ALENTEJO - DIA 02. Portalegre, Marvão y Castelo de Vide

29 de Abril de 2023.

PORTALEGRE 

Después de disfrutar de un variado y contundente desayuno, comenzaría mi ruta turística por la misma Portalegre, estratégicamente situada en una baja meseta de la sierra de San Mamede, entre fértiles campos. Es de origen romana y sería amurallada por el rey Dinis, adquiriendo el estatus de ciudad en 1550.

Al poco de empezar a caminar por su centro histórico uno se da cuenta de la prosperidad que trajo a la población en los siglos XVI y XVII su industria textil, tapices y seda, al reflejarse esa riqueza en las mansiones renacentistas y barrocas de la ciudad, encontrándose muchas de ellas en la calle Mayor y aledañas.

En estos primeros pasos me toparía con la iglesia de San Lorenzo de estilo manierista y barroco, con una fachada armónica y perteneciente a la orden de Santiago. En una de sus torres se encuentra una campana que posee más de 600 años y que fue comprada a la iglesia de Amador Roque de Valencia de Alcántara en la provincia de Cáceres en España.

Iglesia de San Lorenzo. Portalegre

Pocos metros después cruzaría por la impresionante puerta de la Devesa de los siglos XIII y XIV, situada hacia el norte de la población, siendo la más importante de todas las que había, por lo que era punto obligado de paso donde se cobraba un peaje.

Puerta de la Devesa. Portalegre

Pintorescas callejuelas en pendiente me llevarían a la plaza de la Catedral (largo da Sé), flanqueada por hermosas residencias con elegantes hierros forjados.

La propia Catedral o Sé destaca en tan amplio espacio con fachada y torres barrocas. El interior, de finales del Renacimiento, contiene pinturas anónimas de artistas portugueses y una sacristía decorada con llamativos azulejos, cuyos dibujos azules y blancos datan de los primeros años del siglo XVII y representan escenas de la vida de la Virgen y el viaje de la Sagrada Familia a Egipto.

Catedral de Portalegre

A sólo cinco minutos caminando llegaría también hasta el Castillo (abierto de 10:00 a 19:00), fundado por el rey Dom Dinis, cumpliendo durante muchos años una importante función defensiva en la frontera con España, perdiendo incluso sus murallas. No así sus torres, unidas por una estructura moderna de madera y cristal que permite disfrutar de una bonita vista de la ciudad.

Castillo de Portalegre

Muy cercano se halla el convento de Santa Clara, donde merece especialmente la pena contemplar su hermoso claustro, con dos tramos formados por arcos ojivales y en el centro una peculiar fuente hecha en mármol.

En el otro extremo del centro histórico pero a no más de diez minutos andando, se encuentra el convento de San Bernardo, con magníficos paneles de azulejos con escenas de la vida del santo homónimo. En la actualidad hace las veces de escuela.

Monasterio de San Bernardo. Portalegre

Monasterio de San Bernardo. Portalegre

Monasterio de San Bernardo. Portalegre

Justo al lado del anterior, podría ver la capilla del Calvario, de rasgos sencillos pero con una magnífica panorámica de Portalegre, por lo que sólo por ello merece la pena acercarse hasta aquí.

Portalegre desde Capilla del Calvario

Merece la pena destacar también el buen número de museos con los que cuenta la ciudad como el de Tapices, el de José Régio o el Municipal, pero decidiría renunciar a visitarlos para poder disponer de más tiempo para las visitas que vendrían a continuación.

Era el momento de regresar al hotel a por el coche y continuar mi ruta por el apasionante Alentejo.

SIERRA DE SAN MAMEDE

A continuación me internaría por esta remota sierra que se extiende al este de Portalegre bordeando la frontera española. Algunas carreteras la cruzan y ofrece una síntesis de la fauna y la flora alentejanas. El suelo, impermeable, favorece el crecimiento de una vegetación variada y los pequeños llanos se alternan con bosques de encinas y alcornoques, de eucaliptos, olivos, castaños y almendros. En cuanto a la fauna, son el ciervo rojo, el jabalí o la jineta los protagonistas del lugar.

