FLANDES OCCIDENTAL Y BRUSELAS - DIA 3. Gante

6 de Abril de 2012.


El pueblo que se reveló contra el imperio español, el que tantos quebraderos de cabeza le dio a Felipe II, el lugar donde nació el padre de este, Carlos V, en esta ciudad tan llena de vida y de historia, comenzaba el día.

Como el desayuno estaba incluido, me tomé unas tostadas y un buen tazón de cereales, mientras charlaba con el chico de Barcelona y nos recreábamos ambos, mirando el escándalo que tenían montado un grupo de jóvenes universitarios alemanes que teníamos en las mesas de al lado. Lo que prima en estos hostales son estudiantes y seguramente yo era el más viejo del lugar, menuda depresión.

Ahora sí, con la tripa llena, salía a descubrir la ciudad. Comencé con los lugares que más cerca tenía del alojamiento, por lo que pude encontrarme en primer lugar con la iglesia de Santiago y con la Vrijdagmarkt, una de las plazas más animadas de la ciudad y que durante siglos fue el centro de la vida social y política. Aquí se recibía a los soberanos, se celebraban festejos y se resolvían enemistades.

Iglesia de Santiago


Plaza Vrijdagmarkt

Plaza Vrijdagmarkt

Después de un relajado paseo por esta, me fui, que lo tenía al lado, al llamado Dulle Griet o Margarita la Loca, un cañón de hierro forjado y que curiosamente no ha lanzado ni un solo proyectil desde hace 400 años.

Dulle Griet o Cañón Margarita la Loca

Seguí, cruzando un pequeño puentecito, y me encontré con una fachada  muy chula que tenía seis relieves con distintas representaciones. Este edificio está justo antes de adentrarse en el Patershol, un genuino barrio popular, donde hay un montón de restaurantes para comer bien.

Canal Gantés

Fachada con relieves de Obras de Misericordia

Por el caminaría un rato, antes de dirigirme hacia la encantadora plaza de Sint-Veerleplein y justo en frente de esta el Gravensteen o castillo de los Condes, una fortaleza inmensa en pleno centro de la ciudad.

Plaza Sint-Veerleplein

Gravensteen o Castillo de los Condes

Gravensteen o Castillo de los Condes

Después de pensarme durante un rato si pagar o no los ocho euros que te cuesta la entradita, al final no me pude resistir y tuve que entrar, pues a saber cuándo me veía otra vez por estos lugares. La Fortaleza tiene una exposición de armas de guerra de la época medieval, con hachas, espadas, armaduras, etc. Luego también hay otras salas con máquinas y elementos de tortura. Puedes bajar a las mazmorras, subir a las almenas y contemplar las vistas espectaculares de la ciudad. Pero aún así, con todo esto, tengo que decir que me decepcionó un poco, pues en España tenemos castillos espectaculares que te ofrecen colecciones iguales o mejores que la que te exponen aquí como en Niebla (Huelva) o Potes (Cantabria) y a la mitad de precio.

Gravensteen o Castillo de los Condes

Gravensteen o Castillo de los Condes

Gravensteen o Castillo de los Condes

Gante desde el Castillo de los Condes

Después de estarme como una hora dentro, al salir me fui a ver la lonja de la carne, donde están todos los productos típicos de Flandes oriental, y la Korenmarkt, una plaza espectacular y toda peatonal, presidiéndola el antiguo edificio de correos con la bonita torre del reloj.

Lonja de la Carne

Antiguo edificio de Correos

Aquí me entretuve bastante tiempo haciendo fotos, hasta que decidí darme, al igual que en Brujas, un respiro y dar un relajado paseo por los canales. Tomaría el barco en el puente que está entre la Groentenmarkt y la Veerleplein. Cuesta 6,50 euros y dura 45 minutos, es decir, más barato y más tiempo que en Brujas. Al igual que allí te llevas otra visión de la ciudad, mientras te van contando anécdotas y van parando en los lugares más significativos. Tampoco me enteré demasiado de lo que decía, porque el castellano brillaba por su ausencia, pero bueno gracias a que me había leído algo, no me fui de vacío.

Gante desde el barco en el Paseo Fluvial

Gante desde el barco en el Paseo Fluvial

Cuando desembarqué, me dirigí hacia uno de los paseos más bonitos de Gante, el Korenlei y Graslei, que fueron los primeros puertos comerciales de la ciudad, ya desde el S.IX. No me extraña que muchas guías digan que es una de las vistas urbanas más bonitas de Europa, porque realmente así me pareció, al menos de lo que llevo visto. Como hacía un día fantástico, me senté un rato a relajarme. El barco no había sido suficiente.

Muelle de las Hierbas y Casas Gremiales

Muelle de las Hierbas y Casas Gremiales

Cuando ya me había vuelto a recrear lo suficiente, me fui hacia el puente de San Miguel y ¡oooh!, ante mis ojos todos los platos fuertes de Gante, es decir las famosas tres torres en una sola visión, ¡qué pasada! Cuando hice aquí yo no sé cuantas fotos, me di cuenta que eran las tres de la tarde, por lo que como tenía al lado un Mc Donalds, pues en este que me metí para zamparme unas hamburguesas y coger fuerzas (11,50 euros). De postre me comería unos bombones ricos, ricos, que me había comprado a media mañana en una tiendecita, mientras paseaba, ¡riquísimos!

Puente de San Miguel y las Tres Torres

La tarde la dedicaría a las joyas gantesas. Lo primero fue meterme a ver dos iglesias, una la de San Miguel y la otra la de San Nicolás. Esta segunda gótica y espectacular. Ambas gratuitas. Seguiría hacia el Belford o campanario municipal, no sin antes pararme para mirar la curiosa casa gremial de los Albañiles, donde llama la atención los seis demonios bailarines situados en lo más alto de la fachada.

