DIA 02. CARCASSONNE. Sorprendente ciudad medieval

13 de Abril de 2017.

Tocaba madrugar y es que quería aprovechar al máximo mi estancia en Carcassonne, por lo que a las 07:00 me levantaba y una hora después estaba tomando el tren que me llevaría a la ciudad medieval.

Para desayunar no me complicaría y en la misma estación compraría un batido de chocolate y una napolitana por el módico precio de 3,20 euros.

Estación Toulouse Matabiau

Respecto a los billetes los sacaría anoche en las máquinas de la estación. Hay de dos tipos, los nominativos en los que puedes poner tú nombre y te asignan un vagón y un asiento y fijas una hora concreta de ida y de vuelta, y luego están los abiertos donde sólo fijas el día y según te convenga pues tomas uno u otro tren. Por cierto que valen lo mismo, por lo que ya depende de cada uno y de si hay mucha masificación de gente o no a la hora de que vayan llenos o no y de si quieres arriesgarte a quedarte sin plaza. Yo me decantaría por el nominativo y como estaba la elección de varios idiomas, entre ellos el castellano, pues todo fue fácil y sencillo.

El tren que tuve que tomar fue el que iba dirección Barcelona y tardaría en llegar 45 minutos, por lo que a las 08:50 me encontraba ya en Carcassone.

Estación Toulouse Matabiau

La ciudad se encuentra dividida en dos partes perfectamente diferenciadas. Por un lado la Bastida de San Luis (La Ville Basse), es decir la parte más moderna de la ciudad, donde la gente hace la vida normal, ajena al gran monumento que da vida y sustento a las dos zonas. Y, por otro lado, la increíble urbe amurallada (La Cité), donde se concentra la gran cantidad de turismo de masas que llega hasta aquí.

Cuando salí de la estación lo primero con lo me encontraría, de pura casualidad, sería con el canal du Midi y una de sus exclusas. Ya era la segunda vez que podía verlo, pues en frente de la estación de Toulouse también se puede observar.

Esclusa Canal du Midi

Y sin entretenerme mucho más en la ciudad nueva, me dirigiría, sin perder tiempo, hacia el motivo que es objeto de admiración por todos los que se acercan a este lugar: la famosa ciudadela que evoca lo más romántico de la Francia medieval.

La Cité y la Ville Basse se encuentran unidas por varios puentes, aunque el más famoso es sin lugar a dudas el  Pont Vieux o Puente Viejo, pero lejos de dirigirme hacia él, lo haría hacia otro que se encuentra algo más a su izquierda, el conocido como Pont Neuf o Puente Nuevo, ya que desde él  la perspectiva general que se consigue tanto de La Cité como del Pont Vieux y del río L´Aude es soberbia. Así que no podría empezar mejor la visita y claro está que sería un buen rato el que me pasaría contemplando las maravillosas vistas.

La Ciudadela, el Puente Viejo y el río L´Aude desde Puente Nuevo

La Ciudadela, el Puente Viejo y el río L´Aude desde Puente Nuevo

Desde donde me encontraba no necesitaría más de diez minutos para llegar hasta la iglesia de Saint Gimer, justo a los pies de la ciudadela, y desde donde sale la calle en la que se empieza el ascenso hacia las murallas, las cuales y en pocos segundo iba a tener sobre mí, franqueando la mayor ciudad medieval conservada en Europa.

Ciudadela desde Iglesia de Saint Gimer

Su privilegiada y estratégica situación la hace poseedora de una rica historia, comenzando con la fundación por los romanos en el siglo I a.C., siendo invadida por los visigodos en el siglo V y después arrasada por los sarracenos en el siglo VIII, cayendo bajo la dominación franca posteriormente y uniéndose definitivamente al reino de Francia en el año 1240, por obra de Luis IX, que hizo de ella una importante fortaleza militar.

Según iba ascendiendo por el camino irregular, la emoción iría en aumento al tener cada vez más cerca la doble muralla almenada con sus torres de defensa y empezar a disfrutar de unas perspectivas únicas. No serían pocas las fotos hasta que, tras el esfuerzo de la subida y zigzaguear en varias ocasiones entre el interior de los gruesos muros que ya me acompañaban, conseguía llegar a una de las dos puertas de acceso de la ciudad en el pasado, la llamada d´Aude, la de menor importancia, aunque no por ello menos defendida.

