GRECIA - DIA 02. Atenas: De la Acrópolis al barrio de Plaka

27 de Agosto de 2022.

Me levanté nervioso, con la sensación que tienen los niños en su primer día de colegio, y es que en pocos minutos estaría delante de uno de los monumentos más importantes no ya de Grecia, sino del mundo. No cabe duda que me refiero a la Acrópolis, la maravilla universal  de la civilización griega, la cual provoca el fervor de millones de personas.

Haciendo caso al mismo consejo que se repite hasta la saciedad en cualquier blog que pude consultar al preparar este viaje, me levanté muy temprano para, tras desayunar en el hotel, estar ya merodeando la entrada de la Acrópolis media hora antes de su apertura a las 08:00.

Quería ser el primero en poner el pie en este lugar de culto consagrado a la diosa Atenea, protectora de la ciudad, en acceder a uno de los conjuntos arqueológicos más famosos del mundo. Y es que es todo un privilegio poder disfrutar de este recinto histórico sin la cantidad ingente de personas que en apenas una hora, empezarían a poblarlo y por tanto acabarían con parte de su magia. Un lugar que es un milagro que siga existiendo, dados los saqueos bélicos, el robo de tesoros de los templos y la polución.

ACRÓPOLIS

A la hora indicada accedía al recinto gracias a que la entrada ya la había comprado casi un mes antes en la página https://etickets.tap.gr/ En mi caso optaría por la entrada combinada que también te da opción a la visita de otros lugares de gran importancia como el Ágora Antigua, el Ágora Romana, la Biblioteca de Adriano, la escuela de Aristóteles, el cementerio Kerameikos y el templo de Zeus Olímpico. El precio es de 30 euros y te da derecho a la visita de esos lugares durante cinco días después del primer uso.

Después de la destrucción de todos los edificios a manos de los persas en el 480 a. C. Pericles convenció a los atenienses para iniciar un gran plan de reconstrucción que alumbró una nueva etapa de oro. Los principales arquitectos, escultores y pintores transformaron la Acrópolis con hasta tres templos y una monumental entrada.

Era el momento más esperado, en el que era recibido por casi tres mil años de historia, comenzando mi visita a la Acrópolis por la puerta Beulé, que fue la primera entrada al recinto y debe su nombre al arqueólogo francés que la descubrió en 1852. Fue construida, con carácter defensivo, como parte de las fortificaciones de la Acrópolis romana, tras el saqueo de una tribu germana.

La puerta anterior me daría paso a los Propileos, la majestuosa entrada a la colina sagrada. Estos se remontan al siglo IV a.C., están integrados por un vestíbulo y unos pórticos rodeados de columnas dóricas y jónicas, y su monumentalidad parece haber sido la única justificación de estas construcciones. Mientras que los santuarios griegos se contentan con entradas modestas, más utilitarias que decorativas, Atenas quiso encarnar aquí el orgullo de una gran ciudad que detuvo a los persas.

Propileos. Acrópolis

Las guerras del Peloponeso detuvieron las obras y estos nunca se terminaron, por lo que del plano original sólo se realizó la parte central, el ala izquierda y la fachada del ala derecha.

Si uno observa con detenimiento se comprueba que el ala derecha, mucho más pequeña, es ilustrativa del talento de su arquitecto Mnesicles, ya que por medio de artilugios consiguió dar una apariencia de simetría al monumento, simetría desmentida por los planos.

A la derecha de los propileos se encuentra el pequeño templo de Atenea Niké, una obra maestra de la arquitectura jónica, construido con luminoso mármol del Pentélico, para conmemorar las victorias atenienses sobre los persas, tal como puede verse en el friso.

La leyenda cuenta que fue este el lugar desde el que el rey Egeo se arrojó al mar, al creer que su hijo Teseo había muerto en Creta a manos del minotauro, ya que al regreso se le olvidaría izar velas blancas en lugar de las habituales velas negras, pacto al que había llegado con su padre.

Templo de Atenea Niké. Acrópolis

Situado a la misma altura que el templo de Atenea Niké, pero en el lado contrario, se puede observar el pedestal de Agripa, construido  originalmente en honor de Eumenes II de Pérgamo en el 178 a.C. para conmemorar su victoria en la carrera de carros de los juegos Panateneos. En lo alto del pedestal hubo, pues, una cuadriga de bronce conducida por Eumenes y su hermano Átalo. Hacia el 27 a.C., este carro fue reemplazado por otro, dedicado por la ciudad de Atenas a Marco Agripa, yerno del emperador Augusto, en agradecimiento por el odeón que dicho personaje erigió en el ágora.

