DIA 03. URUGUAY. Punta del Este

28 de Agosto de 2016.


Se me olvidó comentar en el capítulo anterior que el desayuno también se encontraba incluido en el precio de la habitación y que además era tipo buffet, el cual iba a ser bastante generoso para lo que son otros hoteles, incluso de superior categoría, por lo que comenzaríamos el día desayunando fuerte con varios bollos de dulce de leche, los primeros que probábamos y que estaban de muerte, alguna que otra tostada con la mermelada típica uruguaya y cereales y yogures, acompañado todo ello por zumos y leche.

Dicen de Punta del Este que es el paraíso de la jet set en Latinoamérica debido a la burbuja de seguridad que aquí se da en comparación con otras zonas del centro y sur de América, reuniéndose por tanto, en este pequeño rincón de la costa uruguaya, las grandes fortunas del sur del continente. Es por tanto usual ver en esta zona todo tipo de lujos, desde grandes mansiones hasta espectaculares y grandiosos yates, sin olvidarnos de las tiendas y restaurantes de fama mundial.

Pero también es cierto que nosotros llegábamos en plena temporada baja, quedando todavía un mes para que terminara el invierno, por lo que era evidente que no íbamos a poder vivir el bullicio y ambientazo que se da en toda esta zona en los meses de verano, que corresponde con nuestro invierno, de diciembre a febrero, teniendo que conformarnos con hacernos una idea e imaginarnos lo que puede llegar a ser esto en plena temporada estival.

También es cierto que ahora los precios eran soportables para economías humildes como las nuestras y que lo mismo en aquellas fechas hubiera sido impensable poder alojarse en pleno centro de Punta del Este.

Hoy no llovía, pero el cielo estaba gris, pero como quien no se consuela es porque no quiere, pusimos buena cara al pensar que si nos hubiera tocado el día de ayer, no hubiéramos podido hacer prácticamente nada sin empaparnos.

Punta del Este es una pequeña península que se puede recorrer fácilmente andando, sin necesidad de coger el vehículo, por lo que a eso es a lo que nos íbamos a dedicar durante toda la jornada.

Nuestros primeros pasos se dirigirían hacia la rambla General Artigas, aunque para ser más exactos nos iríamos hacia su lado izquierdo, dado que esta rodea completamente la ya mencionada península. Aquí tendríamos el primer impacto visual, desde tierra y como Dios manda, del río de la Plata y la verdad que impresionan sus dimensiones, tanto que no se consigue ver la otra orilla.

Puerto desde Rambla Gral Artigas

Río de la Plata desde Rambla Gral Artigas

Pronto llegaríamos a uno de los iconos de la ciudad, un pequeño muelle peatonal de madera que desembocaba en una glorieta con un kiosco del mismo material y desde donde se podía disfrutar de una perspectiva privilegiada de playa Mansa, el puerto, la isla Gorriti y parte de la bahía.

La Glorieta y vistas del Puerto

La Glorieta

La Glorieta

Tras estos primeros momentos de relax y un poco más adelante llegaríamos hasta la zona del puerto donde no había apenas actividad, salvo algún que otro puesto donde se vendía marisco fresco. Por aquí estaríamos un buen rato fijándonos en las embarcaciones que se encontraban amarradas y que no tenían pinta de ser baratas. Y eso que no es ni la décima parte de lo que aparece por aquí en verano.

Puerto de Punta del Este

Puerto de Punta del Este

Puerto de Punta del Este

No teníamos ninguna prisa, por lo que nos animaríamos a llegar hasta el final del espigón portuario y ver así unas perspectivas impresionantes de Punta del Este.

Punta del Este desde Espigón del Puerto

Espigón del Puerto

Espigón del Puerto

Como ya he venido comentando el tiempo no estaba siendo bueno y es que toda la zona llevaba sometida a los efectos de un fuerte temporal desde hacía ya unos días y aunque empezaba a remitir, es cierto que también hacía un frío y un aire gélido que te dejaba congelado. No había mucho que envidiar a los días desapacibles del mes de enero en Madrid. Afortunadamente veníamos preparados y con el gorro, los guantes y el forro polar todo se llevaba bastante bien.

Dicen que esta zona del puerto es la preferida de los lobos marinos para relajarse y andar a sus anchas y de momento no habíamos tenido suerte y no habíamos conseguido ver a ninguno. Pero al regreso del espigón, la fortuna cambiaría y podríamos ver a unos cuantos por allí. Eran los primeros que veía Raúl en libertad, lo que le haría bastante ilusión. A mí también pero hay que reconocer que la primera vez siempre impresiona todo mucho más y en mi caso ya pude vivir esa experiencia en la ciudad chilena de Valdivia hacía dos años.

León Marino en el Puerto de Punta del Este

Leones Marinos en el Puerto de Punta del Este

Otro de los detalles que más me gustarían del puerto serían las sencillas y coloridas barquitas de pescadores con sus nombres pintados en la proa y que suponían un gran contraste con respecto a las lujosas embarcaciones localizadas apenas unos metros más allá.

