LOS OSCOS - DIA 02. De Busdemouros a Barreiras

17 de Julio de 2011.

Si ayer terminábamos el día en un espectacular mirador, que mejor que comenzarlo de la misma manera, por lo que partiendo, de nuevo, desde Tapia de Casariego nos dirigimos hacia el mirador de Busdemouros, al que tardamos en llegar cuarenta minutos. No nos decepcionaría, siendo el paisaje que se aprecia otro fiel representante de lo que es Asturias: prados y pastos de intensos y animosos colores verdes.

Mirador de Busdemouros

Tan sólo unos minutos después volveríamos a atravesar el puerto de la Garganta, de cuyas vistas disfrutaríamos ayer, y en sólo siete kilómetros más accederíamos hasta la minúscula aldea de Morlongo. Nuestro principal interés por llegar hasta tan recóndito lugar era para poder admirar de primera mano sus originales hórreos con techos de paja que en esta zona reciben el nombre de teitos y que son de los mejores conjuntos de este tipo que hay en la comarca. También sorprenden el castro y el molino.

Morlongo

Aún tomándonoslo con mucha calma no tardaríamos mucho en volver a montar en el coche y continuar el camino hacia Villanueva de Oscos, situado a menos de cuatro kilómetros. Lo mejor de este caserío es que se encuentra disperso en medio de un accidentado y bello paisaje, aunque tampoco hay que omitir un paseo por las ruinas del monasterio de Santa María, su edificio más emblemático.

Villanueva de Oscos

Este sería impulsado, en el año 1137, por Alfonso VII y su esposa Berenguela y sería determinante para la organización y desarrollo de Los Oscos. La fundación, por su parte, correría a cargo de dos monjes procedentes del monasterio de Santa María de Carracedo, en El Bierzo, que lo comenzaron a construir en el mismo terreno pantanoso donde está ahora.

Tras un largo periodo en el que el monasterio basó su poder económico en el arrendamiento de terrenos y, desde el siglo XVII, en la rudimentaria industria del hierro, con la llegada de la Desamortización todo el complejo, a excepción de la iglesia, fue vendido y convertido en viviendas particulares.

Villanueva de Oscos

Monasterio de Santa María. Villanueva de Oscos

Un hórreo en el centro del pueblo y el Ayuntamiento completarían nuestra visita a Villanueva.

Lo mejor de esta comarca de los Oscos, además del paisaje pintoresco, es que es generosa en pequeñas y encantadoras poblaciones, algunas semiabandonadas, donde es posible aún seguir disfrutando de esa arquitectura tradicional tan característica de la zona. Buena prueba de ello serían las dos aldeas que visitaríamos a continuación. Por un lado, Pasarón, donde descubrimos, de nuevo, un hórreo con cubierta vegetal. Por otro, Soutelo, donde el tipismo más tradicional se vuelve a hacer presente con un entorno de belleza incomparable.

Hórreo. Pasarón

Soutelo

Entorno de Soutelo

Sólo quince minutos nos separaban de otra de las poblaciones importantes de la región: San Martín de Oscos, flanqueada por la Sierra de San Isidro. En la plaza del pueblo se conserva un hórreo bastante antiguo, con alero de pizarra y cubierta de paja. Frente al mismo, una magnífica residencia señorial de uso agropecuario, la casa de los Guzmán de Vegadeo o de los Guzmanes, del siglo XVIII. Hoy sirve de acomodo a las oficinas municipales.

San Martín de Oscos

Casa de los Guzmanes. San Martín de Oscos

También habría que mencionar la iglesia parroquial, igualmente sita en la plaza, próxima al río San Martín. En su interior se pueden contemplar tres retablos neoclásicos.

Desde San Martín, una carretera local, que surge a la entrada del pueblo, nos llevaría en cinco kilómetros hasta el pueblo de Mon. Allí se alza, casi en ruinas, el que fue el palacio de la saga de los Mon y Velarde, importante familia de la que surgieron ministros y obispos.

