NUEVA YORK - DIA 03. De Battery Park a Little Italy

14 de Julio de 2008.

El skyline de Manhattan nos recibía hoy con un cielo encapotado y gris que desmerecía un poco la primera impresión que teníamos ayer de este, con esa luz e iluminación de cada lugar que visitábamos, reflejándose en cada rincón, gracias al sol y al cielo despejado. Y es que si ya de por sí las ciudades cambian bastante con buen y mal tiempo, en Nueva York esa sensación es mayor, por las sombras y la oscuridad que crean los colosos de ladrillo.

Manhattan desde el Ferry de Staten Island

Cada día en Nueva York es un viaje diferente, porque siempre te sorprenden detalles que no esperas encontrar o rincones de los que ignorabas por completo su existencia. En definitiva es una caja de sorpresas que nunca deja lugar al aburrimiento.

Nuestro viaje de hoy comenzaría caminando por Battery Park, en la punta sur de la isla, donde se juntan los ríos East y Hudson. Esta antigua plaza de baterías de artillería se ha transformado en un verde jardín por el que pasear, presidido en el centro por el Castle Clinton, un castillo erigido en 1811 para defender la isla contra los británicos y que hoy es monumento nacional.

Pero en sus instalaciones también podríamos encontrar otros monumentos destacados como “La Esfera” que antes de los atentados del 11 de septiembre estaba situada en el World Trade Center, al lado de la base de las Torres Gemelas, y que hoy es un homenaje a las víctimas que murieron en la masacre. También se puede admirar el East Coast Memorial, es decir, una escultura de un águila que conmemora a los que cayeron en la Segunda Guerra Mundial.

East Coast Memorial

La Esfera del World Trade Center

Flanqueando uno de los extremos del parque nos fijaríamos en el exterior de un monumental edificio que tras consultar en nuestros mapas podríamos averiguar que se trataba del US Custom House o antigua aduana y que hoy alberga el Museo Nacional de Indios Americanos, contando en su interior con objetos culturales, joyas y obras de artistas indios contemporáneos. No entraríamos ya que queríamos visitar otros muchos lugares que, para nosotros, eran más importantes.

Custom House. Museo de Indios Americanos

Y sólo unos metros después haríamos la incursión en el distrito financiero, otra de las visitas obligadas en la Gran Manzana. No podríamos evitar dirigirnos en primer lugar hacia el famoso toro enfurecido llamado en inglés “Charging Bull” donde no dudaríamos en fotografiarnos con él y tocarle los testículos pues dicen que con ello te aseguras la suerte en lo económico, así que ya veremos si es verdad.

Churging Bull. Wall Street

Ahora que ya nos habíamos asegurado ser millonarios, nos dispusimos a escuchar y sentir el firme latido del corazón financiero que rodea Wall Street. Bautizada así en honor a un muro erigido por los holandeses para protegerse de los ataques de los indios. Esta calle ha sido el centro económico de Nueva York durante más de dos siglos y si hay un edificio que destaca por encima de cualquier otro ese es el de La Bolsa (New York Stock Exchange), el mayor mercado de valores del mundo. Lástima que desde los atentados ya no pueda accederse a su interior y ver la locura y desenfreno de los traders neoyorquinos realizando transacciones.

New York Stock Exchange. Wall Street

Otro de los edificios de la zona que inmediatamente te llama la atención es el llamado Federal Hall y es que su diseño inspirado en el Partenón de Atenas destaca en la selva de rascacielos que lo rodean. Delante de su fachada principal también se puede ver la estatua de George Washington y es que sería aquí donde el primer presidente de los Estados Unidos juraría su cargo al ser esta la sede del gobierno federal durante el primer año tras tener la nueva Constitución. Así que como se puede apreciar pocos lugares en la ciudad rebosan tanta historia como este.

Federal Hall National Monument. Wall Street

Pero si hay algo que de verdad es interesante es imitar a los ejecutivos y sentarte en las escaleras, debajo de la imponente escultura de Washington y entretenerte observando el ajetreo de la calle y el ritmo frenético de los corredores de bolsa. Parece mentira que con algo tan simple se te pueda ir el tiempo casi sin enterarte.

Tras el descanso anterior no quisimos abandonar la zona sin pasar por las inmediaciones de la Reserva Federal e imaginarnos lo que deben deslumbrar la cantidad ingente de lingotes de oro que se protegen en su interior.

Lo mejor de Nueva York es la cantidad de imágenes surrealistas con las que te vas encontrando casi a cada paso y es que aquí la gente no tiene sentido del ridículo y cada uno va como mejor le parece y a nadie le sorprende. La gente se siente libre y además de verdad.

Wall Street

Wall Street

Tendríamos que retroceder unos pasos para no quedarnos sin ver la iglesia de la Trinidad, también en Wall Street, pero pensamos que era un buen contraste a lo que llevábamos visto. En su día fue el edificio más alto de Nueva York con sus 85 metros de altura, aunque pueda parecer una broma viendo las moles que hoy la rodean. Decidiríamos entrar en su interior y pasear por su pequeño cementerio, comprobando que es un auténtico remanso de paz y un refugio para muchos de los agobiados hombres y mujeres de negocios de la zona.

Cementerio Trinity Church

Vidrieras Trinity Church

Cementerio Trinity Church

Siguiendo por la calle Broadway, pasaríamos al lado de otra construcción religiosa, la capilla de San Pablo en la que dicen rezó George Washington al ser investido presidente, aunque hoy es famosa por un motivo bien distinto y es que después del 11 de septiembre de 2001, se convirtió en centro de ayuda para los equipos de rescate. En los días que siguieron a aquellos atentados, la valla de hierro de la iglesia se llenó de notas, carteles con la cara de desaparecidos, cascos de bomberos, gorras de béisbol y otros objetos colocados en memoria de las más de 2500 víctimas mortales.

