29 de Agosto de 2014.
Hoy me despedía de la Isla de Pascua, que tantas alegrías me había dado, y un sentimiento de cierta nostalgia y tristeza se había apoderado de mí. Una buena señal, por otro lado, pues ello significaba que habían sido muchas las cosas que me había aportado y que ya siempre la llevaría conmigo allá donde fuera.
Hoy me despedía de la Isla de Pascua, que tantas alegrías me había dado, y un sentimiento de cierta nostalgia y tristeza se había apoderado de mí. Una buena señal, por otro lado, pues ello significaba que habían sido muchas las cosas que me había aportado y que ya siempre la llevaría conmigo allá donde fuera.
A las 09.00 en punto se encontraban en el salón donde se
servían los desayunos, las personas con las que contraté el vehículo. Después
de comprobar que el Toyota no tenía ningún golpe y el depósito estaba lleno y,
por tanto, todo era correcto, se despidieron de mí. Esto suponía que a partir
de este momento me quedaba sin coche para el resto del día, pues mi vuelo a
Santiago no salía hasta las 23.00 de la noche. Esto era algo que ya tenía
previsto, por lo que comencé a llevar a cabo todas las cosas que tenía en la
cabeza para hoy.
Lo primero me fui a la oficina de Lan a realizar el check –
in de mi vuelo, para después de ello empezar a dar un paseo por las calles de
Hanga Roa, buscando en las muchas de sus tiendas algún recuerdo que me
convenciese, tanto para mí como para mis familiares. Esto ya me llevaría la
mitad de la mañana. Al final lo acabaría comprando casi todo en el Mercado
Artesanal, muy cercano a la iglesia del pueblo, y donde, desde mi punto de
vista, están los mejores precios y la más variedad de objetos. Pero, como todo,
es cuestión de gustos y de mirar en la multitud de comercios distribuidos por
sus dos calles principales.
Desde aquí me iría paseando hasta el Museo Antropológico
Padre Sebastián Englert (MAPSE), que con tantísimos planes no había tenido
todavía oportunidad de visitar. Decir de él que es una auténtica joya tanto por
poder observar objetos únicos y que no se encuentran en otro lugar de la isla,
como por lo bien explicado que esta todo. Sales de él con las ideas muy claras
respecto a la cultura Rapa Nui.
El museo comienza explicándote porqué se llama de esta
manera y es que este señor sería un misionero capuchino alemán, quién, además
del sacerdocio, se dedicó al estudio del modo de vida y del lenguaje de la
sociedad pascuense. Su misión fue promover el conocimiento sobre los diversos
aspectos de la cultura Rapa Nui, difundiéndola mediante exposiciones y
actividades a nivel mundial.
Sin duda que esta es una de las culturas más fascinantes y
misteriosas que hay en el mundo y ello se pone de manifiesto como consecuencia
de la ruptura en la tradición oral y en el traspaso de conocimientos de una
generaración a otra, en este centro se intenta que los visitantes se lleven las
ideas algo más claras con las que llegan a la isla.
De momento hay que situar Rapa Nui, la cual se encuentra en
la Polinesia, un área geográfica definida por un triángulo imaginario cuyos
vértices son Nueva Zelanda, Hawai y la misma Isla de Pascua. Todas las islas
que la componen se caracterizan por tener una tradición cultural común, cuyas
raíces se extienden hasta el segundo milenio antes de cristo.
Aproximadamente en el año 500 a.C., los primeros Polinesios
echarían al mar sus grandes canoas para comenzar una gran aventura de
colonización. Desde Tonga, Samoa y otras islas. Pero tuvieron que pasar cerca
de otros 700 años antes que las grandes canoas de alta mar volvieran a navegar
en diversas direcciones y con ello cerrar el triángulo polinesio al colonizar
sus tres extremos antes descritos.
De esta forma podemos pensar que Rapa Nui sería colonizada
entre el 800 d.C. y el 1200 d.C. Esta sería la fase de poblamiento. Tras ella
habría una segunda fase donde la cultura alcanza su máximo esplendor al
construir los enormes centros ceremoniales y levantar las grandes estatuas.
Esta terminaría alrededor del S. XVII. Por último tendríamos la última etapa,
la de los conflictos entre los distintos linajes donde se comienzan a derribar
los moái y surge el culto al Tangata Manu u hombre pájaro. Esto se corresponde
con el S.XVII y continúa hasta la llegada de los misioneros católicos en 1864.
