empezaba bien temprano, pues a las 05.45 sonaban los despertadores. Disponíamos del tiempo justo para ducharnos y desayunar algo de las pocas cosas que habían sobrado del grupo que había pasado antes que nosotros por allí. Porque ni habían repuesto, ni habían recogido nada. Así que nos hicimos un hueco en un rincón limpio de una de las mesas y nos echamos lo justo al estómago.

A las 06:30 estábamos ya listos para partir hacia el aeropuerto de Ezeiza, desde donde partía nuestro vuelo hacia Puerto Iguazú a las 08:35 con Aerolíneas Argentinas. Salía de la terminal C y tardaríamos muy poco en facturar y en estar listos para embarcar, por lo que al final nos sobraría una hora de reloj, que aprovecharíamos para comprar unos bollos y asentar un poco más el estómago.

El vuelo saldría en hora y el trayecto, con esta nueva compañía que probaba, sería agradable. Además te sirven snacks y una bebida, aunque la duración del vuelo sea corta, por lo que quedaría contento con el trato y el servicio prestado y eso que había oído muchas cosas que no la dejaban muy bien parada.

Avión de Aerolíneas Argentinas

Sobrevolando las Inmediaciones de Puerto Iguazú

A las 10:20 y tras dos horas de vuelo, estábamos desembarcando en Puerto Iguazú, saliendo también rápido las maletas. El aeropuerto del centro de la ciudad se encuentra a unos veinte kilómetros. Esta vez no queríamos perder demasiado tiempo con combis o autobuses, para tratar de aprovechar al máximo el día, por lo que optamos por lo más rápido, pero también lo más caro, es decir contar con los servicios del dueño de nuestro alojamiento, que le pediríamos por mail que viniera a buscarnos en coche.

A la salida de la terminal, allí estaba Nicolás esperándonos con un cartel con mi nombre, por lo que tras las presentaciones nos pusimos en marcha hacia el apartamento en Puerto Iguazú que nos acogería durante las siguientes cuatro noches. El trayecto nos costaría 350 pesos, que aunque caro, al ser dos al final duele menos.

Nuestro apartamento se llamaba “Casa 24” y lo reservaríamos vía booking. Sin duda que sería uno de los mejores y con mayor encanto de todo nuestro viaje. Estaba decorado con muy buen gusto, estaba muy limpio y era muy amplio, lo que hacía que te encontraras como en una casa particular. Tenía de todo, hasta los pequeños detalles que siempre echas en falta en otros hoteles o alojamientos. Nicolás, uno de los dueños, siempre fue amable y dispuesto a ayudarnos en todo momento, así que sin duda que lo recomiendo al 100%.

Apartamento Casa 24 en Puerto Iguazú

Apartamento Casa 24 en Puerto Iguazú

Apartamento Casa 24 en Puerto Iguazú

Otra característica muy importante a destacar, era la situación en la que se encontraba, y es que estaba, nada más y nada menos, que en pleno centro de Puerto Iguazú, al lado de todos los restaurantes, tiendas y comercios importantes, y lo que es mejor, en frente, de la terminal de autobuses que te llevan a las cataratas del Iguazú. ¿Se podía pedir más? Evidentemente, la respuesta es no.

Un cuarto de hora antes de que dieran las doce de la mañana, ya estábamos en la terminal de ómnibus comprando nuestros pasajes de ida y vuelta (80 pesos por persona) para llegar hasta la entrada del Parque Nacional do Iguaçu en el lado brasileño. Sí, efectivamente, habíamos decidido comenzar por este lado, porque leímos que se tarda menos en recorrer y, dado que ya era mediodía, consideramos que era lo más práctico.

Sobre las 12.00, estábamos tomando uno de los autobuses que te llevan hacia allí. Una vez que llegas a la frontera argentina, el conductor te indica que tienes que bajarte para dirigirte a pasar el control de pasaportes y que estampen en los mismos la salida del país. El trámite sería rápido, pues al menos en esta época, apenas había gente y casi que éramos dos personas por cada agente de aduanas, por lo que no tardamos nada en pasar los controles. Luego subiríamos, de nuevo al autobús y pasaríamos el puente y la zona de nadie, que divide ambos países, antes de llegar a la frontera brasileña, donde esta vez sería el asistente del conductor el que recogería todos los pasaportes de los viajeros y sería él el encargado de tramitar los sellos de entrada en Brasil en el pasaporte. Tú le esperas cómodamente sentado y cuando termina, sigues unos cuantos kilómetros más hasta el centro de recepción de visitantes de Iguazú.

