14 de Mayo de 2016.
Se conoce por Arribes a “La Ribera” del Duero entre Zamora,
Salamanca y Portugal. Es en este punto donde el curso del río se encajona entre
espectaculares farallones rocosos creando un paisaje bravo, incluso brutal en
algunos puntos a causa de la dureza del entorno, llegando incluso a 400 metros
de profundidad, lo que da origen a escenas de gran belleza y espectacularidad.
No es de extrañar, por todo ello, que el mismísimo Unamuno exclamase que era lo
más agreste que había encontrado en su recorrido por tierras hispánicas.
En esta ruta de tres días, tendría oportunidad de ser
testigo, junto con mis buenos amigos Raúl y Belén, de muchos de los secretos
que esconde este pedacito de Castilla y León, permitiéndonos descubrir
panorámicas sin iguales desde abundantes miradores, pueblos de estampas
ancestrales y piedras viejas que han sabido conservar sus perfiles más esenciales,
cascadas de fuerza desmedida e incluso un paseo en barco por el corazón de la
región.
El alojamiento elegido como centro de operaciones, desde
donde haríamos todas las salidas, sería la casa rural Cruz del Posadero situada en Aldeadávila de la Ribera. Es una casa
preciosa, muy bien cuidada con decoración rústica y prevista con el más mínimo
detalle. Su dueña, María José, es una persona encantadora que te asesora de la
mejor manera a la hora de afrontar los planes que tengas pensados y está
pendiente de que no te falte nada durante tu estancia en su hogar.
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Casa Rural Cruz del Posadero |
Nuestro recorrido por esta espectacular región comenzaría
dirigiéndonos hacia un mirador privilegiado conocido como Picón de Felipe desde donde se divisa un paisaje sobrecogedor con
las tierras de Portugal en primer término y la presa de Aldeadávila
perfectamente integrada con el entorno sin herir la naturaleza, incluso
entrando en competencia con ella.
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Mirador Picón de Felipe |
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Mirador Picón de Felipe |
Para llegar hasta él basta con salir del pueblo de
Aldeadávila, seguir la carretera y estar pendiente de una indicación a la
derecha en una zona que se conoce como merendero de Llano de la Bodega, donde
se podrá estacionar el vehículo y caminar los no más de dos kilómetros que te
llevan hasta el mirador.
Su nombre de debe a una leyenda que dice que el supuesto
Felipe estaba enamorado de una joven portuguesa, acudiendo a este paraje con el
fin de derribar el inmenso peñasco, permitiéndole así el paso a la otra orilla
del Duero, cuando la crecida de las aguas se lo impedían y así reunirse con su
amada.
Desharíamos nuestros pasos hasta llegar de nuevo al coche y
en pocos minutos nos encontrábamos en otro punto panorámico llamado Mirador del Fraile, donde en este caso
la presa es posible contemplarla completamente desde arriba y en picado, observando
el hermanamiento naturaleza – técnica, con la central incrustada entre los riscos.
La sensación de apoyar tú cuerpo sobre la barandilla de metal y levantar los
brazos es una experiencia inigualable y fuera de peligro.
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Mirador del Fraile |
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Mirador del Fraile |
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Mirador del Fraile |
A continuación nos dejaríamos llevar por la improvisación y avanzando
por una pequeña y empinada carreterilla de las inmediaciones de la presa de Iberdrola nos encontraríamos sin quererlo con dos plataformas
desde donde se consigue una soberbia perspectiva de la misma, más cercana aún
que la obtenida con anterioridad y con una visión totalmente frontal del
discurrir del Duero entre las paredes rocosas. Este es un buen ejemplo de que
existen muchos lugares que no se encuentran indicados y que pueden superar a
muchos otros ya preestablecidos, por lo que aconsejo indagar por la zona y
dejarse llevar por el instinto, pues te llevará hasta gratas sorpresas como
esta.
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Mirador de la Presa de Aldeadávila |
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Mirador de la Presa de Aldeadávila |
Aunque es imposible cansarse de este tipo de parajes nos
parecería buena idea volver a Aldeadávila
de la Ribera para visitarla, combinando así diferentes entornos para hacer
aún más grata la experiencia. La capital de la comarca cuenta con la iglesia de El Salvador con interesante
portada y una torre del siglo XVI, que da la apariencia de fuerte y suntuosa
con su cono de remate. De sus varias ermitas es la del Santo Cristo del Humilladero la que más sorprende. De sus edificios
civiles todavía quedan algunas casas y palacios antiguos donde destacan
especialmente el palacio de los
Marqueses de Caballero y el palacio
de Corporario.
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Ermita del Santo Cristo del Humilladero. Aldeadávila |
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Iglesia de El Salvador. Aldeadávila de la Ribera |
Para volver a cambiar de aires, qué mejor que recurrir otra
vez al coche y desplazarnos tan sólo seis kilómetros para llegar hasta la Playa del Rostro, donde íbamos a
realizar un paseo fluvial por el río
para así tener también una visión del entorno desde las entrañas del Parque
Natural. Las entradas las compraríamos en
la web http://reservas.corazondelasarribes.com/
por lo que podríamos ir con la tranquilidad de saber que teníamos el viaje
asegurado. También se pueden comprar allí mismo una hora antes de la salida. La
duración completa del trayecto es de hora y media y el barco está cubierto por
grandes cristaleras, aunque hay una pequeña terraza en la popa donde se permite
salir después de haber iniciado la navegación.
