PARQUE NACIONAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO

Creado en 1918, Ordesa fue el segundo Parque Nacional después de Covadonga. Sus 15.000 hectáreas engloban uno de los ecosistemas más singulares de la cordillera pirenaica, formado por la erosión de los glaciares sobre el valle del río Arazas. En él pueden verse picos de más de tres mil metros, glaciares, espesos bosques, fragorosas cataratas, cumbres perpetuamente nevadas, límpidos ríos y una fauna excepcional.

Es el espacio natural que más veces he visitado en España y eso que no está precisamente cerca de Madrid, pero es tanto lo que ofrece que el esfuerzo de recorrer los aproximadamente 500 kilómetros que lo separan de la capital, hace que merezca la pena. Sus paisajes son tan mágicos que es casi imposible cansarte de ellos y las opciones de senderismo tantas que es complicado agotar las opciones.

Es por ello que me apetecía recordar aquí las excursiones realizadas en el Parque Nacional a lo largo de más de diez años, rindiendo así un homenaje al mismo a la vez que dejo diferentes ideas para todos aquellos que quieran disfrutar del lugar más famoso del Pirineo aragonés.

Comencemos ya, sin dar más vueltas, a desgranar todos esos impresionantes lugares.

POSIBLES EXCURSIONES EN EL PARQUE NACIONAL DE ORDESA:

1. VALLE DE ORDESA

La localidad de Torla, además de por su bonito casco urbano, llama la atención por su hermoso emplazamiento, recortado sobre las fajas glaciares de Ordesa. Esta es la puerta a este sector del Parque Nacional.

En temporada alta se habilita un servicio de autobuses entre el Centro de Información del Parque de Torla y la pradera de Ordesa, pudiendo adquirir las entradas en la caseta que se encuentra al lado de donde salen los autobuses. El resto del año, si las condiciones climatológicas lo permiten, se puede acceder en vehículo particular siguiendo la carretera ocho kilómetros.

Situada a 1320 metros de altitud, la oficina de información de la Pradera de Ordesa marca el punto de inicio de la excursión de unos 18 km de ida y vuelta a realizar en unas seis horas con tranquilidad.

Tomando el camino en dirección a la “Cola de Caballo”, se comienza a avanzar por una amplia pista forestal siguiendo las trazas blancas y rojas del GR-11. Sin pérdida posible, con las aguas del Arazas en todo momento a nuestra derecha, iremos alcanzando, siempre en continuo y moderado ascenso, diferentes y hermosas cascadas como la de Arripas primero y las de la Cueva y del Estrecho, después, por las que se precipitan las aguas del río Arazas por un angosto paso. Recorridos cuatro kilómetros, desde el inicio, el camino se aparta momentáneamente del cauce del río para avanzar bajo la protección de un mágico hayedo cada vez más frondoso. Poco a poco el valle se abre y las masas boscosas dejan paso a los prados alpinos para, de nuevo, reencontrarnos con la orilla del río y llegar así a las Gradas de Soaso, una preciosa cascada escalonada que supone el último obstáculo antes de alcanzar la cabecera del Circo de Soaso, donde con suerte y en determinadas épocas del año, no es difícil observar marmotas.

Gradas de Soaso

Superadas las gradas, el camino, ahora convertido en una senda empedrada, avanza durante kilómetro y medio entre amplios prados, alcanza un pequeño refugio y finalmente llega a la fotogénica cascada de Cola de Caballo precipitándose desde el Circo de Góriz. Sobre ella, presidiendo esta visión única, se elevan las cumbres del Monte Perdido, el Cilindro de Marboré y el Añisclo, conocidas también como las Tres Sorores y considerado el macizo calcáreo más grande de Europa. El regreso se hace por el mismo camino que a la ida, pudiéndose desviar en el puente de Arripas, para regresar los últimos tres kilómetros por la vertiente opuesta del río.

Cascada Cola de Caballo

Circo de Soaso

Aunque se trata de una excursión extremadamente popular puede suponer un recorrido excesivamente largo para niños o personas que no estén habituadas a caminar, por lo que en ese caso lo mejor es no forzar y adaptar la ruta a las posibilidades de cada uno.