Había leído que no hacía falta pasar el trámite de la frontera brasileña, pero al final esta empresa sí que lo hacía, así que no sé muy bien si al final es o no necesario realizarlo. Nosotros por si acaso, siempre que entramos o salimos de Brasil, pasaríamos por los puestos de control para evitar disgustos en el futuro, pues si quieres volver a este país y se encuentran en la aduana que no tienes sello de salida, las multas son terroríficas y si no las pagas no te dejan entrar.

Nada más bajarnos del autobús, lo normal hubiera sido que nos hubiéramos dirigido como posesos a comprar nuestras entradas del parque, pero no sería eso lo que haríamos, todavía le daríamos un poco de emoción al asunto y esperaríamos algo más para el ansiado momento.

La razón no era otra, que unos cuantos metros atrás, habíamos visto la entrada al Parque de las Aves, que un buen amigo mío me había recomendado de la visita que haría él unos meses atrás, así que como no íbamos mal de tiempo decidiríamos hacerla.

Parque das Aves. Foz do Iguaçu

La entrada se puede pagar con tarjeta, por lo que no fue necesario cambiar a reales. (36 reales por persona, es decir unos diez euros).

El Parque de las Aves es un centro de conservación de la naturaleza y un santuario para la recuperación de la vida silvestre. La mitad de las aves que se pueden observar durante la visita fueron rescatadas de malos tratos o del tráfico de animales, por lo que con la entrada se contribuye a esta importante labor. Al llegar al parque, estos animales son tratados para recuperarse y cuando es posible  son liberados en su hábitat natural. Si esto no puede ser es cuando ganan un hogar aquí.

Un circuito auto guiado te permite, a través de sendas perfectamente habilitadas, ir observando un gran número de aves tropicales de llamativos colores y casi imposibles de ver en ningún otro lugar del mundo.

En el primer sector del circuito encontraríamos especies tan famosas como flamencos, periquitos o grullas. Poco después tendríamos oportunidad de ver y casi tocar a los tucanes con sus inmensos y coloridos picos o los corocoros con su plumaje rojo deslumbrante.

Grulla.Parque das Aves.Foz do Iguaçu

Flamencos.Parque das Aves.Foz do Iguaçu

Tucán.Parque das Aves.Foz do Iguaçu

Corocoros en Vivero Pantanal.Parque das Aves.Foz do Iguaçu

Pero lo mejor vendría poco tiempo después cuando nos encontraríamos con enormes viveros a los que se puede acceder e interactuar con las aves y apreciar de cerca la manera en que estos animales viven. De esta manera irían apareciendo nuevas especies como pavones, faisanes, ñandús, zopilotes y otras muchos cuyos nombre fue imposible de asociar en el plano.

Parque das Aves. Foz do Iguaçu

Parque das Aves. Foz do Iguaçu

Parque das Aves. Foz do Iguaçu

Entre los diferentes ecosistemas creados, sin duda que el referente al pantanal brasileño fue unos de los más destacados, donde pudimos ver cocodrilos. No serían los únicos reptiles, porque poco tiempo después nos asombraríamos con boas, iguanas y anacondas.

Cocodrilos en Vivero Pantanal. Parque das Aves.Foz do Iguaçu

El ambiente de la selva subtropical todavía nos iba a deparar sorpresas tan interesantes como poder ver al águila arpía o las lechuzas, muy complicadas de observar en su ambiente natural, o un sinfín de mariposas de cientos de tamaños y colores.

Pero sin duda uno de los viveros estrella sería el que alberga a un gran número de loros, papagayos y guacamayos con los que puedes convivir, hacerte fotos, sentir como te sobrevuelan a unos centímetros de tu cabeza y darles de comer. Todo un espectáculo que está siempre controlados por los guardias del parque, lo que te hace sentirte seguro en todo momento.

Papagayos.Parque das Aves. Foz do Iguaçu

Papagayos.Parque das Aves. Foz do Iguaçu

Papagayos.Parque das Aves. Foz do Iguaçu

Tras algo más de una hora en su interior daríamos por finalizada la visita al Parque das Aves, el cual creo que es un buen complemento a las cataratas, si no se viene muy ajustado con el tiempo para disfrutar de ellas. Su horario es de 08:30 a 17:00 y está abierto todos los días.