Subiendo a la Ciudadela por la rampa de la Puerta de Aude

La Ciudadela desde la rampa de la Puerta de Aude

Puerta de Aude

Una vez dentro de la fortificación, sólo tendría que subir otra ligera cuesta, de igual nombre que la puerta que acababa de atravesar, que me llevaría hasta la plaza du Chàteau, en la que me plantaba a las 09:45. Y es que aquí se encuentra la entrada del castillo Condal o Château Comtal, construido en el siglo XII como una fortaleza dentro de la misma fortaleza. En su día no se usó sólo como residencia del rey, sino que servía para centralizar la defensa de la ciudad y la vigilancia del valle. A lo largo de los siglos también ha tenido otras funciones como prisión, almacén o alojamiento de soldados.

Castillo Condal y muralla interior

Castillo Condal

El caso es que habría esperando ya en la entrada como unas sesenta personas y todavía quedaba un cuarto de hora para su apertura, por lo que conviene estar pronto si no quieres sufrir una hora o más de fila. Mientras abrían, los que estábamos allí, nos entretendríamos viendo como un profesor impartía clase a sus alumnos de una forma activa y divertida y es que les había hecho formar dos bandos, había repartido espadas de madera y escudos entre ellos y les iba dando directrices de lo que tenían que ir haciendo mientras les contaba la historia sucedida en la región. Se notaba que se lo estaban pasando en grande, al igual que todos lo que estábamos presenciando la magistral clase.

A las 10:00 en punto abrirían las taquillas y, afortunadamente, sólo tendría que esperar unos quince minutos. Aunque pueda parecer mentira no había demasiada gente para cómo se pone Carcassonne en otras ocasiones y es que había acertado con la decisión de venir hoy jueves, pues era día laborable en Cataluña y Francia y gracias a ello el número de visitantes era algo razonable.

Tras pagar los nueve euros y una vez dentro del recinto, comenzaría con la visita del castillo en cuestión, conociendo que pertenecería a la dinastía de los Trencavel, una de las familias más poderosas del Midi durante el siglo XII. El papa Inocencio III llama en 1208 a la cruzada contra la herejía cátara y, por tanto contra ellos que la apoyaban. Carcassonne es asediada y se rinde en agosto de 1209. En 1226, el vizcondado de Carcassonne es anexionado al dominio real, tomando entonces su aspecto de fortaleza, aún vigente hoy en día.

Castillo Condal y muralla interior

Patio de Honor. Castillo Condal

El paseo por sus instalaciones me llevaría a transitar por los principales cuerpos del edificio tales como la torre del homenaje; los caminos de ronda; hermosos patios, la sala de la antigua capilla Sainte –Marie; la sala Pierre Embry, con un retablo de la Pasión; las salas gótica, abovedada, con alguna que otra pintura interesante, y de los arcos; la sala romántica con una preciosa fuente de abluciones de mármol blanco del siglo XII, procedente de la abadía de Lagrasse, por cuyos mascarones, con forma de cabeza humana o de león, fluía el agua; o la sala antigua con un sarcófago paleocristiano.

Patio de Midi. Castillo Condal

Muralla Medieval Oeste desde Castillo Condal

Patio de Midi. Castillo Condal

Fuente de Abluciones.Sala Románica.Castillo Condal

Sin olvidarse de la gran maqueta que permite ver todo el conjunto de una sola vez y del documental subtitulado que se proyecta en la correspondiente sala y que explica durante unos diez minutos la historia de la ciudadela y evoca los acontecimientos pasados a través de las etapas clave de su restauración.

De nuevo, en el patio de honor, es decir el principal espacio que te encuentras nada más entrar, me dirijo hacia el paseo que se realiza por encima de la muralla galorromana norte. Es importante realizar este primero, pues es de ida y vuelta, mientras que el otro sólo es de sentido único y te saca del castillo.

Patio de Honor. Castillo Condal

Lo mejor de este paseo son las vistas que se obtienen del propio castillo Condal y de la ciudad interior, pudiendo ver calles, plazas y gran cantidad de patios interiores de viviendas decorados con sumo gusto. Sin olvidar la imponente torre del Tréseau y la puerta narbonesa, cuya perspectiva es muy diferente desde aquí, encima de las murallas, a la que se puede apreciar desde el suelo.