2. SENDA DE LOS CAZADORES Y FAJA DE PELAY

Otra ruta de gran fama y muy conocida, aunque más técnica y costosa que la anterior ya que sube por una zona muy escarpada en la ladera izquierda del valle, remontando hasta el mirador de Calcilarruego donde se obtiene una espectacular panorámica aérea del valle y de las montañas fronterizas con Francia. A partir de este punto sólo hay que seguir la senda que transcurre por la cornisa a una altura de vértigo con maravillosas vistas de la muralla que se alza enfrente compuesta por el circo de Cotatuero, el tozal del Mallo y la punta Gallinero, entre otros. Siguiendo esta se desemboca en la misma Cola de Caballo.

Mirador de Calcilarruego

Nosotros en nuestras diferentes excursiones siempre hemos utilizado esta opción para llegar a la Cola de Caballo y tras las excursiones oportunas desde esta, hemos vuelto por el valle de Ordesa descrito en el número uno, de esta manera no se hace monótono el ir y volver por el mismo camino. Al revés no lo hemos hecho nunca dado que al ser un desnivel tan fuerte las rodillas sufren demasiado y hemos querido evitarlo.

P.N. de Ordesa desde Faja de Pelay

Por cierto que tanto la faja de Pelay como la senda de los cazadores se encuentran cerradas fuera de la temporada de verano, en cuanto empiezan las primeras nevadas, como consecuencia del peligro que suponen las heladas y los aludes.

3. FAJA DE LAS FLORES Y CLAVIJAS DE COTATUERO

Justo enfrente de la anterior, el sendero de la Faja de las Flores es una caminata de alto nivel que vuelve a brindar una vista de pájaro del Valle de Ordesa y sus picos circundantes. Como digo es un sendero de dificultad alta pues supone 17 kilómetros y casi 1200 metros de desnivel positivo, además de tener que superar varias zonas que se encuentran muy expuestas.

Cuando se habla de faja se está haciendo referencia a una incisión natural en una pared hecha de una capa sedimentaria más débil, y es por ahí por donde se realiza la caminata de la parte superior de unos tres kilómetros de longitud y por un sendero de entre tres y seis metros de anchura y más de un kilómetro de caída.

Subiendo hacia Faja de las Flores

Pero para llegar hasta ahí será necesario sufrir, sobre todo por el desnivel a afrontar, como ya he comentado, y dependiendo si te gustan o no las emociones fuertes, porque habrá que superar la llamadas clavijas de Salarons que permiten atravesar la base de la muralla que tienes delante de ti y que a primera vista parece infranqueable. También hay otra opción por la fajeta de Carriata que es menos expuesta.

Faja de las Flores

Después de ese importante escollo, sólo quedará ya seguir subiendo hasta enlazar a la izquierda con el maravilloso sendero de la faja de las flores, donde los sentidos se agudizan ante el panorama tan brutal que tienes ante ti.

Faja de las Flores

P.N. de Ordesa desde la Faja de las Flores

P,N, de Ordesa desde la Faja de las Flores

Tras atravesar los citados tres kilómetros, toca seguir los hitos que conducen, en continuo descenso a varias zonas de prados que a su vez nos situarían en la cascada de Cotatuero, muy cerca ya del plato fuerte de la excursión que no es otro que atravesar las famosas y temidas, por muchos, clavijas de Cotatuero con un patio brutal bajo tus pies. No obstante están muy bien fijadas tanto para pies y manos y cuentan con una cadena de agarre extra que te da una mayor seguridad al atravesarlas. Aun así siempre podrás utilizar arnés para una tranquilidad absoluta.

Vistas desde las Clavijas de Cotatuero

Clavijas de Cotatuero

Tras tantas emociones fuertes, sólo quedaría ya bajar una pequeña chimenea y continuar el sendero que te devuelve a la pradera de Ordesa.

4. VALLE DE BUJARUELO

Aunque queda fuera de los límites del Parque Nacional, Bujaruelo también ofrece innumerables posibilidades de excursión y mucho menos masificadas que la ruta clásica por el río Arazas del valle lateral de Ordesa, pudiendo llegar hasta él siguiendo una pista asfaltada que muere en una pequeña pradera herbácea donde se conserva un puente medieval, los restos de la ermita de San Nicolás de Bujaruelo y un refugio.

Puente de Bujaruelo

Entre las rutas que se ofrecen desde aquí, la más conocida es la senda que te lleva hasta el puerto de Bujaruelo, a 2257 metros de altitud. Parte desde el puente medieval, que permite salvar el río Ara, y sube por bosques de coníferas, praderías e ibones hasta el collado, pasando por el refugio de pastores de Sandaruelo. Desde el puente al collado hay una hora y media de marcha. El puerto era el vía normal de paso y comercio entre los habitantes de la Mancomunidad del valle de Broto y los vecinos franceses de Gavarnie.

