DIA 03. ROMA. De la Fontana de Trevi a San Pedro in Vincoli

4 de Diciembre de 2022.

Contra todo pronóstico el día amanecía completamente soleado, algo que se mantendría también el resto de jornadas que me quedaban en Roma, por lo que en esta ocasión bendije la nefasta predicción meteorológica que habían hecho la mayoría de agencias, que daban lluvia durante toda la semana.

PLAZA Y FONTANA DE TREVI

Como comentaba al final del primer día, mi encuentro con la mítica Fontana de Trevi, no se ceñiría sólo a aquella ocasión, sino que también quería disfrutarla con luz diurna, por lo que qué mejor que comenzar la jornada de esa manera.

Incluso llegando a las 08:00 de la mañana como era el caso, ya me encontraría con unas 50 personas pululando por allí, lo que me hizo preguntarme si en algún momento de la madrugada sería posible disfrutarla en completa soledad, algo que no averiguaría personalmente.

Por algo es la fuente más célebre de Roma y una de las más espléndidas. La inagotable imaginación con que fue concebida, la escenográfica disposición del conjunto, la sobria y majestuosa belleza de los mármoles esculpidos, la convierten en una verdadera obra maestra escultórica y arquitectónica.

Fontana de Trevi

En su realización participaron Pietro da Cortona y, sobre todo, Bernini, quien dio inicio a la obra. Sin embargo, ésta fue interrumpida muy pronto a raíz de la muerte del Papa Urbano VIII. Aproximadamente un siglo más tarde, Clemente XII confió la obra a Nicola Salvi, que realizó el grandioso conjunto entre 1732 y 1751 en un vistoso estilo rococó. Es una fuente rica en símbolos y connotaciones finamente intelectuales y todo un espectáculo en mármol con caballos de mar encabritados, tritones soplando conchas de mar, rocas escarpadas y palmeras.

Fontana de Trevi

Esta vez no volvería a realizar el famoso ritual de lanzar la moneda, pero si repararía en la iglesia de los Santos Vincenzo e Anastasio, eclipsada casi siempre por la mítica fuente, y que se encuentra justo enfrente de la misma. Su fachada encarna el barroco romano llevado a sus últimas consecuencias con hileras de columnas coronadas por el escudo de armas del cardenal que mandó la construcción de la iglesia allá por el año 1650. En su interior se conservan, en viejas urnas de mármol, los corazones de 22 papas que serían separados de sus cuerpos ante la antigua creencia de que de esta manera el cuerpo no entraría en descomposición. También se pueden ver adornos metálicos que representan corazones  y que han ido dejando los fieles a lo largo del tiempo como agradecimiento por la concesión de sus ruegos.

Iglesia de los Santos Vincenzo e Anastasio

Pasaban las 08:30 cuando el ambiente en la plaza empezaba a hacerse cada vez más insoportable, por lo que puse pies en polvorosa, desplazándome a mi siguiente destino.

PLAZA DEL QUIRINAL

Sólo necesitaría cinco minutos para llegar hasta la plaza del Quirinal, una gran espacio flanqueado por algunos de los edificios más interesantes de la Roma renacentista, barroca y rococó. Sin duda, el más importante de ellos sería el Palacio del Quirinale, el cual fue residencia de los pontífices desde Clemente XII hasta 1870, año en que acogió a los soberanos de Italia, y, a partir de 1947, pasó a ser la residencia oficial y representativa del Jefe de Estado de la República Italiana. El exterior presenta una monumental fachada de dos pisos, con la puerta de honor, realizada por Maderno, con tímpano y estatuas.

Palacio del Quirinale

En otro de los lados de la plaza destaca el palacio de la Consulta, el cual alberga la Corte Constitucional de Italia, y en el centro de la misma la impresionante fuente de Dioscuri, también llamada de Monte Cavallo, con un obelisco que se instaló en 1786, procedente del mausoleo de Augusto. A ambos lados del mismo se pueden ver las esculturas de Cástor y Polux que cabalgan orgullosos en sus soberbios caballos. Con una altura de 5,5 metros no dejan indiferente a casi nadie. En otro tiempo estuvieron situadas en la entrada de las cercanas termas de Constantino. El papa Sixto V las hizo restaurar y las colocó aquí en el año 1588.

Fuente de Dioscuri o de Monte Cavallo

También habría que destacar en esta plaza las vistas que se consiguen de un sector de Roma y de la cúpula de San Pedro del Vaticano.

