LOS OSCOS - DIA 01. De Taramundi a La Seimeira

16 de Julio de 2011.

Aprovechando que mi hermana y mi cuñado estaban pasando sus vacaciones en la localidad asturiana de Tapia de Casariego, no quise dejar pasar esa oportunidad y dado que también disfrutaba en estas fechas de la jornada intensiva, no dudé en coger carretera y manta, nada más salir el viernes a las 15:00, y poner rumbo al apartamento situado en el ya mencionado pueblo costero.

Aunque es verdad que soy reticente a hacer tantos kilómetros para tan pocos días, el hecho de que fuese verano y poder hacer casi todo el trayecto de día, unido a que íbamos a conocer una región por la que llevaba mucho tiempo suspirando, harían que en esta ocasión no me importase pegarme la paliza de casi seis horas conduciendo, más las respectivas paradas, llegando a Tapia a las 22:00.

A pesar del cansancio acumulado, no tendría mucho tiempo para quejarme, pues mi hermana y mi cuñado me esperaban con los brazos abiertos y listos para llevarme a cenar a algunos de los mejores bares del pueblo, unido al tremendo ambiente que había por ser las fiestas de la localidad.

Pasada la medianoche creímos conveniente retirarnos a descansar, pues mañana debíamos madrugar para dirigirnos a la recóndita región de Los Oscos asturianos, esa comarca que me había dado la suficiente motivación para desplazarme tan lejos en sólo un fin de semana.

Y es que Los Oscos es un microrregión aparte, pues aunque se encuentra sólo a cincuenta kilómetros del mar, la vida moderna parece no haber llegado hasta algunos pueblos de estos valles de montaña, en los que el tiempo se ha detenido y un sentimiento de magia, soledad y misterio nos invadiría desde el mismo momento que traspasamos sus fronteras. Todo ello acompañados además por la continuada visión de gran cantidad de hórreos que anunciaban constantemente lo cerca que estábamos de la frontera gallega.

Menos de cuarenta kilómetros nos iban a separar de nuestro primer punto de interés: la aldea de Taramundi, famosa en el pasado por la destreza de sus artesanos en el manejo del hierro, contando en el siglo XVIII hasta con seis mazos hidráulicos. Hoy es conocida por sus proyectos pioneros en el desarrollo de turismo rural.

Taramundi

Taramundi está enclavado en un lugar montañoso, de comunicaciones difíciles pero paisajes de ensueño, sabiendo convertir sus formas de vida tradicionales en un atractivo turístico capaz de revitalizar la zona.

Taramundi

El lugar también es popular por el bable que hablan sus naturales y por la producción artesanal de tijeras, navajas y cuchillos, con cuidadísimas decoraciones geométricas y madera de boj.

La villa se encuentra salpicada de casas de piedra coronadas en muchas ocasiones por tejados de pizarra.

En torno a la plaza principal cabe destacar una casona conocida como La Rectoral, de aires tradicionales, cuya reconversión en hotel supuso uno de los primeros pasos en la dinamización turística. Una pieza de madera, perteneciente al propio árbol, recuerda el roble que estuvo en ese lugar desde el siglo XVI hasta que murió en 1998.

Homenaje al antiguo roble. Taramundi

Aunque en Taramundi es mucho más impactante el paisaje, la artesanía y el patrimonio etnográfico, es interesante reseñar la presencia de su iglesia de San Martín, levantada sobre una prominencia rocosa.

Entorno de Taramundi

Iglesia de San Martín. Taramundi

En las afueras del pueblo, hacia el sur, también tendríamos oportunidad de conocer el castro de Os Castros, único recinto fortificado de la comarca parcialmente excavado y uno de los de mayor importancia de todos los que hay en Asturias. Sería este uno de los principales lugares comerciales durante la época romana (siglos I y II), ya que por su posición estratégica era lugar de paso de las rutas comerciales de transporte de mercancías.