Valle de Bujaruelo

Si se tiene oportunidad lo mejor es venir en otoño pues mil tonalidades de rojos y amarillos incendian las laderas de Bujaruelo en uno de los más sugerentes espectáculos de la naturaleza.

Por cierto que para los más curiosos comentar que desde época altomedieval existió en Bujaruelo un hospital para los peregrinos que llegaban de Francia por el puerto de de Gavarnie. El actual refugio de Bujaruelo, junto al camping, es sucesor de aquel otro que fue referente en la historia jacobea del Alto Aragón.

5. BRECHA DE ROLANDO Y TAILLÓN

Nuestra segunda estancia en el valle de Bujaruelo sería con el objetivo de afrontar una ruta mucho más dura y exigente que la llevada a cabo en la primera ocasión hasta el puerto de Bujaruelo, pues en este caso teníamos intención de hacer una circular que nos permitiera atravesar la Brecha de Rolando, además de subir al pico Taillón, bajando después hacia la pradera de Ordesa por las imponentes clavijas de Cotatuero. Una ruta épica, no exenta de dificultad, que nos dejaría muy buen sabor de boca.

Tras volver a atravesar el bonito puente medieval y subir otra vez el puerto de Bujaruelo, donde todo nos era ya familiar de la vez anterior, seguiríamos la indicación hacia el refugio de Serradets donde una hora después de tomar esta senda deberíamos enfrentarnos a un tremendo roquedal, atravesado varias veces por las aguas del deshielo del glaciar del Taillón y con algunos neveros con la nieve en buen estado, hasta llegar al mencionado refugio de Serradets situado en el Parque Nacional de los Pirineos, en territorio francés.

Refugio de Serradets en la lejanía

Circo y Cascada de Gavarnie desde refugio de Serradets

Aquí comprobaríamos que nuestra reserva estaba en orden, nos acomodaríamos y comeríamos algo, antes de afrontar por la tarde la subida a la Brecha y al Taillón.

Esta es sencilla y no tiene pérdida alguna pues sólo hay que continuar por la pedrera situada enfrente del refugio y sólo en algunos tramos en verano por el glaciar de la brecha en su parte más alta. Una vez en la brecha te aseguro que te sientes realmente insignificante ante las dos colosales paredes que se levantan a cada lado, es más parece que te encuentras siendo protagonista de algunas de las más populares películas de aventuras de los últimos tiempos como pudiera ser el Señor de los Anillos.

Brecha de Rolando

Casco de Marboré desde Brecha de Rolando

A continuación deberíamos pasar a la vertiente española hasta llegar a la denominada falsa brecha y a la formación rocosa conocida como el Dedo por su parecido a este, donde un sendero bien marcado y dura pendiente nos permitirá llegar finalmente a la cima del Taillón. Las vistas ni que decir tiene que son espectaculares con una panorámica de casi todo el Pirineo Aragonés, el circo de Gavarnie en la zona francesa o el Vignemale.

Vistas desde la cima del Taillón

Afortunadamente sólo tendríamos por delante una hora hasta regresar al refugio de Serradets, donde pasaríamos la noche. Al día siguiente deberíamos volver a atravesar la Brecha y comenzar el eterno e inacabable descenso hacia la pradera de Ordesa, cuya parte final la llevaríamos a cabo por las siempre respetables clavijas de Cotatuero a las que ya me he referido en la ruta de la Faja de las Flores.

Brecha de Rolando

6. REFUGIO DE GÓRIZ

Si llegar hasta la Cola de Caballo te ha sabido a poco y necesitas un poco de aventura extra, tal vez lo mejor es que continúes hasta el refugio de Góriz, el más emblemático y famosos de los Pirineos aragoneses, e incluso una vez allí te animes a realizar alguna de las excursiones que te llevan a los picos más importantes de Ordesa o que enlazan con otros sectores del Parque Nacional. Eso sí, si la excursión por el valle es acta para casi todo el mundo que tenga un mínimo de condición física, lo de llegar hasta Góriz ya es otra historia, pues aquí sí que es necesario estar en forma.