Iglesia de San Miguel

Diablos en la Casa Gremial de los Albañiles

Y ahora sí, después de esta breve parada, entraba en la famosa torre (5 euros). En ella tienes tres plantas para ver. En la primera a la que llegas andando, hay una exposición de los dragones que estuvieron situados en la cima del Belford, haciendo de vigías de la ciudad y se te explica hasta como hacían para lanzar fuego por su boca en ciertas fechas significativas. A partir de aquí tienes un fabuloso ascensor que te lleva hasta la segunda y tercera planta. En la segunda te cuentan en un video como se hacen las campanas y hay una pequeña muestra de algunas de ellas. Y, por último, al final llegas a, para mí, las mejores vistas de Gante, no tienen desperdicio y mil veces mejores que las que se ven desde el castillo. Ahora sí que puedo afirmar que me podía haber ahorrado entrar a este, pero bueno.

Belfort o Campanario Municipal

Gante desde Belfort o Campanario Municipal

Gante desde Belfort o Campanario Municipal

De nuevo en el suelo me dirigí, cruzando la plaza, hacia la tercera joya de la corona, la catedral de San Bavón, donde pude ver en su interior un montón de obras de arte, pero por encima de todo la famosa obra de “La Adoración del Cordero Místico” de los hermanos Van Eyck. Entrar a la sala donde está la obra cuesta cuatro euros, pero te incluye un audio guía en tú idioma que te va contando panel por panel. A mí me gustó bastante, aunque tengo que reconocer que si no te va mucho el tema se te puede hacer un poco pesado, porque te tiras como unos cuarenta minutos escuchando hablar de la pintura. Y eso que de la parte trasera ya pasé porque estaba cansado.

Catedral de San Bavón

Catedral de San Bavón

Al salir me fui a ver el exterior del Ayuntamiento que mola bastante, pues te mezcla dos estilos, el gótico flamígero y el renacentista italiano. El interior se puede visitar pero sólo con visitas guiadas y de Mayo a Septiembre, así que nada, me quedé con las ganas.

Ayuntamiento

Eran ya las siete de la tarde y también el momento de ir pensando en retirarse, pero no sin antes encaminarme hacia la plaza Vrijdagmarkt, de lo primero que visité en el día de hoy. Esta vez con un objetivo distinto que el turístico, entrar en una cervecería muy especial. Se llamaba Dulle Griet y está considerada como una de las mejores, no sólo de Gante, sino de Bélgica, con hasta 250 variedades distintas. Yo me pedí la Súper Kwak, que es un vaso de litro y pico con una peculiar forma y para que te lo sirvan tienes que dejar como fianza uno de los zapatos al camarero, el cual te lo cuelga en el techo. Me encantó.

Cervecería Dulle Griet

Cerveza Kwak en cervecería Dulle Griet

Mientras todo esto sucedía, dos matrimonios holandeses que tenía al lado de mi mesa, comenzaron a hacerme bromas acerca de que si había perdido mi zapato, que si era un machote por beberme ese pedazo vaso, ja, ja, ja… Y al final con la coña ellos acabaron sentándose en mi mesa y estuvimos chapurreando el inglés y riéndonos más de una hora. Al final es cierto que el alcohol te suelta la lengua, ja, ja, ¡qué bien me lo pasé!

Aunque  es cierto que hubiera seguido toda la noche, no me quedaba otra que coger el tren, por lo que tuve que despedirme de mis nuevos amigos e irme hacia la estación, para lo cual cogería el tranvía que me había dejado en el centro la noche anterior. Ya en esta saqué el billete con destino Bruselas (8,5 euros) y en 35 minutos me había plantado en la estación norte, ya que era de las tres en las que hacía parada la que mejor me venía para mi destino. Aquí cogería el metro para bajarme en la parada De Brouckére y tras un paseo de diez minutos llegar al que sería mi hostal durante las próximas dos noches.

Se llamaba Hostel Grand Place y el centro de recepción se encontraba en la calle Emile Jacqmainlaan, 99. De hecho, yo creía que sería aquí donde dormiría después de registrarme, pero no sería así. Cuando llegó mi turno, pues había otras dos personas delante de mí, me atendió una chica muy maja que sabía hablar  perfectamente español, por lo que yo tan contento. Me explicó que estaba en una habitación de seis, que el baño se encontraba en el interior, así como la ducha, lo cual suponía mucha mayor comodidad y que el precio de las dos noches era de 52 euros. Que había taquillas individuales y que lo único que si quería cerrarla tenía que comprar el candado, a lo cual accedí (3 euros). Me facilitó las sábanas y una toalla, incluido en el precio, y ahora fue cuando me sorprendí gratamente, ya que el hostal no se encontraba en ese lugar sino en una de las calles laterales que están pegadas a la Grand Place, Haringstraat, 6-8, por lo que quedé encantado.

Fui hacia allí, abrí con la tarjeta electrónica que te facilitan y al entrar encontré tres literas. Me tocó, de nuevo, una de las camas de arriba y todo estaba muy limpio y, aunque un poco pequeña la habitación, no se podía pedir nada más. Incluso tenías tú edredón nórdico y no sábanas. Lo que me dieron fue una funda para este. Así que guay.

Digo lo mismo que ya dije en Gante, me quedo con esta habitación compartiéndola con seis que con la individual de Brujas, vamos sin dudarlo.


Después de organizar un poco las cosas y de pegarme una buena ducha, eran ya las 23.30 y estaba cansadísimo, así que me puse el pijama y me metí en la cama. Ya tendría tiempo mañana de ver Bruselas de noche y de día. Sí, no cené, sólo quería dormir y dormir…

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