FIORDOS - DIA 04. Subida al Preikestolen

21 de Agosto de 2023.

Uno de los destinos más famosos y populares de Noruega, con casi 300.000 visitantes al año, es el Preikestolen, también conocido en castellano como “El Púlpito”. Con sus algo más de 600 metros sobre el hermoso fiordo de Lyse (Lysefjord) es también uno de los lugares más fotografiados y un imprescindible en cualquier viaje al país nórdico.

Sus rasgos más característicos son, por un lado, la gran meseta superior que cae a plomo sobre las aguas del fiordo y, por otro, la enorme grieta que se abre entre tierra firme y dicha meseta, consecuencia de las diferentes explosiones que se produjeron cuando los glaciares se derritieron al final de la edad de hielo hace 10.000 años y que, según los expertos, en un futuro provocará que la mítica plataforma caiga sobre el fiordo.

Preikestolen

Por tanto, tampoco nos lo pensaríamos y hoy sería el día elegido para vivir la segunda gran ruta en Noruega que nos permitiera llegar a tan espectacular mirador.

El día volvía a ser magnífico, por lo que la suerte estaba de nuestro lado. Habrá gente que piense que realizar de forma consecutiva dos rutas en cierta manera exigentes si no se está demasiado acostumbrado a caminar puede ser matador y no les quito la razón. Pero también es cierto que en Noruega el tiempo manda y si se viene con varios días a una zona y se puede jugar con ellos, recomiendo hacerlo para así poder disfrutar al máximo de rutas tan emblemáticas y no recorrerlas con lluvia o condiciones climáticas adversas salvo que no quede más remedio.

TÚNEL RYFAST

Optaríamos por llegar en coche hasta el parking donde comienza la ruta y es que para quienes todavía no lo sepáis ya se puede hacer, desde finales de 2019, la totalidad del trayecto por carretera, sin necesidad de tomar ningún ferri, gracias al túnel Ryfast, considerado el más largo y profundo del mundo, con más de catorce kilómetros y a casi 300 metros bajo el nivel del mar en su tramo de mayor longitud, al que hay que sumar dos más, que unidos llegan a veinte kilómetros en su totalidad.

Sólo atravesar ya este túnel es toda una experiencia en si misma ya que para evitar el agobio y la angustia que les supone a muchas personas el hecho de estar completamente rodeado de agua durante tanta distancia se decidió crear una especie de confort visual para romper la monotonía, introduciendo arquitectura, arte e iluminación, existiendo con diferentes tonalidades de luz que varían a lo largo de la colosal obra e incluso un tramo que asemeja algo así como el fondo marino. Sin duda, toda una experiencia en cuanto a conducción se refiere.

Si no se dispone de vehículo siempre se puede optar por el trayecto clásico en el que se toma un ferri en el puerto de Fiskepiren en Stavanger hasta la localidad de Tau y después un autobús hasta el parking donde se inicia la ruta.

Nosotros utilizando el túnel tardaríamos cuarenta minutos en total, lo que supone un ahorro aproximado de una media hora con respecto a los medios de transporte, sin sumar las esperas correspondientes a las franjas horarias que correspondan a los mismos.

PREIKESTOLEN

Nada más aparcar el coche, cierta emoción y ansiedad comenzaría a invadirme y es que estamos hablando de otro de esos sueños viajeros que llevaba mucho tiempo aletargado y que hoy, por fin, iba a poder hacer realidad.

El parking es muy espacioso y si se llega a una hora decente no hay problemas para encontrar sitio. La tarifa de aparcamiento es de 250 NOK (25 euros) por vehículo y se ha de pagar con tarjeta. El lugar cuenta con aseos y tiendas para comprar comida y bebida, pero evidentemente es más caro que comprando los víveres en un supermercado en Stavanger. Existe incluso un alojamiento llamado Preikestolen fjellstue en el que si uno desea alojarse hay que reservar con bastante antelación, además de no ser barato, algo que no es ninguna novedad en Noruega.

Tras comprobar que llevábamos todo lo necesario en nuestras mochilas, no tardaríamos mucho en detectar el cártel que indica el inicio de la ruta y donde no podríamos evitar inmortalizar con fotografías tan importante momento.