IGLESIA DE SAN ANDRÉS DEL QUIRINAL

Tomando la Via del Quirinale, en pocos metros me toparía a la derecha con la iglesia de San Andrés del Quirinal, conocida como la perla del barroco por su hermoso interior en mármol rosado.

Iglesia de San Andrés del Quirinal

Fue proyectada por Bernini y edificada por sus ayudantes entre los años 1658 y 1670. Fue construida para los jesuitas, de ahí la abundancia del emblema de la congregación.

Iglesia de San Andrés del Quirinal

Dado el poco espacio de que disponía, Bernini orientó el eje largo de su planta oval no hacia el altar sino hacia los lados, para conseguir que el ojo del espectador se dirigiera al altar, donde el arquitecto colocó varias obras artísticas que forman un solo conjunto. El San Andrés crucificado del retablo mira atento a una reproducción de sí mismo, un poco más arriba, realizada en estuco, a la que siguen la linterna y la representación del Espíritu Santo. Una auténtica genialidad.

PLAZA LE QUATTRO FONTANE

Un poco más adelante de la anterior iglesia llegaría hasta la intersección de dos estrechas y transitadas calles, donde para mi sorpresa podría observar cuatro pequeñas fuentes situadas en las esquinas de los edificios allí levantados.

Tras investigar un poco supe que datan de la época del gran desarrollo urbanístico de Roma bajo el mandato de Sixto V, y que cada una contiene la estatua de una divinidad reclinada. El dios del río acompañado de la loba representa claramente al Tiber; la otra gran figura masculina podría ser el Arno, y las figuras femeninas encarnarían la fuerza y la fidelidad, o a las diosas Juno y Diana.

Escultura Río Tiber. Plaza Le Quattro Fontane

Escultura Diosa Diana. Plaza Le Quattro Fontane

Esta encrucijada en el punto más alto de la colina del Quirinal y desde él se avistan a lo lejos los obeliscos de Santa María Maggiore, Trinitá dei Monti y la plaza del Quirinale.

PLAZA DE SAN BERNARDO

Continuando con mi ruta, en otras dos manzanas, me plantaría en la plaza de San Bernardo, que, evidentemente, a muy pocas personas les dirá algo la misma planteada de este modo. Pero no son pocas las construcciones interesantes que alberga este amplio espacio, algunas de ellas creo que imprescindibles en la visita a Roma.

La primera de ellas, sería sin lugar a dudas, la iglesia de Santa María della Vittoria, una íntima iglesia barroca con un interior profusamente decorado e iluminado con velas, que esconde un auténtico tesoro: una de las obras escultóricas más hermosa y emotiva de Bernini, “Éxtasis de Santa Teresa”, situada en la capilla Cornaro, que asemeja un teatro en miniatura. Cuenta incluso con espectadores propios: las estatuas sedentes del benefactor de la capilla, el cardenal Federico Cornaro, y sus antecesores, quienes parecen contemplar la obra.

Santa María della Vittoria

La obra en sí es impresionante y requiere tiempo para ser contemplada. La santa aparece sobre una nube, la boca entreabierta, los ojos cerrados y cubierta con una túnica. Sobre ella sonríe un ángel de pelo rizado que sostiene en su mano una flecha con la que parece estar a punto de atravesar el cuerpo de la santa por segunda vez. Haces de luz en bronce enmarcan e “iluminan” las figuras del conjunto en mármol.

Éxtasis de Sta Teresa.Sta María della Vittoria

Siguiendo en la misma plaza, justo enfrente de la anterior iglesia, destaca la fuente de Moisés, que, como su nombre indica, debe su denominación a la estatua de este personaje que reposa en su nicho central. La estructura de la fuente fue diseñada para señalar el final del acueducto de Acqua Felice, llamado así porque fue una de las grandes mejoras introducidas en la ciudad por el papa Sixto V, trayendo agua corriente a esta zona de Roma por primera vez desde la caída del Imperio Romano.

Fuente de Moisés

La escultura no es muy popular en la ciudad, pues se considera que sus rasgos anatómicos están desproporcionados, siendo un torpe intento por emular la impresionante apariencia del Moisés de Miguel Ángel, en la iglesia de San Pedro in Vincoli.

Tan pronto como se inauguró la fuente empezó a circular la broma de que Moisés fruncía el ceño por haber sido traído al mundo de la mano de tan inepto escultor.

Los cuatro leones de la fuente son copias de los originales egipcios que ahora se encuentran en los Museos Vaticanos.