Nada más salir del recinto podríamos ver, justo en frente, el hangar y la plataforma desde donde despegan los helicópteros que realizan los vuelos panorámicos sobre las cataratas. Sería tentador contratarlo, pero al final desistimos por dos motivos. El primero está claro que era el precio, pues suponía 120 dólares por persona por unos veinte minutos, incluidos el despegue y el aterrizaje. Una auténtica barbaridad. El segundo que si hacíamos esta actividad no íbamos a tener tiempo para recorrer con tranquilidad los miradores brasileños.

Así que dejaríamos los helicópteros a nuestra izquierda y nos encaminaríamos a comprar las entradas en las taquillas del Parque Nacional do Iguaçu. Estas nos costarían 57,30 reales por persona, unos 15 euros.

Centro de Recepción de Visitantes.Parque Nacional do Iguaçu

Centro de Recepción de Visitantes.Parque Nacional do Iguaçu

Una vez dentro del recinto, todo es fácil y sencillo. Lo primero que te encuentras son las filas para coger los autobuses que te llevan a los miradores y a los senderos de pago del parque. En el ticket de entrada se asignan grupos y horas de embarque, pero en nuestro caso no hubo necesidad de hacer uso de nada de ello, porque había diez personas contadas delante de nosotros y fue llegar y besar el santo. Los autobuses son de dos pisos, siendo el superior al aire libre, por lo que no dudamos en subirnos arriba para disfrutar más del trayecto. Lo que no quiero ni imaginar es como debe ser esto en temporada alta. Sin duda que la palabra agobiante no hace honor a la realidad.

Los vehículos circulan por una recta de asfalto de doble sentido en donde hay diferente paradas, aunque la mayoría son para hacer rutas de senderismo y alguna otra actividad, todas ellas de pago, por las que interesan en la mayoría de ocasiones son las dos últimas que son las que te llevan a los miradores. Nosotros nos bajaríamos en la penúltima de ellas llamada Trilha das Cataratas.

Selva desde el Autobús hacia las Cataratas de Iguazú

Desde este punto sólo tardaríamos unos segundos en recorrer los pocos metros que nos separaban del primer mirador. Allí tenía la primera visión de las cataratas del Iguazú.

No sé muy bien lo que sentí en ese momento. Era una mezcla de incredulidad y emoción, de satisfacción y absoluta felicidad. Lo cierto es que cuando has anhelado, durante mucho tiempo, llegar al lugar sobre el que tanto has visto reportajes, leído revistas y escuchado cientos de descripciones, tu carga emotiva es tal que difícilmente te decepciona, al contrario, el pulso se te acelera y los sentimientos se desbordan.

Cataratas de Iguazú

El nombre guaraní de las cataratas: I-guazú significa “Agua  grande”. La catarata más ancha del mundo brinda uno de los espectáculos más sorprendentes de la naturaleza, donde el río Iguazú se desploma por un precipicio de más de tres kilómetros de anchura. Sin duda, que no hay nada semejante en otro lugar del planeta.

Cataratas de Iguazú

Todavía me sigo sorprendiendo, a pesar del paso de los años y de tantos lugares visitados, lo que me aportan y me hacen sentir determinados sitios del mundo, lo que por otro lado me produce una gran felicidad porque creo que eso significa que mientras esa capacidad de sorpresa siga viva, la ilusión por viajar seguirá igual de fuerte que el primer día.

El Iguazú superior es un río de 700 kilómetros, una longitud casi pequeña para el tamaño de América. Curiosamente, tiene su origen en las montañas costeras, apenas a cincuenta kilómetros del océano, pero de forma caprichosa, elige el camino del oeste por estas tierras del sur de Brasil. Un poco antes de llegar a las cascadas, parece que se aproxima sin prisas, pausado y su superficie se asemeja a una balsa de aceite. Es tan sólo un espejismo pues de repente se ensancha, se separa en dos corrientes y cae al vacío.

Desde los miradores de la parte brasileña se obtiene una perspectiva global de las cataratas. Siempre se ha dicho que desde Brasil se consiguen las mejores panorámicas y, sin duda, así es.

Cataratas de Iguazú

Avanzaríamos, pausadamente, por el sendero que nos permitiría observar los cientos de saltos de agua que teníamos en frente. Eran de todos los tamaños y alturas y nos faltaban ojos para poder abarcarlos todos.

