NAVARRA - DIA 04. Foces de Lumbier y Arbayún, Navascués y Monreal

26 de Noviembre de 2007.

Navarra es un paraíso para hacer senderismo y tiene infinidad de rutas espectaculares donde poder disfrutar de la naturaleza y de increíbles panorámicas. Es por ello que hoy íbamos a dedicar buena parte del día a caminar por dos de los espacios de más renombre del territorio navarro.

Comenzaríamos por la foz de Arbayún, un cañón con más de seis kilómetros de longitud y paredes que alcanzan los 385 metros, siendo obra de las aguas del río Salazar. Aquí se produce un curioso fenómeno natural conocido como “inversión climática”, por el que especies vegetales que deberían progresar en las partes más bajas del tajo, se encuentran afincadas en la parte superior, mientras que las más adaptadas a cotas altas, son las que dominan el fondo del cañón.

Foz de Arbayún

Como consecuencia de lo anterior, encinas, carrascas, bojes y quejigos, más a gusto en lugares ventilados y soleados se encuentran en la zona alta, al tiempo que hayas, fresnos, tilos o avellanos, amantes de la humedad y la umbría, forman densas manchas boscosas en las apretadas riberas.

No resulta fácil disfrutar del espectáculo que supone la contemplación de un estrecho y largo cañón como este, pero tampoco es imposible. Sólo hay que investigar un poco y localizar los lugares previstos para ello, como el mirador de Iso, el cual se encuentra en el kilómetro 12 de la NA – 178 y ofrece una vista perfecta del inicio del cañón.

Foz de Arbayún

Pero era evidente que nosotros no nos íbamos a conformar sólo con la perspectiva anterior, buscando una forma alternativa para hacer una pequeña incursión por el mismo. Para ello optaríamos por hacer parte de la ruta de la Canaleta, un sendero señalizado que recorre el borde de la reserva natural y aprovecha un tramo de la antigua conducción que llevaba el agua a Lumbier. La canaleta se construyó en 1928 para captar agua del manantial existente en el interior del cañón.

El paseo tiene unos dos kilómetros y medio de longitud y arranca en una explanada en los alrededores del pequeño caserío de Usún. La senda se encontraba bien marcada con señales verdes y blancas, lo que nos permitiría llegar sin problema a una verja que acto seguido nos haría situarnos sobre la foz. Para quien no esté muy acostumbrado a este tipo de caminos puede resultar algo impactante porque el sendero es estrecho, pero con cuidado no tiene porqué haber ningún problema para recorrerlo. Lo más peligroso es el principio, donde existen algunos pasos bastante aéreos que pueden imponer bastante, sobre todo si tienes vértigo como era el caso de mi amigo Iñaki, aunque al final los pasaría sin mayor dificultad.

Foz de Arbayún

Foz de Arbayún

Foz de Arbayún

Después de deshacer nuestros pasos volveríamos a coger el coche y nos encaminaríamos hacia la otra gran protagonista de la jornada: la foz de Lumbier, situada junto a la localidad del mismo nombre y muy cerca de la confluencia de los ríos Salazar e Irati. Este último continúa camino hacia el río Aragón aprovechando sus renovadas fuerzas para tallar el desfiladero, cuyo acceso desde el pueblo está perfectamente señalizado. El tajo, además de camino natural para el río, fue lugar de paso para el ferrocarril “El Irati “que unía Pamplona con Sangüesa, Lumbier y Aoiz.

El trazo de aquel ferrocarril desmantelado sirve en la actualidad para recorrer a pie el interior de la foz de Lumbier. La ruta discurre junto al río y atraviesa dos túneles tallados en la roca. La ruta tiene unos dos kilómetros y medio de longitud y comienza en el aparcamiento, a la entrada del cañón.

Foz de Lumbier

Foz de Lumbier

Foz de Lumbier

Foz de Lumbier

En el entorno de las foces de Lumbier y Arbayún prospera una de las mayores colonias de buitres de España, con unas 250 parejas. Además de por las especiales condiciones que las foces reúnen para muchas especies de aves, los cañones también presentan una masa forestal adaptada a sus particulares condiciones orográficas.

Después de tantas horas en plena naturaleza era el momento de pasar lo que nos quedaba del día visitando algunos pueblos de la zona, comenzando por el cercano Lumbier, el cual ocupa una estratégica posición entre la Navarra Media y el Pirineo, y ha sido plaza codiciada por todas las fuerzas ocupantes de la región desde los romanos.

Su imagen es absolutamente inseparable de los tres puentes medievales que dan acceso a la villa: el de la Ida, el de las Cabras y el de Sielva.

Puente Medieval. Lumbier

El edificio más emblemático es la iglesia de la Asunción, que se empezó a construir en el siglo XIV sobre un antiguo  templo románico.

Iglesia de la Asunción. Lumbier

Merece también la pena pasear por su calle Mayor, flanqueada por casonas nobles que se alinean a ambos lados, como la casa Antillón y el palacio barroco de Jaureguizar, con ricos detalles ornamentales en su fachada.

Calle Mayor.Lumbier

En la plaza Mayor hay otros dos edificios de interés: el ayuntamiento, de origen gótico, y el centro de Interpretación de la Naturaleza de las Foces, que nos acerca visualmente al maravilloso mundo natural que acabábamos de disfrutar en directo.

No quedaba mucho tiempo de luz, pero todavía nos daría tiempo a llegar hasta Navascués, auténtica puerta de entrada al valle de Salazar y capital de un antiguo almiradio o agrupación de pueblos gobernada por un almirante en representación del monarca. Herencia de ese pasado lejano son las grandes casas con portales góticos que hay en las calles del pueblo, así como la iglesia de San Cristóbal, también de estilo gótico y con portada en cuyos capitales aparece una sorprendente decoración con figuras de animales que recuerdan a la escultura románica.

Iglesia de San Cristóbal. Navascués

Aunque el día había sido de lo más intenso todavía tendríamos fuerzas para dar una última vuelta por Monreal, el pueblo que nos alojaba, que nos ofrecería el puente medieval, la iglesia de la Natividad, casonas nobles que muestran con orgullo sus hermosos escudos y el conocido como La Higa, un tupido bosque que rodea la población.

Monreal

La Higa. Monreal


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