Pedestal de Agripa. Acrópolis

Enseguida, después de los Propileos,  a la derecha y siguiendo la Vía Sagrada que conduce a la fachada del Partenón, yacen ruinas de diversos monumentos antiguos que se reconocen por sus cimientos como varios témenos o recinto sagrados dedicados a diferentes dioses y la Calcoteca o depósito de bronces. En el lado opuesto, a la izquierda de la Vía Sagrada, se alzaba la célebre estatua de  Atenea Promacos, de Fidias. Fundida en bronce, medía nueve metros de altura. Demóstenes cuenta cómo fue pagada con el diezmo del botín de las guerras Médicas. Permaneció en la Acrópolis hasta la época del emperador Justiniano, quien se la llevó a Constantinopla donde desapareció.

Y ahora sí, sería imposible ya dejar de mantener mi mirada fija en el Partenón, verdadero protagonista de la Acrópolis. Su construcción fue dirigida por Fidias en tiempos de Pericles (siglo V a.C.) De estilo dórico tiene ocho columnas en cada frente (en vez de seis) y 16 (en lugar de trece) en los laterales, consiguiendo de esta manera un equilibrio único y una perfección matemática pocas veces antes vista. Todo el Partenón se construyó con una proporción 9:4 para hacerlo completamente simétrico. Además los escultores también usaron efectos ópticos para contrarrestar las leyes de la perspectiva.

Partenón. Acrópolis

Hay que decir que el monumento original estaba pintado con colores que iban desde el rojo oscuro o el marrón hasta el blanco o el azul oscuro, pasando por tonos ocres e incluso oro. Resulta complicado, hoy en día, imaginarse el efecto que le daría tal policromía.

Las esculturas de los frontones y de las metopas eran otra de las glorias del Partenón, pero muy pocas han permanecido en el lugar. Hoy en día están expuestas en el museo de la Acrópolis, al que luego me dirigiría, en el Louvre y sobre todo en el museo Británico, y ya no queda prácticamente nada  de las obras maestras de Fidias dedicadas a Atenea y que adornaban los frontones. De hecho, en el del lado oeste hubiera sido espectacular poder contemplar la representación del combate entre Atenea y Poseidón para el control del Ática, sin embargo sólo quedan dos figuras.

Partenón. Acrópolis

Partenón. Acrópolis

El interior del templo estaba compuesto por dos salas denominadas cella. La del este albergaba la enorme estatua de Atenea, hecha en oro y marfil, obra maestra de Fidias. Con una altura de doce metros sobre un zócalo de tres metros, la diosa estaba de pie, vestida  con una larga túnica. Su mantenimiento requería mil precauciones y el marfil, por ejemplo, debía conservarse con cierto nivel de humedad, de ahí la importancia del recipiente lleno de agua que se encontraba a sus pies. No cabe duda de que encontrarse ante semejante obra debía imponer cuanto menos. La cella oeste, por su parte, era la sala trasera y estaba reservada para las sacerdotisas.

Partenón. Acrópolis

Era el momento de pasar a observar el Erecteón, uno de los ejemplos más perfectos, pero también más complejos, de la arquitectura griega, el cual se alza sobre el límite norte de la Acrópolis, más o menos a medio camino entre los dos extremos de la colina. Se eleva en la parte más sagrada de la meseta, donde eran honradas otras divinidades. La leyenda sitúa en este lugar el duelo entre Atenea y Poseidón para la posesión del Ática. A golpes de tridente Poseidón hizo surgir un lago salado, mientras que Atenea ofreció un olivo. Reconocida como victoriosa, se reconcilió con su adversario y sus cultos fueron asociados en torno al árbol y al lago.

Erecteón. Acrópolis

Famoso por su elegante y ornamental arquitectura jónica y sus cariátides, este extraordinario monumento está construido en diferentes niveles. La gran cella o sala interior rectangular se dividió en tres salas, una de las cuales albergaba la estatua de Atenea Polias, tallada con madera del olivo sagrado. La cella estaba rodeada por pórticos al norte, al este y al sur. Éste último es el pórtico de las Cariátides, cuyas originales se encuentran hoy  en el museo de la Acrópolis, por lo que las que se pueden observar son copias. Es interesante asomarse al lado opuesto del templo para contemplar la vista sobre el barrio de Plaka, la villa romana y el nordeste de Atenas.