Cataratas de Iguazú

El camino te lleva a continuos miradores sobre los que admirar este prodigio de la naturaleza, sin que las vistas apenas te den una tregua entre unos y otros. De hecho estamos hablando de 275 cascadas de agua enfurecida que se desborda en ochenta metros de caída libre.

Cataratas de Iguazú

Cataratas de Iguazú

Seguiríamos avanzando y disfrutando de cada nueva perspectiva que el entorno nos ofrecía, hasta que llegaríamos al plato fuerte del día: las pasarelas que te permiten situarte delante de la Garganta del Diablo, una herradura inmensa donde se concentra  toda la furia de la naturaleza. El rugido es ensordecedor y el conjunto de selva, nubes, múltiples arco iris, bambús, palmeras, helechos y los gritos de loros y tucanes de plumas brillantes, hacen que consigas alcanzar el éxtasis y te embriague la emoción.

Garganta del Diablo

Garganta del Diablo

Garganta del Diablo

Este espectáculo mágico viene acompañado además de las continuas salpicaduras que, en pocos minutos, causarían que acabáramos completamente empapados, ya que al precipitarse, el agua choca contra el fondo, se pulveriza y se forma una nube que sube al cielo y cae suavemente sobre ti, haciendo, aún más, que este momento sea algo único e inolvidable.

Garganta del Diablo

Garganta del Diablo

Garganta del Diablo

Antes de abandonar el lugar, tampoco quisimos perdernos las vistas que se obtienen desde la torre observatorio que te permite obtener una visión completa de esta área de las cataratas, aunque aquí apenas pudimos disfrutar porque el tiempo apremiaba y estábamos a punto de perder los últimos autobuses que nos llevaran tanto a la salida como a Puerto Iguazú.

Serían dos horas y media maravillosas que se nos hicieron demasiado cortas, aunque, afortunadamente, todavía nos quedaban dos jornadas enteraras para seguir deleitándonos con las cataratas desde la parte argentina.

El bus de regreso del interior del parque lo tomaríamos en Porto Canoas, la última parada, y nos dejaría en la salida a sólo unos pocos minutos de que partiera el último autobús de regreso a Puerto Iguazú. Y es que desde Brasil la afluencia de autobuses es menor y acaba antes que en Argentina. Menos mal que una carrera nos permitiría llegar in extremis hasta este.

Cuando llegamos todavía tendríamos fuerzas de animarnos a llegar andando hasta el famoso hito de las tres fronteras, que aunque un poco lejos es factible acercarse hasta él dando un paseo. Desde este mirador se pueden ver los otros dos países con sus respectivos hitos, es decir Brasil y Paraguay. También se puede disfrutar de la unión de los ríos Iguazú y Paraná, por lo que merece la pena acercarse hasta aquí. Nosotros llegaríamos ya cuando la noche se estaba echando encima, por lo que pudimos ver diferentes contrastes de colores en el horizonte.

Hito Argentino de las Tres Fronteras

Río Paraná desde Hito Argentino de las Tres Fronteras

Con la noche ya cerrada emprenderíamos el camino de regreso al apartamento, aprovechando para parar en un supermercado y comprar todo tipo de provisiones para los días posteriores tanto para el desayuno como para la comida y así ahorrar un poco, pues los precios en los Parques Nacionales son algo abusivos. Como se ve Puerto Iguazú es de lo más seguro y te puedes mover sin problema por cualquier zona turística, incluso de noche.

Cuando por fin entramos por la puerta del apartamento lo primero que haríamos sería tirarnos un rato en el sofá a descansar y abrirnos unas cervezas fresquitas con algo de picoteo, hasta que llegaría Nicolás para preguntarnos qué tal el día y con el que estuvimos charlando casi hasta la hora de salir a cenar.

Para ello optaríamos por la recomendación que nos haría el propio Nicolás y nos dirigiríamos andando, pues no estaba ni a diez minutos, al restaurante Aqua, donde nos tomaríamos un lomo alto con mostaza y un bifé de chorizo que estaban de muerte, acompañados por unas croquetas rellenas de pescado más cuatro bebidas. Fue un gran homenaje que nos daríamos al sólo haber picoteado lo justo en la comida. La broma nos saldría por 855 pesos más 100 de propina, pues esta es del 10 al 15% y en muchos casos te lo comentan hasta los propios camareros si te ven extranjero.

A las 22.30 estábamos de nuevo en el apartamento listos para descansar que el día había sido de lo más intenso.

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