Carcassone desde Muralla Galorromana Norte

Muralla Galorromana Norte

Carcassonne desde Muralla Galorromana Norte

Puerta Narbonesa y Torre del Tréseau desde Muralla Galorromana Norte

Tras desandar lo andado, me dispuse a realizar el trayecto que te lleva, en sentido contrario, por la muralla medieval oeste y que tiene su acceso en el patio de Midi. Creo que puedo afirmar que este impresiona todavía más que el otro pues te permite apreciar una visión única de muchas de las perspectivas que siempre has tenido de la ciudadela en libros y películas, pasando por la contemplación de elementos fundamentales de la construcción, pudiendo observar de forma inmejorable los detalles y aspectos defensivos con los que contaba la ciudad para impedir la entrada del enemigo.

Castillo Condal y Muralla Medieval Oeste

Castillo Condal y Muralla Medieval Oeste

Muralla Medieval Oeste

Así pude ir viendo la torre de la Justicia o antigua torre de la inquisición; la subida hacia la puerta de Aude, por la que había caminado a primera hora de la mañana, con sus matacanes de defensa; la torre cuadrada del obispo, desde la que se podía vigilar todo el lado oeste de la ciudad, etc.

Muralla Medieval Oeste

Es en esta parte además desde donde mejor se aprecian y más cerca se tienen los polémicos tejados cónicos de pizarra que nada tienen que ver con la arquitectura medieval auténtica, pues son elementos añadidos en la restauración y según con quién hables lo consideran un atentado o, por el contrario, lo ven como algo que le da armonía y belleza al conjunto. A mí desde luego me parecen todo un acierto y creo que quedan muy bien.

Muralla Medieval Oeste

Para terminar se llega a la zona desde la que se consigue una visión completa del teatro Jean Deschamps, creado en 1908 y que sustituye el lugar de los antiguos jardines del obispo. También se puede ver la silueta completa de la catedral de Saint Nazaire, además de la torre del mismo nombre que cuenta con un pozo y un horno de pan necesarios para la autonomía de la guarnición.

Teatro Jean Deschamps desde Muralla Medieval Oeste

Saint Nazaire desde Muralla Medieval Oeste

Desde este punto sólo me quedaba ya bajar las escaleras de la muralla y salir por la verja metálica que impide el acceso desde este punto.

Y dado que aquí se hallaba la importante basílica de Saint Nazaire, pues no dudaría en visitarla. Su entrada es gratuita y del edificio construido en el siglo XI sólo queda la nave románica, austera y basta, que contrasta enormemente con el atrio, el ábside y las seis capillas que la rodean, sin olvidarse de las fabulosas vidrieras y rosetones, todo del más puro estilo gótico. La mezcla es impresionante pues los arquitectos que han ido modelando esta maravilla han sabido respetar lo existente sin resistirse al deseo de innovar, lo que hace que el conjunto sea armonioso y único. El edificio sirvió de sede episcopal durante casi ocho siglos, hasta que en 1803 se trasladó a la ciudad nueva.

Basílica de Saint Nazaire

Basílica de Saint Nazaire

Eran ya las 13:30 y el estómago empezaba a resentirse, por lo que aprovechando que en la misma plaza de Saint Nazaire se encontraba un puesto de crepes, no me lo pensaría dos veces y decidiría pedirme uno salado de pollo con queso y otro dulce de nutella con coco, acompañados por una coca cola. Todo me saldría por diez euros y estaban buenísimos. Además el señor que te atiende habla un perfecto castellano y es muy simpático.

Preparando un Crepe en la Plaza Saint Nazaire

Para bajar la comida decidiría salir por la puerta Saint Nazaire y realizar el paseo que rodea toda la ciudadela por el llamado Lices, un amplio espacio de separación situado entre las dos murallas, que ofrece perspectivas y vistas muy sugestivas y diferentes a las que llevaba contempladas hasta ahora. El recorrido permite asimismo  apreciar claramente las distintas épocas de construcción de las torres y se observan constantemente las huellas de la reconstrucción realizada por Viollet – le – Duc en el siglo XIX.

Lizas y Muralla Exterior

Lizas y Muralla Exterior

Lizas y Muralla Exterior

De esa manera llegaría hasta la Puerta Narbonesa, la principal de Carcassonne, y situada entre imponentes torreones y precedida de barbacanas. En la parte que mira a la ciudad tiene aspecto de palacio feudal, con ventanas góticas. Este era el acceso más utilizado y también el más vigilado, porque todavía pueden verse los agujeros que sujetaban las cabinas desde donde los vigilantes hacían guardia.  Se observa igualmente una virgen del siglo XIII, situada entre las enormes torres.