También llaman de inmediato la atención los imponentes cuarcitos de la sierra, que marcan el paisaje con extrañas esculturas. Debiendo destacar también las marcas milenarias que la historia del hombre dejó en menhires, castros y puentes romanos, así como una red inmensa de calzadas, algunas de las cuales se encuentran integradas en los recorridos pedestres del parque natural.

Sierra de San Mamede

Aunque me hubiese gustado realizar alguna ruta de senderismo por la misma, la falta de tiempo haría que tuviese que conformarme con llegar con el coche hasta el pico de San Mamede, su cumbre más alta, con 1025 metros de altitud. La vista panorámica que se divisa de toda la sierra desde este punto hace que bien merezca la pena conducir los casi doce kilómetros que separan este punto de Portalegre, tardando unos veinte minutos en recorrerlos. Para llegar con garantías con el coche es necesario poner en google maps: cumbre de la sierra de San Mamés.

Pico de San Mamede

Sierra de San Mamede

Me animaría también a coger un camino algo más largo, sólo dos o tres kilómetros más que el corto,  hasta mi siguiente destino para así pasar cerca del embalse de Barragem da Apartadura, donde podría disfrutar de varias panorámicas diferentes de las contempladas hasta ahora.

MARVÃO

Tras otra media hora de carretera y manta y unos 23 kilómetros, llegaba uno de los momentos álgidos del viaje, incluso casi me atrevería a decir que el más esperado de todos ellos, pues hacía acto de presencia en Marvão, una serena y hermosa aldea medieval situada a casi 900 metros sobre una espectacular escarpadura, considerándose uno de los lugares más seductores del país.

Marvão

Y es que la pequeña población ha tenido la suerte de permanecer intacta durante siglos y siglos, con casas trepando al ritmo de los accidentes del monte y a la sombra de su castillo en un entorno inhóspito, abrupto e inaccesible.

Sus murallas del siglo XIII y los contrafuertes del XVII se confunden con el granito de las montañas, convirtiéndola en una fortaleza inexpugnable. Tras los romanos, llegaron los árabes; el nombre podría tener su origen en Marvan, un caudillo musulmán a quien los cristianos expulsaron, no sin dificultad, en 1166.

Mirador de Marvão

Lo mejor en Marvao es perderse por su laberinto de callejuelas pintorescas, sus blancas casas con flores, sus capillas de pórticos renacentistas, aunque no hay que obviar el camino de ronda que da la vuelta completa a la localidad, el cual permanece intacto, sorteando todos los caprichos de la roca, marcado, aquí y allí, por elegantes atalayas que fueron añadidas durante el siglo XVII, teniendo la impresión de estar en una isla.

Calle de Marvão

Castillo de Marvão

Calle de Marvão

Pero si hay un lugar realmente hermoso en Marvão ese es el jardín que se encuentra justo antes de la fortaleza y cuyo manto verde de vegetación y flores haciendo de antesala a la construcción defensiva lo convierte en la imagen idílica de la población. Un lugar maravilloso donde merece mucho la pena detenerse y dejar pasar el tiempo.

Jardín y Castillo. Marvão

Después de haber hecho acopio de todas las vistas panorámicas posibles tocaba subir al castillo (abierto de 10:00 a 19:00; entrada: 1,5 euros). Varias puertas y muros defensivos te dan la bienvenida, para encontrarte después con numerosos patios, cortinas y escalinatas que es necesario franquear hasta llegar al torreón desde donde se consiguen vistas asombrosas en picado de las diferentes murallas y del camino de ronda. Cuenta también con dos cisternas y un museo con armas históricas.

Castillo de Marvão

Castillo de Marvão

Castillo de Marvão

Castillo de Marvão

Lo mejor es que puedes acceder a cualquier rincón y recoveco estando todo accesible al público, aunque es cierto que algunas zonas tienen algo más de riesgo que otras.

En la población habría que destacar también, bajo la protección de las murallas, la iglesia de Santiago o Matriz del siglo XV, la antigua casa del Gobernador (ahora un banco) caracterizada por un balcón de hierro del siglo XVII, una fuente barroca, el convento gótico de Nuestra Señora de la Estrella y la antigua iglesia de Santa María que hace las veces de Museo Municipal, conservando el altar mayor y una exposición de remedios tradicionales, objetos etnológicos y hallazgos arqueológicos, que se remontan desde el paleolítico hasta los tiempos de los romanos. (Abierto de 10:00 a 12:30 y de 13:30 a 17:00; entrada: 2 euros).