A raíz de lo explicado podemos decir que el primer rey de
Rapa Nui, Hotu Matu´a llegó a la playa de Anakena en dos embarcaciones, una
dirigida por él y otra por su hermana. Lo más probable es que estas
embarcaciones hayan sido canoas doble, similares a las que navegaban en el
resto de la Polinesia. El único vestigio que queda de esas naves son los
petroglifos diseminados por toda la isla. Este monarca tendría seis hijos, los
cuales darían lugar a los principales Mata o tribus que conformaban la sociedad
local. Se estima que podía haber habido hasta diez clanes.
A partir de este momento es cuando estas tribus empiezan a
esculpir, en las laderas del Volcán Rano Raraku, los enormes Moái que se
encuentran repartidos por toda la isla. Estas figuras fueron creadas para
representar a los ancestros importantes de cada linaje. Con el paso de los años
su forma se fue estilizando y aumentando progresivamente de tamaño.Durante
siglos, ellos rigieron en silencio la vida cotidiana del pueblo Rapa Nui.
Pero muchos son los interrogantes acerca de ellos. Por
ejemplo en cuanto a su transporte. Menos de un tercio de todos los moái
tallados lograron llegar hasta sus respectivos Ahu. ¿Fue esto producto de las
dificultades inherentes al transporte mismo? ¿Agotaron los Rapa Nui los
recursos necesarios para completar la gigantesca tarea de tallar y transportar
los moái? ¿Los que quedaron en las faldas del Rano Raraku, fueron considerados
indignos de ser transportados? A día de hoy todavía no se sabe.
Hay varias teorías respecto a cómo los trasladaban desde la
que habla de colocar el moái de espaldas sobre un trineo de madera y
arrastrarlo, hasta la que sugiere el uso de dos grandes postes unidos en V,
atados al cuello del Moái, y un trineo curvo en forma de Y para proteger el
vientre de la estatua, que yace boca abajo en el trineo. Pero son sólo dos de
las muchas que se barajan.
Los moái demostraban el poder y la capacidad de organización
de un linaje. La necesidad de incrementar las demostraciones de poder y prestigio
mediante las estatuas llevó, finalmente, a que las diferentes tribus disputaran
recursos tales como alimentos y madera.
La creciente escasez determinó que, a partir del S XVII, se
acentuaran los conflictos internos por controlar recursos importantes como la
madera lo que originó el declive definitivo de esta sociedad y profundos cambios sociales y religiosos. Sería aquí
donde estas luchas acabarían con el derribo de todos los moái de la isla de sus
Ahu.
El nuevo sistema de organización de la sociedad Rapa Nui
sería el culto al Tangata Manu u hombre – pájaro, que ya expliqué en mi visita
al poblado ceremonial de Orongo.
Todo esto y mucho más da de sí el museo. También puedes
observar desde un moái con rasgos femeninos, algo complicado de encontrar,
hasta mazas, el arma por excelencia en Polinesia. En la Isla de Pascua recibían
el nombre de Ua y Paoa. Se pueden ver también petroglifos, piedras proyectil,
figuras talladas por los reyes polinesios y los restos de un ojo de moái,
formado por coral blanco y escoria roja (iris).
Ojo de Moai. Museo Padre Sebastián Englert |
Moái Femenino.Museo Padre Sebastián Englert |
Cuando acabé mi visita y como estaba cerca, me daría un paseo hasta el llamado Ahu Hanga Kioe, un poco más allá del famoso Ahu Tahai, con un único moái solitario en pie. Aquí estaría un rato contemplándolo y como ya había bastante hambre me iría dándome otro gran paseo hasta el restaurante de Doña Berta, donde había leído que se comen las mejores empanadas de toda la isla. Hasta este momento no he escrito ningún restaurante ni por tanto precios y es que había conseguido llegar hasta este momento consumiendo los productos que había traído desde Santiago, lo que me había supuesto un importante ahorro en esta semana. Para que os hagáis una idea las botellas de agua grandes, que era lo único que me compraba, estaban entre los 1200 a 1600 pesos, algo más del doble que en el continente. En Doña Berta me pediría una empanada de carne con queso y una coca cola y me salió por 5000 pesos. Estaba riquísima y me supo a gloria después de tantos días a base de ensaladas de pasta y sándwiches.
Puesta de Sol en Hanga Roa |
Puesta de Sol en Hanga Roa |
Sobre las 20.30 volvería al residencial Ana Rapu,
donde recogería la mochila de mi cabaña y tomaría un taxi hasta el aeropuerto
(2000 pesos). A las 23.00 despegaría el avión rumbo al continente, poniendo así
fin a los únicos e inolvidables días pasados en Rapa Nui.
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