OESTE EEUU - DIA 03. ¿Por qué Yellowstone? Hoy lo descubriríamos

6 de Septiembre de 2010.

A las 06.00 tenía abiertos los ojos de par en par. Esto iba de mal en peor, media hora antes que el día anterior y sin el menor esfuerzo. Así que nada, como estábamos al lado del inmenso lago Yellowstone, me fui a dar un paseo por la orilla del mismo. Al salir de la cabaña me encontré que toda la zona sin asfalto estaba cubierta de nieve, tan sólo unos pocos centímetros, pero no dejaba de parecer invierno, pues a esto había que unirle que la temperatura exterior no debía de exceder de cinco grados. Por lo menos el cielo estaba totalmente despejado y parecía que iba a hacer un gran día. El silencio dominaba la zona y se respiraba una paz y tranquilidad maravillosa que pude disfrutar durante una media hora, justo hasta que un grupo de turistas americanos empezaron a aproximarse con gran alboroto. Minutos después también aparecería Raúl y por tanto era el momento de ponerse en marcha. Eso sí antes nos tomaríamos en una pequeña tienda del hotel unas gigantescas muffins de chocolate con dos batidos.

Comenzaríamos dirigiéndonos a la zona conocida como Mud Volcano Area, donde pudimos dejar el coche en un parking perfectamente habilitado, como en todas las zonas del parque donde se pueda realizar la más mínima ruta. Así da gusto, ya podíamos aprender un poco de esta organización.

El primer recorrido del día nos ofrecería un buen conjunto de lodos burbujeantes, fumarolas y piscinas ácidas. Casi todas ellas tienen un color grisáceo y un olor pestilente que hasta que te acostumbras un poco a él te dan ganas de ir al baño. Pff, menudo pestazo. Esto se debe principalmente a que esta zona está compuesta, principalmente, por sulfuro de hierro y sulfuro de hidrógeno, que son los causantes tanto del olor como del color. A pesar de ello, impresiona todo tanto que al final nos acabamos adaptando y no dejamos de sorprendernos. Después del paseo por las distintas pozas llegaríamos hasta la llamada Sulphur Caldron, una piscina de agua verde con una acidez altísima y que contrasta con el feo color de sus compañeras. Impresionante también la llamada Dragon´s mouth spring, otra fuente termal que sale de una cueva y que va creando explosiones continuamente.

Mud Volcano Area

Tras el circuito por el infierno, volvimos a coger el coche y seguimos la marcha y cuando no habíamos recorrido ni dos kilómetros, de repente, tuvimos que frenar en seco al encontrarnos tres coches totalmente parados delante de nosotros y todos sus ocupantes japoneses en el arcén a pocos metros de una enorme manada de bisontes. ¡Qué pasada! ¡Los primeros que veíamos y a tan sólo unos metros! La verdad que imponían bastante y aunque también bajamos de nuestro vehículo no nos acercaríamos tanto como los japos, que sinceramente creo que se la estaban jugando.

Bisontes en Mud Volcano Area

Estuvimos un buen rato fotografiando a los inmensos animales y seguimos la conducción por Hayden Valley. Me habían hablado muchas veces de los inmensos espacios naturales en América y sin ser incrédulo me costaba imaginármelos. Este valle era una buena prueba de ello, su inmensidad te sobrecoge y te hace sentir insignificante. Nuevamente podríamos ver manadas de bisontes, esta vez algo más lejos y es que esta es la zona ideal para disfrutar de estos animales y de osos, pero de estos segundos no pudimos ver ninguno.

Y ahora sí que iba a llegar el plato fuerte del día, pues lo siguiente que íbamos a visitar era, nada más y nada menos, que el Gran Cañón del río Yellowstone. Este cañón da nombre al Parque Nacional pues su denominación procede del color de las rocas amarillas que forman el mismo.

Queríamos comenzar por todo lo alto con la visita y queríamos ir del mayor impacto visual al menor, porque queríamos sobrecogernos de primeras y así que la primera imagen que nos llevásemos ya no se nos olvidara nunca. El objetivo lo conseguiríamos plena y satisfactoriamente dirigiéndonos en primer lugar al mirador llamado Artist Point, donde pudimos ver, delante de nuestras narices, la soberbia y profunda garganta abierta en la roca volcánica y la imponente cascada “Lower Falls” cayendo con fuerza en la lejanía. No se puede expresar con palabras la belleza de este paraje y el cúmulo de sensaciones que se tienen. Aquí iríamos un poco cada uno a nuestro aire y en mi caso me iría a un pequeño saliente donde me quedaría un buen rato anonadado y con la vista perdida, disfrutando de la grandeza de la naturaleza.

Grand Canyon of the Yellowstone River

Tras estos momentos tan especiales, comenzaríamos a retroceder por el mismo camino, pues no hay otro, por el que habíamos venido y fuimos parando en más puntos sorprendentes e impactantes. Buena prueba de ello sería el pequeño sendero llamado Uncle Tom´s Trail, el cual nos llevaría mediante unas increíbles escaleras metálicas, que parecían no tener fin, hasta la base de la Lower Falls. Descenderíamos 150 metros por debajo del borde del cañón y a través de unos 300 escalones. El premio después del esfuerzo, no sería otro que sentir el rugido y la fuerza del agua tan cerca que parecía que te iba a engullir en cualquier momento.