Las otras dos iglesias que habría que citar en la plaza, aunque de menor importancia, serían la de Santa Susana, donde destaca especialmente su fachada barroca realizada por Maderno, y la de San Bernardo Alle Terme, con su característica forma cilíndrica que hace que tenga similitudes con el Panteón. Por ejemplo, al no poseer ventanas el edificio sólo puede recibir luz por el gran hueco circular abierto en el centro de su cúpula octogonal. Su inmenso interior de 22 metros de diámetro cuenta con un buen número de figuras y esculturas sagradas, algunas de más de tres metros, así como retablos del siglo XVIII que adornan sus dos altares enfrentados.

Iglesia de Santa Susana

San Bernardo Alle Terme

PLAZA DE LA REPÚBLICA

Tras un nuevo y breve paseo, llegaría hasta la plaza de la República, aunque los romanos también la conocen como plaza Esedra, porque seguía la forma de una exedra (recinto semicircular) que formaba parte de las termas de Diocleciano.

La plaza se construyó durante el desarrollo urbanístico llevado a cabo cuando Roma se convirtió en capital de la Italia unificada. Bajo sus pórticos del siglo XIX hubo elegantes tiendas que hoy han sido sustituidas por bancos, agencias de viajes y cafés.

Plaza de la República

En el centro de la plaza se alza la fuente de las Náyades. Estas ninfas desnudas en bronce, causarían cierto escándalo cuando se inauguró la fuente en 1901. Cada una está reclinada en una criatura que simboliza el agua en sus diversas  formas; un caballo de mar para los océanos, una serpiente de agua dulce para los ríos, un cisne para los lagos y un extraño lagarto para las corrientes subterráneas. La figura del centro, añadida en 1911, es el dios marino Glauco, que lucha contra un pez.

Plaza de la República y Fuente de las Náyades

SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES MÁRTIRES

Justo en uno de los lados de la recién mencionada plaza de la República, me toparía con la iglesia de Santa María de los Ángeles Mártires, surgida en los antiguos recintos del Tepidarium de las Termas de Diocleciano según un proyecto de Miguel Ángel. En cualquier caso, a mediados del siglo XVIII, sufriría importantes modificaciones.

Santa María de los Ángeles Mártires

Mientras que la fachada es desnuda y lineal, el interior en forma de cruz griega, es sumamente interesante por su desarrollo arquitectónico inusitado: los brazos transversales se unen al vestíbulo gracias a la genial solución de dos pasadizos. La iglesia conserva testimonios artísticos de notable valor como sus monumentos funerarios o el bellísimo Cristo en la Cruz del altar de Daniele da Volterra, sin olvidar los grandes cuadros y lienzos que se distribuyen entre la tribuna y otras zonas del templo.

Santa María de los Ángeles Mártires

TERMAS DE DIOCLECIANO

Dado que estaban justo al lado de la anterior iglesia, mi siguiente visita sería a las Termas de Diocleciano, aprovechando además que al ser domingo eran gratuitas y todavía no tenía pensado utilizar el Roma Pass.

Aunque es cierto que las más famosas son las de Caracalla, si no se tiene tiempo de acudir a ellas, esta puede ser un buena opción para al menos contemplar un complejo termal de la Roma clásica sin salir del centro de la ciudad.

Y es que las termas de Diocleciano constituyen el establecimiento termal más grande de Roma. Fueron construidas en un tiempo relativamente breve, entre 298 y 306 d.C., por voluntad de Diocleciano y Maximiano, como recuerda la inscripción dedicatoria. El edificio fue levantado en una de las zonas con mayor densidad de población de la urbe y estaba alimentado por una ramificación especial del viejo acueducto del Aqua Marcia, que suministraba el agua a una gigantesca cisterna de 90 metros de longitud.

Termas de Diocleciano

Termas de Diocleciano

La planta del núcleo termal sigue el esquema regular de las grandes termas imperiales: gran basílica central, conjunto caldarium – tepidarium – frigidarium dispuesto sobre un eje central a lo largo del lado menos, gimnasios y servicios accesorios organizados a ambos lados de este eje.

Termas de Diocleciano

Termas de Diocleciano

Todo el edificio está construido con ladrillos. Se calcula que unas tres mil personas podían utilizar el establecimiento al mismo tiempo. El caldarium (baño caliente) tenía forma rectangular con cuatro nichos semicirculares; uno de ellos constituye hoy la entrada de la iglesia de Santa María de los Ángeles, que Miguel Ángel construyera sobre las ruinas de la basílica central de las termas, en 1566, como he mencionado en la visita anterior.