Puerto de Punta del Este

Puerto de Punta del Este

Sin duda que toda esta zona ha de ser una visita obligada en cualquier estancia en Punta del Este.

Nuestro paseo continuaría por la rambla con el río de la Plata, que más parecía un mar, a nuestra derecha. Caminábamos solos, sin un alma en ninguna dirección y es que el frío tampoco invitaba a ello, aunque tengo que reconocer que yo estaba disfrutando de lo lindo. El invierno siempre fue mi estación preferida y tengo que reconocer que me encanta pasear con temperaturas bajas y algo de viento. No era ese el caso de Raúl que se iba acordando no sé, en estos momentos, de quién. El caso es que llegaríamos hasta una pequeña pasarela de cemento que continuaba sobre un diminuto puente de barras de hierro oxidadas, que nos llevarían hasta unos islotes en medio del río de la Plata en los que habían construido un plataforma, una mesa y unos bancos, todos ellos también de cemento, y desde donde podías disfrutar de unas vistas excepcionales de la costa y del horizonte, además de la isla Gorriti. Pero lo mejor era la sensación de encontrarte completamente rodeado de agua en un espacio tan pequeño.

Lugar de Descanso en medio del Río de la Plata

Isla de los Lobos desde Rambla Gral Artigas

Este es un lugar del que disfrutaría muchísimo, aunque tampoco se quedaría atrás un sitio tan emblemático como es Punta de las Salinas o, también llamado Plazoleta Gran Bretaña, el cual se encontraba unos metros más adelante. Los motivos de la importancia de este punto son varios. Por un lado sería aquí donde se estableció el límite entre el Río de la Plata y el Océano Atlántico y, por otro, que muy cerca se libraría la histórica batalla del Río de la Plata que tuviera lugar en 1939 entre buques ingleses y alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho se puede ver el ancla del buque Ajax, uno de los participantes. También nos encontraríamos con una enorme bandera uruguaya que hondeaba sin parar gracias al viento y una familia de sirenas esculpidas sobre las rocas, aunque destruidas la mayoría, seguramente, por un fuerte temporal. Este es otro de esos sitios evocadores que invitan a pasar un buen rato observando a las gaviotas lanzarse en picado contra el mar y sintiendo la fuerzas de las olas al romper contra los farallones rocosos de la costa.

Ancla del Buque Ajax. Plazoleta Gran Bretaña

Punta de las Salinas

Esculturas de Sirenas en Punta de las Salinas

Era este el momento de dar la espalda a la costa, al menos durante un rato, para dirigirnos por la calle 2 de Febrero hasta el faro, en pleno centro de la península. Entraría en funcionamiento en noviembre de 1860 con el fin de orientar la navegación en el Océano Atlántico y en el Río de la Plata. Su altura es de 45 metros y no sé si se puede visitar, pues al menos en estos momentos estaba cerrado a cal y canto.

Faro de Punta del Este

Frente a la plaza del Faro podríamos ver la pequeña y sencilla parroquia de paredes encaladas de azul claro y bajando por la calle paralela a una de sus fachadas llegaríamos de nuevo a la Rambla General Artigas, pero esta vez a su parte derecha desde donde se contempla el embravecido océano Atlántico.

Parroquia de Punta del Este

Océano Atlántico desde Rambla Gral Artigas

Tras atravesar la playa de los ingleses, pronto llegaríamos hasta la punta del Vapor, donde se encuentra la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, una Virgen que todos los 2 de febrero convoca multitudes, de fieles devotos, ante ella.

Playa Los Ingleses

Virgen de la Candelaria en Punta del Vapor

También famosa, especialmente entre surfistas, es la Playa El Emir donde podríamos ver a muchos de estos hacer auténticas piruetas y giros imposibles en las olas que rompían con fuerza en la costa.

Surfistas en la Playa El Emir

Surfistas en la Playa El Emir

Y por fin llegábamos hasta playa brava y la famosa escultura de “La Mano”, símbolo por excelencia de Punta del Este. Simboliza el resurgir del hombre en la naturaleza y fue creada por el artista chileno Mario Irrazábal en 1982, en el primer encuentro internacional de escultura moderna al aire libre. Estaríamos por aquí casi cuarenta minutos intentando conseguir alguna foto en solitario de la misma, lo que al final lograríamos pero no sin que sudáramos lo suyo para ello, pues el goteo constante de gente en este monumento no para nunca, da igual que sea temporada baja, que diluvie o haga frío, siempre hay alguien fotografiándose con esta escultura.

Escultura de Los Dedos o La Mano.Playa Brava

Escultura de Los Dedos o La Mano.Playa Brava

Escultura de Los Dedos o La Mano.Playa Brava

Eran ya las dos de la tarde y el hambre empezaba a hacer acto de presencia. Teníamos claro que queríamos probar el chivito, uno de los platos uruguayos por excelencia y no teníamos nada claro donde podíamos tomarnos uno que estuviera bueno y que fuera económico, por lo que no dudamos en preguntar a la primera persona que se cruzaría en nuestro camino. Tendríamos suerte ya que Mario, el tipo al que pararíamos era de lo más simpático y estaría con nosotros charlando casi media hora, contándonos sus viajes por España y recomendándonos un montón de lugares en la costa uruguaya.