Panel Ruta Preikestolen

El sendero está bien marcado y a lo largo del camino te encuentras, cada pocos metros, señales de madera y montones de piedra marcados con una T roja que hacen que no sea posible perderte. Algunos de ellos también te dicen que distancia falta para llegar hasta el Preikestolen.

La caminata comenzaría con varias pendientes de grava y algunos escalones de piedra, bien delimitados, que pronto empiezan a ganar altura internándose entre tupidos bosques de pinos, que van dejando entrever, cada poco tiempo, diferentes vistas de la bahía de Stavanger en la lejanía.

Ruta Preikestolen

Ruta Preikestolen

Tras este esfuerzo inicial abordaríamos un área pantanosa que podríamos atravesar sin el mayor de los problemas gracias a que se transita por plataformas de madera que te protegen del lodo y del fango, especialmente en caso de lluvia o mal tiempo. Desde aquí además se tiene una hermosa vista del lago Refsvatnet.

Ruta Preikestolen

De nuevo, nos encontraríamos con un cambio radical en el terreno. En este caso era el turno de un sendero de rocas y piedras redondeadas de diferentes tamaños, donde es necesario poner los cinco sentidos si están resbaladizas.

Este último tramo daría paso a una imponente escalera de piedras conocida como Neverdalsskaret, que hace años era la parte más complicada del recorrido debido a que las rocas estaban sueltas y resbaladizas, pero que ahora lo único que requiere es esfuerzo y levantar bien las piernas para afrontar los enormes escalones. En el lado derecho de la subida se puede apreciar una pequeña cascada y a lo lejos las primeras y tímidas vistas del fiordo de Lyse.

Ruta Preikestolen

Ruta Preikestolen

A continuación nos toparíamos con una triple intersección, debiendo tomar el camino a la derecha, ya que el central lleva hasta una cascada que más tarde se puede ver a lo lejos mientras se camina hacia el Preikestolen. En cualquier caso es otra opción interesante si se quiere añadir un extra a la ruta.

Acto seguido, nos daríamos de bruces con tres hermosos lagos no demasiados grandes, cuya zona recibe el nombre de Tjødnane. Si hace bueno es un lugar ideal para hace un alto en el camino, ya sea a la ida o a la vuelta, ya que el agua tiende a ser calentada por el sol y es perfecto para darse un chapuzón, por lo que no olvidéis el bañador en verano.

Area Tjødnane. Ruta Preikestolen

Area Tjødnane. Ruta Preikestolen

A partir de este punto, sólo nos quedaría ya un kilómetro para llegar al éxtasis y sucumbir ante la idílica imagen del Preikestolen.

Esta parte final se caracterizaría por algunas de las mejores vistas para mi gusto antes de la panorámica estrella de la ruta. Es una parte llana con un buen número de surcos con agua donde refletan los rayos del sol, en torno a los cuales crece la vegetación, haciendo el área realmente bella.

Ruta Preikestolen

Ruta Preikestolen

A pocos metros del final se plantea una decisión ya que el camino se divide en dos, uno hacia la derecha, más sencillo, conocido como Cliff Trail, y el otro, hacia la izquierda, de nombre Hill Trail. En nuestro caso optaríamos por el primero de ellos ya que el otro incrementaba el tiempo de ruta y preferíamos disfrutar más de la cima.

Sólo quedaba ya afrontar los últimos metros hasta la gran mole rocosa. ¡Y qué últimos metros! Ya que estos se realizan al borde de un inmenso precipicio, donde no hay vallas, ni cercas, ni nada de nada, sólo la nada. Cada paso mejoraba la vista y las perspectivas del poderoso Lysefjord eran cada vez más colosales.

Fiordo Lysefjord.Ruta Preikestolen

Y ahora sí, como si de magia se tratase, por fin, sin más esperas, llegábamos al increíble y único ¡Preikestolen! Una imagen para la posterioridad tras muchos años esperando a verla en vivo y en directo.

Preikestolen

Se puede decir que teníamos todo el tiempo del mundo, ya que para hoy no había ya más actividades, por lo que se trataba de disfrutar al máximo de esta maravilla de la naturaleza.

Así que antes de abordar la propia roca que mejor que disfrutar de las perspectivas que ofrecen los vertiginosos laterales que esta tiene a sus lados y cuyas panorámicas son también únicas e indescriptibles.