PALACIO MASSIMO ALLE TERME (MUSEO NACIONAL ROMANO)

Muy cerca de las termas también se encuentra el Palacio Massimo Alle Terme que alberga en su interior una parte importante del Museo Nacional Romano, el cual también estaba interesado en visitar. Además tendría la suerte que hoy al ser domingo también era gratuito, por lo que me ahorraría unos cuantos euros sin tener que empezar a utilizar la Roma Pass.

Palacio Massimo Alle Terme.Museo Nacional Romano

Fundado en 1889, el museo contiene una de las principales colecciones mundiales de arte clásico, que comprende frescos, mosaicos, estatuas y otros objetos encontrados en Roma desde 1870. Las piezas se exponen con exquisito gusto en varias plantas, mientras que el patio, con su pórtico de estatuas en franjas de luz y sombra, es un maravilloso preámbulo a esta espectacular colección.

El museo tiene muchas piezas destacadas como las esculturas de la primera planta que evocan el lujo del que disfrutaba la élite de la Antigua Roma del que son ejemplo los elaborados accesorios de bronce – cabezas de león y una Medusa – de los barcos que el emperador Calígula usaba para dar fiestas en el lago Nemi. Destacan una máscara de Apolo en marfil, la escultura del príncipe helenístico y la estatua en bronce de un púgil cuyos labios y heridas tienen tinte rojo.

Príncipe Helenístico. Palacio Massimo Alle Terme

Cabeza de Medusa. Palacio Massimo Alle Terme

Púgil en Reposo.Palacio Massimo Alle Terme

También hay objetos que evocan la realidad de la vida cotidiana, como dados de marfil, agujas de coser, colecciones de brújulas y un ábaco en miniatura, así como cucharillas usadas para mezclar cosméticos.

Hay incluso una momia pero que en estos momentos no estaba expuesta al público.

Pero con lo que más disfruté sería con los frescos de la segunda planta, donde se disponen pinturas murales y mosaicos de antiguas villas excavadas en Roma y sus alrededores. Las obras más increíbles son los cuatro frescos del techo al suelo del comedor de una villa que perteneció a Livia, esposa del emperador Augusto. Recrean un jardín con flores, frutales y pájaros, y fueron ideados para dar a los comensales la impresión de estar al aire libre.

Frescos Villa Livia. Palacio Massimo Alle Terme

Pinturas Murales Villa Romana. Palacio Massimo Alle Terme

Como se puede ver es uno de los museos imprescindibles para ver en Roma, siempre claro está, de que se tenga el tiempo suficiente para ello.

SANTA MARÍA MAGGIORE

En unos diez minutos caminando ya estaba en la iglesia de Santa María la Maggiore, una de las cuatro basílicas papales, con un precioso interior y en la que la mezcla de estilos arquitectónicos, probablemente, esté mejor lograda.

Basílica de Santa María Maggiore

Basílica de Santa María Maggiore

Esta iglesia es la más grande de las 26 que hay en la capital dedicadas a la Virgen María. Fue construida inicialmente por el papa Liberio en el siglo IV, y, aunque renovada y mejorada por muchos pontífices en el transcurso de los siglos, aún conserva su estructura medieval. La triple nave jalonada con columnas es parte del edificio original del siglo V. Tanto el suelo como el encantador campanario románico son también medievales. Al Renacimiento se debe el nuevo artesonado del techo, del que se dice que su oro fue el primero que trajo Colón de América, y el Barroco dotó a la iglesia de sus cúpulas gemelas y sus imponentes fachadas frontal y trasera.

Basílica de Santa María Maggiore

Los mosaicos son el elemento más famoso de Santa María y son de los más antiguos de Roma. Las escenas bíblicas de la nave y los mosaicos del arco del triunfo datan del siglo V. El Cristo de la logia sentado en su trono es del siglo XIII. Además, en una sencilla tumba en el suelo, descansa el genio Bernini.

Basílica de Santa María Maggiore

Basílica de Santa María Maggiore

Tumba de Bernini.Santa María Maggiore

Además, de la basílica se cuenta una bonita leyenda que nos lleva al año 356, en el que el papa Liberio tuvo un sueño en el que la Virgen le ordenaba construir una iglesia allí donde encontrara nieve. Cuando nevó en el Esquilino, en la mañana de un cinco de agosto de un caluroso verano, el Papa, naturalmente obedeció. El milagro de la nieve se conmemora cada año con una ceremonia en la que del techo de la capilla Paolina caen cientos de pétalos blancos. Es por ello que a la iglesia también se la conoce como Santa María de las Nieves.

