DIA 22. ARGENTINA. Cruce de lagos. (Lado Argentino)

16 de Septiembre de 2016.

Con la pena de aproximarse el final del viaje afrontaba la última jornada completa en Bariloche y en Argentina, aunque también es cierto que aquella se combinaba con la euforia de haber logrado cumplir con gran parte de las expectativas que traía al comienzo de esta gran aventura y con haber conseguido llevar a cabo muchos sueños que hace unos años eran impensables.

Para hoy había dejado el llamado Cruce de Lagos, un viaje que combina tramos lacustres y terrestres que se encuentran enclavados en la zona de los lagos y volcanes andinos y dentro de los Parques Nacionales Nahuel Huapi en Argentina y Vicente Pérez Rosales en Chile, enlazando a su vez las localidades de San Carlos de Bariloche y Puerto Varas pertenecientes a cada uno de los dos países vecinos.

Como hacía dos años había tenido la oportunidad de realizar por mi cuenta la parte chilena, estaba claro que en esta ocasión sólo iba a llevar a cabo el área argentina, pero con la gran diferencia que en esta ocasión no tenía más remedio que contratar la excursión con alguna agencia ya que la gran parte de la ruta del territorio argentino se realiza por lagos y no existe la posibilidad de la carretera, mientras que en Chile, salvo el último tramo de navegación por el lago Todos los Santos, si que puedes alquilar un coche e ir bordeando la orilla del lago Llanquihue, teniendo luego la opción de hacer una pequeña navegación, a un coste económico de una hora de duración, con alguna empresa pequeña del área del segundo lago, como ya contaba en el correspondiente diario.

Aunque pregunté y pregunté y traté de encontrar algún particular que con alguna embarcación privada hiciera el recorrido a un coste más económico, sería imposible. Visto lo visto está claro que no te queda otra que contratar los servicios de Turisur que es una de las dos empresas que trabajan en el lago. La otra es Cau Cau, pero sólo la primera de ellas lleva a cabo este tour.

Catamarán amarrado en Puerto Pañuelo

Lo que si puedes ahorrarte es el transporte hasta Puerto Pañuelo, que es de donde parten las excursiones, tomando el bus número 20, aunque si no te apetece y eres comodón está el servicio de traslado que cuesta 170 pesos. En mi caso y como seguía teniendo coche, pues me desplazaría con este hasta ese lugar que ya me era familiar al haber realizado unos días atrás el Circuito Chico.

Aunque ya lo comentaba en su momento, no me importa volver a repetir que la excursión supone un auténtico dineral si la comparas con hace unos pocos años que era, relativamente, más barata. Ahora supone 780 pesos de navegación por el brazo Blest, 300 de la navegación por el lago Frías y 165 pesos de los Parques Nacionales. Vamos una pasada. Y es que el tema de las excursiones lacustres en la Patagonia es, como se puede observar, tremendamente caro.

A pesar de ello la demanda sigue siendo brutal por lo que en muchas ocasiones y más en temporada alta es imposible conseguir plaza en el mismo día o con sólo una jornada de diferencia, por lo que conviene reservarlas con tiempo. Yo compraría mis billetes el día que realicé el Circuito Chico cuando me acerqué a visitar Puerto Pañuelo, aunque también se pueden adquirir en las oficinas de Turisur en el centro de Bariloche.

Nada más desayunar saldría con mi coche de alquiler hacia Puerto Pañuelo, sí es cierto que hoy me hubiera sobrado, pero bueno, es lo que tienen los imprevistos de días pasados, donde llegaría a las 09:10.

En vez de aparcar en el parking general donde sólo la primera hora y media es gratuita, como ya me conocía la zona, me dirigí a un pequeño parking que se encuentra después de pasar la entrada del hotel Llao Llao, bajando una cuesta a la izquierda, que en realidad es un llano de tierra. Desde allí sólo tendría que dar un paseo de no más de diez minutos hasta la terminal.

A las 09:30 comenzaría el embarque y un cuarto de hora después zarpábamos y empezábamos a navegar por el lago Nahuel huapi. Como siempre, durante la salida del puerto tendríamos que ir todos sentados en la parte inferior de la embarcación, mientras nos daban las correspondientes indicaciones de seguridad, para pasado este primer trámite, permitirnos ya salir a los laterales y subir a la parte superior.