Erecteón. Acrópolis

Erecteón. Acrópolis

Erecteón. Acrópolis

Tras este último monumento, serían varios los paseos que volvería a dar por la explanada sagrada, disfrutando así de nuevas perspectivas tanto de las construcciones como de las fabulosas vistas que se obtienen en cualquier dirección e intentando absorber todos los detalles que mi vista y mi cerebro podían abarcar, hasta que una auténtica marea humana empezó a poblarlo todo y consideré que era el momento idóneo para abandonar tantos siglos de historia.

Partenón y Erecteón. Acrópolis

Recalco, como ya han hecho tantos otros que han pasado por la Acrópolis, y tras haberlo vivido, que son escasos 45 minutos los que se dispone en temporada alta para conseguir disfrutar en relativa soledad del recinto, ya que de primeras, yo por ejemplo, ya entré con unas cincuenta personas que también tenían la lección aprendida de madrugar. A partir de ahí el tiempo va jugando en tú contra pues cada pocos minutos entran hordas de personas, por lo que cuando me marché a las 10:30, había cola hasta para salir y no exagero.

En la retirada aprovecharía para dirigirme a los flancos sur y oeste de la Acrópolis y allí visitar otros restos de suma importancia en los que apenas había reparado a la llegada.  Por un lado, el teatro de Dioniso, que vio nacer el drama clásico y fue el primer teatro construido en piedra. Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes representaron aquí todas sus obras en los concursos de teatro del festival anual ante 17.000 almas que asistían a verlas. Por otro, el teatro de Herodes Ático, también llamado Odeón, construido hacia el año 161 por el mecenas que le dio el nombre, bienhechor de Atenas y amigo del emperador Adriano. Su aforo es de 5000 personas y está en perfecto estado de conservación, utilizándose todavía hoy en día durante el verano entre los meses de junio y septiembre.

Teatro de Dionisio. Acrópolis

Atenas desde la Acrópolis

Odeón de Herodes Atico. Acrópolis

Aunque en un principio mi idea era visitar a continuación el museo de la Acrópolis, decidiría dejarlo para más tarde dado que cerraba a las 20:00 y encaminarme a otro lugar de suma importancia y que antes cerraba por las tardes, por lo que no quería ir con agobios. Aunque ahora en verano se ha ampliado también su horario hasta las 20:00, algo de lo que me enteré allí. Estoy hablando del Ágora Antigua.

ÁGORA ANTIGUA

El ágora (palabra griega que significa reunión) se sitúa sobre una pequeña elevación y en su momento constituyó el corazón de la ciudad clásica como centro de la actividad política, comercial, administrativa, judicial y social, así como destacado espacio religioso y cultural. El sitio fue ocupado sin interrupción en todas las épocas de la historia de la ciudad. De hecho, ya fue utilizado como zona residencial y necrópolis desde finales del Neolítico.

Quedan pocos edificios en pie de la antigua ágora, hoy convertida en un agradable espacio verde de paseo donde aparecen restos de dichos edificios o esculturas como el torso de Adriano, obra del siglo II d.C. que representa el cuerpo del emperador ataviado con una coraza. Por ello voy a ceñirme a los más destacados.

Escultura de Adriano. Ágora Antigua

Es el templo de Hefesto, dios del fuego y la metalurgia, el edificio más importante, siendo seguramente el santuario griego mejor conservado, quizá porque durante la época cristiana fue transformado en iglesia dedicada a San Jorge.

Templo de Hefesto. Ágora Antigua

Es una gozada pasear entre sus 34 columnas dóricas, e imaginar los ritos antiguos en la cella admirando al mismo tiempo algunos vestigios de frisos de la fachada, mientras que las metopas cuentan las hazañas de Heracles y de Teseo. Por no hablar de las hermosas vistas que se consiguen desde la terraza del templo.

Templo de Hefesto.Ágora Antigua

Saliendo del templo, a la derecha, yacen las ruinas amontonadas de lo que fue el senado, donde sus 500 miembros decidían las leyes de la ciudad, y el santuario de la madre de los dioses, que servía para guardar los archivos del Estado.