BASÍLICA DE SANTA PRÁXEDES

Dada la cercanía a la anterior, decidiría llegar hasta su puerta, con la mala suerte que me darían con ella en las narices, por ser la hora de cierre de la misma. La consecuencia de ello es que me quedaría sin poder admirar los bellos mosaicos de vivos colores que posee su interior y que realizaron artistas bizantinos, el mausoleo de la madre del papa Pascual, del que se dice que también merece mucho la pena, así como parte de una columna procedente de Jerusalén a la que se cree que Cristo fue atado para ser azotado.

Basílica de Santa Práxedes

Desgraciadamente, no tendría ya tiempo de volver por aquí en mi estancia en Roma, pero como se suele decir, esta junto con otras muchas pueden ser buenas excusas para volver a la “Ciudad Eterna”.

PLAZA VITTORIO EMANUELE II

Mi siguiente parada sería en este desconocido e inmenso espacio que tiene el honor de ser la plaza porticada más grande de Roma, poseyendo los edificios que la flanquean 280 columnas de arcadas o pórticos. Pero su característica principal es que gran parte del espacio central se encuentra ocupado por los Jardines Nicola Calipari, una obra maestra de arquitectura paisajística con cedros del Líbano, magnolias, palmeras, plataneros que permiten un remanso de paz en pleno centro de la capital. Estos a su vez cuentan con varios tesoros que pueden pasar desapercibidos y que sin embargo son ciertamente destacables. Es el caso de los restos de una fuente monumental conocida como “Trofeos de Marius”, otra fuente con un grupo marino como decoración, y lo más peculiar, la conocida como Puerta Alquímica o Portal Mágico, procedente de la Villa Palombara del siglo XVII. La puerta está flanqueada por dos monstruosas figuras de época romana que representan a la divinidad egipcia Bes.

Puerta Mágica.Plaza Vittorio Emanuele II

Los dibujos y grabados alrededor de la Puerta Mágica incluyen dos triángulos superpuestos con una inscripción en latín, así como otros muchos símbolos utilizados en alquimia.

SAN JUAN DE LETRÁN (SAN GIOVANNI IN LATERANO)

Un kilómetro y medio me separaba de mi siguiente destino, al que tardaría en llegar unos veinte minutos caminando, un paseo que aprovecharía para comprar una porción de pizza en una pequeña pizzería de barrio, junto con una coca cola, y así no perder prácticamente tiempo, pues todavía me quedaban muchas cosas que hacer en la jornada a la que me estoy refiriendo.

De esta manera, ya comido, llegaba hasta la vasta y antigua plaza de San Juan de Letrán, donde adquiriría una primera visión del palacio de Letrán, la basílica, el bello Baptisterio dedicado a San Juan Bautista y otros edificios de líneas sobrias y elegantes. Aproximadamente, en el centro de la plaza se eleva el esbelto Obelisco egipcio, de granito rojo, con sus 47 metros de alto. Este monumento se remonta al siglo XV a.C. y fue traído a Roma por Constancio II, hijo de Constantino, quien lo colocó en el Circo Máximo. Finalmente, por deseo de Sixto V, fue trasladado a este lugar.

Plaza de San Juan de Letrán

Decidiría comenzar visitando el Baptisterio Lateranense, erigido por voluntad de Constantino, que como ya he comentado está dedicado a San Juan Bautista, y representa el primer baptisterio de la cristiandad, cuya forma sirvió de modelo para los demás. De planta octogonal, el edificio se levanta alrededor de ocho columnas que se yerguen justo en el centro. En las paredes y las capillas se pueden admirar  obras de notable valor como mosaicos, lienzos y cuadros.

Baptisterio Lateranense

Baptisterio Lateranense

Saliendo del mismo, ya que no hay posibilidad de acceder desde él al interior de la basílica, rodearía parte del palacio, y me situaría ante la espectacular fachada de San Juan de Letrán, es decir, la catedral de la ciudad y otra de las cuatro basílicas Mayores, sede del obispo de Roma, el Papa, que celebra aquí los oficios  de Jueves Santo. En el pasado el vecino palacio laterano sería su residencia oficial, y hasta 1870 todos los pontífices fueron investidos aquí.

Basílica de San Juan de Letrán

La espectacular estructura arquitectónica de orden corinto de la fachada con las grandes estatuas de Cristo, San Juan Bautista, San Juan Evangelista y los Doctores de la Iglesia, ya sobrecoge. Las entradas son cinco, de las cuales, la última a la derecha, es llamada Puerta Santa y se abre solamente en los años de jubileo.