Os Castros. Taramundi

Pero aunque la anterior visita nos gustó, la que vendría a continuación nos dejaría sin palabras. Me estoy refiriendo al museo de los molinos de Mazonovo, en la calle Solleiro, sólo 500 metros más hacia delante de Os Castros. Abierto en julio, agosto y durante la primera quincena de septiembre, el resto del año hay que ir los sábados, domingos o festivos.

Museo de los Molinos de Mazonovo

Dicha visita nos daría la oportunidad de realizar un recorrido por la evolución de los molinos a lo largo de la historia, pudiendo observar réplicas de distintas épocas y culturas, tales como romanos, árabes y hasta africanos. También se observa una pequeña central hidroeléctrica que abastece de energía al Museo, así como el molino en el que se abastecían de harina los pueblos cercanos en época aún reciente.

Museo de los Molinos de Mazonovo

Museo de los Molinos de Mazonovo

Pero si ya es un privilegio ser testigo de estas peculiares obras de ingeniería, mejor es aún convertirse en protagonista pues la mayoría de los molinos necesitan de su manipulación para ponerlos en funcionamiento, consiguiendo que la visita sea divertida y amena a la par que educativa.

Museo de los Molinos de Mazonovo

Museo de los Molinos de Mazonovo

Como no habíamos tenido suficiente con disfrutar de un solo conjunto etnográfico, no dudaríamos en que nuestra siguiente parada fuese en la aldea de Os Teixois, la cual nos brindaría otra experiencia única gracias a la visita del conjunto de ingenios hidráulicos que posee.

Os Teixois

Os Teixois

Una cuidadosa recuperación del sistema de canalización y retención de agua hace posible contemplar las partes que lo forman, desde el mazo hasta el molino, el batán, una fragua, rueda de afilar y una pequeña central eléctrica. Todo ello con la personalidad que otorga el uso de los materiales tradicionales en la arquitectura de la zona: madera, piedra y pizarra.

Conjunto Etnográfico Os Teixois

El agradable paisano que hace de guía nos mostraría el funcionamiento de todo el conjunto, aprendiendo de él cosas tan interesantes como que los batanes eran necesarios en la confección de artículos textiles para dotarles, mediante un proceso de golpeteo, de una mayor resistencia. El molino pertenecía a varios propietarios que se turnaban en su uso en función de la mayor o menor propiedad que cada uno tuviera, siendo el agua que lo mueve la misma que da movimiento al mazo. Por su parte, el conjunto de mazo y ferrería era el utilizado en la manufactura tradicional del hierro. Mientras que la fragua servía para fundir el metal mediante la aplicación de una gran fuente de calor, la función principal del mazo, un largo y pesado brazo de madera, era golpear las piezas y estirarlas hasta graduar su grosor y darles la forma precisa. Curiosamente, la intensidad del fuego en la fragua se regula con la caída en tromba del agua exterior.

Conjunto Etnográfico Os Teixois

Conjunto Etnográfico Os Teixois

Sin darnos cuenta habíamos llegado a la hora de comer, así que nos desplazaríamos hasta la pequeña aldea de As Veigas, situada a sólo cuatro kilómetros y en un entorno mágico e incomparable. Se encuentra situada en el fondo de un valle, por lo que para acceder hasta ella hay que hacerlo por una sinuosa carretera de montaña que desciende hasta la misma. Habrá merecido la pena, pues llegarás hasta un pueblecito que no ha cambiado nada desde hace siglos.

As Veigas

As Veigas

Aún siendo pleno mes de julio, apenas había gente y la serenidad y el silencio que había en el lugar te transmitían una gran paz y sosiego.

Después de dar un pequeño paseo entre las antiguas casas de piedra y admirar su iglesia, no tardaríamos mucho en encontrar el mesón del núcleo rural, cuya decoración interior nos sorprendería gratamente pues en sus paredes se exhibían gran cantidad de aperos e instrumentos de labranza.