Navegando por el Brazo Blest en el Lago Nahuel Huapi

Se me había olvidado comentar que hoy hacía un día de perros, el primero desde que llegaba a Bariloche, hacía mucho frío, llovía agua nieve y lo hacía con fuerza. Pero no había niebla, sólo nubes que cubrían la parte superior de los cerros, lo que no impedía poder admirar el paisaje. Esta vez no me quejé, ni puse mala cara, lo acepté sin más y disfruté de la magia del lugar, pues no hubiera sido justo lo contrario después del tiempo que había tenido los días anteriores.

También hay que tener en cuenta que el brazo Blest del lago Nahuel Huapi, por el que navegábamos, es el que mayor pluviosidad ostenta de todo esta área y que muy pocos días al año se puede disfrutar de días despejados, por lo que una razón más para no quejarse, así que si alguien tiene la fortuna de gozar de buen tiempo aquí a de considerarse muy afortunado.

Parecía que nos encaminábamos al fin del mundo ante lo abrupto y salvaje del entorno y del corredor natural, flanqueado por montañas, que se abría ante nosotros.

Navegando por el Brazo Blest en el Lago Nahuel Huapi

Navegando por el Brazo Blest en el Lago Nahuel Huapi

Pronto pasaríamos por la pequeña isla Centinela, en la que reposan los restos del famoso naturalista Perito Moreno y al que tanto le debe Argentina, y por donde siempre que pasa un barco se le rinde homenaje haciendo sonar un largo silbido.

Isla Centinela. Brazo Blest del Lago Nahuel Huapi

Desde la mitad del recorrido también nos empezarían a seguir gaviotas en busca de comida y, más concretamente, de unas galletas que lleva la tripulación, con el objetivo de conseguir unas impresionantes fotos de los pasajeros dándolas de comer. Lo único que son bastante caras (180 pesos), por lo que desistiría y me conformaría con las que hice yo.

Gaviotas en el Brazo Blest del Lago Nahuel Huapi

Gaviotas en el Brazo Blest del Lago Nahuel Huapi

Debido a las condiciones climáticas, cada vez costaba más mantenerse al aire libre, por lo que tras un buen número de fotos, volvería al interior de la embarcación hasta que, tras algo más de una hora de recorrido, esta llegaba a Puerto Blest.

Navegando por el Brazo Blest en el Lago Nahuel Huapi

Puerto Blest

Nada más desembarcar me encontraría con el famoso hotel que sería fundado en 1904 y que desde ese mismo momento empezaría a alojar a pasajeros de todo el mundo hasta el año 2009 en el que cerraría sus puertas para sufrir una importante remodelación que duraría hasta 2015. Pero más allá del mítico edificio lo que más destaca aquí es el entorno selvático que lo rodea, sin olvidar el contraste que las aguas color esmeralda del río Frías le dan al entorno.

Hotel Puerto Blest

Lago Nahuel Huapi desde Puerto Blest

Río Frías en Puerto Blest

No duraríamos mucho por aquí, tras la primera toma de contacto, pues muy pronto los guías comenzarían a distribuirnos en base a cuáles eran los planes de cada uno, ya que había gente que seguía hasta Chile, otros que no hacían nada más y, por último, estábamos los que continuábamos hasta Puerto Frías.

Para llegar hasta allí nos harían subir a un autobús que en sólo tres kilómetros nos dejaría en Puerto Alegre, un minúsculo lugar que sólo sirve para embarcar en una nueva nave, de dimensiones más pequeñas, con la que se navega el lago Frías.

Puerto Alegre

Durante veinte minutos los integrantes de este nuevo grupo, podríamos disfrutar de las características aguas verdes de este lago, de las que dicen que cuando hace sol brillan cual esmeralda. La densa vegetación del bosque húmedo que nos rodeaba y las altas cumbres que caían casi a plomo sobre la masa de agua, incluida la del Cerro Tronador, hacían de este lugar otro sitio difícil de olvidar.

Navegando por el Lago Frías

Navegando por el Lago Frías

Navegando por el Lago Frías

El viaje se me haría cortísimo y es que cuando uno está rodeado por paisajes tan espectaculares se pierde, fácilmente, la noción del tiempo.

Navegando por el Lago Frías

De esa manera, desembarcaba en Puerto Frías, el lugar más alejado al que iba a llegar hoy y famoso por ser fronterizo con Chile. De hecho aquí se pueden leer las distancias que existen a las poblaciones chilenas cercanas más importantes, además de las argentinas, y un cartel enorme te indica que te encuentras en el Paso Internacional Pérez Rosales.