Tras pasar el control de seguridad, accedería a su grandioso interior, que se presenta como una cruz latina con cinco naves. A lo largo de las paredes están dispuestos los Profetas, los Santos y los Apóstoles que imaginara Borromini, pero que fueran ejecutados por sus seguidores. Una vez llegado al crucero, uno se encuentra en el corazón gótico de la basílica: el tabernáculo de Giovanni di Stefano, elegante y esbelto contra las rejas doradas que encierran las preciosas reliquias de las cabezas de los santos Pedro y Pablo. Otra reliquia de Pedro sería la vasta mesa sobre la que el apóstol celebraba la misa en las catacumbas y que hoy se conserva en el altar papal.

Basílica de San Juan de Letrán

Basílica de San Juan de Letrán

Al fondo de la basílica destaca el imponente ábside, cubierto de mosaicos, y en los laterales las espléndidas y decoradas capillas, cada una con sus respectivas genialidades.

Por si fuera poco, todavía me quedaba visitar el claustro (tres euros), otra joya  que sobrevivió, por fortuna, a los dos incendios que destruyeron la basílica primitiva. Pasear con calma por esta obra maestra del siglo XIII y admirar sus mosaicos, fragmentos de la basílica medieval y otros detalles, es un auténtico privilegio.

Claustro Basílica de San Juan de Letrán

Claustro Basílica de San Juan de Letrán

Como se ha podido comprobar no es poco, lo que ofrece San Giovanni in Laterano, por lo que conviene venir con cierto margen de tiempo para disfrutar con tranquilidad.

PUERTA ASINARIA

Dada la proximidad, a la salida optaría por acercarme hasta la Porta Asinaria (puerta de los Asnos), una de las puertas menores de la muralla Aureliana que fue construida entre el año 270 y 273. Se le añadieron unas torres gemelas y un pequeño cerco alrededor de la entrada, cuyos restos son visibles.

Puerta Asinaria

En el año 546 d. C., soldados bárbaros desertores que servían en el ejército romano abrieron estas puertas a las legiones de Goth Totila, que saquearon la ciudad. En 1084, el Sacro Emperador Romano Enrique IV, entró en la ciudad también por esta puerta, acompañado del antipapa Gilberto, para destruir a Gregorio VII. Posteriormente, sufriría serios daños.

A sólo unos metros de la misma se puede ver también la puerta de San Giovanni, formando parte de la muralla aureliana, construida entre el 270 y el 273, y cuya inauguración supuso la clausura de la puerta Asinaria. Su nombre se debe a la cercana basílica de San Juan de Letrán, conocida también como San Giovanni in Laterano.

Puerta de San Giovanni y Muralla Aureliana

SCALA SANTA Y SANCTA SANCTORUM

Tras las fotografías de rigor de la puerta Asinaria, a las 15:00 en punto me encontraba en la puerta de un antiguo palacio situado ligeramente a la izquierda de la fachada principal de San Juan de Letrán, pues no quería dejar de visitar dos importantes elementos que conserva en su interior, y que no son pocos los que los pasan por alto.

Palacio de la Scala Santa y Sancta Sanctorum

Se trataba de la Escalera Santa o Scala Santa, de la que se dice que por sus 28 escalones ascendió Cristo hasta la casa de Pilatos para ser Juzgado y que fueron traídos desde Jerusalén por Santa Elena, madre de Constantino. Esta creencia no se remonta más allá del siglo VII.

Los escalones fueron colocados en su actual emplazamiento por el papa Sixto V, cuando fue destruido el antiguo palacio Laterano. Nadie debe poner el pie sobre estos sagrados escalones, cubiertos por tablas de madera. Los fieles sólo pueden ascender por ellos de rodillas y os aseguro, por mi propia experiencia, que es realmente duro. Es cierto que aunque no sea especialmente religioso quise experimentarlo para hacerme una idea de lo que pueden llegar a sentir las personas muy devotas y es cierto que el sentimiento final cuando has conseguido completarla, después del sufrimiento y en un lugar tan importante, te provoca una emotividad especial. Para aquellos que no deseen vivir esta experiencia pueden llegar a la parte superior por una escalera lateral.

Escalera Santa O Scala Santa

La Scala Santa conduce al Sancta Sanctorum o capilla de San Lorenzo, el segundo de los lugares importantes que mencionaba. Fue construida en 1278 por el papa Nicolás III y alberga importantes reliquias, entre las que destaca una imagen de Jesús, el Acheiropoeton, que se dice fue pintada por San Lucas con la ayuda de un ángel y que se sacaba en procesión en el Medievo para evitar plagas. En las paredes y bóvedas se descubrieron frescos del siglo XIII.