Palacio de Mon

Es un caserón, envuelto en mil leyendas, de aspecto imponente que muestra dos de los escudos más soberbios que pueden verse en Asturias. La piedra semiderruida y enmarcada por el extraordinario paisaje de los alrededores ofrece un conjunto evocador.

Escudos nobiliarios. Palacio de Mon

Una de esas leyendas dice que en su interior estuvo prisionera una hermosa princesa custodiada por el más terrible de los cuélebres, es decir una criatura legendaria similar a una serpiente alada.

La tranquilidad de estos parajes invita a la conversación y a la hospitalidad y en nuestro paseo por este último pueblo nos encontraríamos con un lugareño con el que nos pondríamos a charlar y que nos aconsejaría varios lugares cercanos que desde su punto de vista no podíamos obviar en el viaje, por lo que no dudamos en hacerle caso. El primero de ellos sería para disfrutar del entorno de la localidad de Martul, a sólo quince kilómetros. No se equivocaría pues el paisaje inalterado y salvaje unido a los diferentes matices de colores nos dejaría embriagados durante un buen rato.

Entorno de Martul

El siguiente destino puede llevar a confusión, de hecho nosotros no sabíamos de su existencia hasta que el hombre que encontramos nos habló de él. Se trata del Mazo de Mazonovo, un museo etnográfico que ilustra el funcionamiento de una ferrería antigua y que podría llegar a confundirse con el museo de los molinos de Mazonovo que visitaríamos ayer. Tienen el mismo nombre pero son lugares diferentes. El primero se sitúa en el concejo de Taramundi, mientras que el segundo se localiza en el de Santa Eulalia de Oscos.

Este lugar constituye una excelente oportunidad para descubrir cómo funcionaban estos ingenios hidráulicos. El edificio que lo alberga es una buena muestra de arquitectura tradicional y apenas ha sufrido modificaciones desde su construcción. Se encuentra perfectamente restaurado y en él se trabajaba el hierro. Desde sus orígenes, los mazos, junto a las ferrerías, tuvieron gran importancia en la actividad económica del occidente astur. En las ferrerías se fundía el mineral en lingote y en los mazos se estiraba, dando forma a utensilios y herramientas que se vendían en el propio mazo o en ferias, como sartenes, azadas, picos, hachas, etc. El cuidador respectivo nos ofrecería una buena demostración en vivo y en directo de aquella labor, lo que haría que saliéramos encantados del lugar.

Mazonovo. Santa Eulalia de Oscos

Mazonovo. Santa Eulalia de Oscos

Después de la anterior visita y unos bocadillos tenía que ir pensando en regresar a Madrid, pues no hay que olvidar que mañana trabajaba a diferencia de mi hermana y mi cuñado que continuaban con las vacaciones. No obstante todavía nos daría tiempo a visitar dos pequeñas y hermosas aldeas cercanas. Por un lado, Ferreira con un puente romano que atraviesa el cauce del río Agüeira y, por otro lado A Barreiras, donde todavía se realizan trabajos de cantería.

A Barreiras

Puente Romano. A Barreiras

Ferreira

Ferreira

De esta manera finalizaba nuestra ruta por la comarca de Los Oscos asturianos, donde las prisas, la contaminación, la tecnología se encuentran en un segundo plano, lo que te permite desconectar completamente del ajetreo de la gran ciudad, sumergiéndote en ese ambiente rural tan añorado en los tiempos que corren, disfrutando de una naturaleza prácticamente virgen, una arquitectura tradicional mantenida gracias al aislamiento geográfico y una aire bucólico y paradisiaco que permite hacerte una idea de cómo era la vida en Asturias unos siglos atrás, sin necesidad de inventar una máquina del tiempo para ello. Eso son Los Oscos: autenticidad y pureza en el occidente asturiano.

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