Unos metros más allá se extienden las ruinas del Tholos, edificio circular sede de los pritanos, los cincuenta senadores que garantizaban la continuidad del senado.

Al lado se puede ver el recinto de los Héroes epónimos, acondicionado hacia mediados del siglo IV a. C., donde los griegos honraban a los protectores de las diez tribus del Ática (especie de religión de los Antiguos).

Continuando hacia el pórtico de Atalo enseguida llegaría a las ruinas del gran Odeón de Agripa. La entrada está señalada por tres estatuas colosales donde se pueden ver dos tritones y un gigante sobre un macizo pedestal. Formaban el pórtico de un gimnasio construido hacia el año 400, sin duda el edificio más importante de la Universidad de Atenas.

Odeón de Agripa. Ágora Antigua

Este Odeón servía de marco a los cursos de retórica dados por los sofistas, pero el edicto de Justiniano del año 529, ordenando el cierre de las escuelas de Atenas, le daría el golpe de gracia definitivo.

Muy cerca de este último se halla el templo de Ares, aunque es prácticamente un espacio diáfano del que tan sólo quedan restos de un par de columnas.

Templo de Ares. Ágora Antigua

Es también interesante la pequeña iglesia de los Santos Apóstoles, construida en el siglo XI sobre las ruinas de una antigua fuente de ninfas romana. Aunque sufrió daños importantes durante la ocupación otomana, los restos de los frescos bizantinos del interior se han conservado y han sido restaurados.

Iglesia de los Santos Apóstoles. Ágora Antigua

Cerrando el ágora por la parte este se encuentra la deslumbrante fachada del pórtico de Atalo, rey de Pérgamo, quien la mandó construir hacia el 150 a. C. Lo hizo en agradecimiento por la educación que había recibido en Atenas. El conjunto podía acoger más de cuarenta tiendas, cuyo espacio era alquilado por el Estado ateniense a los comerciantes. De hecho este lugar constituía un centro de comercio y de paseo para los ciudadanos locales, que podían reunirse y discutir en él resguardados del sol en verano y del frío en invierno.

Pórtico de Átalo o Museo del Ágora

Decir como curiosidad que el 16 de abril de 2003 aquí tendría lugar la firma para la ampliación de la Unión Europea con diez nuevos países.

Hoy hace las funciones de Museo del Ágora y se encuentra dividido en dos partes con piezas encontradas en el mismo yacimiento arqueológico. Bajo el pórtico hay una importante colección de esculturas representativas de varios siglos de arte griego. Hay que destacar sobre todo las estatuas de Apolo, Afrodita, Nereida, un hermoso torso de mujer y una maravillosa Victoria alada.

Pórtico de Átalo o Museo del Ágora

En las salas del museo son interesantes las colecciones de cerámicas, un curioso reloj de agua que servía para medir el tiempo de los juicios, monedas del siglo VI a.C. al año 1831, objetos relacionados con la vida pública y lámparas de arcilla.

El horario tanto del Ágora como del museo es de 08:00 a 20:00 y la entrada está incluida en la combinada de varios yacimientos.

BIBLIOTECA DE ADRIANO/PANAGIA GRIGOROUSSA

Dada la cercanía mi siguiente parada sería para visitar la biblioteca de Adriano, quien construyó este lujoso edificio con cien columnas corintias en el año 132 d.C. La mayor parte del espacio estaba ocupada por un sombreado patio de mármol, con jardines y un estanque. Había también salas de lectura y música y hasta un teatro. La biblioteca en sí se encontraba en el extremo este, donde se pueden ver los huecos de mármol que guardaban los rollos manuscritos.

Biblioteca de Adriano

Biblioteca de Adriano

También se pueden ver los restos de dos antiguas iglesias que ocuparon el lugar en el pasado.

Su horario es de 08:00 a 20:00 y se encuentra incluida en la entrada combinada.

A continuación me detendría en la iglesia Panagia Grigoroussa, a la que dicen que es necesario acudir si se ha perdido algo. Cada sábado la iglesia oficia una liturgia para bendecir las tartas de los parroquianos. Se cree que cuando se comen, el objeto perdido reaparece.