Acheiropoieton. Capilla Sancta Sanctorum

Acheiropoieton. Capilla Sancta Sanctorum

El horario de visitas de ambos lugares es de 09:00 a 13:00 y de 15:00 a 18:00 y el precio de la entrada es de 3,5 euros.

IGLESIA DE SAN CLEMENTE

Llevaba tiempo escuchando hablar muy bien de esta iglesia y, por supuesto, no quise perdérmela y es que San Clemente está considera como una de las iglesias más grandiosas de la ciudad, remontándose su construcción al año 385. Lo llamativo en la misma es que se pueden observar hasta tres capas de la historia, proporcionando una percepción de las modificaciones de los edificios a lo largo del tiempo.

Iglesia de San Clemente

En la iglesia superior destaca un hermoso techo con frescos, la Schola Cantorum del fondo de la nave central del siglo XII y el gran mosaico del ábside considerado una obra maestra de la escuela romana del siglo XII. En el amplio recinto de la basílica inferior habría que mencionar los frescos del atrio que representan el milagro de San Clemente y los frescos de la nave central con Episodios de la vida de Cristo.

Iglesia de San Clemente

No podría recrearme todo lo que me hubiera gustado en esta iglesia pero, tras dedicarle el tiempo justo, tendría que marcharme, ya que a las 16:15 tenía una cita ineludible a lo que no podía faltar.

DOMUS AUREA

Y es que desde hacía un mes tenía reservada la visita guiada en castellano a la Domus Aurea, lo que hice a través de la página https://www.coopculture.it/en/products/domus-aurea-experience/. El precio de la entrada normal es de 16 euros y sólo puede realizarse en fin de semana, por lo que en fechas significativas conviene comprarla con antelación. La visita dura unos ochenta minutos y se desciendo unos doce metros por lo que si es verano conviene llevar algo para cubrirte.

Domus Aurea

Tras pasar los controles de seguridad nos recibiría una arqueóloga que hablaba un perfecto castellano y nos conduciría al subsuelo situado bajo el parque en el que se encuentra la entrada, donde transitaríamos por lo que fue una mínima parte de la residencia del todopoderoso Emperador Nerón. Comenzaba la visita a la espectacular Domus Aurea, es decir “Casa Dorada”, que por sí solo indica la magnificencia con que fue concebida.

Domus Aurea

La Domus Aurea ocupaba una superficie de 100 hectáreas, y para construirla el emperador expropió numerosos edificios públicos y privados que había sido destruidos por el famoso incendio de la capital romana.

La guía nos explicó que se trataba de una fastuosa mansión compuesta por pabellones, separados por vastos bosques poblados de animales domésticos y salvajes, con jardines, fuentes y juegos de agua. El centro de este imponente complejo era un gran lago artificial que ocupaba el solar  en el que habría de surgir el Coliseo. Una estatua de bronce de colosales dimensiones, de más de treinta metros de altura,  se levantaba en el vestíbulo y representaba a Nerón como el dios sol.

Domus Aurea

Domus Aurea

Los arquitectos se prodigaron con extravagantes finuras para complacer al emperador: las salas para los banquetes tenían techo con planchas de marfil movibles y horadadas para permitir que desde lo alto cayese una lluvia de flores y perfumes; una de las salas era redonda y giraba continuamente, siguiendo el movimiento de la tierra. Los baños estaban alimentados con agua de mar y sulfúrea. No es de extrañar que al verla terminada el emperador pronunciase una frase que ha quedado para la posterioridad: “¡Por fin puedo empezar a vivir como un hombre!”. Pero lo que la opinión pública de entonces criticaba, más que todo, era el tamaño verdaderamente desmesurado de la imponente residencia, y el hecho de que se levantaba en el corazón de la ciudad, ocupando gran parte del mismo.

Domus Aurea

Domus Aurea

De toda la Domus Aurea queda hoy solamente un pabellón sobre el Monte Oppius, que fue englobado en las termas de Trajano tras el incendio que lo destruyó en el año 104. Es muy interesante observar la pequeña parte de la decoración pictórica de las habitaciones que ha llegado a nuestros días, pero que nos permiten tener una idea de la suntuosidad de todo el conjunto y del alto nivel alcanzado por el artista que, según las fuentes, fue Fabullus. Algunas de estas salas toman sus nombres de las pinturas que las decoran: la de la bóveda de las lechuzas, que sería el gran recinto central; la sala de la bóveda negra, es decir, la alcoba de las habitaciones situadas al este; o la sala de la bóveda amarilla entre otras.

