BVI - DIA 06. Marina Cay y Guana Island

20 de Noviembre de 2019.

La travesía que afrontábamos hoy, a primera hora de la mañana, volvería a superar las realizadas hasta la fecha, pues afrontaríamos 17 millas náuticas, utilizando tanto los motores como las velas según el viento nos fuese más o menos favorable, por lo que serían algo más de tres horas lo que nos llevaría llegar hasta nuestro siguiente destino: Marina Cay.

Los paisajes de esta minúscula isla situada justo enfrente de la enorme Great Camanoe son, nuevamente, de una belleza espectacular, añadiéndole una de las imágenes más características del Caribe, pues en uno de sus costados se podía apreciar una caseta de vivos colores con un letrero que anunciaba “Fuel” y en el momento que llegábamos nosotros, estaba su encargado dormitando con muestras claras de no haber conocido el estrés en todo lo que llevaba de vida.

Llegando a Marina Cay

Llegando a Marina Cay

No tardaríamos mucho en fondear y tirarnos al agua con nuestras aletas y máscaras de snorkel, pues este es un buen lugar para apreciar perfectamente los fondos marinos, con un buen número de erizos de mar y otros peces de colores.

Snorkel en Marina Cay

Snorkel en Marina Cay

Dado que la distancia era corta aprovecharíamos también para acercarnos hasta la playa y llegar caminando a la caseta de colores para ver si podíamos conocer a su inquilino y charlar un rato con él, pero había desaparecido misteriosamente.

Marina Cay

Nuestro segundo y último destino del día sería la cercana Guana Island, donde al ser temprano podríamos coger boya sin necesidad de alquilarla previamente, aunque los encargados pasarían en lancha a cobrarnos los treinta dólares que costaba pernoctar.

Guana Island se encuentra localizada en la zona atlántica, enfrente de Tortola, y es un santuario privado de vida silvestre y naturaleza.

Durante casi cuatro décadas su propietario, el Dr. Henry Jarecki, un empresario, psiquiatra y filántropo estadounidense, y su esposa, se han esforzado en mantener intacta esta joya que es un refugio de aves y muchas otras especies.

Guana Island

En el siglo XVIII dos familias llegarían a Guana como parte del “Experimento Cuáquero”, utilizando esclavos africanos para cultivar caña de azúcar durante 45 años.

Sería en 1975 cuando los Jareckis compraron la isla a otra familia estadounidense, intentando desde entonces mejorar sus veredas e instalaciones.

Guana Island

Elegiríamos la playa de White Beach para pasar lo que restaba de mañana, la más hermosa de las playas que habíamos encontrado hasta ahora, encontrándonos con carteles que indicaban que no se podía sobrepasar la línea que iba más allá de la arena y se adentraba en el interior, como ya nos sucedería días atrás en Peter Island.

White Bay. Guana Island

White Bay. Guana Island

Es en lugares como este cuando, de repente, uno se para a pensar y se da cuenta de la suerte que tiene al estar en pleno mes de noviembre en un lugar tan paradisiaco, mientras en España sufren el malvado y riguroso clima invernal, con lluvia y frío, siendo ahora un vago recuerdo, olvidado ya casi por el calor del Caribe y su verano eterno.

Lástima no ser rico y poder alquilar la isla durante una larga temporada, pues ¿sabíais que por unos 30000 dólares por noche se puede hacer para un máximo de 36 invitados? Sí, verlo para creerlo. Aunque haciendo cuentas tampoco sale tan caro, sólo 830 euros por noche, evidentemente es broma.

White Bay. Guana Island

Para comer prepararíamos pasta, utilizando el resto de la tarde para bañarnos en alta mar, jugar a las cartas y esperar las luces del crepúsculo para disfrutar, un día más, de la paleta de amarillo brillante, dorado y naranja que hacen inevitable permanecer inmóvil durante esos mágicos instantes, mientras los pájaros se deslizan por los cielos, utilizando las corrientes de aire invisibles como si estuvieran dibujando la cortina oscura de la noche.

Ayer no sería la única vez que íbamos a utilizar la barbacoa y es que hoy volveríamos a tener una sorpresa, pues Yago, sin darnos cuenta, había comprado pescado fresco para cenarlo a la brasa que unido a una ensalada de quinoa que haría Ana, supondría una cena de lo más sana y sabrosa, perfecta para terminar la jornada.

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