Iglesia de Santiago. Marvão

Fuente do Concelho. Marvão

Antiguo Tribunal y Prisión. Marvão

No hay que olvidar tampoco sus dos puertas dobles de entrada, casi impenetrables y a prueba de invasores y conocidas como Portas de la Vila y de Ródão, cada una de ellas situada en cada extremo de la población.

Porta da Vila. Marvão

Portas de Ródão. Marvão

Antes de marcharme, que mejor que despedirme de Marvão comiendo en un banco situado bajo un árbol a la entrada de la fortificación, con unas hermosas vistas sus calles y algunos de sus monumentos. Y es que llevaba preparado un bocadillo, sabiendo explícitamente que el tiempo iba estar de mi parte y me iba a poder recrear en los exteriores.

RUINAS DE AMMAIA

Costaba dejar atrás una villa tan hermosa como Marvão, en la que puedes pasar días tranquilamente embelesado por su entorno y encantos, pero no quedaba otra que continuar el camino, cambiando completamente de tercio. Esta vez la parada sería en el yacimiento arqueológico de Ammaia, localizado a sólo siete kilómetros de la anterior. Su horario es de 9 a 12:30 y de 14:00 a 17:30. El precio de la entrada es de tres euros.

La ciudad fue fundada en el siglo I a.C. y estuvo habitada hasta el siglos VI d.C. Sólo una pequeña parte de la misma ha sido excavada y entre esos restos se pueden distinguir los de las termas, el foro o la puerta sur de la urbe. También se pueden observar estelas, estatuas y diversos objetos encontrados durante las excavaciones.

Ruinas de Ammaia

Ruinas de Ammaia

CASTELO DE VIDE

En sólo ocho kilómetros y diez minutos llegaba a otro hermoso pueblo de la sierra de San Mamede, asentado en una verde colina en una completa armonía con su entorno, no sufriendo ningún tipo de agresión arquitectónica en siglos de historia. Me refiero a Castelo de Vide, construido sobre un promontorio que domina la llanura, dando la impresión de haber confiado siempre en su aislamiento, su castillo y sus fortificaciones.

Castelo de Vide desde su Castillo

En cuanto uno se sumerge entre las empinadas callejuelas de su barrio gótico, no se tarda mucho en apreciar que la población cuenta con gran cantidad de portales y ventanales góticos, lo que indica la abundancia y buena conservación de elementos arquitectónicos medievales en las principales calles de sus barriadas históricas.

En el centro de la localidad se halla la enorme plaza de Dom Pedro V, donde se puede ver la estatua de dicho rey y espléndidos edificios de los siglos XVII y XVIII, como la Cámara municipal y su pasaje abovedado, el palacio Torre y la iglesia de Santa María da Devesa, cuya inmensa fachada está flanqueada con dos torres barrocas.

Plaza de Dom Pedro V. Castelo de Vide

Continuando por las callejuelas medievales, muy floridas y con un sinfín de encantadores detalles, abordaría la judería, uno de los paseos más deliciosos en la estancia en Castelo de Vide. Sus calles empinadas y estrechas sólo son actas para transitar a pie por sus peculiares características: escalonadas o rodeando las rocas que afloran, a cuyos desniveles se ajustan y de los que se sirven como rampas o escalinatas. Huertos de olivos y patios separados por tapiales se mezclan con las diminutas casuchas, algunas de ellas con un frente de fachada no más ancho que las propias puertas, ojivales y con arco de piedra, que denotan su origen medieval.

Antigua Judería. Castelo de Vide

El mundo aquí es tan cerrado que se establece una especie de silencio para los ruidos cercanos, y sólo llegan los sonidos producidos a lo lejos. En este espacio cabe destacar la sinagoga medieval (abierta de 09:00 a 13:00 y de 14:00 a 17:00), del siglo XIV, no menos humilde que el resto de los edificios y reconocible por los cartelones con inscripciones hebraicas fijadas en sendos portalones ojivales por los que apenas se pasa de pie.