Domus Aurea

Domus Aurea

En estas pinturas, descubiertas en el siglo XV, se inspiraron numerosos artistas del Renacimiento, que crearon un género decorativo conocido como “grutesco”, por el nombre de “grutas” dado a las salas de la Domus Aurea. Especialmente Rafael y sus discípulos utilizaron este nuevo estilo en la decoración de las Logias Vaticanas.

Como la idea que nosotros podemos hoy forjarnos, basándonos en las ruinas del imponente palacio de Nerón, es sumamente parcial, la visita incluye además una impresionante sorpresa que hace las delicias de cualquiera. Se trata de una experiencia multisensorial, gracias a la realidad virtual, que permite teletransportarte  a los tiempos en que el palacio estaba en pleno apogeo, con los valiosos mármoles  con el que estaba revestido, los objetos y frescos que lo decoraban y toda la suntuosidad de entonces. La guinda perfecta a una visita que recomiendo encarecidamente y de la que uno sale encantado.

SAN PEDRO IN VINCOLI

Al salir de la Domus Aurea era ya noche cerrada, pero eso no iba a ser impedimento para dirigirme a la última visita del día: la iglesia de San Pedro in Vincoli, un templo cuyo exterior no dice absolutamente nada, pero que sin embargo cuenta con un interior que bien merece la pena visitar no por uno, ni por dos, sino hasta por tres motivos.

El primero de ellos es porque en su altar mayor se exponen las dos cadenas (vincoli) que sujetaban a San Pedro, mientras estuvo preso en la cárcel Mamertina, y que tras ser separadas por muchos años, cuando volvieron a coincidir en Roma, se engancharon milagrosamente.

Cadenas de San Pedro. Iglesia de San Pedro in Vincoli

El segundo sería debido a que en uno de los altares de la nave izquierda se encuentra la peculiar tumba, realizada en mármoles de diferentes colores, del cardenal Cinzio Passeri Aldobrandini, más tarde Papa Clemente VIII. Nada más contemplarla veréis que lo que llama la atención es que se encuentra decorada con una escultura bastante siniestra de la muerte, sujetando la guadaña con un brazo y un reloj de arena con el otro. Una clara alegoría a lo efímero de la vida.

Tumba Cardenal Aldobrandini. Iglesia de San Pedro in Vincoli

Y en tercer lugar, y la razón principal por la que todos visitamos esta iglesia, es la tumba que hizo Miguel Ángel para Julio II, donde destaca por encima de cualquier otro elemento el famoso Moisés, tallado en un único bloque de mármol de carrara y con una altura de casi dos metros y medio, porta bajo su brazo derecho las tablas de la ley, mientras con la misma mano mesa su larga barba, transmite a quien lo contempla una clara imagen de energía y dinamismo que pocas esculturas consiguen. El personaje del Antiguo Testamento se presenta implacable, con un rostro colérico, una mirada penetrante, la fuerza muscular de sus articulaciones, consiguiendo así transmitir su furia e indignación al ver como el pueblo de Israel adora a falsos ídolos y dispuesto a que reciban el castigo divino.

Tumba de Julio II. Iglesia de San Pedro in Vincoli

Moisés de Miguel Ángel. Iglesia de San Pedro in Vincoli

Aguantaría contemplándolo hasta que las luces de la iglesia se apagaron, señal de que debíamos abandonarla, los que allí nos encontrábamos, porque iban a cerrar, pero la manera perfecta, en mi caso, de dar por finalizadas las visitas de la jornada.

OSTERIA DA FORTUNATA/FRIGIDARIUM

Era el momento de darme un homenaje, eligiendo para ello el restaurante Osteria da Fortunata, uno de los mejores para probar algunas recetas de pasta fresca, viendo además como la elaboran desde una de las ventanas. Optaría por pedir fettuccini a la Amatriciana y una cerveza y hay que reconocer que estaba de muerte. Todo me saldría por 20 euros, lo que me pareció caro para los precios que había leído y es que está claro que pocos sitios quedan ya con precios razonables.

Fettuccini a la Amatriciana en Osteria da Fortunata

Al igual que hice ayer, decidiría no tomar postre y probar una tarrina con tres sabores en la heladería Frigidarium y creo que es de los mejores helados que he probado en mi vida, por lo que no se puede abandonar Roma sin pasar por aquí. La tarrina mediana me costó 3,5 euros.

Heladería Frigidarium

Era el momento de dirigirme al hotel a descansar, pero en mi camino me animaría a pasar por delante de la bonita plaza Venecia, pudiéndola ver iluminada. No obstante en los días que me restaban en Roma tendría tiempo de disfrutarla de día y con más calma.

Monumento a Víctor Manuel II. Plaza Venecia


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