CHILE - DIA 07. Termas de Puritama y Pukará de Quitor

21 de Agosto de 2014.

El día de ayer había supuesto un desgaste físico importante y lo único que quería era descansar y relajarme, pero no tirado en la cama del hostal, por lo que busqué un método algo más original y que fuese algo más atractivo. Me habían hablado muy bien de un desfiladero por cuyas profundidades discurre un río de aguas calientes que se remansa en pequeñas pozas naturales, por lo que que mejor que este paraje idílico para descansar. Se llaman las termas de Puritama.

Estas se hayan a 32 km de San Pedro, en la misma ruta de los Géysers del Tatio, y de sus aguas se desprenden diferentes minerales que poseen cualiades curativas para enfermedades reumáticas, por lo que además de ser un baño relajante también lo es terapéutico. La temperatura de sus aguas ronda entre los 30 y los 33 grados.

La excursión contratada supone realmente pagar por que te lleven hasta allí, bañarte durante tres horas y media, tomar un pequeño snack y volver hasta la ciudad. Ello me suposo 15000 pesos. La entrada a las termas es aparte y son otros 15000 pesos si vas en horario de mañana y 9000 pesos si lo haces por la tarde.

El autobús nos dejaría en lo alto de un cerro situado a unos 3400 metros de altitud y desde el cual has de bajar una pendiente con un desnivel de 80 metros, para terminado el descenso encontrarte ya la quebrada con el río discurriendo por ella y formando las pozas escalonadas.

Entorno del sendero hacia las Termas de Puritama

Sendero hacia las Termas de Puritama

Existen varias casetas para poder cambiarte y taquillas para dejar tus pertenencias. Hecho lo cual y por unas pasarelas de madera roja llegas a las siete pozas de las que se compone el recorrido. Puedes bañarte en todas ellas indistintamente y el tiempo que quieras, con la excepción de la primera, que se encuentra reservada para los que están alojados en el Hotel Explora, ya que toda esta zona esta concesionada por el estado a esta empresa, razón también por la que la entrada es tan cara. Aún así creo que merece bastante la pena.

Sendero hacia las Termas de Puritama

Termas de Puritama

Termas de Puritama

Estuve pululando de una a otra, empezando desde la última de ellas hacia arriba y la que más me gustó con diferencia fue la quinta que está formada por pequeñas cascadas naturales bajo las que te puedes situar y que te sirven de masaje cervical. También es la más demandada por lo que cualquiera de las otras te las puedes encontrar casi para ti sólo.

Termas de Puritama

Termas de Puritama

Termas de Puritama

Tras quedarme como nuevo y a eso de las 12.30, Carla, la chica de la agencia que acompañaba al grupo, nos preparó un aperitivo compuesto por zumos, patatas y galletas en unas mesas de madera situadas en la zona. Tras una buena charla con ella y otras personas del grupo, volveríamos a realizar el ascenso de la pendiente por la que habíamos bajado y nos iríamos hacia San Pedro, donde llegaríamos sobre las 14.00.

Le había preguntado a Carla que me recomendase un buen sitio para comer y que fuera barato, a lo que sin dudarlo me respondió que el mejor para ella era “Barros” situado en la calle Tocopilla. Aquí me tomaría un menú espectacular formado por ensalada, lomo con patatas fritas y un pastel de postre con un jugo natural de fresa y una botella de agua. Todo por 10000 pesos.

En principio pensaba pasar la última tarde en San Pedro sin hacer gran cosa y sentado en alguna terraza del lugar. Pero Carla volviendo de Puritama me preguntó que qué había hecho durante mi estancia en la ciudad y cuando terminé de relatarle todo, se quedó con cara de circunstancia y me preguntó que como es que no había ido a la Pukará de Quitor, un complejo arqueológico del S.XII considerado como uno de los más importantes de Chile. Así que como me dejó con la mosca detrás de la oreja y no estaba demasiado lejos, decidí pasar la tarde visitando este lugar.

El mismo se encuentra sólo a 3 km de San Pedro de Atacama, por lo que se puede llegar dando un paseo, que fue lo que hice. La entrada cuesta 3000 pesos y puedes visitar dos zonas bien diferenciadas: el complejo arqueológico y un espectacular mirador.

El pukará de Quitor es una construcción defensiva que sirvió, en caso de peligro, para concentrar a la población dispersa del Salar de Atacama, aunque también mantuvo una población estable. Las principales actividades de subsistencia fueron la recolección de chañar y maíz y el pastoreo de llamas y alpacas. Igualmente, hacía de fortificación ante eventuales asedios bélicos y es por ello por lo que se eligió el lugar donde se encuentra.

La visita se realiza subiendo un camino en pendiente, donde puedes observar diferentes barrios construidos de acuerdo a su ubicación en el relieve y a las necesidades de circulación. Todo visto desde las cuerdas que te prohíben el acceso a cualquiera de los compartimentos que hacían de vivienda, por lo que al final sólo puedes subir y bajar una cuesta desde donde lo vas viendo todo, incluida una bonita vista de la quebrada por la que fluye el río San Pedro.

Pukará de Quitor

Pukará de Quitor

Valle del Río San Pedro

Acabado este sector, me dirigí a la parte contraria de la Pukará, donde por detrás del centro de interpretación, sale un sendero que te conduce tras unos cuarenta minutos de subida hasta un mirador excepcional desde el que se puede apreciar todo el valle de la Muerte. Realmente es impactante dado que te encuentras prácticamente encima de él.

Pukará de Quitor

Pukará de Quitor

Valle de la Muerte desde Pukará de Quitor

También existe un monumento dedicado a los 25 atacameños que fueron degollados en estos parajes por los españoles en 1540 y que busca olvidar las cicatrices del pasado. Este pueblo aguantó, nada más y nada menos, que veinte años, tras los cuales firmaría un acuerdo de paz y sería sometido a un proceso de culturización por parte de los españoles.

Monumento a los 25 Atacameños

Monumento a los 25 Atacameños

El sol iba decayendo por lo que decidí sentarme en una roca para ver mi última puesta de sol en el desierto de Atacama, que tantas alegrías me había dado y tanto buenos momentos me había hecho pasar. Cuando el último rayo se hubo escondido comencé el descenso y el camino de regreso, llegando a San Pedro ya de noche.

Cordillera de los Andes desde Pukará de Quitor al atardecer

El resto de la tarde me entretendría haciendo las típicas compras de recuerdos en las tiendas de la calle Caracoles y yendo a un comercio con internet para hacer el check – in de los vuelos de los días consecutivos. También me compraría unos bolsas de snacks y algo de beber y poco más ya que no tenía demasiada hambre tras el festín del almuerzo.

Respecto a San Pedro de Atacama, lo iría conociendo, poco a poco, en los muchos momentos que pasé en él entre excursión y excursión y decir que es un pueblo realmente auténtico, con sus calles polvorientas de arena y sin asfaltar y sus pequeñas casas de adobe en medio del desierto, hacen que, rápidamente, le cojas un cariño especial. Siempre vigilado desde la lejanía por el imponente volcán Licancabur tiene un magnetismo y una energía  que hacen que no te quieras marchar. Sus principales calles son Toconao y Caracoles, siempre repletas de gente, de ambiente, de turistas y de locales, que caminan de un lado para otro mirando tiendas, entrando en agencias y saboreando las delicias de sus restaurantes.

Había transcurrido ya una semana desde  que empezó mi aventura y me llevaba infinidad de recuerdos y experiencias únicas de este lugar. Mañana empezaría una nueva etapa en mi viaje.

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