Iglesia Panagia Grigoroussa

ÁGORA ROMANA

Pero tras esta parada un tanto anecdótica, continuaba con la visita a otro importante yacimiento arqueológico, en este caso el Ágora Romana o también llamado Foro Romano. Esta plaza pública, centro de la actividad comercial de Atenas hasta muy tarde, fue construida bajo el patrocinio del emperador Octavio César Augusto entre los años 19 y 11 a.C. Se amplió y embelleció durante el reinado del emperador Adriano, momento en que se pavimentó la basílica o tribunal.

Hoy apenas quedan unos cuantos mármoles blancos caídos en el corazón de la ciudad, cuya alineación permite hacerse una idea de lo que pudo ser. Sin embargo, sí que se han conservado la puerta de Atenea, un hermoso propileo dórico que marca la entrada oeste del ágora, y la llamada Torre de los Vientos, admirable construcción octogonal que fue construida bajo el mandato de Julio César. Cada uno de sus lados está orientado hacia los ocho puntos del horizonte ateniense, a los que correspondían los vientos cuyos nombres y figuras están esculpidos en el friso. Albergaba también un complicado mecanismo que regulaba la entrada de agua a un cilindro. En éste, los niveles sucesivos indicaban la hora. El depósito se encontraba en el exterior, en una pequeña torre redonda adosada a la fachada sur.

Puerta de Atenea. Ágora Romana

Torre de los Vientos, Ágora Romana y Acrópolis

Frente a la torre anterior tampoco pasa desapercibida la pequeña y hermosa mezquita de Staropazarou o Cammi Fathiye, testimonio del periodo turco. Sería mandada construir por orden de Mohamed II, poco después de la conquista otomana, sobre las ruinas de una basílica bizantina.

El horario del ágora romana es de 08:00 a 20:00 y está incluida en la entrada combinada de distintos monumentos.

Había llegado el momento de la merecida comida, lo que haría en uno de los muchos restaurantes que están al lado del museo de la Acrópolis. No tengo muy claro el nombre o si este coincide con la dirección, pero esta sería Makriyianni 3. Aquí probaría mi primer gyros, parecido a un kebab turco, y mi primera cerveza griega y ambos me gustaron bastante. Pagaría diez euros por ambos.

Comiendo Gyros en Atenas

Como comentaba, estaba sólo a unos pasos del museo de la Acrópolis por lo que era el momento de visitarlo y así no tener que estar pendiente de los horarios de ningún monumento o edificio más lo que restara de tarde una vez visitase este lugar.

MUSEO DE LA ACRÓPOLIS

El museo de la Acrópolis se inauguró en junio de 2009 y es diez veces más grande que el museo anterior. Es uno de los más importantes del mundo en lo que al arte se refiere, y al que se le puede dedicar todo el tiempo que uno quiera. En su interior se distribuyen más de 4.000 mil piezas esencialmente escultóricas, algunas de enorme tamaño y procedentes en su mayoría de los edificios de la Acrópolis, distribuidas en tres plantas (más una cuarta para exposiciones temporales, tienda y complementos), con un vestíbulo y nueve salas que se reparten en cinco galerías temáticas. La primera de estas galerías es la de la falda de la Acrópolis. Después de cruzar el interior de la planta baja, me encontraría una amplia habitación con paredes y suelo de cristal inclinado que deja a la vista la pendiente de la Acrópolis, con sus excavaciones arqueológicas, restos procedentes de los santuarios que se establecieron en las faldas del recinto y objetos que utilizaban los atenienses en la vida cotidiana de todas las épocas históricas. A la izquierda podría apreciar los grandes  santuarios establecidos en las laderas de la roca, y en el lado derecho los santuarios menores y los asentamientos que se desarrollaron en las laderas de la colina.

Museo de la Acrópolis

Museo de la Acrópolis

Al estar la colección organizada cronológicamente, a continuación pasaría a la galería arcaica donde se muestran fragmentos de esculturas de los frontones pintados en los que se ven escenas mitológicas de Heracles luchando contra monstruos.

En la galería del Partenón se puede observar una presentación en video sobre este templo y la decoración escultórica del monumento. En la misma zona se presentan inscripciones de mármol, datos sobre los costes de construcción, modelos de las estatuas de Atenea, metopas,  restos de los frisos (con los moldes copiados de los que se conservan en el museo Británico y el Lovre, en espera de que algún día sean devueltos), etc.