Puerta de Narbona y Dama Carcas

Aquí me encontraría también un grupo enorme de chavales que se estaban haciendo fotografías con el busto de la dama de Carcass, adosado a la muralla, y responsable del nombre de la ciudad y es que según la leyenda esta señora sería pionera de la guerra psicológica, pues sería ella la responsable de apostar muñecos de paja en las almenas para confundir al invasor sobre la cantidad de defensores existentes y cuando los alimentos se agotaron, Carcass soltaría el último cerdo. El emperador Carlomagno que llevaba asediando la ciudad durante cinco años, creería que en el interior quedaba tanto ganado, que incluso escapaba de sus rediles, levantando así el sitio. La población celebró su retirada con un gran bullicio que dio nombre definitivo a la ciudad: Carcass sonne.

Puerta de Narbona

Puerta de Narbona

Tras escuchar esta curiosa historia de un guía apasionado que estaba explicándosela a su grupo, atravesaría la impresionante puerta y seguiría avanzando por la abarrotada calle que tenía delante de mí, hasta que empezaría a perderme por las calles del interior de las murallas. Estas me llevarían hasta lugares llenos de encanto como la plaza Marcou, repleta de restaurantes y terrazas, o las plazuelas, más pequeñas y algo más recogidas, donde se sitúan el pozo grande y el pequeño, cada una en un sector de la ciudad. Estos alimentaban de agua la ciudad fortificada y se considera que el más grande es el más antiguo. Otra leyenda situaba en el interior del mismo un tesoro oculto, pero tras las excavaciones realizadas en 1910, no se encontró nada al respecto.

Plaza du Château

Rue Cross Mayrevieille

Plaza del Gran Pozo

Seguiría callejeando y se me antojaría un helado de fresa y vainilla en un puesto callejero en el que había una pequeña fila, así que no lo dudaría y con él en la mano (2 euros), me iría a los escalones situados debajo de la gran cruz sita en uno de los lados de la plaza Marcou, y allí que lo disfrutaría viendo el trasiego de gente pasar y el ambientazo que había por todas partes.

Plaza Marcou

Tras este agradable descanso, volvería a perderme por nuevos rincones, me haría con un imán de lo más chulo para mi colección y dado que ya había recorrido cada esquina de la Cité en innumerables ocasiones y sólo eran las 17:30, me encaminaría a la parte baja de la ciudad para así conocer sus monumentos más destacados.

Bajaría por el mismo lugar por el que había venido, es decir, la puerta de Aude, encontrándome la vista de las murallas, que había tenido por la mañana, con una luz espectacular que me dejaría inmóvil durante unos minutos y es que ahora el sol estaba a mis espaldas y la luminosidad era espectacular.

Castillo Condal y bajada de la Puerta del Aude

Castillo Condal y bajada de la Puerta del Aude

Bajada de la Puerta del Aude

Me encontraría otra vez con la iglesia de Saint Gimer y pasada esta no tardaría mucho en llegar al Puente Viejo desde el que se tienen unas vistas espectaculares de la ciudadela al completo y para mi gusto mejores que las que se obtienen desde el puente nuevo, por el que había pasado a primera hora de la mañana.

Puente Viejo y La Cité

La Cité desde Puente Viejo

La Cité desde Puente Viejo

Aquí me haría unas cuantas fotos de recuerdo y nada más atravesar el citado puente, me adentraría de lleno en la Bastida de San Luis, actual centro neurálgico de la ciudad. Esta tiene sus orígenes en 1262 dado que es en ella, por autorización de Luis IX, donde se realoja a la población desplazada de los antiguos suburbios de la ciudad. Así que, como se puede ver, bajo una apariencia de urbe moderna, mantiene la organización  y disposición del siglo XIII, y sigue siendo una construcción profundamente medieval.

El primer punto de interés que me encontraba nada más atravesar el ya varias veces mencionado puente viejo sería la capilla de Notre Dame de la Santé, la cual sigue recibiendo un buen número de fieles pues marca el inicio del camino del piedemonte pirenaico hacia Saint Jean Pied de Port, en dirección a Santiago de Compostela.