Desde la Cola de Caballo y una vez cruzado el puente que se encuentra justo enfrente, existen dos opciones para poder vencer los farallones rocosos que parece hacen imposible continuar el camino. O tomar la senda de la derecha denominada “paso de las Mulas” que no implica ninguna dificultad salvo el desnivel correspondiente y que supone más rodeo o continuar de frente afrontando las llamadas clavijas de Soaso, un paso aéreo que implica cierta dificultad si no se tiene experiencia en montaña pero que sinceramente con un poco de precaución se puede realizar sin el mayor problema y sin arnés. En nuestro caso siempre hemos optado por esta segunda opción.

Clavijas de Soaso

Superadas las clavijas y una vez retomada la senda que continúa en ascenso, el panorama que se presenta es brutal con unas vistas sobrecogedoras del valle de Ordesa bajo nuestros pies. Bien merece la pena detenerse y disfrutar de ellas porque será complicado que veas algo similar.

Circo de Soaso

El camino continúa afrontando varios zigs zags a izquierda y derecha que te acaban situando en una meseta donde puedes llegar a sentirte insignificante al encontrare justo debajo de las moles de Monte Perdido, el Cilindro o la Torre, entre otras cumbres.

Tras un último esfuerzo para superar una repisa final por fin se puede apreciar en la lejanía el Refugio de Góriz, donde en pocos metros más se consigue llegar al mismo llaneando.

Refugio de Góriz

Afortunadamente, el refugio ya no es lo que era hace unos años donde destacaba por su poco espacio y el pésimo estado de sus instalaciones. Gracias a su completa remodelación y ampliación, hoy es un refugio moderno de ochenta plazas donde hasta puede calificársele de acogedor.

Refugio de Góriz

En cualquier caso recomiendo reservar con mucha antelación, pues de lo contrario es probable que no encuentres plazas libres, sobre todo en fines de semana y vacaciones de Semana Santa y verano. Y es que nunca dejará de ser el más icónico y representativo de los Pirineos, con casi cien años a sus espaldas desde que fue promovida su construcción en 1922 por la Asociación madrileña de Montañeros de Peñalara.

7. TRES SORORES

Cuenta la leyenda que tres hermanas estaban destinadas a casarse el mismo día en un pequeño pueblo del Pirineo aragonés, pero a punto de producirse el esperado evento la población sería atacada por un grupo de bárbaros que tras asesinar a muchos de sus habitantes raptaron a las tres hermosas jóvenes y se las llevaron a su campamento para que la boda tuviera lugar con tres de los guerreros del mismo. Estas evidentemente se negaron hasta que con mentiras consiguieron convencerlas de que sus iniciales y futuros maridos habían renunciado al cristianismo y se habían marchado con tres jóvenes visigodas. Apesadumbradas tras la noticia accedieron por fin a casarse con los guerreros. Mientras tanto sus anteriores pretendientes, junto con su padre, el rey Eurico, no pararon de buscarlas hasta dar con ellas. Estas al ver que habían sido engañadas no dudaron en solicitar el perdón de su progenitor, no consiguiéndolo, además de ser repudiadas, por lo que huyeron a las montañas. Acto seguido tanto Eurico como sus pretendientes iniciales serían apresados y condenados a morir ahorcados, produciéndose en ese momento una terrible tormenta de nieve que levantaría en el lugar en el que se encontraban las muchachas desterradas tres enormes montañas que hoy se conocen como las Tres Sorores en recuerdo de ellas: el Cilindro de Marboré, el Monte Perdido y el Pico Añisclo o Soum de Ramond.

Tres Sorores

Más allá de leyendas, se trata de tres duras ascensiones de más de tres mil metros que requieren de experiencia en montaña y de buena forma física para poder concluirlas y siempre que se pueda ir acompañados de un experto o guía si no se es muy ducho en la materia. En mi caso he tenido la fortuna de poder contar siempre para este tipo de expediciones con los más que sobrados conocimientos de mi padre.

En nuestro caso afrontaríamos, en una primera ocasión, la subida al Cilindro de Marboré y a Monte Perdido, dejando atrás el refugio de Góriz y desplazándonos hasta el famoso Lago Helado, situado casi a 3000 metros de altitud y justo debajo de los tramos finales de ambas montañas antes de llegar a la cima. No contentos con llegar hasta aquí, en la misma jornada desde la pradera de Ordesa, llevaríamos a cabo la ascensión al Cilindro de Marboré cayendo ya la tarde y pudiendo divisar desde su cima la espectacular cara norte de Monte Perdido y su glaciar, además de unas vistas incomparables de los Pirineos. La bajada tendríamos que afrontarla rapelando, por lo que hay que saber las técnicas de esta actividad y conocer como manipular las cuerdas para ello. Salvo que se tenga mucha experiencia no recomiendo la bajada destrepando sin cuerda por la roca, pues hay muchas posibilidades de tener un accidente.