La galería de los Propileos y de los templos clásicos (Erecteión, Atenea Niké) ofrece obras únicas que se convirtieron en prototipos para los periodos posteriores, desde la Antigüedad hasta hoy. A destacar el artesonado de los Propileos y las esculturas de la balaustrada del templo de Atenea Niké, así como las famosas cinco cariátides del Erecteión.

Cariátides. Museo de la Acrópolis

Finalmente, en la galería posterior al siglo V a.C. hasta época romana se pueden ver relieves escultóricos, inscripciones atenienses, bustos y demás retratos de filósofos y otras figuras históricas, copias romanas de obras maestras clásicas. A destacar, piezas procedentes del santuario de Artemisa Brauronia.

Estaba un poco saturado de todo lo que había podido contemplar en tan pocas horas y necesitaba asimilarlo y cambiar un poco de aires, por lo que optaría por pasear por el sendero Dionisiou Areopagitou, bordeado de árboles y que conecta todos los yacimientos arqueológicos del centro de Atenas y ofrece magníficas vistas.

COLINA DE AREÓPAGO

Mi intención además era llegar desde él hasta otro lugar imprescindible en una visita a la capital griega. Me refiero a la colina de Areópago, hoy un promontorio rocoso del que quedan algunos escalones en la cumbre y se obtienen una de las mejores vistas tanto de la Acrópolis como del resto de la ciudad. El lugar fue durante la Antigüedad la colina de Ares, donde funcionó primero el consejo de ancianos de Atenas, convertido después en alto tribunal de apelación para casos penales y civiles.  De hecho, la mitología griega contaba que el dios Ares había sido juzgado y absuelto aquí por los demás dioses tras haber matado al hijo de Poseidón. También aquí San Pablo pronunció su famoso sermón y convirtió a los primeros atenienses al cristianismo. Además, por si fuera poco, este lugar sirvió como punto estratégico para persas y turcos a la hora de atacar la Acrópolis de Atenas.

Acrópolis desde Colina de Areópago

Atenas desde Colina de Areópago

ANAFIOTIKA Y PLAKA

Desde aquí optaría por pasar el resto de la tarde en dos de los barrios más característicos de la ciudad. Por un lado, el encantador Anafiótika, situado bajo las laderas septentrionales de la Acrópolis, con casas encaladas, tejados azules, estrechas calles y sus característicos gatos perezosos y macetas de albahaca, teniendo la atmósfera típica de un pueblo de las islas griegas.

Barrio de Anafiotika

Barrio de Anafiotika

Y es que su historia es curiosa. El barrio nació durante el reinado de Otto, el príncipe bávaro que en 1832 se convirtió en el primer rey moderno del país. Se necesitaban trabajadores de la construcción para trabajar en el palacio del rey, y provenían de la isla de Anafi, una pequeña isla en la cadena de las Cícladas, que por nostalgia construyeron aquí sus casas de la misma manera que estaban construidas allí.

Por razones arqueológicas, en 1950 muchas de esas casitas serían derribadas y en 1970 el estado griego comenzó a comprarlas, quedando en la actualidad poco más de cuarenta casas.

Pasear por sus callejones y ver este vecindario único, planeado para que se parezca a una isla griega, realmente te hace sentir como si hubieras retrocedido en el tiempo, lejos del ruido y el ajetreo. Me encantó este pequeño rincón secreto de Atenas.

Barrio de Anafiotika

Aunque está un poco escondido, tal vez la mejor manera de encontrarlo sea buscando la calle Thespidos, girar a la derecha y continuar recto y te encontrarás de lleno en el mismo.

El otro barrio tradicional por el que me iba a perder durante la tarde sería el inconfundible Plaka, con sus pintorescas y sinuosas calles, casas neoclásicas de colores pastel y animados restaurantes y cafés. Animado y colorido es una necesidad absoluta en la visita a Atenas.

Barrio de Plaka

Barrio de Plaka

Su calle principal es Adrianou que, según las excavaciones realizadas, puede ser la más antigua de la capital, todavía en uso continuo con exactamente el mismo trazado desde la Antigüedad.

Entre los puntos de interés del barrio, habría que mencionar en primer lugar la iglesia de Agios Nikolaos Rangavás, una capilla bizantina de la primera mitad del siglo XI, aunque reparada en el siglo XVIII. En origen fue una iglesia privada perteneciente a la aristocrática familia Rangavás, aunque luego se convirtió en una parroquia. Un templo muy popular todavía en activo donde, a menudo, se celebran bodas y demás ceremonias. Es de planta de cruz griega con cúpula elevada, y en su interior se conservan numerosos iconos y cuatro columnas de mármol sosteniendo la cúpula.