Uncle Toms Trail

Lower Falls desde Uncle Toms Trail

Tras la dureza de la subida, porque evidentemente tuvimos que volver al punto de partida, y tras un descanso merecido ante tal rompe piernas, nos encaminaríamos hasta el resto de la zona de “Area Canyon” donde empezamos a movernos por todos los miradores que habíamos dejado a nuestras espaldas en el camino de ida para ir disfrutando de multitud de perspectivas diferentes de la garganta y de las cascadas, tanto de las Upper Falls como de las Lower Falls. La naturaleza aquí es apoteósica y debe ser de los lugares del mundo donde más bella y salvaje se muestra. Pocas veces me he encontrado con lugares tan hermosos y parajes tan sublimes, por lo que no recuerdo el número de “wow” que salieron de nuestras bocas y de los silencios producidos, al quedarnos atónitos, con cada nueva perspectiva del cañón y del color de su piedra.

Upper Falls

Los nombres de algunos de esos miradores que tanto nos impresionaron serían: Inspiration Point, Grand View, Lockout Point, Upper Falls View, Brink of Lower Falls, etc. Todos son espectaculares y cada uno te muestra una imagen distinta del entorno en el que te encuentras por lo que merece la pena ir parando en cada uno de ellos y disfrutar, pausada y relajadamente, de cada paisaje. Están perfectamente indicados en la carretera y en todos ellos hay un área de aparcamiento para dejar tú vehículo, así que más facilidades imposible.

Grand Canyon of the Yellowstone River

Tras el espectáculo de las fragorosas cataratas y encantados de haber disfrutado de tal tesoro, continuamos nuestro camino hacia el llamado Dunraven Pass, donde la vista no alcanzaba a ver el final de los inmensos valles repletos de bosques.

Dunraven Pass

Tras unos kilómetros más de conducción llegaríamos a otra gran cascada denominada Tower Fall, la cual se podía ver perfectamente desde un mirador situado en frente de ella. Existe una ruta que te acerca hasta su base, pero decidimos no hacerla para poder ver otros lugares en los que teníamos más interés. Uno de estos era el denominado como Petrified Trees, los árboles petrificados, una imagen curiosa de los fósiles de estos, después de ser devorados por el fuego y colgados de una pared vertical.

Las Wraith Falls, son otra de las tantas caídas de agua que existen en Yellowstone y la ruta hacia ellas la encontraríamos  un poco antes de llegar a nuestro alojamiento en el día de hoy, por lo que como íbamos bien de tiempo decidimos hacer la pequeña ruta que te lleva hasta ellas. La cascada es bonita pero no tan espectacular como otras compañeras suyas. Sin embargo, lo que sí nos encantaría sería la sobrecogedora soledad que nos acompañó en todo el paseo, tanto que temimos que en algún momento pudiéramos vernos sorprendidos por algún animalito que saliese a recibirnos. Al final no sería así y regresaríamos sin ningún sobresalto extra.

Un nuevo tramo de carretera y otro mirador nos esperaba para mostrarnos otra catarata. Yo ya había perdido la cuenta de las que llevábamos. Esta se llamaba Undine Falls y parecía la cola de un caballo agitada por el viento.

Sería el último lugar con el que nos deleitaríamos antes de llegar a la zona de Mammoth Hot Springs, donde nos alojaríamos en una nueva cabaña de madera perteneciente al complejo del hotel del mismo nombre que el área. Tras hacer el check- in y acomodarnos en nuestro nuevo hogar decidimos pasar lo que restaba de tarde visitando parte de esta zona para al día siguiente ver lo que nos hubiera faltado de la misma y continuar con el resto de planes de la ruta prevista.

Cabañas en Mammoth Hot Springs

Esta zona se caracteriza por estar formada por terrazas calcáreas en donde el azufre y diferentes bacterias les dan esas formas tan características. Empezaríamos, ya que era lo más cercano a nuestra cabaña, con las terrazas inferiores o Lower Terrace, las cuales se pueden recorrer a través de una pequeña ruta que te va llevando por todos los puntos significativos. Lo primero que nos encontraríamos sería con el llamado Liberty Cap, un cono formado a partir de la acumulación de depósitos minerales a lo largo de miles de años. Tras este llegaríamos a la inigualable Palette Spring. Para mí, sin lugar a duda, lo más espectacular de toda esta zona.

Palette Spring. Mammoth Hot Springs

El intenso color blanco, consecuencia de la acumulación de carbonato cálcico, combinado con intensos colores, hacen de este lugar, uno de los que no se debe pasar por alto al visitar Yellowstone. Aquí estaríamos un buen rato antes de seguir visitando otros puntos tales como la Cleopatra Terrace, las Minerva y Jupiter Terraces y las Canary Springs, ya en la zona superior del complejo. Toda esta parte parecía una inmensa pradera repleta de nieve, igualmente, consecuencia del carbonato cálcico, acompañada por tonos rojos, amarillos y naranjas procedentes de las bacterias termófilas de algunas piscinas.

El sol empezaba a decaer y por tanto la jornada tocaba a su fin, por lo que tras picotear algo en una tienda cercana, nos retiramos pronto a descansar para afrontar, al día siguiente, con las pilas bien cargadas, la que sería la última jornada en este maravilloso Parque.

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