Monte Perdido desde el Cilindro de Marboré

Cilindro de Marboré desde Monte Perdido

Después de tan tremendo esfuerzo haríamos vivac en las cercanías del Lago Helado para al día siguiente hacer frente a la parte más dura y empinada de Monte Perdido, donde podríamos pasar por un lateral, sin nieve, de la siempre peligrosa escupidera y que tantas vidas se ha cobrado, siendo el lugar de más mortalidad de los Pirineos. En el caso de haber nieve y salvo que esta esté muy blanda y bien marcada, es algo casi obligado ponerse los crampones. Tras atravesar esta y en pocos metros más se alcanza la emblemática cima. Tras la gesta y en nuestro caso, llevaríamos a cabo la bajada de forma directa hasta la pradera de Ordesa.

Después de unos años y de subir por segunda vez a Monte Perdido, también llevaríamos a cabo la subida al Pico Añisclo, una subida muy exigente, más que por cuestiones técnicas por la enorme distancia que hay que recorrer hasta poder afrontar el tramo final de subida. En nuestro caso partiríamos del refugio de Góriz, tras haber pasado la noche en el mismo, llevando a cabo el descenso de una sola vez hasta la pradera de Ordesa. Como siempre en estas altitudes las vistas son espectaculares pudiendo casi tocar la cima de Monte Perdido pero siendo también un observatorio privilegiado sobre los valles de Pineta, Añisclo y Ordesa, algo difícil de conseguir en una única excursión. Aún así es una cumbre poco frecuenta con respecto a sus compañeras.

Pico Añisclo desde Punta de las Olas

Circo de Soaso desde Cima del Añisclo

8. BALCÓN Y VALLE DE PINETA

Una carretera que parte de Javierre se interna en el valle de Pineta, la vertiente noreste de Monte Perdido y uno de los sectores que forman el Parque Nacional de Ordesa. Pineta, además de un precioso entorno de alta montaña, ofrece al senderista toda una lección de geomorfología. Los glaciares tallaron el típico valle en forma de U, con paredes verticales cortadas a pico en ambas laderas que convergen en el fondo plano del valle.

El escenario que se observa en la cabecera del valle de Pineta es soberbio. Una cascada sirve de nacimiento al río Cinca. Lo rodean picos majestuosos, como el Soum de Ramond o Añiclo, el Pico Pineta, el Cilindro y el mayor de todos, el Monte Perdido.

Para acceder al conocido como Balcón de Pineta es necesario llegar hasta el Parador de Turismo de Bielsa, construido al pie del soberbio decorado de naturaleza desbordante que lo rodea. Fue inaugurado en 1968, dentro de la política turística de la época de crear alojamientos de calidad en parajes especiales. Sólo entonces el Estado asfaltó y arregló la carretera desde Aínsa.

Parador de Bielsa. Valle de Pineta

Valle de Pineta

A partir de este momento hay que echarse la mochila a la espalda y tomar una senda que se interna por un precioso hayedo y que va ganando altura de manera moderada hasta al desvío que te llevaría a las cascadas de Lalarri. En esta bifurcación es necesario seguir las indicaciones “camino Marboré”. Poco después también se deja el desvío que te llevaría a las cascadas del Cinca y luego se acaban las contemplaciones y la pendiente se vuelve terriblemente empinada debiéndoselo tomar con mucha calma para evitar quedarte sin fuerzas antes de tiempo. Eso sí el entorno es sobrecogedor, pues mires donde mires las cascadas se descuelgan por diferentes puntos de las paredes rocosas.

Cascada del Cinca en el valle de Pineta

Cada vez las panorámicas son más espectaculares y el esfuerzo es compensado sobradamente por lo que te ofrece el entorno. Los continuos zigszags permiten seguir avanzando de forma relativamente fácil ante tanto desnivel y aunque las fuerzas van fallando saber que el objetivo final no se encuentra ya lejos te anima a continuar. Y por fin a una altitud de 2530 metros se presenta ante uno la brutalidad máxima: el balcón de Pineta con vistas hacia Monte Perdido y el Cilindro de Marboré, así como decenas de cumbres que superan los tres mil metros y, cómo no, el valle de Pineta atravesado, en lo más profundo, por el río Cinca. Una imagen de ensueño que puedes estar contemplando de manera indefinida.