Capilla de Notre Dame de la Santé

A poco más de una manzana llegaba a la cuidada plaza Gambetta, con  bonitos jardines, esculturas, un tiovivo y el edificio que albergaba el tribunal judicial del antiguo régimen francés, hoy reconvertido en el museo de bellas artes con una fachada de estilo neoclásico.

Plaza Gambetta y Museo de Bellas Artes

Museo de Bellas Artes.Plaza Gambetta

Mis pasos continuarían por las calles rectas y lineales de la Bastida con interesantes edificios, palacios y lugares destacables entre los que cabe mencionar los siguientes:
  • Puerta de los Jacobinos: Del siglo XVIII se encuentra ubicada en el mismo lugar donde estaba otra puerta destinada a controlar la entrada a la bastida fortificada.

Puerta de los Jacobinos

  • Catedral de Saint Michel: Sería restaurada por Viollet le Duc, el mismo arquitecto que realizó la de la ciudadela medieval. Se convertiría en catedral, tras perder esa condición la basílica de Saint Nazaire.

Catedral de Saint Michel

  • Halles: Una antigua lonja rehabilitada que albergaba el mercado de carne, pescado y semillas y que se remonta al siglo XVII.
  • Hotel de Roland: Alberga el actual ayuntamiento y posee una bella y monumental fachada con decoración esculpida y se le considera el más representativo de la arquitectura del siglo XVIII.

Hotel de Roland o Ayuntamiento

  • Plaza Carnot y fuente de Neptuno: la plaza más animada de la parte baja de la ciudad, repleta de terrazas y de ambiente, adornada por la bonita fuente del dios realizada en mármol blanco de Italia y mármol rojo del Languedoc.

Fuente de Neptuno.Plaza Carnot

  • Iglesia de Saint Vincent: Su nave es la más ancha del sur de Francia y es un buen ejemplo de arte gótico de la región del Languedoc. Desde su campanario se obtienen buenas vistas tanto de la Ciudadela medieval como de la bastida de San Luis, pero en mi caso no podría disfrutarlas porque ya lo encontré cerrado.

Iglesia de Saint Vincent


Tras todo lo anterior, ahora sí, que las piernas empezaban a no responder y el cansancio hacía acto de presencia de manera notable, por lo que no lo dudé y me fui directo a sentarme a una de las terrazas de la plaza Carnot y tomarme dos coca colas (5 euros). No me movería de allí hasta que empezó a anochecer, pero la hora y media de descanso me haría reponerme lo suficiente para afrontar con entusiasmo mi último plan en Carcassonne, que no era otro que ver iluminada La Cité y poder pasear por sus calles de noche.

Decidiría ver como el sol iba cayendo desde todo un clásico ya, es decir, el puente viejo y allí permanecería hasta que fue noche cerrada. La imagen era digna de cuento y era muy distinta a la que se puede ver durante el día. Poco a poco iría dirigiéndome, otra vez, a la Ciudadela, afrontando la subida de la puerta de Aude donde me crucé con gran número de personas que se retiraban ya del lugar. Ya dentro de ella pasearía por las calles casi desiertas, aunque se podía oír el murmullo constante que provenía de las diferentes terrazas de restaurantes situados en las plazas principales.

La Cité desde Puente Viejo iluminada

La Cité desde Puente Viejo iluminada

El castillo Condal, la basílica de Saint Nazaire, la puerta Narbona, las lizas, la Plazas Marcou y Château, todas ya familiares, descansaban de turistas y multitudes y se preparaban para dormir bajo la tranquilidad de la noche y el cielo estrellado.

La Ciudadela desde la rampa de la Puerta de Aude

Puerta de Narbona

Lizas y Muralla Exterior

Yo por mi parte tenía que dirigirme, irremediablemente, hacia la estación, pues el tiempo del que disponía se había agotado y no podía apurarlo más. Sin duda que Carcassonne me había fascinado y espero poder volver algún día.

A las 22:30 llegaba a la estación, por lo que tendría el tiempo justo para comprarme, en unas máquinas, unos snacks y una coca cola, que me servirían de cena.

Pocos minutos después, a las 22:59, llegaba el último tren con destino Toulouse, donde llegaría a las 23:45, no tardando ni cinco minutos en llegar al hotel, donde caería rendido, en pocos instantes, en la cama de mi humilde habitación.

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