PATAGONIA SUR - DIA 17. De los Cuernos al refugio Torre Central

7 de Enero de 2018.

Ayer llegaba bajo la lluvia al refugio y no tendría oportunidad de poder admirar los famosos cuernos, otro gran reclamo del Parque, al estar totalmente cubiertos por las nubes. Hoy la suerte cambiaría y el día amanecía bastante despejado, ofreciéndome una bonita imagen de los mismos. De todas maneras, durante la ruta de hoy, tendría oportunidad de verlos muchas veces más, por lo que no tardaría mucho en entrar a desayunar al comedor, donde volvería a disfrutar de huevos revueltos, cereales, zumos y leche. En esta ocasión me tocaría en frente una chica alemana de unos ojos azules impresionantes que hablaba castellano y que me impresionó casi tanto como algunos de los paisajes que llevaba vistos, lástima que a mitad de la charla, el novio se incorporara a la misma.

Cuernos del Paine desde el Refugio

Pero ciñéndonos a la ruta de hoy, la primera parte, como decía, podría ir admirando Los Cuernos desde diferentes perspectivas mientras caminaba. Al principio girándome  cada pocos pasos, pues los tenía a mis espaldas y después observándolos a mi izquierda, ofreciéndome panorámicas muy distintas según los kilómetros pasaban.

Cuernos del Paine desde el Refugio

Cuernos del Paine camino al Refugio Torre Central

Cuernos del Paine camino al Refugio Torre Central

De la Cordillera Paine, Los Cuernos son los que mejor muestran los fenómenos telúricos que azotaron este territorio hace unos doce millones de años. El granito de sus paredes, son el magma que emergió del corazón de la tierra en aquel entonces y que se fue paulatinamente solidificándose  con el pasar de los milenios. Dicho granito quedó al desnudo durante el reino de los glaciares, que fueron rasgando la montaña y dejando en su superficie la roca sedimentaria. Las cimas negras de los cuernos corresponden a dicha roca. Por cierto que si se llega a estos desde Portería Sarmiento se consigue una vista imponente, ya que después de pocos kilómetros se puede tener una panorámica frontal de los cuernos, junto a los lagos Nordenskjöld y Pehoé, que en mi caso no podría conseguir por falta de tiempo, quién sabe si algún día tendré oportunidad de volver.

Cuernos del Paine camino al Refugio Torre Central

Cuerno del Paine camino al Refugio Torre Central

Cuerno del Paine camino al Refugio Torre Central

Cuernos del Paine camino al Refugio Torre Central

No sin mucho tardar, los Cuernos quedarían atrás y empezaría a fijarme en las aguas turquesas del lago Nordenskjöld, que llevaba acompañándome ya un buen rato, teniéndolo siempre a mi derecha.

Lago Nordernskjöld camino al Refugio Torre Central

Lago Nordernskjöld camino al Refugio Torre Central

Hay que reconocer que, salvo una o dos subidas duras, hoy estaba siendo una jornada relajada, sin viento y con calor, algo que ocurría por primera vez en siete días y que me haría quitarme el abrigo y es que aunque el clima se estaba portando bastante bien conmigo, es cierto que la temperatura no había superado nunca los quince grados, así que estaba siendo un verano fresquito.

Por otro lado, a mi izquierda, también se dejaba ver el imponente monte Almirante Nieto, con increíbles perspectivas del mismo.

Como iba sobrado de tiempo, decidiría sentarme en un mirador natural para disfrutar de las vistas del lago Nordenskjöld, quedándome allí como una hora relajándome.

Lago Nordernskjöld camino al Refugio Torre Central

A cinco kilómetros de llegar al refugio Las Torres encontraría el desvío hacia el refugio Chileno, desde donde se parte a la base de las Torres. Estuve tentado en hacerlo todo de una vez en este momento, pero la mochila pesaba demasiado para el desnivel que tenía que afrontar y el cielo se empezaba a cubrir de nubarrones negros, por lo que opté por dirigirme mejor a mi alojamiento.

Atajo al Refugio Chileno

La ruta continuaría dejando atrás el lago Nordenskjöld y atravesando algún que otro puente colgante con los que tanto estaba disfrutando, además de dejar a mi izquierda una nueva laguna de aguas oscuras.

Llegando al Refugio Torre Central

Llegando al Refugio Torre Central

Poco después podría divisar ya a lo lejos las instalaciones del complejo Las Torres: cabañas, camping y refugio. Para alojarme elegiría el último de ellos, pues aunque era caro, bien me lo merecía tras la paliza que llevaba a mis espaldas.

Llegaba a las 14:00, habiéndome recreado bastante por el camino, y minutos antes de entrar por su puerta había comenzado a llover lo que presagiaba una tarde de lo más relajada.

Torres del Paine desde Refugio Torre Central

Torres del Paine desde Refugio Torre Central

Creo que sería el que más me gustaría de todos en lo que estuve, pues todo en él era comodidad. La cama de mi habitación tenía un colchón increíblemente confortable y disponía de inmensas taquillas donde poder dejar las mochilas (no olvidar candado) y encima sobrándote espacio. La calefacción mantenía a una temperatura perfecta la habitación y los baños contaban con duchas individuales y bancos para sentarse, estando impolutos. Las zonas comunes como el salón - comedor y los pequeños reservados  estaban decorados con buen gusto y también eran todo comodidad con bar, música, cojines, solicitud de todo tipo de bebidas, etc. Parecía mentira que en los confines del mundo pudiera haber tanto lujo.

Refugio Torre Central

Refugio Torre Central

Me pasaría toda la tarde disfrutando de todo lo anterior, descansando y relajándome, pues mañana me esperaba la última etapa en Torres del Paine, la de la base y mirador de las Torres, la más épica y famosa de todas las que se pueden realizar. Desgraciadamente las previsiones meteorológicas no eran buenas y todo parecía indicar que mañana iba a ser un día pasado por agua y con grandes nubarrones, lo que hacía, que de cumplirse, no pudiera terminar de la mejor manera mi estancia en este lugar tan especial, realmente un fastidio y una muy mala noticia, después de tantos momentos increíbles por los que había pasado. Pero bueno todavía había que mantener la esperanza.

Refugio Torre Central

Refugio Torre Central

Refugio Torre Central

Con la anterior preocupación y esos malos presentimientos me marchaba a cenar, disfrutando de una crema de vegetales y salmón a la plancha con puré de guisantes. De postre pastel de limón. Me tocaría un grupo de gente que iba totalmente a lo suyo, por lo que no cruzaría palabra alguna mientras duró la cena.

Cuando llegué a la habitación me encontré que dos camas de las seis estaban vacías, otras dos iban a ser ocupadas por un matrimonio inglés de lo más silencioso y la última de ellas por un chaval también de lo más discreto, con la suerte que nadie roncaría, por lo que iba a dormir a pierna suelta y de un tirón casi nueve horas.

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