As Veigas

Pero lo que de verdad nos emocionaría sería la calidad de la comida, pues todo fue de excelente calidad, degustando la fabada, unos chorizos a la sidra y la tortilla al cabrales. De postre pediríamos requesón con miel que también estaba espectacular.

Restaurante As Veigas

Después de esta agradable experiencia culinaria, pondríamos rumbo hacia Santa Eulalia de Oscos, localizada a unos quince kilómetros y una media hora de conducción. Lo mejor, una vez más, su entorno y su paisaje pintoresco con árboles de porte monumental y densas manchas boscosas que tanto caracterizan el horizonte montañoso  de Los Oscos, aunque también es posible disfrutar de una arquitectura tradicional poco contaminada por gustos y formas foráneas.

Santa Eulalia de Oscos

Entre su patrimonio más interesante cabe destacar la casa de La Pruida, un complejo señorial sito en el barrio de La Rúa. El conjunto está formado por diferentes estancias, entre ellas la propia casa blasonada, la capilla y diferentes construcciones auxiliares. También podríamos mencionar la iglesia de Santa Eulalia de finales del siglo XVII en la que destaca la espadaña y una imagen de Santa Eulalia, así como la capilla del Carmen. El lavadero también resulta pintoresco.

Santa Eulalia de Oscos

Y no queríamos terminar el día sin sentir de tú a tú la naturaleza agreste y abrupta de esta aislada comarca de Los Oscos que estábamos visitando. Para ello que mejor que realizar una ruta de senderismo, eligiendo una de las más famosas y sencillas.

Dado que en esta región existen numerosas corrientes y saltos de agua que bajan como pueden desde las alturas hasta lo más profundo de los valles, optaríamos por admirar uno de ellos conocido como cascada de la Seimeira, una de las más espectaculares que se descuelga con un salto de veinte metros hasta el río Murias.

Para llegar hasta ella nos desplazaríamos hasta la diminuta aldea de Pumares, muy cerca de Santa Eulalia, y una vez allí sólo tendríamos que seguir las indicaciones que nos conducirían al salto de agua situado aproximadamente a cuatro kilómetros del comienzo de la ruta. Si vas con tiempo otra interesante opción sería dejar el vehículo en Santa Eulalia de Oscos y hacer también caminando el tramo hasta Pumares.

Pumares

Después de dejar atrás el evidente sabor rústico de la ya mencionada aldea de Pumares, una senda de tierra nos adentraría en un tupido bosque de diferentes especies, llevando continuamente a nuestra vera el curso del río Agüeira. Poco a poco el camino se iría estrechando y en continuo ascenso acabaríamos llegando hasta Ancadeira, una extinta aldea devorada por la fragosidad del bosque y condenada por el olvido. Unos cientos de metros más arriba las aguas del Agüeira reciben a las del río Murias.

Ruta de la Cascada Seimeira

Ancadeira. Ruta de la Cascada Seimeira

Después de caminar otros 200 metros nos toparíamos con un merendero y tras otros 300 metros más por fin tendríamos de frente el hermoso y espectacular salto de la cascada de la Seimeira descolgándose por los riscos. Para contemplarlo mejor no hay problema en acercarse hasta la misma base y subir unos pasos por la ladera derecha.

Cascada Seimeira

Cascada Seimeira

Estaríamos algo más de media hora disfrutando del entorno y tras ello, desharíamos nuestros pasos hasta el parking de la aldea de Pumares, desde donde nos pondríamos en camino hacia la que sería nuestra última parada por hoy. Esta sería en el puerto de la Garganta, donde las panorámicas que se consiguen son también excepcionales: un gigantesco manto de color verde al que la vista no alcanza a ver su final. La forma perfecta de finalizar nuestra primera e intensa jornada por la comarca de Los Oscos.

Vistas desde Puerto de La Garganta


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