Balcón de Pineta

La ruta no es complicada técnicamente pero si es de una dificultad alta debido al tremendo desnivel que hay que superar, unos 1300 metros.

9. LAGOS DE MARBORÉ Y COLLADO DE LOS ASTAZU

Aunque podía haber incluido estos lugares en la misma ruta del punto anterior, he preferido separarlos en dos puntos, pues en mi caso fue así como los conocí. En una primera incursión sólo llegaríamos al Balcón de Pineta y pasaríamos buena parte de lo que quedaba del día dedicados a la vida contemplativa y pasados unos años volveríamos para llevar a cabo esta ruta más exigente y larga que no nos permitiría hacer demasiados paradas y donde el tiempo se pondría en nuestra contra, no permitiéndonos llegar a nuestro objetivo final.

En cualquier caso todo sería exactamente igual que lo narrado en el anterior apartado hasta llegar al inigualable balcón de Pineta, para una vez en el mismo continuar caminando hacia el norte por la senda que bordea la base del glaciar y así sobre terreno pedregoso llegar al lago de Marboré, donde merece la pena hacer una parada para contemplar las vistas de la masa de agua, de los picos Astazus donde queríamos ascender y de la brecha de Tucarrroya con el refugio del mismo nombre encajado en ella.

Lago de Marboré

Refugio de Tucarroya

Esta parte del camino es bastante fácil después de haber afrontado la subida hasta el balcón de Pineta, pues sólo supone media hora y unos cien metros de desnivel ya que el lago de Marboré se sitúa a 2600 metros de altitud.

Lago de Marboré

Hay que decir que el lago de Marboré se encuentra represado, por lo que habrá que seguir a lo largo del muro para seguir ganando altura hasta el collado de los Astazu que es uno de las opciones para llegar hasta las sucesivas cimas del pequeño y gran Astazu. Desde aquí se consiguen unas fantásticas vistas del circo de Gavarnie en Francia y los tresmiles del macizo de Monte Perdido.

Hacia el collado de los Astazu

Astazus regresando al lago de Marboré

Desafortunadamente ese sería el lugar más alto al que llegaríamos, debiendo dejar las cimas para otra ocasión, pues una ventisca brutal nos sorprendería en los últimos metros del collado, apareciendo casi por arte de magia. Fue increíble la manera en la que empezó a soplar el viento que más parecía un vendaval donde llegamos a temer que pudiera arrastrarnos. Afortunadamente gracias a las técnicas de contrapeso entre personas y flexionando las rodillas podríamos salir de la complicada situación y retomar el camino de regreso. Sin duda, toda una aventura que no podremos olvidar.

10. CAÑÓN DE AÑISCLO

Esculpido durante milenios por el río Bellós, el cañón de Añisclo es uno de los lugares más aislados y sorprendentes del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El paraje de profundas y estrechas paredes por las que se desparraman decenas de cascadas es sencillamente estremecedor.

Para comenzar la ruta es necesario llegar hasta la localidad de Escalona y desde esta realizar trece kilómetros más por el estrecho desfiladero junto al río Bellós hasta el aparcamiento de la ermita de San Urbez, un anacoreta que se dio a la vida contemplativa en el siglo VII y del que decían que era capaz de convertir su bastón en puente para atravesar el potente curso de agua. Será aquí donde habrá que empezar a caminar, cruzando el puente medieval y siguiendo en todo momento las marcas blancas y rojas de sendero de gran recorrido, por lo que es imposible perderse, aparte de que los inmensos farallones rocosos que flanquean el camino hacen que no puedas dirigirte a ningún otro lado.

Ermita de San Úrbez. Cañón de Añisclo

Una sofocante y dura subida entre tupidos bosques, que te hace sudar lo indecible como consecuencia de la inversión térmica que se da en esta zona, te permitirá llegar después de unas tres horas hasta el área conocida como la Ripareta donde la dura ascensión da paso a un rellano por donde discurre el río en una sucesión de continuas cascadas, a modo de gradas.

