DIA 01. TOULOUSE. Llegada a Toulouse

12 de Abril de 2017.

Parece mentira que teniendo tan cerca Francia, pueda contar con los dedos de una mano las veces que me he dejado caer por el país vecino y es que con la excusa de la cercanía y que en cualquier momento te puedes plantar en él, al final lo vas dejando, van pasando los años y por unas cosas o por otras nunca vas.

De esta manera reconozco que nuestro vecino del norte es un auténtico desconocido para mí, pues quitando París, de cuya visita hace ya cuarto de siglo, y algún que otro pueblo del sur, que descubriría aprovechando varias escapadas por el norte de España o por ser centro de operaciones para afrontar algunas ascensiones a montañas, no conozco nada más.

Y siendo sinceros tampoco estaba entre mis planes de este año pisar Francia, pero entre que me confié en conseguir precios económicos para los destinos que me más me apetecían, no hallándolos al final, y que esta vez cuando quise sacar el vuelo, las fechas de Semana Santa ya estaban demasiado cercanas y estaba todo por las nubes, la decisión final del destino sería casi por descarte, eligiendo el lugar más económico que se ofrecía entre todas las compañías que miré.

Efectivamente, tenía que ser una compañía de bajo coste como Ryanair la que ofertaba el vuelo más económico, en este caso a Toulouse, pues estrenaba dicha ciudad entre sus rutas para este nuevo año. Así que por la asequible cantidad de 81 euros no me lo pensé dos veces, viendo que el resto de destinos superaban ya los 150 euros.

Aunque Toulouse en cuestión no me motivaba especialmente, de forma injustificada por cierto, pues tiene un patrimonio digno de reseñar, el hecho de que muy cerca se hallaran dos lugares que siempre me había apetecido conocer haría que al final el destino fuese de lo más apetecible. Aquellos no eran otros que la preciosa ciudad de Albi, cuna del famoso pintor Toulouse Lautrec y un sitio fundamental en la convulsa historia cátara, y por otro lado, Carcassonne, una de las ciudades medievales más grandes y mejor conservadas no ya sólo de Europa sino del mundo.

Bandera de Francia en Plaza Gambetta. Carcassonne

Catedral de Santa Cecilia. Albi

Plaza de Saint Étienne. Toulouse

Ante esos atractivos la escapada de este año de Semana Santa también pintaba bastante bien y con buenas expectativas de poder disfrutar  bastante de esta zona del sur de Francia.

Como siempre y como ya viene siendo toda una tradición, la escapada comenzaría en el aeropuerto de Barajas, tras despedirme de mis compañeros de trabajo y dirigirme directamente hacia allí. Como ya se ha podido comprobar esta escapada volvería a hacerla en solitario.

La salida del vuelo estaba prevista para las 19:05, pero esta vez no cumplirían con lo establecido y el avión se retrasaría cuarenta minutos, no saliendo al final hasta las 19:45. Afortunadamente el trayecto sólo duraba una hora y tampoco supuso ningún contratiempo adicional salvo la incómoda espera.

El desembarco de la nave sería rápido y en pocos minutos estábamos todo el pasaje en la terminal, esperando en una fila para que los agentes de policía nos revisaran y escanearan la documentación de cada uno de nosotros. Esto me sorprendería sobremanera ya que era la primera vez que esto me sucedía en un estado miembro de la Unión Europea. Y es que al final la lacra terrorista empieza a traer consecuencias y la seguridad cada vez es mayor en lugares claves.

Después de salir de la zona de seguridad, sólo tendría que seguir las indicaciones correspondientes de “Navette Shuttle” para llegar hasta la parada del autobús que te lleva de forma directa hasta el centro de Toulouse. El billete lo sacaría en una de las máquinas expendedoras que se encuentran por los alrededores. Ojo que sólo admiten tarjetas y monedas, no billetes. Lo bueno que se puede seleccionar el castellano como idioma así que no hay ningún problema. El billete único supone 8 euros, pero si sacas el de ida y vuelta te ahorras un euro, saliéndote por 15 euros. También se lo puedes comprar directamente al conductor pero entonces sólo tendrás la opción de pagar por ese trayecto.

Aunque se puede llegar de otras maneras como el taxi y el tranvía al centro de Toulouse, a mí por la localización de mi hotel esta era la forma más rápida y sencilla que tenía para llegar hasta él.

Tras veinte minutos exactos de reloj terminaba bajándome en la penúltima parada que tenía el shuttle y que coincidía con la estación de trenes “Toulouse – Matabiau”, desde donde se puede llegar a muchas ciudades importantes del sur de Francia. Y ya que estaba en la puerta aprovecharía para sacar el billete de ida y vuelta hacia Carcassonne, mi destino de mañana, en las estupendas máquinas que se distribuyen por todo el hall.

Hecho ese último trámite sólo me quedaba ya cruzar la gran avenida que está justo en frente de la estación y dirigirme unos metros por Rue Bayard, la calle que se encuentra casi delante de la puerta principal, en línea recta, hasta el número 68 en el que estaba situado el hotel Ambassadeurs, donde pasaría las siguientes cuatro noches.

Hotel Ambassadeurs

Lo primero que hay que decir es que el barrio en el que se encuentra situado el mismo no es bueno, de hecho si se consultan varias guías se podrá leer que se recomienda que no se ande por esta zona ya que no ofrece nada interesante para visitar y la gente que hay por aquí no es de lo mejor. Y, efectivamente, no exageran, ya que las pintas que pude ver en el breve trayecto que tuve que caminar no inspiraban ningún tipo de confianza.

El hotel Ambassadeurs se puede calificar de pasable, cumpliendo el cometido de contar con las prestaciones justas para pasar unas cuantas noches y poco más. No invita a estar en él mucho tiempo, al igual que el barrio en el que se encuentra. La limpieza es justa a primera vista y si te pones a escarbar un poco te encuentras con detalles como que debajo de las camas no se limpia y hay alguna que otra servilleta y bastante suciedad. Pero hay que decir que en cuanto al precio era lo más económico que encontré cerca del centro, saliéndome cada noche por 42 euros, con el impuesto de estancia ya incluido. Respecto al tema de hostels no encontré ninguno, aunque es cierto que tampoco miré concienzudamente tras hallar esta opción.

Hotel Ambassadeurs

El chico que me atendería en recepción sería correcto y hablaba un inglés fluido, aunque se le entendía bastante bien. De español no tenía ni idea, al igual que yo de francés. No hay ascensor y el desayuno no está incluido en el precio de la habitación, por lo que si lo quieres supone pagar siete euros extras.

Un vez que me hube instalado, no dejaría pasar más de diez minutos, antes de volver a salir para cenar algo y es que estaba que me moría de hambre. No me pensaría mucho hacia dónde dirigirme, pues casi en frente de mi edificio había un local de Kebabs y hacia el que me encaminé. Allí me tomaría un menú con bebida y patatas fritas incluidas que me saldría por 6,5 euros.

Hacía una noche muy agradable así que me lo tomaría todo en una mesa del exterior, con la portada de la estación iluminada delante de mí, y en cuanto terminé me fui lo más rápido que pude de allí, pues el ambiente no invitaba a quedarse mucho más por aquellos lares.

Y hasta aquí puedo contar de mis primeros instantes por el país galo, que aunque no fueron para echar cohetes, es verdad que en pocas horas, la cosa iba a cambiar de manera considerable.

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