Indicaciones en Puerto Frías

Puerto Frías

Aquí nos dejarían estar como unos veinte minutos, los que aprovecharía para pasear unos minutos por la orilla del lago y poco más, porque casi sin darme cuenta me estaban llamando para decirme que el barco partía, de nuevo, hacia Puerto Alegre y una vez aquí, volveríamos, como a la ida, en ómnibus hasta Puerto Blest.

Puerto Frías

Eran las 13:30, por lo que nos darían una hora para comer. La única opción si no has traído comida ni bebida es el Hotel que es bastante caro, al no haber absolutamente nada más por la zona. Yo ya sabía de ello, así que traía unos sándwiches y una coca cola que había comprado en Bariloche y que me tomaría debajo de las frondosas copas de unos árboles que estaban cerca del lago y que me cobijarían de la lluvia constante que seguía cayendo. Era el único, pues el resto de los pasajeros optarían por meterse dentro del alojamiento, pero estando en un sitio tan especial me negaba a contemplar esa posibilidad.

Lago Nahuel Huapi desde Puerto Blest

Lago Nahuel Huapi desde Puerto Blest

Sin dejarnos ni cinco minutos más del tiempo establecido para comer, los guías nos volverían a llamar para que fuéramos embarcando y en no más de quince minutos volvíamos a estar todos los pasajeros, de nuevo, en el barco.

Comenzábamos el regreso a Bariloche, aunque todavía nos quedaba una última parada que nos permitiría disfrutar de las vistas de la cascada y el lago de los Cántaros, gracias a un sendero de escaleras de madera, enclavado entre la frondosa vegetación de la Selva Valdiviana, que cuenta con hasta tres miradores situados a diferentes alturas para admirar la caída del agua.

Selva Valdiviana hacia la Cascada de los Cántaros

Cascada de los Cántaros

Cascada de los Cántaros

La pequeña ruta concluye en el ya mencionado lago de los Cántaros, que es el que origina la cascada, además de poder admirar un increíble ejemplar de alerce de más de 1500 años de antigüedad.

Lago Los Cántaros

Cascada de los Cántaros

Algo más de una hora sería suficiente para dar por finalizado este último paseo que ponía el broche de oro a otro de los lugares míticos de la Patagonia argentina, con el que podría hacerme una buena idea de las penurias que tendrían que pasar los antiguos pioneros cuando realizaban la ruta comercial entre esta región y Chile.

La navegación hacia Bariloche sería ya sin lluvia, a partir de la mitad del recorrido, por lo que esta vez sí que me mantuve en la planta superior disfrutando del entorno lo que restaba de travesía.

Regresando por el Brazo Blest a Puerto Pañuelo

Regresando por el Brazo Blest a Puerto Pañuelo

Regresando por el Brazo Blest a Puerto Pañuelo

Respecto a la calidad de la excursión me pareció buena ya que se cumple con todo a lo que se compromete la empresa Turisur y los guías son magníficos profesionales con don de gentes. Lo único a criticar, como ya he comentado, el precio desorbitado de la misma.

Eran las 17:30 cuando llegábamos a Puerto Pañuelo, por lo sin prisa pero sin pausa cogería el coche y desharía los 25 kilómetros que me separaban de San Carlos de Bariloche, donde me iría directo a entregar el vehículo a la empresa Cactus tras pasar con él cuatro días y no darme ningún problema. Tras comprobar que todo estaba en orden, me dieron el visto bueno y otro trámite que dejaba listo.

El resto de la tarde lo aprovecharía para llevar a cabo una buena compra de chocolates para la familia y amigos en Rapa Nui, la mejor chocolatería de todas las que se encuentran en la ciudad, al menos para mí. Y como no, no podría evitar volver a caer en la tentación de comerme unos cuantos bombones y unos alfajores rellenos de dulce de leche. También probaría una tarrina de franuis, o para que la gente me entienda, lo que vienen a ser frambuesas bañadas en chocolate blanco y chocolate negro que son una auténtica delicia.

Aún así no me quitarían las ganas de cenar, por lo que me iría a varios restaurantes que tenían muy buena pinta y que estaban muy cerca del hostal, y sí, he dicho varios porque todos estaban hasta los topes y había esperas de hasta hora y media para poder conseguir mesa, por lo que desistiría y me conformaría con lo que ya llevaba en el cuerpo, que no era poco, antes de irme a dormir.

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