Cuando empezamos a asimilar que estábamos donde estábamos y a familiarizarnos con este entorno de ensueño, nos dirigimos hacia la plataforma de El Púlpito para experimentar el momento más deseado de la excursión. Es difícil describir en palabas la espectacularidad del Preikestolen. Su ancha base llana parece pender del vacío cuando uno se acerca al borde y ve, 604 metros por debajo, las frías aguas del Lysefjord. Desde aquí se distinguen todo el fiordo y los lagos del parque Frafjordheiane.

Fiordo Lysefjord desde Preikestolen

Pocos balcones en el mundo pueden igualar en vistas a este lugar y es lo más parecido a volar. Experimentaría la vivencia, siempre con sumo cuidado, de sentarme en el borde, teniendo una sensación como nunca antes había vivido. Quedaría como hechizado, sintiéndome realmente insignificante.

Preikestolen

No obstante, no todo el mundo es tan precavido, pues durante nuestra vivencia, pudimos ver auténticas locuras al borde del abismo, gente que se jugaba la vida por una simple fotografía o un selfie, incluso poniéndose a pata coja por citar sólo alguna de las cosas que vimos. Un comportamiento que hacía incluso ponerse de los nervios a muchos de los que allí nos encontrábamos, pidiendo algunas personas que parasen en esa actitud a los implicados, aunque sin mucho éxito.

Otro de los fenómenos geológicos que también nos llamaron poderosamente la atención sería la enorme brecha abierta entre la montaña y el Preikestolen y que como ya mencioné los científicos prevén que acabará provocando el desprendimiento de la mole rocosa. Afortunadamente, parece que para que esto ocurra hacen falta todavía muchos años, pero la verdad que impresiona observar la misma, ya que cabe una persona perfectamente en su interior.

El tiempo iba pasando, aunque con la mirada absorta en semejante paraíso terrenal, las horas parecían minutos, deseando que el tiempo se detuviera para no tener que abandonar este maravilloso entorno, pero desgraciadamente no sería así y había que continuar con los planes previstos.

Fiordo Lysefjord desde Preikestolen

Afortunadamente, todavía no había llegado el momento de marcharnos sino tan sólo de dirigirnos a otro mirador, me atrevo a decir incluso, más increíble todavía que la propia plataforma. Me refiero a las perspectivas que brinda la montaña que se encuentra justo detrás y a la que se accede por un lateral de la misma siguiendo, como hasta ahora, las marcas en forma de T roja.

El camino es llevadero y corto y a cambio te ofrece una visión conjunta del propio Preikestolen y el fiordo de Lyse, al encontrarte más arriba todavía. Es algo brutal y por algo este sitio está considerado como uno de los mejores miradores del mundo, un rincón que permite llevarse otro de los mejores recuerdos del Púlpito. Este lugar está mucho menos frecuentado que el propio Púlpito por lo que decidimos que sería aquí donde sacaríamos el almuerzo, que no sería otro que los sándwiches de rigor, con embutido embasado al vacío y traído desde España, lo que sería la tónica habitual durante muchas jornadas, suponiendo un importante ahorro en el desembolso final. Mientras saboreábamos la comida podríamos ver como navegaban por el fiordo varios cruceros que parecían de juguete. Una experiencia que tendría la suerte de vivir el primer día en Stavanger como ya se vio.

Preikestolen y Fiordo Lysefjord

Preikestolen y Fiordo Lysefjord

Tras saciar el apetito, nos relajaríamos otro rato más con el entorno y a las 15:00 comenzaríamos a levantar el campamento y tomar la difícil decisión de abandonar el lugar. Una última mirada, casi unas lagrimitas y empezaríamos a deshacer nuestros pasos hasta el parking, poniendo así fin a una experiencia imposible de olvidar.

¿Cuándo es la temporada para un viaje al Preikestolen?

El Inicio de la temporada suele ser entre abril y mayo para terminar en octubre, cuando empiezan las heladas y los caminos se vuelven resbaladizos y helados y hace que sea mucho más peligroso transitar por ellos, necesitando incluso crampones para realizar el ascenso en los meses más gélidos.

