RIAS BAIXAS - DIA 03. P. Nacional Islas Atlánticas:Islas Cíes - Hío - Cangas del Morrazo

3 de Septiembre de 2007.


Frente a la ría de Vigo, el archipiélago de las Cíes relumbra por la belleza de sus playas y la pureza de su entorno natural. Deshabitadas por completo desde hace décadas, siguen conservándose totalmente vírgenes. Durante un tiempo, algunas de sus playas y rincones más señeros, como la Furna do Inferno, estuvieron invadidos por el chapapote del Prestige, pero poco a poco, la naturaleza se ha ido recuperando y las islas han recuperado su afamada belleza.

Efectivamente, este pequeño archipiélago, no posee más población permanente que la formada por los guardas que lo cuidan. Sin embargo, en el pasado sirvió de refugio a celtas, romanos, vikingos, piratas de diversas nacionalidades y monjes benedictinos que nos han dejado algunos vestigios.

No hace mucho de aquellas hordas de veraneantes que acampaban donde les parecía, se hacían sus chabolas, defecaban a placer y estuvieron a punto de convertir la zona en un estercolero mayor, hasta que hace unos años se convirtió en espacio protegido y se les acabó el chollo a todos ellos.

A diferencia de ayer, esta vez sí que saldríamos desde el puerto de Vigo para llegar hasta ellas, dado que había salidas desde primera hora de la mañana, aunque también parten barcos desde Cangas y Baiona. Como temíamos que no hubiera tickets para el barco si esperábamos a comprarlos hoy mismo, estos ya los habíamos obtenido el mismo día de llegada a Vigo en el puerto, por lo que sólo tendríamos que dirigirnos al muelle y esperar a que partiera la embarcación correspondiente. Parece ser que desde no hace mucho todo se ha complicado bastante más y ahora hay que conseguir un permiso especial y hacerlo todo con más tiempo para no quedarte sin plaza (2000 visitantes al día) tanto con el permiso como con los barcos, especialmente si quieres ir en los meses de julio y agosto. Y es que la masificación está llegando a todos los rincones del planeta.

Monte La Guía desde barco hacia Islas Cíes

La navegación duraría como unos cuarenta minutos y desembarcaríamos en el muelle de la isla del Norte o de Monteagudo, pegado a la famosa playa de Rodas que el diario británico The Guardian, hacía sólo unos meses, había calificado como la más bella del mundo. Parece que esta noticia ya está corriendo como la pólvora y las visitas son cada vez mayores por lo que puede poner en peligro su frágil ecosistema.

Llegando a las Islas Cíes

La playa se ha formado como resultado de la acción de las corrientes marinas, uniendo así las islas de Monteagudo y O Faro, las más importantes. Su inmenso arenal blanco y brillante, sus aguas cristalinas y su verde bosque provocan una atracción difícil de resistir, tanto que hoy mi madre decidiría quedarse aquí todo el día y disfrutar de este lugar paradisiaco al máximo.

Playa de Rodas. Islas Cíes

Como habréis imaginado, no está permitido el uso de vehículos de motor en este entorno protegido, por lo que la única manera de conocerlo es andando. A diferencia de mi madre, yo preferiría, antes de relajarme, realizar una de las rutas de senderismo que ofrece el lugar, decantándome por la que se conoce como ruta del Monte Faro de siete kilómetros de recorrido y unas tres horas de duración, ida y vuelta, con un desnivel aproximado de 175 metros.

La ruta transcurre fundamentalmente por la isla de Faro o del Medio. El punto de partida está en la caseta de información próxima al embarcadero de Rodas, donde se puede aprovechar para solicitar folletos y mapas. Desde aquí hay que tomar el camino de la izquierda que pasa por el dique que une las dos islas bordeando el lago de Os Nenos, otro éxtasis para los sentidos y un remanso de paz en pleno océano, pudiéndose ver multitud de peces, en este refugio para la vida marina.

Lago de os Nenos. Islas Cíes

Una vez en la isla de Faro, hay que continuar el sendero hasta el punto de información del Monasterio de Santo Estevo. Unos 300 metros después, a la altura de la playa de Nosa Señora, está el cruce principal de la isla. Hay que girar a la derecha y empezar a subir entre una espesa arboleda que os dejará entrever la isla de San Martiño, al sur. Si no estáis muy cansados, a medio camino hay un desvío hacia la Pedra da Campá, una formación rocosa perforada por los vientos atlánticos cargados de salitre. Muy cerquita está el observatorio de aves donde, además de estos animales, también podréis contemplar magníficas panorámicas. De vuelta en el camino principal no tenéis más que seguir ascendiendo. Antes de llegar al objetivo, todavía se puede hacer otro pequeño desvío al castro prerromano.

Isla de San Martiño desde ruta del Monte Faro.Islas Cíes

Pedra da Campá. Islas Cíes

Mirador Pedra da Campá. Islas Cíes

La subida culmina en la cima del monte donde se ubica el Faro, el mirador más hermoso y emblemático de las islas. Ante mí la inmensidad del océano de un lado y la ría de Vigo al otro, junto con el perfil de las propias islas.

Islas Cíes desde Monte Faro

Isla de San Martiño desde Monte Faro

Tras disfrutar del sublime momento durante una hora, desharía mis pasos y volvería a la playa de Rodas para comer con mi madre unos sándwiches que habíamos traído y descansar hasta el momento de tener que volver a coger el barco que nos llevaría de nuevo a Vigo.

Vigo al regreso de las Islas Cíes

Al igual que ayer no daríamos por terminado el día tras el paso por el Parque Nacional, sino que decidimos aprovechar que todavía quedaban un par de horas de luz para conocer algo más.

En mi caso tenía especial interés en contemplar uno de los más famosos  y célebres cruceiros de Galicia, localizado en la aldea de Hío. Nos costaría encontrar el pequeño pueblo pero realmente merecería la pena pues es objeto de gran simbolismo iconográfico y está realizado en un solo bloque de piedra. Representa el Descendimiento, escenas del Antiguo Testamento, y Adán y Eva expulsados del paraíso.

Cruceiro de Hío

A diferencia de lo que muchos piensan no es una obra antigua, pues esta pieza sería esculpida por el artista pontevedrés José Cerviño en el siglo XIX.

Ya que estábamos aquí visitaríamos la iglesia de San Andrés, románica de los siglos XII – XIII, y continuaríamos nuestro camino hasta la cercana Cangas do Morrazo, localizada a sólo seis kilómetros.

Su estratégica situación motivó encendidas disputas con vikingos, piratas turcos y otros asaltantes, hasta que en el siglo XIX quedó ligada definitivamente a la industria marinera.

En las estrechas callejuelas de su casco antiguo se aprecian las pintorescas casas de patín, típicas de las Rías Baixas. Una de ellas, en la calle Garelly, conserva la característica escalera donde las mujeres remendaban las redes de pesca.

Destacar también el Reloj del Avilés, que indica si el tiempo va a ser tormentoso, lluvioso o seco; la iglesia de origen medieval, la Casa del Concello y el puerto.

Puerto Deportivo. Cangas del Morrazo

O Reloxo. Cangas del Morrazo

Ex-Colegiata de Santiago. Cangas del Morrazo

La alegría y el ambiente de sus calles nos animarían a quedarnos y cenar en una de sus terrazas, teniendo en cuenta además que luego sólo tendríamos que deshacer menos de treinta kilómetros para llegar a nuestro alojamiento en Vigo.

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