Sinagoga. Castelo de Vide

A la salida de la judería encontraría la fonte da Vila, bajo un templete de seis columnas de mármol, de la que emanan aguas medicinales cloradas, bicarbonatadas y ricas en potasio, excelentes para el tratamiento de afecciones intestinales y de la vesícula, hipertensiones y enfermedades de la piel. A lado se encuentra el edificio de las termas, abiertas en verano.

Fuente da Vila. Castelo de Vide

En la parte alta de la ciudad se encuentra el castillo, reconstruido en 1310 por el rey Dinis, que negoció en este lugar su matrimonio con Isabel de Aragón. Desgraciadamente, buena parte de él se perdió en una explosión en 1705. No obstante, merece la pena llegar hasta él ya que desde su camino de ronda se ofrece una vista panorámica única de la ciudad y la región y todavía conserva un torreón con una gran sala ojival y pozos.

Castillo. Castelo de Vide

Castillo. Castelo de Vide

Castelo de Vide desde su Castillo

Detrás del castillo, se halla el adorable burgo medieval, muy florido y surcado por una red de callejuelas estrechas en torno a la iglesia de Nuestra Señora de la Alegría, la cual destaca por sus azulejos con motivos florales del siglo XVII.

Burgo Medieval. Castelo de Vide

Burgo Medieval. Castelo de Vide

Burgo Medieval. Castelo de Vide

Y por si acaso ha sabido a poco hasta ahora, en la visita a la población, no habría que olvidarse tampoco, en el otro extremo de la misma, de la iglesia y la fortaleza de San Roque, otro buen ejemplo de arquitectura militar moderna abastionada con cuatro baluartes dispuestos en los vértices.

Fuerte de San Roque. Castelo de Vide

La población cuenta con otros monumentos, fuentes e iglesias, pero creo que lo más importante y característico lo cito en las líneas anteriores. Aunque es cierto que no puedo dejar de citar también la fuente do Montorinho, que por su ubicación y su propia estructura  me pareció igualmente encantadora.

Fuente do Montorinho. Castelo de Vide

PEACOCK HOUSE (ÉVORA)

Cuando visitas una región o un lugar siempre te quedas con ganas de conocer más lugares, al menos eso me pasa a mí y aunque había varios lugares muy cercanos a Castelo de Vide que me apetecía descubrir, decidiría ser sensato y poner rumbo hacia Évora, mi centro de operaciones durante las próximas tres noches, teniendo por delante 120 km y una hora y media de conducción, lo que también hace ver lo grande que es el Alentejo portugués y el motivo por el que en este viaje decidí no afrontar el sur y el litoral de esta región.

Entre los alojamientos que estuve mirando el que más me convenció sería el Peacock House por la relación calidad – precio, ya que aunque pueda parecer mentira en Portugal también se han encarecido considerablemente muchos lugares y servicios y ya no resulta tan fácil encontrar los chollos de hace unos años.

En Évora, al ser una ciudad muy turística, los precios de los alojamientos, aún mirándolos con mucho tiempo de antelación, estaban caros, por lo que esta casa de huéspedes fue toda una salvación ya que por las tres noches que iba a estar me cobrarían 148,50 euros. Eso sí, el baño era compartido. La habitación era amplia y limpia, aunque se la veía algo antigua. Su ubicación no podía ser mejor, ya que estaba dentro del recinto amurallado de la Évora histórica. El desayuno estaba incluido y era algo justo, pero suficiente para salir del paso. Su dueña fue amable y servicial y estuvo siempre dispuesta a echarme una mano ante cualquier duda que me pudiera surgir.

El coche podría aparcarlo en un parking público gratuito que se encontraba muy cerca y desde donde apenas se tardan unos minutos hasta el alojamiento.

Una vez instalado saldría a tener la primera toma de contacto con Évora, aunque lo principal era buscar un sitio para cenar, eligiendo el restaurante Docas, debajo justo de mi hotel, donde pediría migas alentejanas, que estaban muy buenas, con una coca cola (14 euros). Tras lo cual me retiraría a descansar, pues mañana dispondría de toda la jornada para disfrutar de la histórica ciudad.

Migas Alentejanas en Restaurante Docas. Évora


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