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Paseo Fluvial por los Arribes del Duero |
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Paseo Fluvial por los Arribes del Duero |
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Paseo Fluvial por los Arribes del Duero |
Había tenido oportunidad también, en el año 2008, de
realizar el paseo en barco que se ofrece desde la localidad portuguesa de
Miranda do Douro y tengo que decir que desde mi punto de vista apenas hay
diferencias de uno con respecto a otro. Ambos ofrecen perspectivas únicas del
paraje natural y la experiencia es satisfactoria en cualquiera de los dos
lugares.
Disfrutaríamos muchísimo de la experiencia y nos serviría
para recargar pilas antes de continuar con nuestras actividades de la tarde que
comenzarían desplazándonos hasta el pueblo de Corporario donde buscaríamos el aparcamiento desde donde parte la
pequeña ruta hasta la cascada del Pinero
o Cola de Caballo. Antes de empezar a caminar unos sándwiches serían la
solución para saciar el hambre que arrastrábamos desde hacía ya un buen rato.
Una pista no excesivamente grande y en continuo descenso nos
permitiría llegar a una diminuta senda que nos conduciría a una gran depresión
en la que por una de sus paredes caía el hermoso salto de agua. La cascada son
en realidad varios saltos como consecuencia de que va chocando con la roca que
se interpone en su camino. Poco a poco iríamos acercándonos hasta la caída,
dándonos cuenta en ese momento que el camino te da la oportunidad de poder
atravesarla por detrás, consiguiendo así otra asombrosa perspectiva de la
misma.
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Cascada del Pinero o Cola de Caballo |
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Cascada del Pinero o Cola de Caballo |
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Cascada del Pinero o Cola de Caballo |
Aunque es cierto que hubiéramos podido continuar la ruta,
pues esta te lleva incluso hasta la cascada del Pozo de los Humos, que
visitaríamos mañana, preferimos retroceder y decantarnos por otras opciones
para las horas que nos quedaban antes de que finalizase el día. Por cierto que
si no te gusta mojarte es aconsejable llevar un chubasquero o prenda similar,
pues algo te mojas cuando estás en sus inmediaciones. Otra opción para llegar
hasta ella es realizar la ruta desde la localidad de Masueco.
Era el momento de retomar los miradores que tan buenas
perspectivas ofrecen del entorno, por lo que nos desplazaríamos trece
kilómetros hasta la población de Mieza
desde donde se pueden visitar hasta tres puntos panorámicos.
Optaríamos, en primer lugar, por tomar una pista de tierra
que desemboca en un aparcamiento, desde donde sólo hay que andar cinco minutos
para llegar hasta una bonita plataforma de piedra que alberga el mirador de La Code. Ante nosotros
teníamos uno de los miradores más bonitos de los visitados hasta ahora, donde las
laderas están cubiertas por un manto verde de vegetación, poniendo así la nota
diferenciadora de otros miradores donde la roca era la protagonista. Por aquí
también pasaría Unamuno, el cual definiría al Duero como humilde y manso al
verlo tan alejado.
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Mirador de la Code. Mieza |
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Mirador de la Code. Mieza |
Cuando nos deleitamos lo suficiente, nos dirigimos al siguiente
punto panorámico con un nombre realmente curioso: Colagón del tío Paco. También se dispone de aparcamiento y en una
breve ruta se vuelve a tener el Duero a tus pies, con unas perspectivas
similares a las que se consiguen desde La Code, pero sólo desde un lado, por lo
que si es obligatorio elegir es preferible el primero.
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Mirador del Colagón del Tio Paco. Mieza |
Para terminar tendríamos que dirigirnos en sentido contrario
a los dos anteriores y fácilmente veríamos las indicaciones hacia el mirador de la Peña del Águila, donde por una pista de
tierra llegaríamos a un nuevo parking, desde donde se accede fácilmente a una
nueva perspectiva del Duero, esta vez con un entorno donde se combinaba la
vegetación con el desnudo de las rocas, pero igualmente bello que los
anteriores.
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Mirador de la Peña del Águila. Mieza |
Para finalizar la jornada optaríamos por desplazarnos
hasta la población de Vilvestre,
lugar que luce a la entrada un crucero finamente labrado, antes de alcanzar la
iglesia en la que se pueden apreciar gárgolas con llamativas figuras humanas.
Continuando por sus calles de sabor añejo no tardaríamos en alcanzar lo que se
denomina El Castillo, antiguo castro
en el que permanecen sepulcros de piedra y se consiguen excelentes perspectivas
de la villa. Pero es desde su ermita,
con un retablo tallado en piedra, desde donde se tiende un nuevo balcón que
brinda nuevas panorámicas gozosas de la comarca y del río, la guinda final
antes de volver a nuestro confortable alojamiento.
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Cruceiro de Vilvestre |
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Mirador del Castillo. Vilvestre |
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Vilvestre desde Mirador del Castillo |
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