Justo detrás de esta iglesia nos encontraríamos con la Zona Cero, antaño ubicación de las Torres Gemelas, como todo el mundo ya sabe. Cuando la visitamos era un conmovedor lugar de peregrinaje donde el corazón se te caía a los pies y te faltaban las palabras ante la barbarie de los indeseables que lo llevaron a cabo.

Zona Cero

Afortunadamente hoy en día el solar ya está cubierto por la Freedom Tower, una torre de cristal en espiral de 541 metros, que puede ser la excusa perfecta para volver hasta aquí a conocerla.

Decidiríamos entrar entonces en uno de los edificios que conforman el World Financial Center, un centro de negocios y comercios, que nos iba a permitir poder ver mejor, desde uno de sus ventanales, el enorme solar y comprobar cómo habían comenzado ya a construir los cimientos del futuro rascacielos.

Zona Cero desde World Financial Center

Para dejar a un lado la tristeza que provoca este tipo de imágenes decidiríamos volver a la calle y acercarnos a la cercana North Cove Harbor, uno de esos rincones que sin ser famoso te llega a gustar más que otros mucho más célebres. Y es que este pequeño puerto deportivo en el que los barcos se mecen al compás del agua y donde apenas hay gente, unido a las vistas que se tiene desde aquí del río Hudson y de Jersey en la otra orilla, sumadas, si miras hacia el otro lado, de la Estatua de la Libertad, hacen de este lugar un sitio perfecto para escapar del ajetreo y el bullicio de la parte baja de Manhattan.

World Financial Center desde North Cove Harbor

New Yersey desde North Cove Harbor

Tengo que reconocer que me hubiera quedado en este rincón mucho más tiempo, pero las visitas obligaban y no quedaba otra que seguir la ruta prevista.

Tras caminar durante varias manzanas encontraríamos el Woolworth Building, inaugurado en 1913, siendo en esos momentos el más alto de la ciudad, tiene pinta de catedral gótica gigantesca con 241 metros de altura.

Woolworth Building

Paralelo al anterior tendríamos la entrada al parque en el que se encuentra el Ayuntamiento de la ciudad, con bonitos jardines, fuentes y donde había bastante ambiente y que no hace tanto tiempo fue objeto de una importante restauración. Se encuentra rodeado por edificios del gobierno municipal y lo que más llama la atención es lo pequeño que es el del propio consistorio que se encuentra protegido por vallas de metal y no se puede visitar.

City Hall Park

City Hall

Como ya he comentado esta área está repleta de instituciones públicas, mereciendo bastante la pena los exteriores de muchas de ellas. Entre los que más destacan podríamos mencionar el Municipal Building, en el que destacan las cuatro torretas de su parte más elevada que simbolizan los cuatro distritos unidos a Manhattan, además de la escultura que se levanta en lo más alto siendo la segunda más grande de la ciudad después de la Estatua de la Libertad; la United States Court House, una corte de apelaciones respecto a las sentencias impuestas por tribunales inferiores; el New York County Courthouse que alberga las instituciones de la Corte Suprema del estado de Nueva York; o el Criminal Courts Building cuya entrada hemos podido ver también en multitud de series y películas policiacas y de abogados, además de en muchos informativos, y es que es aquí donde se encuentra el tribunal penal que juzga la comisión de ciertos delitos. Cuenta con el llamado paseo de los suspiros por donde pasan los detenidos para ser llevados ante los jueces, al igual que pasaba en Venecia en el mítico puente que todo el mundo conoce.

Municipal Building

United States Court House

New York County Courthouse

Criminal Courts Building

Después de las correspondientes fotografías no tardaríamos mucho en afrontar la calle Mulberry que nos llevaría al centro neurálgico de Little Italy, el feudo y último bastión de lo que fuera una gran comunidad italiana en el siglo XX. Hay quien dice que esta tiene los días contados, pues la mayoría de los italianos  se han mudado a mejores viviendas, y la imparable expansión asiática acabará por borrar cualquier vestigio de las viejas glorias del barrio. Pero yo creo que Little Italy, que combina el encanto de varias ciudades italianas en unas pocas manzanas, pervivirá para siempre, como un ejemplo más de la mezcla étnica que caracteriza a Manhattan.

Little Italy

Little Italy

Little Italy

Los restaurantes, las trattorias y pizzerías invaden las calles y el espacio de muchas aceras se completaba con agradables terrazas en las que ya habían empezado a cenar más de una familia. Sobre las mesas se podían ver suculentos platos de pasta, parmesanos e incontables tipos de salsas que nos hicieron, irremediablemente, sentarnos en una de ellas y adelantar la última comida del día, que por otro lado agradecimos pues estábamos algo desfallecidos al haber almorzado únicamente un perrito caliente a eso de las 12:00 en un puesto callejero.

La tarde llegaba a su fin y la escasa luz natural que había, sería sustituida por la que nos proporcionaban las cálidas velas que nos permitirían tener una agradable velada nocturna a los cuatro.

Al concluir y dado que la zona estaba en auténtica ebullición, no dudaríamos en irnos a tomar unas copas a un bar cercano, donde tendríamos oportunidad de charlar durante un rato con unas simpáticas neoyorquinas con las que acabaríamos fotografiándonos, poniendo así el broche final a otra increíble jornada.

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