Por supuesto, que haríamos caso a Mario y nos dirigiríamos otra vez al puerto para allí entrar en la chivitería Marcos, cuyo cartel exterior se ve sin ningún problema, pues tiene unas dimensiones considerables. Dentro nos pediríamos el famoso plato que no es otra cosa que una inmensa hamburguesa compuesta por filetes de ternera, huevos a la plancha, bacón, queso, lechuga, tomate, pimientos y mahonesa. Como se ve el plato es una bomba de relojería pero si llegas con hambre como era nuestro caso, te sabe a gloria. Por supuesto que no podríamos con el postre. Las bebidas más los dos chivitos nos saldrían por 1100 pesos.

Chivitería Marcos

Chivito en la Chivitería Marcos

Para bajar la comida decidiríamos seguir paseando en este caso por la avenida más famosa de la ciudad, llamada Gorlero. Esta se encuentra repleta de comercios, bancos, restaurantes y es donde más vida encontramos. En el centro de la misma podríamos ver también la Plaza Artigas donde hay un pequeño mercado artesanal donde puedes comprar algún que otro recuerdo.

Avenida Gorlero

Plaza Artigas

Y sin darnos cuentas volveríamos a llegar otra vez a Playa Brava, pero esta vez con la intención de dirigirnos a los bajos de uno de los edificios cercanos a ella, donde se encontraba la oficina de AVIS, donde teníamos que recoger el coche de alquiler que teníamos reservado y que íbamos a utilizar durante toda la jornada de mañana. Nos correspondería un viejo chevrolet  por el que nos cobrarían 90 euros por los dos días que lo íbamos a utilizar, ya que se contabilizaba la tarde de hoy.

Aprovechando que ya estábamos motorizados, no dudaríamos en dirigirnos hasta donde comienza Playa Mansa para ver la escultura “100 años de Punta del Este”, la cual es un reconocimiento al centenario de la ciudad. La obra está esculpida en mármol de Carrara y mide cinco metros de alto y pesa 24 toneladas. Después dejaríamos aparcado el coche y daríamos un pequeño paseo por la costanera de esta famosa  e inmensa playa, llegando hasta el Casino, donde entraríamos para ver la enorme limusina que se encuentra en el hall y daríamos una vuelta por la sala de juegos.

Escultura Cien Años de Punta del Este

Playa Mansa desde Rambla Gral Artigas

Limusina en el Casino

El siguiente plan que teníamos previsto era acercarnos con el coche hasta Punta Ballena, donde había leído que las puestas de sol eran únicas e inolvidables, pero con el cielo encapotado como estaba y el frío que hacía era, sin duda, la peor idea que se podía llevar a cabo en estos momentos. Así que nos ahorraríamos los quince kilómetros que nos separaban de este lugar y optaríamos, dado que ya estaba anocheciendo, por ir un rato al centro comercial Punta Shopping a darnos una vuelta y ya de paso cambiar euros. Al final un centro comercial más con lo de siempre.

Llegaríamos con noche cerrada al hotel, donde aprovecharíamos para descansar un rato antes de salir a cenar. Esta vez optaríamos por una pizzería situada en la avenida Gorlero llamada Il Mondo della Pizza, la cual fue un auténtico fracaso. Yo me pediría una supuesta pizza cuatro quesos y digo supuesta porque me trajeron un pescado a la plancha cubierto con pegotes de salsa de queso, mientras que Raúl se pediría una hawaiana que eran cuatro trozos justitos que ni un niño se quedaría lleno. (1200 pesos). Así que tras esta cena tan desastrosa nos iríamos a descansar.

2 comentarios :

  1. He leído el artículo que has escrito, y me ha gustado mucho. Punta del Este me parece una ciudad fabulosa que visitar y pasar unas magníficas y relajadas vacaciones.

    Además, por lo que he visto, hay muchos lugares turísticos que ver (https://viajerocasual.com/que-ver-en-punta-del-este/) y no sólo eso, también los hoteles de Punta del Este (https://viajerocasual.com/hoteles-en-punta-del-este/) son espectaculares y con todo incluido. También hay buenísimas opciones para los que quieren viajar económico, como son los fabulosos hostales de Punta del Este (https://viajerocasual.com/hostales-en-punta-del-este/).

    Para rematar, yo soy un completo adicto a la carne asada uruguaya, sin duda la comida de Uruguay (https://viajerocasual.com/comidas-tipicas-de-uruguay/) está deliciosa. Me encanta el Asado, el Capeletis a la Caruso, el Chivito, la MIlanesa a la Napolitana y los churros con dulce de leche. Puedo decir que estoy completamente enamorado de Punta del Este y Uruguay en general. Animo a todos los que puedan a visitar Uruguay y específicamente, Punta del Este. ¡No se arrepentirán!

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  2. Hola Viajero Casual! Gracias por tu comentario y por tus aportaciones. Punta del Este es un gran destino para pasar unas vacaciones! Me queda pendiente volver en verano para verla en plena ebullición. Un saludo

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