En invierno no está prohibido subir pero es necesario tener experiencia y un equipo adecuado para evitar accidentes o sustos desagradables.

Hay que tener en cuenta además que fuera de temporada no operan los autobuses que van de Stavanger al Preikestolen, necesitando vehículo propio para llegar u otro tipo de transporte privado.

¿Cuánto dura la excursión?

El tiempo que lleva la subida al Preikestolen depende, evidentemente, de la condición física de cada uno. Si se está en forma, acostumbrado a caminar y llevando un ritmo normal la excursión suele durar unas dos horas de ida y otras tantas de vuelta. Si no es el caso habría que añadir entre una y dos horas más por cada sentido. El camino que sube es empinado e irregular, por lo que se exige un mínimo de forma física para realizarlo sin sufrir demasiado, pero creo que es acto para casi cualquier persona. A todo esto también habría que añadir las paradas para realizar fotografías y el tiempo que se quiera permanecer arriba, así que como se ve existen múltiples factores para que el tiempo que se pase en el Preikestolen vaya de la media jornada a incluso todo el día.

Siendo algo más técnicos la distancia es de 3,8 kilómetros y el desnivel de subida de 340 metros, estando la ruta bien señalizada como ya expliqué, habiendo cada 500 metros una T roja indicando el camino a seguir, pero el propio sentido común hace que no tenga pérdida.

Teniendo todo esto en cuenta es conveniente prever no comenzar la subida ni realizar el descenso demasiado tarde para evitar que se haga de noche, ya que caminar en la oscuridad requiere mucha atención y puede ser peligroso.

¿Qué equipo hay que llevar?

Aunque en principio la respuesta es de sentido común, debido llevar unas botas de trekking que brinden un buen agarre y soporte en diferentes superficies y que la suela no resbale en el caso de que sorprenda la lluvia o un tiempo húmedo, es increíble observar como hay gente que realiza la excursión con chanclas, playeras o zapatos de vestir, una auténtica imprudencia.

También sería aconsejable llevar varias capas de ropa para jugar con las temperaturas que se vayan dando en las diferentes cotas de altura, incluyendo un chubasquero o cortavientos por si se pone a llover o nos sorprenden fuertes rachas de viento.

Ni que decir tiene que también hay que meter en la mochila suficiente agua y comida (bocadillos, frutos secos y chocolate).

CABAÑA BERDALEN

Como ya se ha visto, el hecho de que el primer día en Stavanger dieran lluvia, nos haría modificar nuestros planes para contar de esta manera, en los dos días sucesivos, con un tiempo excepcional que nos permitiría realizar dos de las rutas más emblemáticas de Noruega.

Esto nos supondría un único inconveniente respecto a cómo teníamos montada nuestra ruta inicial y es que hoy tendríamos que dirigirnos desde el Preikestolen al alojamiento que habíamos contratado en un lugar recóndito idóneo para la planificación inicial, pero no tanto en el caso de los cambios realizados, pues pasábamos de las dos hora y media de trayecto a cuatro. Algo que tampoco nos importaría si tenemos en cuenta el subidón y la alegría que nos había supuesto conseguir nuestros objetivos.

De esta manera y tras 210 kilómetros llegábamos hasta el alojamiento de esta noche. Habíamos elegido una hermosa cabaña cerca del pueblo de Berdalen, un lugar perdido en la nada que nos pillaba de paso hacia donde nos dirigíamos mañana y por el que optamos para no tener que hacer todo el recorrido de una vez.

Cabaña Berdalen

El entorno estaba rodeado de montañas y un camino llevaba hasta la puerta. La casa y las habitaciones eran amplias y modernas. Había un buen sistema de calefacción y tenía un gran baño con una enorme ducha. La cocina está bien equipada con vitrocerámica y lavavajillas. En definitiva una cabaña de lo más acogedora que tan sólo íbamos a poder disfrutar las horas necesarias para dormir. La dirección exacta era: Ørnefjell Hyttegrend, 43, Bykle kommune, Agder 4754.

Cabaña Berdalen

Afortunadamente, llevábamos comida suficiente para poder prepararnos la cena, así que optaríamos por pasta y sin tiempo que perder nos meteríamos en la cama pues nuestros cuerpos pedían desde hacía ya unas horas un buen descanso.


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