Iglesia Agios Nikolaos Rangavas. Barrio de Plaka

Muy cerca de la anterior descubriría la pequeña iglesia de San Jorge de la Roca (Agios Giorgios tou Vrachou), construida en el siglo XVII. Es de una sola nave con bóveda de cañón, y tiene el carácter popular de los edificios religiosos levantados durante la dominación otomana. Su nombre se debe a la proximidad a la roca de la Acrópolis. A pocos metros del jardín que la rodea por el este se sitúa una lápida dedicada a Konstantinos Koukidos, un guardia de la Acrópolis que, según la tradición, se suicidó lanzándose desde la roca envuelto en una bandera griega cuando los alemanes entraron en la ciudad en 1941.

Iglesia de San Jorge de la Roca. Barrio de Plaka

Otras iglesias cercanas serían la de San Juan Evangelista (Agios Ioannis Theologos), originaria de los siglos XI – XII, con diversas modificaciones posteriores y la de Agios Dimitrios, un sencillo edificio del siglo XVII con una sola nave cubierta por bóveda de cañón.

Mi siguiente parada sería en la plaza Lysikratou, marco para la llamada linterna de Lisícrates, un monumento que es conocido como el primer uso del orden corintio en el exterior de un edificio y que se ha reproducido ampliamente en otros monumentos modernos y elementos de construcción.

Linterna de Lisícrates.Plaza Lysicratou. Barrio de Plaka

Se construyó por orden e iniciativa de Lisícrates, un rico mecenas de actuaciones musicales en el teatro de Dionisio, para conmemorar la concesión del primer premio en 335 a.C. a una de las actuaciones que había patrocinado.

Siguiendo por la calle homónima a la plaza Lysikratou me encontraría con la iglesia Agia Ekaterini, que data del segundo cuarto del siglo XI, cuando se dedicó a San Teodoro. Sin embargo, posteriormente se remodeló, y pasó a ser parroquia dedicada a Santa Catalina. Conserva su planta de cruz griega.

Otro edificio religioso en el barrio sería la iglesia de la Transfiguración del Salvador (Sotiras tou Kotaki). Durante la guerra de la Independencia de Grecia sufrió graves daños. Hasta mediados del siglo XIX sirvió de parroquia de la comunidad rusa local, siendo reformada posteriormente dotándola de campanario y un elegante pórtico.

De esta manera daba por finalizadas las visitas turísticas del día de hoy, pues estaba agotado. El resto del tiempo lo seguiría dedicando a pasear sin rumbo fijo por Plaka y sentarme primero a tomar algo en una cafetería – restaurante llamada Diogenes donde su agradable terraza en el corazón del barrio, protegida por la sombra de los árboles, engaña a ingenuos como yo. Sólo digo que la coca cola que me pedí me costó cuatro euros y encima el servicio fue desagradable ya que esperaban que pidiera algo más al ser para muchos la hora de la cena.

En segundo lugar, me sentaría ya para cenar en un restaurante familiar especializado en comida griega llamado Kyklamino, muy cerca de la plaza Monastiraki, por lo que ya aprovecharía para antes hacer una incursión en ella y en las animadas calles de los alrededores repletas de todo tipo de comercios y tiendas de recuerdos. El ambiente era brutal.

Plaza Monastiraki

Restaurante Kyklamino

Por recomendación del dueño del restaurante, después de haberme consultado si tenía hambre, lo que era afirmativo, me pediría un menú que incluía dos platos y la bebida por 15 euros. Elegiría la Moussaka, similar a la lasaña pero hecha con capas de berenjena en vez de con capas de pasta, queso frito y de beber coca cola. Tengo que decir que terminaría con todo pero que casi salgo rodando. Fue demasiado pero me pudo más la gula. Por si fuera poco, me traerían de postre una pequeña degustación de dulces griegos, algo que ya me sucedería también ayer, por lo que parece que es una tradición que tienen y por la que no te cobran nada.

Moussaka en Restaurante Kyklamino

En cualquier caso siempre es un placer irse a la cama después de degustar, por segunda noche, la excelente gastronomía griega de la que tan buenas referencias había escuchado.


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