La Ripareta. Cañón de Añisclo

La Ripareta. Cañón de Añisclo

Para mi gusto a partir de este punto comienza la parte más bonita del recorrido que continúa ganando altura para transitar por una zona con hayas y pasada esta volver a bajar hasta retomar el cauce del río, junto al barranco de la Capradiza. Tras atravesar el río Bellós por una pasarela, el camino vuelva a ganar altura y regresa al cauce, donde se encuentran las marcas del GR11, tomando el camino de la izquierda que se dirige a Góriz. Tras otra media hora de subida por fin se llega hasta el nacimiento de la Fon Blanca, otro de esos parajes sin iguales y que será complicado borrar de la retina.

Cañón de Añisclo

Fuenblanca. Cañón de Añisclo

Fuenblanca. Cañón de Añisclo

El recorrido de ida y vuelta nos supuso al final once horas, con paradas incluidas, por lo que es realmente agotador, aunque la recompensa final haría que mereciese  la pena el esfuerzo. El desnivel acumulado es de unos 700 metros y la distancia de unos 28 kilómetros.

11. GARGANTAS DE ESCUAÍN

Perdido en el desfiladero del Bellós, el valle del río Yaga es uno de los sectores más desconocidos del Pirineo central, a pesar de que las espectaculares gargantas que se forman  junto a la aldea de Escuaín son parte del Parque Nacional de Ordesa. Aprovechando las facturas y las líneas más débiles del terreno, el río Yaga excavó una hendidura de 200 metros de profundidad. Una senda nos permitiría descender hasta el fondo en busca del nacimiento del río. Desde la iglesia de Escuaín parte este camino, entre un bonito bosque de hayas. Se trata de una estrecha senda que desciende en algunos puntos de manera vertiginosa hasta el lecho del curso de agua que obliga a realizar algunos destrepes fáciles, en los que hay que prestar una especial atención ante posibles resbalones. Una media hora después se alcanza el fondo de la garganta, junto a una atronadora cascada. La senda sigue por el cauce hasta la fuente del nacimiento.

Garganta de Escuaín. Río Yaga

Mirador de Escuaín

Y ya que se está por aquí merece la pena dar una vuelta por Escuaín, un magnífico ejemplo de núcleo rural pirenaico aislado entre cantiles y gargantas en el que aún sobreviven de forma casi milagrosa cuatro familias. El turismo y su inclusión dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido han evitado que quedara abandonado.

Escuaín

Además durante el verano permanece abierta una oficina de información del Parque. Desde su puerta nace una senda fácil y cómoda que permite acercarse a dos miradores naturales sobre las gargantas del río Yaga. Paneles informativos explican la morfología, flora y fauna de la zona.

Mirador de Escuaín

12. MIRADORES DE REVILLA

Otra de las mejores maneras de conocer las gargantas de Escuaín además de los miradores cercanos a este pueblo y sin tener que realizar el esfuerzo de bajar y subir hasta el lecho del río es a través de los miradores que se van sucediendo desde la pequeña población de Revilla. Bueno para ser más exactos la ruta comenzaría unos 300 metros antes de llegar a la misma, en una curva bastante pronunciada, donde se puede estacionar el vehículo.

El pequeño y estrecho sendero que sale a nuestra izquierda, siempre con hermosas vistas hacia el barranco por cuyo fondo discurre el río Yaga, nos permite avanzar pausadamente sin desnivel alguno, hasta que se produce un giro a la derecha y desciende un poco para atravesar un arroyo por un puente.

Sin mucho tardar, se llega a un desvío que te conduce a la ermita de San Lorién, en estado ruinoso, y continuando por el camino principal y en pocos metros se llega al primero de los miradores, un balcón panorámico que ofrece las primeras vistas de la increíble garganta de Escuaín.

Garganta de Escuaín. Miradores de Revilla

Poco tiempo después se llega a una bifurcación donde deberemos seguir de frente, ya que la que indica a la derecha te devuelva nuevamente a Revilla. Atravesaremos un bosque de pinos y tras él hallaremos el segundo y tercero de los miradores que ofrecen perspectivas muy similares, aunque el último de ellos permite conseguir también hermosas vistas del pueblo de Escuaín mimetizado con el paisaje.

Garganta de Escuaín. Miradores de Revilla

Tras disfrutar de tan hermosas panorámicas sólo habrá ya que desandar lo andado hasta regresar donde se dejó el vehículo. La ruta como se puede ver es bastante sencilla e ideal para realizar en familia y con niños.


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